Partida Rol por web

Cualquier hombre puede ponerse una máscara, eso es cierto, pero, ¿qué es eso de medir dos metros o más, y lo de existir en cuatro lugares al mismo tiempo? Bueno, lo primero, alguien muy alto, desde luego, extraño pero posible, sin embargo lo otro... ¿Tan rápida puede llegar a ser una persona?

Llevaba un rato callada y ausente, dándole vueltas a las palabras dichas por el hombre. Parecían delirios de un enfermo, desde luego. Quizás las drogas, como bien apuntaba la hermana Flora, pero nadie que hubiera visto lo mismo que nosotros podría afirmar con toda seguridad que algo así no existía.

- Señor Fanum, por favor, tranquilícese y trate de recordar otros detalles. Es muy importante para nosotros dar con ese hombre,

La descripción que te proporciona Nedrick Farnum no te suena de nada en tu vasto conocimiento de las Ciencias ocultas, aunque sí te resulta familiar la situación... La típica escena que alguien, con los sentidos alterados por algún tipo de sustancia, se impresiona sobremanera y aprecia la realidad de manera distorsionada cuando contempla algo con lo que no está familiarizado.

Respecto al nerviosismo del tipo, logran utilizar tus buenas artes de Consuelo, y crees evitarle una crisis. Nedrick parece exhausto y haberlo contado ya todo. Es un tipo que provoca pena.

Mis amigos lo estaban haciendo muy bien con el señor Farnum, con lo que yo me dediqué a observarle y mirar la estancia, por si algo nos fuese de utilidad.

Desde luego tanto Leroy como Flora podían estar en lo cierto. La morfina afecta demasiado a los sentidos, pero alguien puede aprovechar ese efecto a su favor para propiciar una alucinación que haga pasar al que la cuente por loco, y así ocultar lo que sea. 

El caso estaba dando un giro interesante. Era conveniente encontrar a ese misterioso personaje enmascarado.

La vida de Nedrick Farnum actualmente parece la de un pollo acobardado. durante sus escarceos por el mundo criminal se enfrentó a algo, ¿pero a qué? Quizá haya que buscar en los oscuros lugares de la ciudad.

Parece que a este hombre no era posible sonsacarle mucho más que no fuesen balbuceos sobre lo ya dicho. Esperé a que los demás investigasen a su manera, pero como nota mental me apunté el decirles que quizás debiésemos investigar en algún otro lugar.

Durante los escarceos por el mundo criminal de este pobre diablo se enfrentó a algo, ¿pero a qué? Quizá haya que buscar en los oscuros lugares de la ciudad.

Sus amigos estaban probando sus facultades de diversas maneras, así que aguardó pacientemente el momento de marcharse juntos y compartir sus impresiones.

Por más que le doy vueltas al asunto, todo parece pasar por buscar en sitios poco apropiados para gente de bien como nosotros... Más, ni idea de por dónde empezar a tirar de la hebra.

"Vale que Irina ha tenido su pequeña experiencia como estafadora y tal, pero de ahí a delincuente de los bajos fondos como que hay un largo trecho y el resto procedemos del mundo académico y de clases pudientes y de buen ver, nada que nos ayude a encontrar lo que necesitamos, así que, ¿qué nos queda?", pienso para mí mismo, tratando de estirar el hilo de mi única deducción del sitio y del tipo que tenemos delante.

"La policía. Nos toca pedir favores, ellos seguro que conocen a alguien que conoce a alguien en los ambientes menos selectos de NY City", decido finalmente, para mí mismo. Me acerco a Ezequiel, que parece estar en modo paseo y cotilleo como yo por la tienda.

-Amigo, creo que deberíamos hablar con el agente que lleva el caso... necesitamos contactar con gente de baja estofa, ya sabe... de mala calaña- le susurro a éste, con suma discreción –Sólo así podremos averiguar más sobre ese Vigilante y sus archienemigos…

- Señores, hay algo que me escama en todo esto. - Dije una vez habíamos abandonado el local de Fanum. - Creo que me ha quedado claro que el señor Fanum vio esa figura que describe en un momento en el que sus sentidos no estaban del todo claros, pero, ¿qué los ha emborronado? ¿Creen que Fanum es un consumidor habitual de algún fármaco o que alguien lo dispuso todo para que creyera ver aquella monstruosidad?

Sin duda ha sido algún tipo de sustancia. Podría ser morfina, aunque las alucinaciones no son tan frecuentes. Puede ser cualquier cosa.

