Partida Rol por web

El enano se relajó por uno segundos al entrar en aquella sala. Todo parecía calmado y tranquilo, lejos de lo que encontró en la primera de las salas visitadas.

La visión de un cofre en una de las esquinas de la sala, animó a Diann a internarse un poco más entre aquellas cuatro paredes. En la mente del Buscador, comenzaron a aparecer una banico de objetos posibles que podría encontrar en el interior de aquel cofre, a parte de monedas. Quién sabe: un arma mágica, pociones curativas, armaduras arcanas? Motivado por la duda, avanzó hacia aquella esquina.

De repente, una brisa que se tornó un fuerte viento, frenó el avance del enano. En escasos segundos, una forma humanoide se formó frente a él. Parecía ser otro guardian de aquella fortaleza, con la firme determinación de no dejar pasar a nadie.

El enano se preparó para el combate, pero aquella criatura era demasiado rápida para él. Antes de que iniciara una carga hacia la criatura de aire, ella ya había avanzado hacia su posición dispuesta a golpear al guerrero. Diann apretó los dientes sorprendido, esperando que el golpetazo no fuera demasiado doloroso.

Pero luego sería su turno. Que se preparara aquella criatura para saber de qué estaba hecho su martillo de guerra.

Al tomar dicho camino el aventurero llegó hasta la sala conocida como la del aire. 

La sala estaba iluminada por una serie de hongos que brillaban en la oscuridad, por lo que no había necesidad de encender ninguna antorcha. Había suficiente visibilidad como para poder procesar todo lo que había en el lugar.

En una de las esquinas de la sala se hallaba un pequeño cofre con un símbolo tallado.

Un par de individuos acompañados de dos cuadrúpedos accedieron a la sala en un muy mal momento. Una forma delgada de hombre se desvaneció por unos instantes para después volver a recobrar una forma etérea. Pero lejos de haberse desvanecido se puso a girar sobre sí misma, creando un torbellino a su alrededor y provocando varios cortes a los presentes. Habían llegado en un muy mal momento, y aunque estaban preparados para cargar contra cualquiera, el torbellino de aire le sorprendió absolutamente. 

Y ahí estaba, como creía, como esperaba. Solo que llegaban tarde. Junto al que sin duda era el guardián había un robusto enano, más que muchos de su raza, que atacaba a aquella criatura etérea que giraba en un terrible torbellino. Un corte superficial rasgó su piel mientras, espada y escudo en alza, se lanzó a por su enemigo.

Su cimitarra vibró mientras descendía en un tajo horizontal. A su lado, Centella salió disparada también, intentando atrapar con sus fauces a su enemigo. Aunque la dentellada atravesó el aire, sin efecto, el acero si golpeó a la criatura de aire.

– Se acabó – gruñó hacia delante –. Es hora de regresar a tu hogar. 

¡Un elemental de aire! Al entender lo que eso implicaba, Owel miró con un nuevo respeto a Vincent. ¿Habría derrotado al semiorco a otro elemental similar sin ayuda?

Desafortunadamente no había tiempo para preguntas. Un imprevisto y feo corte en la mejilla hizo a Owel reaccionar rápidamente.

- ¡Ataca! - exclamó en Silvano a su compañero animal, mientras él mismo se lanzaba a combatir al elemental, lanzando un tajo vertical con su cimitarra.

Rice se abalanzó contra el elemental con furia. En su apresurada carga recibió un par de cortes superficiales, pero estos no parecieron detenerlo, intentando lanzar un bocado hacia la criatura.

El enano se sorprendió con la llegada de aquellos dos desconocidos acompañados por su mascotas, un perro y un lobo. Al principio pensó que su situación se complicaba ya que creía que los recién llegados podían ser nuevos enemigos a los que hacer frente, algún tipo de comitiva de guardia de aquel templo. Pero comprobó que sus sospechas eran equivocadas al ver como se avalanzaban contra el elemental para entablar combate y vencerle.

Diann recordó aquella famosa frase de "los enemigos de tu enemigo...pueden ser tus amigos!" y, agarrando su arma, se unió al combate contra el elemental. Entre cinco, sus opciones de victoria eran mayores. O eso esperaba el buscador!

Aprovechando que los desconocidos, junto con sus animales de compañía, atacaban por la zona delantera del elemental, El enano se desplazó hacia la parte trasera de la criatura. Alzó su martillo a la altura de la cintura y realizó un barrido horizontal, esperando aprovechar el flanqueo de la situación.

-Maldita criatura de aire: esfúmate!

Vincent cargó contra el elemental de aire con su espada y escudo en mano, a pesar de su forma etérea el golpe fue brutal y provocó que su esencia se desvaneciese por unos segundos, durante esos segundos, Centella aprovechó para golpearle pero atravesó su cuerpo sin éxito. Unos segundos después, el elemental volvió a aparecer y entre Owel y Diann lo remataron con sus armas provocando que se desvaneciera por completo. 

Respiró profundamente en cuanto aquél tornado amainó. El viento de nuevo descansaba, el poderoso elemental volvía al lugar que le correspondía. Con ese ya iban dos para él. Sonrió. Fuego y aire reposaban y susurraban con alegre tono desde más allá de dónde los seres normales podían escuchar. A su lado, Centella, gruñó ligeramente mientras se movía en un círculo, olfateando, hasta quedar a un lado del cofre.

Él, tras una larga mirada hacia el enano, asintió y fue también hasta el baúl. Lo observó, de pié, viendo el enorme candado y su combinación, y negó. Prefería no estar en contacto con aquello. Así que se quedó al otro lado, miró a los otros, y esperó, en silencio y serio, a ver si alguno se decidía a acercarse. 

