Partida Rol por web

A medida que el enemigo nos superaba empecé a plantearme la retirada  para reorganizar nuestra estrategia.

--- Yo te maldigo con una mal punteria- grito mientras señalaba a un nuevo enemigo mientras retrocedo- Esto comienza a superarnos, deberiamos replegarnos!!!!

Ratash que no tiene muy claro que tenga las de ganar, maldice a Khelru y pide a los demás retroceder, aunque no parecen muy dispuestos.

Auren se levanta tan rápido que, sorprendida, Idorii no es capaz de hacer nada para evitarlo. La clérigo retrocede y ataca manteniendo las distancias, aunque no logra acertar. Sin embargo, se niega a dejar el combate.

Dario se mantiene un momento más tras la columna, haciendo que los rivales duden de si efectivamente han visto bien. Al fin y al cabo, ¿de qué sirve esconderse ahí? Pronto dejan de prestarle atención.

Escondido detrás de la columna, Darío cambió su estoque por el arco y aprovechando que el mago se había hecho visible, le disparó con la esperanza de pillarle desprevenido.

Dario hace finalmente su jugada, disparando tras la columna a Azaz. La flecha pasa a escasos centímetros del cuello del mago, dejándole lívido pero intacto; unos centímetro más a la derecha, y seguramente no lo habría contado. El joven tarda un momento, pero finalmente mira en tu dirección con los ojos muy abiertos.

En esos momentos, la nube causada por el pícaro se disuelve, incapaz de seguir manteniendo la consistencia por más tiempo frente a las imperceptibles pero existentes corrientes de aire del lugar. Al dispersarse el humo, se puede ver claramente a Yash moviéndose con sumo cuidado por la grasa, avanzando lento pero seguro para evitar caer.

Idorii, cuyo khopesh ha dejado de arder —lo que significa que hay hechizos que por fin están acabándose—, no presta mucha atención al acorazado oráculo y se adelanta para perseguir a Auren. En el momento en el que va a derribarla, se fija en los ojos de la clérigo, y lo que ve la consterna. Bajo toda esa furia solo hay amor, por la paladina caída y los compañeros, incluso por ella, que es su enemiga. Tarda un momento en quitarse esa sensación, tanto que apenas es capaz de intentar un corte desganado y sin convicción con su kukri.

Khelru, que se ha dado cuenta de que de cerca la mujer no puede hacer nada, vuelve a acercarse y utiliza la varita en Idorii, cerrando más heridas.

Azaz, tras el sobresalto inicial, se recompone y grita algo que, en un principio, no comprendéis.

—¡Mátale Zazu!

El arcano desaparece de nuevo usando la varita, mientras se escucha el correteo de algo. Apenas un par de segundos, Dario descubre el que, cuando algo le intenta picar. A sus pies, un pequeño escorpión con chispas en el aguijón.

Velriana aparece por fin. En una mano sostiene su peligrosa varita, que no usa todavía. En su lugar, un rayo surge de sus manos directo contra Yash, pero en el último momento el oráculo, por intuición, lo esquiva, sacando una maldición de la mujer.

La lucha estaría ya haciendo mella en todos los que se exponían al combate, no así los malnacidos que quedaban atrás usando varitas. Al notar un efecto mágico logró sacudírselo aunque temió que significara que no iban a tener opciones de ganar. Ese grupo no era muy poderoso pero su equipamiento era muy superior al de ellos, su ventaja radicaba allí. Yash volvió a avanzar, colocándose al lado del pícaro dispuesto a seguir luchando, si la suerte se ponía de su parte todavía podrían lograr una rendición de los dos arcanos.

Maldije por lo bajo ante la estupidez de mis compañeros, pero no podia hacer nada más, así que murmurando entre dientes  me acerqué moviendome agilmente por el charco de grasa  que tenia atrapados a mis compañeros hasta colocarme junto al chico de los cuchillos.

---Hola guapo ¿te importa?- digo meintras le pegaba una palmada liberando la electricidad contenida en mis manos desde hacia tiempo

Auren se volvió a separar sin importarle los ataques que recibiera, tal era el dolor que sentía, reflejado en las lágrima que caían por sus mejillas. Vio a Yash acercarse y cortarle el paso a la asesina de Nefertari.

Auren miró a su alrededor y fijó su mirada en el resto. Quizá tenía que cambiar de táctica. Acabar con sus compañeros, hacerla sufrir, antes de acabar con ella cuando ya no tuviera a quién recurrir. 

Al moverse Auren, Idorii hizo un barrido con su khopesh, haciéndola caer en el último momento y evitando que saliera de su alcance y evitando además así ponerse a rango de su peligroso glaive.

Sin embargo, al estar más atenta a la clérigo que a los demás, no vio llegar a Ratash, que descargó sobre ella su hechizo. Tuvo suerte de que la fuerza del conjuro se hubiera ido perdiendo, aunque no por ello dolió menos la quemadura provocada por la electricidad allí dónde la palma de la mano del hombre había tocado su piel.