-Estamos en un callejón sin salida, y tenemos que hilar fino lo que ya sabemos para tomar decisiones de qué hacer a continuación. Irina, Flora, estáis en lo cierto, pero yo a estas alturas y habiendo vivido lo que vivimos, me permitiréis que tenga un ligero resquemor a pensar que algo de lo que dice pueda ser cierto. Y el primer sorprendido ante esto soy yo, que era la persona más cínica y realista que existía, pero creo que mi mente ha visto demasiados sucesos... extraños, por decirlo suavemente. Así que si alguien me viene diciendo que vio algo de ese estilo, primero pienso en borrachera o drogas, pero también tengo un hálito de duda en que pueda ser cierto... No puedo evitarlo. Todos sabemos que hay sustancias que invitan al delirio. Si podemos averiguar qué tomó ese hombre, sería de fábula. Pero solo pido que no descartemos posibilidades y abramos la mente.

Bastantes cosas raras hemos visto ya, ¿no os parece?

La idea de Leroy de acudir a la policía es una posibilidad buena, ahí quizás nos den más datos útiles. ¿Qué os parece a vosotras?

Estoy de acuerdo, no perdamos más tiempo aquí. Flora se recoloca el vestido y asiente, lista para dar el siguiente paso.

Tras un acelerado viaje en taxi por la largas calles de Nueva York y una trivial conversación con el conductor en la que muy probablemente percibió la inquietud en vuestra mirada, os encontraís golpeando el cristal de la puerta del despacho del comisario Lawerence Ballentine en la comisaría de policía.

Unos saludos de cortesía son suficientes para que el comisario se siente sobre su silla y apoye sus brazos con camisa arremangada sobre el escritorio. El ambiente huele a tabaco y al miedo de los policías que reciben las reprimendas de Ballentine por algún trabajo mal hecho.

- ¿Y bien?

Buenas tardes, comisario. Intentaremos ser breves. Nuestras investigaciones nos han llevado hasta Central Park y necesitamos información sobre posibles criminales, delincuentes y gente poco recomendable en general. En especial sospehosos de tráfico de estupefacientes. Quizá tenga un informante en la zona que pueda echarnos un cable.

- Señorita, me temo que la información que pide es demasiado general. ¡Me está solicitando más de la mitad de los archivos de los que disponemos! - El comisario Ballentine coge una pluma y sigue firmando documentos sobre su mesa mientras continúa hablando. - Además, ¿no estaban ustedes husmeando acerca de la muerte del Sr. Addison Bright?

-Y los estamos. Creighton Moorhead. ¿Qué sabe sobre él?- salto de repente. El interrogatorio incisivo de la Hermana no era malo pero el detective tenía razón, pedir una lista de contactos de toda la purria de una ciudad como NY era demasiado extensa. Tenemos que cotejar un poco más o nos perderemos en una marea de nombres y delincuentes de poca monta.

-Aparte de lo que ya se ha dicho y especulado en los periódicos, quiero decir...- acompaño a mi petición de una sonrisa amable y lo más encantadora posible.

-Quiero decir, resultó ser algún tipo de criminal y aunque a usted no se lo parezca, podría ser relevante en el caso que nos atañe. Nosotros nos ocupamos, bueno, como dijo el Señor Jennings, nuestra área de experiencia es algo "alternativa" y nos gusta abordar distintos ángulos, ya que para el buen trabajo policial ya están ustedes, por supuesto- trato de ablandarle la boca al agente. Necesitamos que se congracie lo mejor posible con nosotros y ponernos agresivos con él nos va a servir de más bien poco.

-Así que, ¿qué puede decirnos del Caso Moorhead que no se haya dicho ya? ¿Con qué gente de los bajos fondos se movía?- aunque mi pregunta parezca absurda, a mí me parece un buen punto de partida para acotar nuestra búsqueda criminal, porque por algún lado hay que empezar, digo yo.

- ¿Moorhead? - La cara del comisario Ballentine mostró unos segundos de confusión. - ¿Qué tiene que ver...? - Entonces, Lawerence Ballentine emite un gruñido, se levanta de la silla, rodea la mesa y pasa junto a Leroy Currie, a quien pone una mano en el hombro cuando está a su altura. - Moorhead... - Sigue hablando, con tono evocador mientras abre una caja plana y de piel marrón acolchada y saca un puro.

- Creighton Moorhead era un cretino cegado por la pasta. Todo su imperio inmobiliario no le sirvió de nada para disfrutar de un buen retiro y acabó chafado contra el suelo frente a la entrada de su propio edificio como un sello de correos. - El comisario sonríe y suelta una espesa humareda. Desde luego, Lawerence Ballentine es el tipo que los criminales menos quieren tener en el bando contrario. Un tipo sin escrúpulos ni compasión por quien le amarga el día. - La prensa sensacionalista se lo pasó bomba con aquello. El idiota de Moorhead se hacía llamar Niebla Azul, ¿se lo pueden creer? ¿Quién se pone ese nombre? Y luego estaba El Peniteeenteee. - Suelta con otra humeante carcajada. - ¿Han venido por eso?