Diann también se acercó hasta el cofre. Por algún motivo, sentía que podía guardar algo de utilizar. No riquezas, que en aquella situación poco servían, si no algún tipo de objeto sanador que pudiera serle útil ya que sus heridas comenzaban a ser considerables.

Aprovechó, mientras miraba detenidamente el cofre, para presentarse a los recién llegados. Había pensado en preguntar sobre la llegada a la fortaleza, si habían descubierto alguna zona más, etc. Pero creía que eran demasiadas preguntas para alguien con los que hacía escasos segundos habían cruzado sus caminos y, además, en una situación de combate. Mejor ir a poco a poco.

-Mi nombre es Diann, del clan de los Buscadores.

Mientras esperaba la respuesta de los desconocidos, el enano centró su atención en el cierre de apertura del cofre. Puede que fuera capaz de poder abrirla sin tener que utilizar su martillo. A veces, era la última opción y a menudo la más efectiva.

Escuchando la presentación del enano, Owel hizo lo propio.

- Mi nombre es Owel. - dijo rascándose el corte de la mejilla. - Y ese es mi compañero Rice. Es inofensivo... casi siempre. - dijo con una media sonrisa.

Owel observó el cofre con el candado como el resto. Desafortunadamente no entendía mucho de abrir cerraduras, al contrario que su antiguo compañero y amo de Rice.

- ¡Ah, el buen kobold! Qué pena que ya no esté con nosotros. - pensaba Owel.

No creía que fuera a poder contribuir demasiado. Aún así, comenzó a observar el candado fíjamente.

- ¡Ábrete! - le ordenó mentalmente, con toda la fuerza que pudo acumular.

- ¡Ábrete, ábrete, ábrete! - repitió en Silvano, Élfico y común, respectivamente. - A...abrrite? - intentó decir en Abisal, el lenguaje de los demonios, pero no era un idioma que dominara.

- ¡Woof! - Rice ladró incómodo. Las últimas palabras de su amo no le traían buenos recuerdos.

Escuchando el ladrido de su animal, Owel pensó en algo.

- Ten cuidado... Diann. - dijo, pausando para recordar su nombre. - Esta mazmorra parece bastante engañosa. Posiblemente tenga algún tipo de trampa. - pausó, mirando ahora más atentamente al candado. -Yo probaría distintas combinaciones en el candado, si no temiera que aparezca un huracán que nos arrastre a todos. - No sería la primera vez que me ocurre - terminó diciendo, más para sí mismo que para el resto.

De repente comenzó a pensar en voz alta, olvidándose por un momento de sus temores:

- Hm, cinco letras... - dijo pensativo. - Quizás "abrir", aunque parece demasiado obvio, o "aéreo", ya que esta parece la "sala del aire". - dijo haciendo un extraño gesto con las manos. - O quizás podría ser "cofre"... ¿demasiado obvio también?

Entonces recordó como se había encontrado con Vincent hacía ya algunos minutos. Observó al semiorco, como intentando buscar signos de que hubiera sufrido algún tipo de daño por explosión o algo parecido.

- Vincent, ¿cómo conseguiste abrir el anterior cofre? Esta sala parece similar a la anterior, así que probablemente funcionen de forma parecida. - preguntó finalmente, expectante.

Diann observó el cofre que tenía delante, y a pesar de que observó la cerradura, no fue capaz de hacer absolutamente nada por abrirla.

– Mi nombre es Vincent – dijo con sequedad, sin apartar la mirada del enano.

Al otro lado del ser-tapón, al notar como su dueño se presentaba pero no así a ella, Centella gruñó por lo bajo. Que no diera su nombre solía ser, por lo general, que no confiaba en la otra persona, y muchas veces eso terminaba en sangre. 

Preparada por si ese momento llegaba, estiró sus patas, raspando la piedra con sus afiladas garras, y ladeó la cabeza mostrando ligeramente los colmillos.

Sintió, complacido, como la loba entendía sus dudas respecto a aquél llamado Diann, del Clan de los Buscadores. Sin embargo el enano no hizo amago de atacar, y simplemente se centró en el cofre. Podía ver en él las dudas, las preguntas no formuladas que se filtraban a través de sus ojos, pero calló. Por su parte, él hizo lo mismo, era lo mejor. 

Y eso habría hecho si no hubiera sido, directamente, preguntado. Interpelido por Owel –el cuál parecía conocer numerosas lenguas para él ajenas–, miró hacia el otro druida y luego hacia el candado. Como su fiel compañera, ladeó la cabeza y mostró los colmillos. 

– El otro cofre no tenía ningún candado – declaró al fin –. Pero tampoco tenía trampas. Seguramente podremos probar combinaciones sin miedo. El peligro aquí son los guardianes – gruñó –. Y tal vez otros saqueadores en busca de riquezas. 

-Pueden ser muchas las combinaciones. Cinco letras...-el enano no acabó la frase pensando cual podria ser la palabra que abriría el candado.

De repente, una idea apareció en su mente. No tenía nada que ver con aquella sala relacionada con el viento o el aire, pero sí con aquella fortaleza y el objeto de en él se resguardaba.

-Probemos con "deseo".

Era un posibilidad improbable, pero se tenía que probar para salir de dudas. Aunque la duda que realmente revoloteaba en la mente de Diann era saber qué encontarían más adelante en aquella fortaleza maldita. Y puede que la respuesta se maquillara en el curioso grupo que estaba formando con el humano y el semiorco. Y también con sus mascotas.

-Podríamos unir nuestras fuerzas para salir adelante en esta mazmorra repleta de elementales. Puedo ofrecer mi martillo de guerra, pero necesito ahora mismo algo de sanación. Los dos últimos encuentros he salido algo tocado. Tengo un par de pociones, pero creo que serán más útiles en momentos más desesperados. Podríais ayudarme?