Auren se vuelve a poner en pie, al tiempo que Dario, un poco más apartado del grupo, hace un quiebro para intentar despistar al escorpión; aunque lo logra, su estoque no acierta al pequeño y escurridizo animal.

Idorii se aparta del brujo y su magia, así como del oráculo, al que durante el combate ha visto moverse con lentitud, así que no le cree un peligro. Se acerca a la clérigo, encajonándola mientras la sigue hostigando. Esta vez logra no dejarse vencer por aquella mirada tan llena de emociones encontradas, y el khopesh hace un barrido con el que Auren cae de nuevo; posteriormente la apuñala con su kukri.

Khelru, que desde esa posición no se ve amenazado, vuelve a conjurar usando su varita, y curando a la mercenaria de nuevo. Luego guarda su varita, para poder sujetar con ambas manos el bastón y ser útil en el combate.

Zazu vuelve a atacar al pícaro, ya sin la ventaja de la sorpresa pero igualmente peligroso; empero, no logra acertar al hombre, que es demasiado esquivo. Azaz conjura en algún punto a la espalda de Auren, y aparece de repente con las manos cargadas. Toca el hombro de la mujer, lanzando una descarga por todo su cuerpo.

Velriana se mueve, buscando una mejor posición y un tiro limpio, y lanza un dardo ácido contra Yash. Esta vez si logra acertar, causando una pequeña pero corrosiva herida.

Auren cayó al suelo y sus enemigos la rodearon, el dolor inundó su cuerpo, durante un instante su cuerpo sufrió calambres y sus mandíbulas se tensaron, sintió sangre en la boca. Con esfuerzo se levantó e intentó salir de aquella encerrona, poniendo distancia entre ella y aquellos asesinos, que, sedientos de sangre, la rodeaban como perros hambrientos. - ¡RAAAAAAHHHHHGGG! ¡SHELYN, AYÚDAME! - gritó. 

Sus ojos brillaron, quizá fue un efecto de la luz reflejada en sus lágrimas, y su mirada contactó con Darío. 

Recibió un golpe ácido que quemó su carne, el dolor era insufrible y aún así trató de avanzar con cuidado buscando algún momento en el que pudiera combatir.

- Darío vete del templo, deja que luchemos nosotros.

Había que ser realista, el combate estaba perdido y no porque no hubieran tenido capacidad de ganar sino por el detalle de las varitas. No fue una lucha proporcionada, ojala Nefertari no hubiera caído pues necesitaban la asistencia de Sarenrae.

- ¡Retírate! ¡Ratash, tú también!

Quizás pudieran hacer una huída ordenada, los más débiles alejándose primero y luego el resto, por eso el tiefling tenía que presionar un poco más.

Dario ignora a Yash, incapaz de retirarse cuando los asesinos de Nefertari siguen allí, indemnes, sin pagar por sus crímenes. Vuelve a amagar un pisotón contra el escorpión, que cae de nuevo en la trampa, y esta vez si el pícaro le atraviesa de lado a lado con el estoque, acabando con él.

Ratash no es de los que huyen. En su lugar, da un paso atrás, se coloca el salvaje pelo con un gesto chulesco y apunta a Velriana con el dedo.

—Mejor déjalo ya. No somos un blanco fácil para ti —sentencia a la mujer, que sin embargo no sucumbe del todo a la maldición.

Auren se levanta, llevándose una puñalada de Idorii y casi un bastonazo de Khelru, solo casi. Herida por el khopesh pero aún en pie, se aleja de ahí, colocándose en una mejor posición, desde dónde puede controlar mejor el campo de batalla, y sobre todo sin el riesgo de caer todo el rato.

Yash, cuya herida aún duele, se mueve también y sale por fin de la grasa, cortando el paso a la mercenaria, a la que se vuelve a enfrentar. Esta vez no habrá escapatoria para ella.

Khelru sabe que no puede seguir curando a su compañera sin arriesgarse a un golpe potencialmente mortal, así que decide arriesgar y da un paso para colocarse tras el oráculo, al que intenta golpear, sin éxito.

La mercenaria tiene un poco más de suerte. Aprovechando la momentánea distracción de su oponente, barre a éste con su arma, aunque no logra clavar el kukri entre los huecos de la armadura del oráculo.

Azaz pega un grito cuando su familiar muere. Furioso, tira una de las varitas al suelo para poder sacar un pergamino, y usa la otra para desvanecerse en el sitio.

Velriana, cabreada por la osadía del brujo, le apunta con su varita, ahora si. Un chorro de fuego surge de la punta, directa contra él, y le golpea de ello. Causa una fea quemadura que, sin embargo, en Ratash no parece tan grave.

Al menos había llegado hasta el combate y por ahora volvía a tener opciones para luchar. Le preocupó que sus compañeros siguieran peleando, era una lucha complicada que solo podrían ganar con mucha suerte. El oráculo se levantó, quiso golpear con el mayal pero lo lanzó hacia un lado en lugar de recto. Pasó inofensivo junto a la pícara.

