Partida Rol por web

-Sin querer menospreciarla, Hermana, pero dudo mucho que el editor nos de la dirección de residencia de uno de sus trabajadores por la cara y menos por teléfono. ¿O es que pretende hacerse pasar por alguien lo bastante suculento como para que nos suelte esa información sin más? - sonrío socarronamente. Estamos en un callejón de difícil salida. La periodista es una buena pista, pero ahora mismo, esta noche, poco podemos hacer. Y la conferenciante, bueno, no creo que nos lleve a ninguna parte, digo yo.

-Aunque si vamos a la redacción, igual conseguimos que alguien nos "facilite" algo, como sitios habituales públicos a los que va...- me encojo de hombros. No me parece que esta noche nos dé para mucho más y en cambio, me habría gustado poder cotillear más la casa del muerto. Es una pena que nos estén invitando "amablemente" a marcharnos...

- Señores, sea como sea, aunque encontremos a alguien dispuesto a darnos hasta la talla de su zapato, no son horas de estar preguntando por una señorita. Podríamos acabar nosotros mismos en un calabozo si nos denuncian, creyendo que pretendemos algo raro.

De nuevo pasé los dedos por el pañuelo. Tenía la sensación de que, o este había encogido, o a mí me estaba creciendo la cabeza de tanto usarla.

- Seamos inteligentes. Pongamos en orden nuestras ideas, y... también propondría un poco de descanso.

- Estoy con Irina, busquemos un ligar discreto para conversar y tracemos un plan para la mañana. He de reconocer que esta última reunión no ha ido como esperaba, para bien o para mal.

-Veníos a mi casa, que aunque modesta, seguro que nos sirve de refugio y de lugar de descanso

 Así podremos pensar qué haremos ahora. Tenemos muchas pistas, pero la madeja está deshilvanada -dije mientras comenzaba a encaminarme hacia mi viejo y últimamente poco transitado apartamento. Los viajes me requerían ausencia, pero seguro que estaríamos mejor que divagando en plena calle.

Me encojo de hombros ante la propuesta sensata de dejar para mañana el tema de interrogar a la periodista. Lo que yo dije, que era de locos intentar asaltar a una mujer soltera en su casa. Nos podían tomar por ladrones o a saber qué.

-Como quiera. Mi casa también está disponible. Aunque paro poco en casa, entre expedición y expedición, pero creo que sus bonitos ojos podrás soportar algo de polvo- sonrío socarronamente.

Creo que el profesor tendrá un lugar más adecuado para la exposición de pistas y la toma de decisiones. Se me da mejor pensar rodeada de libros.

El apartamento no era un lugar donde pasase mucho tiempo. La universidad se llevaba mis horas, y los viajes se llevaban mis días. Aún así, la señora Dickinson venía cada poco tiempo a limpiar y darle algo de sentido al caos de un soltero científico empedernido.

Me satisfizo encontrarme de nuevo en mis estancias, y procuré hacerles sentir cómodos a los demás.

-No hay comodidades excesivas, me temo, pero podéis sentiros como en casa. Comed, descansad, y hablemos. Sentíos en vuestra casa.

- Tómese esto como un halago, profesor. - Dije de forma divertida, y con intención clara de hacer una broma. - Comparado con aquel hostal donde encontramos el maldito espejo, todo es un palacio.

Pretendía relajar un poco el ambiente del grupo, pero desgraciadamente recordar el espejo y la situación no ayudó a ello, sino lo contrario.

- Bien. - Me senté en uno de los sillones individuales*. - Pongamos las ideas en orden. Debemos decidir con calma nuestro siguiente paso, para evitar dar más palos de ciego.

Miro de reojo la "modesta" vivienda de mi buen colega, el profesor Brush. No está nada mal. Su universidad paga bien.

-Sí, comamos y bebamos, eso nos repondrá de tanto callejeo.

Me acomodo en el otro sillón orejero, el que Irina ha dejado libre. Afirmo con la cabeza ante su propuesta.

-¿Qué sabemos por el momento? Que nuestro mecenas favorito era algo más que un ricachón con ansias filantrópicas, que dejó entrar a su asesino o bien se coló éste con suma facilidad y manipuló un artefacto claramente complejo, mecánicamente hablando... Cosa que de nuevo nos lleva a "conocía a su asesino" y había estado varias veces en ese despacho o lo suficiente como para saber qué había y como usarlo. Y que los amarillos están pinchando a los irlandeses en los bajos fondos. De nuevo. Aunque esto último no tengo muy claro que tenga alguna relevancia. Luego está el tema del Vigilante y su archienemigo. Tampoco tengo claro si es una cortina de humo para despistarnos de nuestro verdadero objetivo o bien es lo que creemos que es, el motivo por el que le asesinaron. Porque todos estamos de acuerdo en sospechar que el Señor Bright posiblemente tenía una doble identidad, ¿no? Y digo posible porque no tenemos evidencia empírica alguna que lo demuestre, como la máscara en su casa o un diario que diga Yo soy el Vigilante bwhahahaha. Ese tipo de cosas- me paro para respirar, no porque no esté enamorado de mi voz.

-¿Alguna teoría loca más que añadir?

- Yo, lo que cada vez tengo más claro, es que la noche del suceso y los días anteriores y posteriores a este, Brigth buscó el estar a solas o en la intimidad con alguien. Por eso envió a su mayordomo a la conferencia en lugar de a su amiga.

-Después de tantas aventuras extrañas vividas, que la gente hable de cosas sobrenaturales ya no me resulta tan increíble, he de decirlo. Dónde queda ya mi pragmatismo, tras espejos embrujados y libros que invocan seres de pesadilla... Así que, sinceramente, yo no descarto ya nada. Quizás debiésemos ir a hablar con la periodista del sr.Han, la señorita Thompson. Es un hilo suelto, creo.

- O con la amiga de Addison. - Añadí, mientras afirmaba a la última frase del profesor.