Partida Rol por web

David se para al oír el nombre de su amigo del alma. Deja el contenedor de pescado en el suelo y se acerca a ti. Tiene los ojos rojos y el enfado le sonroja las mejillas.
-Andy - se santigua -, que en paz descanse, era un hombre honesto y todos lo gilipollas del mundo lo trataron mal por lo que dijo. Los periodistas, los agentes federales, la gente del pueblo. Todo el mundo lo trató de mísero borracho. Yo sé lo que él vió, porqué lo vimos los dos, y esa noche no bebimos. Sabemos lo que vimos. Dos criaturas aladas más grandes que un albatros que hacían un alarido monstruoso. Nadie nos creyó. Que sí platillos volantes, que si agentes extranjeros. Cada uno dijo lo que quiso para sacar provecho de la situación. Eran criaturas aladas de otro mundo. Y pondría la mano en el fuego por ello.
Vuelve a levantar la pesca y sigue su camino.

Camináis por el pueblo con incógnitas en la cabeza. No habéis sacado toda la información que esperabais, pero al menos encontrasteis la noticia de la que os hablaron en la posada. La única referencia de la isla de Crawnmille que habéis encontrado hasta ahora.

Vais a paso rápido, ya que el tiempo se os ha echado encima. Parece que pueda empezar a llover en cualquier momento.
 

- Una historia tan parecida, es muy duro que no te crean. - camino junto al anciano - A mi me quisieron hacer decir que eran avionetas extranjeras lo que vi. ¡Pero no aletean las avionetas! les dije - exclamo simulando un enfado. Me calmo y sigo - ¿Hubo alguna cosa extraña más aquellos días? Gente extraña en la zona, visitantes invitados por otros quizás el sr... ¿cómo se llamaba Roland? el dueño de la isla recibiera invitados aquellos días...

Henry, habrá que volver más tarde para intentar hacernos con más información - me fijé en las rejas de la biblioteca, seguramente porque anteriormente había sido el ayuntamiento sino, no tendría mucha razón poner semejantes cierres en las ventanas, no me parecía un edificio que albergara algo valioso fuera de la información contenida en documentos y escritos.

Aunque igual tenemos suerte y tanto Lance como Roland obtienen la suficiente información como para dar carpetazo al asunto - aunque me daba que aún en el mejor de los casos la información que iban a alcanzar sería abrir una puerta más de una casa que se resistía mantener ocultos sus misterios.

Sorprende que estemos investigando este asunto y que guarde relación con la isla motivo de nuestro viaje.

Parece que el bonito día con el que había amanecido Portland Harbour se estaba torciendo y amenazaba lluvia.

Henry estaba taciturno, habían perdido tiempo en valde para un miserable artículo.

-Si, podría ser interesante enterarse de toda la historia, pero como te decía quizá los editores de la noticia puedan ampliarnos información, y dado que ha sido reciente, preguntar por su muerte. - Dijo mirando el lugar nuevamente por encima del hombro - Viendo lo mal organizado que está todo creo que será una forma mas eficiente de aprovechar el tiempo. - Reconoció. 

-Bueno, ahora que eres terrateniente, pues posees la mitad de una isla, imagino que tendrás que empezar a invitarme tú a mí. - Bromeó cambiando de tema. - Y una isla con su propia historia de misterio, como si fuera una novela de Julio Verne... - Henry siempre disfrutaba de esas historias, era como si se hubiera criado con historias macabras y ahora le obsesionaran. Pero esa faceta era una faceta que conocían Jane y poca gente más, para el resto del mundo era un estudiante modelo y un hombre de negocios esperando tomar el control de las empresas familiares.

Sonrió y le guiñó un ojo evidenciando su tono bromista.

No son pocas las veces que he visto cosas que no podría explicar en el bosque... Y si tengo en cuenta lo que le ocurrió a mi hermana... Eso no pudieron hacerlo hombres...- susurro lo suficientemente fuerte como para que Tibbits pueda oírlo.

Gente extraña en la zona, visitantes invitados por otros quizás el sr... ¿cómo se llamaba Roland?

Si no me equivoco, Lance, era el señor Vincent Carver, que tenía una mansión en la isla de Crawmile...

Mire, señor Tibbits, nosotros no ponemos en duda nada de lo que les ocurrió. De hecho, me atrevo a decir que les creemos tanto a usted como al difunto Andy a pies juntillas, por eso estamos investigando, porque hemos vivido experiencias, digamos, similares. Como bien le ha dicho mi compañero, somos simples trabajadores. Yo llevo toda la vida en la carpintería de la familia, y no tengo ni quiero tener nada que ver con el FBI ni con instituciones que no se ocupan de nosotros. Así que, por favor, le agradeceríamos que pudiese contarnos todo lo que recuerde de aquel día.

-No sé nada de si tenía visitantes o si había alguien en la zona. Sí. El dueño es Vincent Carver, sí. No lo he visto nunca a ese señor. No se deja ver por el pueblo. Dicen que tiene el negocio en Boston, y que es un hombre con mucho dinero y grandes empresas. De eso no sé nada yo. Yo sólo sé que Andy y yo vimos a dos bichos volando encima de la isla. Y que segundos después habían desaparecido. Ahora, dejen de tocarnos los cojones que tenemos mucho trabajo.

Después de esto, él y el chico entran en una garita del puerto y cierran la puerta. Oís el pestillo cómo se cierra desde el otro lado.
 

Al ver la apresurada salida de la conversación de Tibbits maldigo nuestra suerte.

