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Han pasado pocos años desde la caída de la Legión Ardiente. Aunque los demonios fueron expulsados de Azeroth, el mundo no volvió a la paz. Las tierras del norte de los Reinos del Este —desde las ruinas de Lordaeron hasta las montañas de Alterac— se han convertido en fragmentos sueltos de un imperio quebrado. Señoríos que no responden a ningún rey, aldeas olvidadas por la luz, carreteras tomadas por bandidos y nigromantes que aún susurran a los muertos.
Muchos pueblos fueron arrasados por las guerras. Y los sobrevivientes... los que no tenían apellido, castillo o corona... fueron olvidados. Algunos murieron de hambre. Otros, de fiebre. Y otros, como ustedes, terminaron encadenados.
Los llevaron a Vinterhafen. Una ciudad que una vez fue bastión militar, y ahora es sólo una frontera sin ley, donde los débiles se venden al mejor postor. Aquí, en su viejo coliseo, se celebran peleas amañadas para mantener al pueblo entretenido y a los poderosos tranquilos. El precio de un hombre se mide por cuánto sangra antes de caer
No hace falta ser un conocedor del mundo o del sistema de Dyd 3.5, pero todo ayuda.
Fue una ciudad portuaria fluvial en tiempos de Lordaeron, conocida por sus astilleros y el comercio de madera. Durante la Plaga fue abandonada, luego reocupada por mercenarios, esclavistas y exiliados. Hoy es un bastión sin ley, gobernado por poder y oro, donde el bien y el mal se confunden
Armamos los pj aqui.