Partida Rol por web

Mientras varios de sus compañeros hacían frente  al goliat esmeralda, ralflinder se abrió camino  hasta el orco arquero que acechaba al fondo de la plaza, cerca del portalón de madera. Inicialmente, el elfo esquivó de manera sibilina los  posibles ataques del enorme orco, aprovechando los árboles y arbustos  propiciamente colocados en este improvisado jardín. Cuando se vió a salvo delos fieroces ataques del giganteco  enemigo, saltó con toda su rabia hacia el arquero e intentó asestarle un determinante hachazo que acabase con su vida. Por suerte o desgracia, el orco  consiguió adivinar las intenciones del elfo y esquivó sin problemas el embite de este ultimo.

El arquero orco se deslizó unos pasos hacia atras , alejandose de las afiladas hachas de Ralflinder,y tensó su arco  para devolverle el ataque al elfo. Pero, de repente, dos flechas silbaron  a cada lado del elfo. Los ágiles ademanes del elfo consiguieron  destrozar el proyectil que provenía de su diestra con su fiel filo. Sin embargo, la flecha que provenía de us izquierda, atravesó cruelmente su armadura hiriendole en  el costado.

Sorprendido,Ralflinder descubrió que dos orcos habían estado ocultos todo el tiempo tras las estatuas que defendían el portalón. Aún así, la flecha de su enemigo inicial, se perdió tras el.

El Deva se mueve deprisa a través del campo de batalla... ya no hay nada que pensar... debo aniquilar para protegerlos.. piensa el invocador azul mientras se sitúa cerca del Orco gigantesco sin pretender molestar a los que están dentro de la refriega. Mientras tanto da una orden mental al Ángel Guardián de Helmo que a su vez sobrevuela el campo de batalla situándose detrás del enemigo sin llegar a exponerse a sus ataques.

Una vez se sitúan dentro del campo de batalla, Dénaerdán levanta su báculo apuntando al orco gigante y una explosión centrada en él emerge del suelo, invadiendo de un haz energético a sus compañeros y al orco.

La magia del daeva no se hizo esperar, mientras avanzaba hacia una posición mas acertada,Denaerdan ordenó en silencio a la angelical aparición que se escabullese tras ele norme orco. Un nuevo haz de luz salió despedido del calmado ser azul, impregnando  al gigantesco orco y sus alrededores. El enorme enemigo  apretó sus dientes mientras sufría el dolor que le provocaba  la magia del daeva.

Mientras la luminosa area magica imbuía de resistencia a los tres compañeros que presentaban combate al gigantesco ser, el silencioso angel  lanzó  un sencillo pero doloroso impacto mágico contra la espalda del verdoso ser. Este ultimo gruño mientras lanzaba miradas adiestro y siniestro, en un intento de estudiar la posición de sus enemigos...

-Npjtizado-

Ledenik  se mantenía firme ante el enorme orco que amenazaba  con su enrome mandoble a el y a otros de sus compañeros. Murmurando unos canticos druidicos, el enano  se transformó en una feroz bestia cubierta de pelo y colmillos. En el lugar donde antaño  existía el druida un enorme oso pardo rugía desafiante. Sin esperar a que el enorme orco reaccionase, el oso lanzó un bestial ataque contra el.

Ambas garras rasgaron la piel del orco  que sobresalía de su pesada armadura haciendo que este aullase de dolor. Una maldición orca fue expulsada de la boca del enorme orco mientras el oso zizagueaba para  encontrar una posicion ventajosa.

Mientras maldecía por el oporturno golpe que el druida le había  asestado, los ojos del enorme orco  vigilaban al resto de sus contendientes. Agarró con sus dos fuertes brazos su mandoble  y  aulló  como si el dia no tuviese final.  Ante los aventureros el enorme orco parecía que había crecido.Las venas de todo su cuerpo   se habían hinchado y sus ojos escupían un feroz haz rojizo.

-¡ROOOOOOAAAAAAAAARRRRR!- rugió el enorme orco antes de propinar un devastador golpe contra el elfo que le había retado. El enorme acero del arma que blandia el feroz orco semejó  sesgar por la mitad al elfo que tenia ante el ,mas un etereo haz de luz brillo alrededor de Voronwe evitando que sufriese herida alguna.

El combate estaba siendo fraticida, el gran orco tenía ataques devastadores contra nosotros. Ledenik y Voronwë fueron los primeros en probar el frío acero del arma del orco, los cuales consiguieron sobrevivir gracias a las habilidades que poseemos. Tras analizar brevemente la situacion, comprobé el estado de cada uno y decidí darle un pequeño empujón de vitalidad a nuestro defensor - ¡Voronwë te voy a poner en órbita! -

Tras una pequeña plegaria, una gran runa comenzó a dibujarse en el suelo, la cual envolvió a Voronwë y le dió un buen empujon vital. Acto seguido levanté mi hoz sobre el orco que tenía ante mi. Con mi brazo levantado somanente llegue a la altura del pecho del orco - ¡aunque no llegue a cortarte el cuello, te destriparé como a un gorrino! - comenté mientras mi hoz se iba acercando a una gran velocidad hacia el cuerpo del gran orco.

El combate se mantenía en tablas, ya que los aventureros no habían penetrado la armadura del enorme orco y este, tampoco habia conseguido  herirlos.