La clériga apoyó su mano en su propio pecho, tosiendo ligeramente y con gesto de dolor. - Shelyn, sana mis heridas para que pueda seguir la tarea que me encomendaste, por favor. - como si su medallón le hubiera escuchado, en respuesta se iluminó ligeramente proporcionando una sensación de bienestar a la clériga, que rapidamente se encontró mejor, los dolores desapareciendo, los calambres, un mal recuerdo. 

Cogió su arma con ambas manos y se preparó para acabar con aquello. Desde donde estaba, podía ver la varita en el suelo, aunque el mago había desaparecido. Si se levantaba, atacaría por encima de la varita. Si el clérigo cometía el error de conjurar o hacer algún movimiento en falso, le atravesaría. 

El desenlace del combate, no estaba resultando como esperaba la joven monje, y comenzaron a entrarle dudas, de si lo que estaban haciendo era lo correcto o no. Mientras el combate se estaba desabollando, ella tenía su propia lucha interna, ¿debía o no continuar?.
Saliendo de sus pensamientos !!!No¡¡¡¡ se dijo a sí misma, tengo que ayudar a mis compañeros, acto seguido cogió con firmeza su arco, avanzo levemente para encarar mejor su objetivo y dejando la mente en blanco disparo sus letales flechas.

Viendo que el arcano se hacía invisible, Darío hizo lo mismo. Sacó su poción de invisibilidad y se la bebió.

¿Quieres jugar a las sombras? Juguemos a las sombras.

Ratash, sin hechizos y con pocos blancos a los que seguir maldiciendo, se dedica a cargar su ballesta para poder unirse de alguna forma al duro combate.

Mientras, Dario desaparece, Auren se cura las heridas y Saethe se libra de sus propias, volviendo a la lucha y logrando clavar una de sus flechas en el brazo del clérigo enemigo.

Yash se levanta, ganándose un bastonazo y, lo que es peor, una puñalada casi mortal. El oráculo no soporta el daño, y cae a plomo al suelo, dónde comienza a desangrarse.

Ignorando al infernal ahora que ha caído, Khelru retrocede un paso, saca la varita de su cinturón, y se cura a sí mismo, aunque apenas logra más que controlar la hemorragia. Ha perdido mucha sangre y se le ve bastante mal.

Idorii rodea el cuerpo del tiflin y se dirige hacia Auren, a la que ve más peligrosa de los que aún están en pie. Va, tal vez, demasiado confiada tras haber derrotado ya a dos oponentes, pues no presta atención y, antes de llegar, recibe un tremendo golpe. El glaive entra por la clavícula, parte el hueso, sigue bajando en diagonal por el torso haciendo añicos las costillas, y sale finalmente a la altura de la cadera. La mercenaria ha muerto mucho antes de que su cuerpo caiga hacia dos lados distintos.

Azaz, furioso, aparece de nuevo, a la par que un chorro ardiente surge de sus manos. Ratash apenas nota más que una brisa cálida en su rostro, pero Auren sufre una pequeña quemadura en la mano y, más peligroso aún, una chispa prende su ropa, iniciando un fuego que amenaza no solo su integridad, sino muchas de sus posesiones.

Velriana da un paso al lado, alejándose, y vuelve a usar su varita, lanzando un chorro de fuego que, sin embargo, falla. Enfadada, tira al suelo el agotado arma y en su lugar saca un pergamino.

Tras los certeros ataques recibidos el tiefling dejó caer el mayal y a continuación el resto de su cuerpo. Estaba demasiado mal como para poder recuperarse de aquellas heridas. La sangre se esparcía por el suelo avisando del mal estado en el que se encontraba.

No puedo evitar soltar un buffido ante  los siguientes ataques de que rcibe mis compañeros, la verdad es que me encantaria convertir a esos enemigos en pinchos morunos  pero ahora tenia otras prioridades.

---No te irás al otro barrio- digo mientras con un gesto señalaba a Yash deteniendo con esto el sangrado del infernal y luego miro con desden a los dos enemigos que estaban frente  a él.

---Sois un poco pateticos ¿sabeis? todo el tiempo que habeis tenido y todavia no habeis logrado acabar con todos nosotros- digo apoyando con despreocupación la ballesta cargada- Habeis tratado de quemar a mi compañera con cierto éxito pero no teneis los huevos necesarios para  hacerlo conmigo- digo sonriendo maliciosamente.

Auténtica rugió de dolor, tanto emocional como fisico. La mujer que había asesinado a Nefertari yacía en el suelo, como una muñeca rota, casi a ambos lados de Yash. Pero el fuego había prendido en ella, y amenazaba con envolverla. A pesar del dolor, se centró en apagarse y en quedarse a distancia de ataque del mago*.

- Vamos, alégrame el día. - dijo rechinando los dientes.