- Maldita sea. Menudo gruñón. Y no hemos podido preguntarle por la dirección de la viuda. ¿Qué hacemos ahora?

Estoy de acuerdo, Henry, cuanta más información obtengamos de diferentes fuentes, más perspectiva obtendremos - la biblioteca, el marinero Tibbits, los compañeros de la taberna, la viuda... - incluso he pensado de ir a visitar el cementerio, quizás el enterrador conociera algo del asunto, aparte de que nos enseñe su lápida, claro - a veces aquellas visitas eran truculentas y no aportaban nada, pero en ocasiones te encontrabas que un hombre aparentemente en la miseria tenía una tumba bastante digna, muestra de que alguien se había preocupado de sus deudas, como si fuera una promesa o un ajuste de cuentas, nunca se sabía dónde te esperaba la próxima pista.

Tengo ganas de ver la isla y sus posesiones, a ver qué nos cuenta el abogado por la tarde - extraño eso de que tenga que pasar unos días en la isla para hacer efectiva la herencia - las historias de miedo normalmente tienen una explicación sencilla detrás, pero las circunstancias son las que las convierten en misteriosas.

Pues no era mala idea la del enterrador.

-El enterrador sabrá quién vino al entierro, los que hubieran venido sabrán algo de las circunstancias de su muerte, algunos serán amigos, otros familiares, incluso que otros fueran sus enemigos. - Reconoció. Luego corrigió a Jane apuntillando. - He dicho misterio, no miedo. No adelantemos acontecimientos. - Dijo tratando de tranquilizar su imaginación.

-Así que ansiosa por ver tu propia isla ¿Eh? - Dijo por último Henry - ¿Que será lo primero que hagas en ella?

Creo que lo mejor es que vayamos a buscar a Jane y a Henry y le contemos lo poco que nos hs dicho el maldito cabronazo de Tibbits - dije resignado.

- Tenemos tiempo, solo hemos charlado un rato con el anciano. Si encontramos la iglesia quizás podamos preguntar por allí. - nos ponemos en marcha.

Maldita sea... con el odio que le tengo yo a las iglesias... Espero que no haya ningún crucifijo allí, o saldría corriendo muerto de miedo- pensé mientras me dirigía con Lance al lugar.

Vale, misterio - siempre había asociado al enterrador a historias de miedo, más que de misterio, así que, su alusión me había llevado a relacionarlo - pero como ves es una buena idea, si logramos hablar con él nos podría dar una cantidad de datos que no vendrían en ningún periódico - claro que, si no éramos capaces de encontrar datos en una biblioteca, se me empezó a antojar tarea imposible encontrar al enterrador sin saber siquiera dónde estaba el cementerio, aunque esa localización era fácil de encontrar a cualquiera que preguntásemos.

Pues aún no sé lo que haré con mi herencia, tendré que ver lo que es, así como su estado ¿no crees? - habría que valorar si su estado de conservación era bueno o al menos asequible, algo que sabríamos pronto - te reconozco que tengo ganas de verla.

Seguro que un enterrador no era un adalid de la alegría y un dechado de habilidades sociales. Así que Henry se encogió de hombros.

-Datos, datos, datos ... - Bromeó - Nos pasamos la vida en bibliotecas ¿Te das cuenta? - Le preguntó. - Yo esperaba que dijeras que lo primero que hicieras sería la fiesta de inaguración y que estaba invitado - Le provocó de buen humor.

Tú siempre tan festivo, Henry - estaba claro que la mayor parte de su fortuna la había heredado, me costaba trabajo asumir que alguien tan ajeno a echar horas trabajando hubiera llegado a amasar tamaña fortuna - por su puesto que daré una fiesta de bienvenida, e invitaré a todas las amistades, y a los vecinos... - aunque bueno, al ser una isla, se complica eso de los vecinos - a la gente del puerto, marineros...

Quién sabe, igual es un buen lugar para un balneario - o quizás el Estado me compre la isla para construir una cárcel o un observatorio.

Os pasáis un rato buscando la iglesia, parece que no queda cerca del puerto sino dentro del pueblo. Callejeáis por calles casi desiertas, la mayoría de casas se mantienen gracias a un milagro ya que parecen a punto de caerse. La gente parece estar en el mar o en el trabajo.

Veis, al fondo, lo que parece ser un tejado de una pequeña iglesia.

Llegáis a un gran parque lleno de estatuas. Os acercáis al gran cartel de la entrada donde pone “los héroes de guerra”, parece que es el parque donde habéis quedado. Dais un vistazo alrededor y justo detrás aparece caminando el otro grupo. Tras un largo rato volvéis a estar reunidos.
El parque es de unos cien metros cuadrados, con cinco estatuas de héroes de la guerra de sucesión. La maleza anda por donde quiere ya que nadie parece cuidar mucho del emplazamiento. Al fondo veis una pequeña verja con una cruz encima, y tras un pequeño camino de hierba lo que parece ser la iglesia del barrio. En su patio hay lápidas puestas de manera desordenada.

Tras acabar con Tibbits, y de pasar un rato de callejeando por un pueblo casi desierto, sin un alma en las calles, volvimos a encontrarnos con Janet y Henry en el parque donde habíamos acordado vernos. Yo estaba visiblemente reacio a entrar en la iglesia, y si a eso añadíamos que el viejo pescador apenas nos dijo nada... Todo el buen humor que tenía por la mañana había desaparecido, y ahora volvía a ser el Roland taciturno al que me había acostumbrado a ser.

Espero que hayáis tenido más suerte que nosotros, Tibbits apenas ha soltado prenda...-dije.