Partida Rol por web

Antes de partir, Gundar no puede evitar decir una última cosa al burgomaestre.

- Espero que hagáis justicia, porque sea de un modo o de otro, al final se hará justicia.

Ya fuera del salón del burgomaestre repasáis rápidamente todas las pesquisas  y encargos que habéis ido recibiendo durante vuestra estancia en Phandalin. 

El pueblo comienza a confiar fervientemente en vosotros tras un primer momento de incredulidad y miedo. Probablemente hayáis traído la paz a este humilde pueblo y eso será recordado para siempre.

- Debo ir a visitar a Halia, aunque antes tengo enseñaros algo.

Saco del bolsillo de mi capa la carta que encontré en los aposentos de Glasstaff y se la enseño a mis compañeros.

- Halia me encargó que le llevara esta carta como parte del encargo del gremio de mineros, aunque está claro que tiene poco que ver con el gremio. No sé si ella conocía el contenido de la misma o no... pero es algo que necesito averiguar. Si me ha utilizado y nos ha llevado directos a la boca del lobo...- digo apretando un puño-. Esto no va a quedar así.

Kwame se sentía henchido de orgullo después de acabar con la Marca Roja. Este era el tipo de aventuras que le impulsaron a salir de su pueblo; aquellas que pudieran traer justicia y reparación al mismo tiempo que le ayudasen a mejorar como guerrero hasta convertirse en un héroe digno de su gente.

Mientras ponían en común sus ideas, ojeó la carta que les tendió Lidda.

-Vaya. La Araña Negra otra vez. Estoy deseando que nos enfrentemos a ella para hacerle pagar por todo el daño que ha provocado.

El guerrero se rascó el desaliñado mentón.

-Podríamos acompañarte a ver a Halia, así llevarás refuerzos por si hubiese algo raro.

Gustav frunce el ceño preocupado:

-¡Jum! Está claro que debemos hallar a los hermanos de Gundren antes de que algún desalmado los mate para robarles los mapas.

-Y ese maldito elfo oscuro que se hace llamar la Araña Negra me inquieta sobremanera, lo reconozco. Sabe demasiado sobre nosotros--prosigue el heredero de los Corlinn en sus cavilaciones--Sí, vayamos a ver qué sabe Halia de todo esto antes de partir raudos en pos de los Buscarrocas. 

-Gracias por confiar de nuevo en nosotros, Lidda--concluye el luchador de la gran hacha satisfecho por los pasos que estaba dando aquella mediana hacia el camino correcto.

- Es una pena que no sé dibujar mapas, sería muy divertido hacerles llegar media docena de mapas falsos y tenerlos unas semanas buscando fantasmas.

El enano rió solo de pensar en ello.

- Además podríamos decidir nosotros donde daríamos batalla, preparándonos de antemano.

El haber acabado con la marca roja no era algo baladí, no obstante el corazón de Soveliss estaba acongojado por su misión autoimpuesta. Pues le parecía que aún debería demorarse un poco más.
Si fuese por el mago se lanzaría directamente a localizar el castillo Cragmaw, y así volver a consagrar su capilla a su dios. Pero entendía la preocupación de los demás por el enano capturado, y haría lo que estuviese en su mano para ayudar en su liberación.

-Un elfo oscuro es un enemigo a tener en cuenta sin duda, no hemos de menospreciarlo pues puede ser nuestra perdición. Si además nos tiene en consideración estoy bastante convencido de que no será la única piedra en nuestro camino que pondrá.-

-Pero sí, yo también creo que después de ir a hablar con esa tal Halia deberíamos ir a ver a los hermanos enanos. Al menos para avisarles.-

Siguiendo vuestro plan, acompañáis a Lidda a la Lonja Minera para visitar a su amiga Halia.

La Lonja es un puesto comercial donde los minero locales llevan sus hallazgos valiosos. Suele rebosar actividad, ya que hay un buen número de buscadores de oro independientes en la zona.

Observáis a la Maestra Gremial, una mujer de mediana edad muy imponente, con mucho carácter organizando y dirigiendo la Lonja con mano firme. Cuando ésta ve a Lidda, no duda en ceder su mando a un capataz para dirigirse a ella con una sonrisa en la cara que de otro modo pensáis que nunca hubierais llegado a ver.

¡Cómo me alegro de verte, querida! - exclama con voz imponente pero cordial -. Pensaba que ese Glasstaff acabaría contigo, pero me alegro de haberme equivocado. Debí dar más crédito a lo que me dijiste de que habías reunido un grupo capaz - comenta dirigiéndose a todo el grupo -. Supongo que vienes a por tu recompensa por haberte librado de ese mequetrefe. ¿No es así?