-No- respondo con calma y sonriendo amablemente. Al menos parece que el agente es algo charlatán, eso es bueno -O al menos no exactamente. Era mera curiosidad. Verá, resulta que nuestro amigo el Sr. Bright, como todos los ricos y famosos, tenía sus excentricidades y parece que se sentía fascinado por los vigilantes y su mundillo y estamos descartando que su muerte no se viera debido a alguna estupidez que pudiera hacer al respecto. Ya sabe, los ricachones son así, les fascina cualquier cosa que "brille" e igual, siguiendo la huella de esos dos, acabó metiendo el pie donde no tocaba con quien no debía. Ya sabe, la curiosidad mató el gato, en este caso adinerado- me encojo de hombros, con indiferencia. No le estaba mintiendo, lo que le he dicho está razonablemente cerca de la verdad, sólo que "algo" modificada. Lo último que quiero es que algún oído cotilla oiga que el Sr. Bright se dedicaba a hacer de héroe de cómic.

-En realidad lo que queríamos era ver si podía facilitarnos algún contacto "confiable" de los bajos fondos, ¿especialmente de los que se mueven alrededor de Central Park?- no se me ocurre otro modo de acotar el área sin levantar demasiado la liebre. No quiero que encima el detective se nos ría en la cara, suficiente mortificados vamos ya tras todas las aventuras vividas.

- Me temo que no puedo ofrecerle dicha información. Entiéndame, es bien sabido que tenemos informadores aquí y allá, pero nos ha costado mucho esfuerzo ganarnos su confianza. Esa gentuza tiene un don de palabra casi inexistente. Si ahora aparecen ustedes por allí porque yo les he facilitado el camino hasta ellos, dejarán de colaborar con nosotros. Romperemos esa confianza de la que le hablo. - Contesta el comisario, cerrándose en banda.

De acuerdo, si no puede darnos esa información, al menos facilítenos todo lo que tenga sobre el Penitente. También seguimos esperando noticias del señor Han. ¿Alguna novedad al respecto?

- Se comenzó a hablar de El Penitente hace unos cuatro años. Decían de él que llevaba una máscara, una gabardina y un sombrero de fieltro. A veces, disparaba, apuñalaba o defenestraba a los criminales, pero lo peor que decían de él era que su arma más potente era enfrentarles a sus peores pesadillas. - Esta última frase la dice con el puro en la boca y moviendo cómicamente los dedos, con las manos como si sujetasen dos bolas de beisbol. - Jajajajaja... En fin... Decían que aprendió ese poder en el misterioso Oriente.

El comisario hace una pausa con aire teatral, como queriendo mantener el suspense en el aire unos segundos. - Déjenme buscar una cosa...

Acude a sus archivadores y comiensa a pasar carpetas con los dedos mientras sigue hablando, esta vez, con tono más serio. - Oigan, El Penitente existe, o existió, pero por razones políticas, el cuerpo no puede admitirlo. Debemos atribuirnos el mérito de todas las bandas con las que ha acabado, y no quedar mal por su culpa. Seguro que lo entienden... ¡Aquí está!

El comisario coge algunas cuartillas y lee: - "Vi que realmente no existía nada, y mucho menos yo. Mi identidad se desmoronó. Me sentía como un bicho, o una bacteria. Prometí que haría cualquier cosa, con tal de que parara." Otra más: "Era como si unos ojos me estuvieran mirando. Ojos antiguos y juzgadores. Ya no puedo beber, porque cuando lo hago los siento de nuevo, aún vigilándome." Y escuchen ésta: "Esas cosas volaron hacia mi cara, cosas terribles, parecidas a calamares o murciélagos, ni siquiera las puedo describir. Surgieron de las esquinas. Todos los ángulos rectos de la habitación se convirtieron, no en borrosos ni ondulados, sino en otra cosa totalmente distinta. Después de eso pasé semanas pensando en pegarme un tiro."

El Comisario Ballentine lanza esos documentos al archivador, sin ordenarlos, y da una gran calada.

- Esos son testimonios de criminales de la ciudad de Nueva York que contaron bajo juramento lo que vieron en sus encuentros con El Penitente. No se confundan. No me creo esas mamarrachadas, pero estoy seguro que El Penitente usaba algún engaño o truco mental contra ellos. El último en sufrir los ataques de El Penitente es Thomas "Dos Colores" Brophy. Dirige una banda principalmente irlandesa que se centra en secuestros, extorsión y apuestas. Brophy es de poca monta, pero con la caída de tantos grandes sindicatos en los últimos años, está moviéndose para llenar el espacio que ha quedado. Normalmente está perdiendo el tiempo siendo el centro de atención en la trasera del Pub McGonagle, en Hells Kitchen¹. Ah, y sobre ese Sr. Han, ninguna noticia.