Mientras el gigantesco orco  rugía y semejaba hincharse, Zanros dibujó en el aire  con su mano libre una runa que destelleó durante unos segundos ,ofreciendo un reconfortante calor a los compañeros mas cercanos al sacerdote. Voronwe notó como las fuerzas volvian a el y el brazo que blandia su arma parecia mas dispuesto a acabar con el maligno ser. El deva sintió como la esencia de su magia se inflamaga al mezclarse con la runa mágica de Zanros...

No contento con ello, el sacerdote  empuñó con fuerza su hoz u la clavó en el antebrazo del orco,el cual ni siquiera reaccionó cuando un hilo de sangre  resbalaba sobre su verdosa piel...

Criatura, has cometido el fallo de enfrentarte a nosotros, por la sangre de mis antepasados, sufriras tal osadia. Enfrentate a mi de nuevo, y te demostrare como esta hecha mi espada. Por lo dioses espero no fallar, que Zanros me mata penso Voronwë mientras lanza un tajo que daño la articulacion del brazo del orco, gracias a todas las conjuras de su aliado, el daño es mayor de lo que deberia haber sido.

Henchido  de renovadas fuerzas, gracias a los poderes rúnicos de su compañero, Voronwë asestó un feroz  espadazo contra el gigantesco orco. Su acero se hundió  en la verdosa carne del orco causando una fea herida en su brazo, de la cual no tardó en brotar una negruzca y maloliente sangre.

Sin embargo, el enorme orco solo reacciono al golpe clavando sus ojos inyectados en sangre  sobre el elfo que habia asestado tal golpe. Una horrible sonrisa  se dibujó en el rostro del orco, riendose de algo que desconocian sus contrincantes....

Al verse frente a tres arqueros escondidos tras las estátuas de la entrada principal, el elfo replanteó su estrategia por completo, cambiando súbitamente de dirección y volviendo sobre sus pasos antes de que los seres verdosos pudiesen reaccionar. Son varios para enfrentarlos en lucha abierta mientras los demás se encargan del mastodonte... finalmente se volteó y aceleró sus pasos cargando poderosamente contra la parte trasera de una de las rodillas del líder. Esperaba hacerlo trastabillar y caer, eso aceleraría su derrota.

Con la agilidad que el caracterizaba, Ralflinder deshizó sus pasos evitando las posibles represalias por parte de los arqueros. Al ver como sus compañeros hacian frente al enorme orco,  decidió unir sus fuerzas con ellos. Por ello, mientras se deslizaba entre los arbustos y demas enseres de el patio, intentó embestir con su acero en el costado del  gigantesco orco. Por desgracia, sus fieles armas solo consiguieron  astillar parte de la armadura que portaba la mole orca.

Los tres orcos  dejaron de ver al elfo de cabellos dorados  pero no tardaron en centrar sus flechas en nuevos objetivos. Esos perversos trasgoides  clavaron sus miradas en el   brillante angel que les ofrecia  la espalda, tensaron sus arcos y las tres flechas surcaron el aire en direción al alado ser.

Por suerte o desgracia, las tres flechas impactaron  sobre el angel, hiriendole de muerte y obligandole a regresar a su plano, desapareciendo del lugar donde estaba. Un debil dolr en el pecho del daeva hizó acto de presencia cuando el ser que había convocado caía a causa de las mortiferas flechas.

Dénaerdán se mueve, adelantando al jefe orco para hacer frente a los los arqueros. Pero una vez llegado al lugar mira al jefe orco y piensa: ¿Por qué no atacar a ambos? Entonces atacar a uno de los arqueros y al jefe de ellos... Apuntando una mano hacia el arquero más alejado y otra mano hacia el jefe orco, el deva, canta una plegaria que se transforma en sendos rayos de energía que impactan contra sus objetivos.

Con la tranquilidad y paciencia caracteristica del enigmatico daeva, avanzó y convocó  su energia mágica que se transformó en sendos proyectiles luminosos. Con una simple orden mental, Denaerdan dirigió sus proyectiles mágicos a dos objetivos diferentes. El primero, asestó yn mortifero impacto sobre uno delos arqueros orcos que habia fulminado a su invocación. Este cayó en redondo, y un extraño olor a quemado reino durante unos segundos a su alrededor.

El otro  proyectil alcanzó de lleno al enorme orco que esquivaba  los embites de los aventureros. La energia mágica traspaso su ferrea armadura y  causó cierto daño ,cuasi imperceptible en la piel del gigantesco ser.

-npjotizado-

El enorme oso, preparó sus garras y se abalanzó una vez mas sobre el orco gigante. Por suerte o desgracia, su bestial embite poco pudo hacer por traspasar la pesada armadura de su enemigo.

Mientras las acometidas delos aventureros se sucedian, el enorme orco parecía haber crecido durante sus embites. Sus ojos  irradiaban un color rojizo  mientras las venas de su cuerpo  se notaban mucho mas hinchadas. Con un  gutural rugido, el enorme orco hizó girar su arma sobre todos los aventureros a su alrededor.

El filo de la pesada arma impacto con fiereza sobre el elfo Ralflinder y el druida transformado en el enorme oso. Por suerte,  solo llegó a  volar sobre Voronwe y Zanros, sin causarles mal alguno. La sangre del elfo de cabellos dorados cubrio parte del cuidado cesped del aquel patio interior ,mientras  el enorme cuerpo  del oso  yacia inerte en el suelo. Un enorme charco de sangre regó alrededor del plantigrado mientras recuperaba poco a poco su forma natural.