Sin dar tiempo a responder, la Maestra Gremial os indica que la sigáis. No quiere que los negocios que tenga que hacer con vosotros estén a ojos de todos los mineros ni de sus trabajadores. 

- ¡ Halia!- respondo con la misma sonrisa que soy recibida.

Según la seguimos, voy respondiendo a su recibimiento:

- No te equivocas,jejeje. El trabajo está hecho. HEMOS CORTADO LA CABEZA A LA MARCA ROJA. ESTE NOBLE GREMIO YA NO VA A TENER QUE PREOCUPARSE MÁS POR ESOS RUFIANES.- digo esto último alzando la voz, para que los mineros lo escuchen y no les quepa duda de que somos "los buenos".

Espero a que lleguemos a un lugar  más discreto para seguir con la parte más peliaguda de la conversación.

Kwame se limitó a seguir a Lidda y Halia hasta un lugar donde continuar la conversación tranquilamente.

Gundar prefirió no meter la pata y esperar al resultado de la conversación con Halia. Sin duda tendría muchas cosas que explicar.

Gustav observó en silencio la reacción de la Maestra Gremial antes de seguir a la comitiva. Sin duda, se trataba de una mujer influyente en Phandalin con la que tendrían que llevarse bien para sacar adelante con éxito la complicada empresa que tenían en mente. No obstante, la confesión de que creía haberlos enviado a una muerte segura no agradó nada al luchador de la gran hacha. Hasta ahora habían descubierto a demasiados agentes dobles en el asentamiento. Tendrían que mantenerse alerta. 

Soveliss no estaba seguro de qué le sorprendió más, si el comentario de Halia sobre que sabía que iban a una trampa o el hecho de que Lidda gritase de aquella manera para dejar clara la postura.
Sin embargo, al igual que a sus compañeros al elfo no le hacía ninguna gracia que la jefa de la lonja minera de Phandalin hubiese tratado de matarles. Alguien tan influyente lo mismo decidía volver a intentarlo.
No obstante permaneció callado por ahora. Seguro que habría algún momento más adecuado para hablar.

Todos en la Lonja se quedan congelados por unos instantes para proceder a una sonora ovación que os coge por sorpresa. Halia sonríe ante la singular estampa mientras os conduce a su despacho, un lugar más discreto.

La maestra gremial abre un cajón de su escritorio y extrae una copiosa bolsa atada con una cuerda, lo que suponéis es la recompensa por descabezar la Marca Roja.

Os lo habéis ganado - dice con un tono de voz imponente -. Como le dije a mi querida Lidda, quizá mis amigos tengan a bien aceptaros en sus filas ya que esta proeza no pasará inadvertida en la zona.

Halia era extremadamente carismática, sus palabras eran directas e imponentes. Teníais claro que se trataba de una lideresa nata.

Halia nos guía hasta su despacho. Después de las bonitas palabras y de la aún más bonita bolsa de monedas que nos entrega, llega el momento de hablar de otros asuntos.

Saco la carta que encontré en los aposentos del mago y se la alargo doblada por la mitad.

- Por cierto, he encontrado estos documentos en los aposentos de Glasstaff- digo con tono casi inocente, como si no me pareciese relevante el hecho de que ella me envió a buscarlo- Al parecer, una tal "Araña Negra" nos busca... Seguramente,  una mujer con contactos como tú tendrá alguna información sobre ese "bicho". Por favor, Halia, dinos lo que sepas- digo en tono ligeramente suplicante-. Nos ayudaría a estar prevenidos.

Observo las reacciones de Halia, tanto a mis palabras como durante su respuesta.

Halia lee la carta meticulosamente, frunciendo el ceño.

Hum - se aclara la garganta -. Era de esperar que alguien estaba sufragando el auge de Glasstaff. No sé quién o qué es la Araña Negra. Pero si ha sido capaz de posicionar aquí a Glasstaff, permitiéndole su gobierno del terror... No quiero saber de dónde está la cima de su poder.

Halia hace una pausa pensativa. Su tono suena firme, a pesar de que sus palabras son amables.

Lidda, te lo dije una vez y te lo vuelvo a decir ahora - dice dirigiéndose a la mediana -. Te estas involucrando en algo muy peligroso y, si aprecias tu vida, deberías "desaparecer" de nuevo. Puede que mucha gente malvada y poderosa esté ya sobre tu pista e intente darte caza.

- Gracias por el consejo, amiga. Lo aprecio. - extendíendole mi mano para un apretón.

Gundar sigue sin decir nada, pero está con la vista clavada en Halia, tratando de averiguar si está mintiendo u ocultando cosas.