Partida Rol por web

Con esfuerzo, los lutines consiguen arrastrar una maceta del tamaño apropiado hasta la puerta y tapar el boquete que hay en la madera. El aire sigue soplando fresco y húmedo. Parece que va a llover en unas horas.

Vaya, parece que va a llover, y que cansado estoy. ¿Cuéntame, a qué se suponía que habíamos venido al jardín, no parece un buen momento para tomar el sol, no?

Se limpia las manos en las piernecitas después del duro trabajo de mover la maceta. Lleva el vestido lleno de manchas de tierra, algunas incluso en su propio cuerpo, pero parece no importarle. Una vez acabado el trabajo, se queda mirando a Rasputín mientras se rasca la cabeza pensativa.

- Pues... ahora que lo dices... creo que tenía que ver con flores, pero no consigo acordarme de qué tenía que hacer con ellas. - se lleva las manos a la barriga y entonces una sonrisa le aparece en la cara - ¡Qué hambre! ¡Seguro que veníamos a comer unas cuantas flores y un par de tomates! - antes de que su compañero le lleve la contraria, echa a correr en dirección hacia los parterres, buscando su flor favorita.

¿Tienes hambre? Buff... será la edad, pero yo ya no consigo ni que me entre un solo bocado. Cada día me cuesta más tomar algo, además las flores no es de mis alimentos favoritos, quizá si ese lindo gatito ahumando. Uhmmm, si si si, gato a la plancha. ¿Suena bien, no? 

Si quieres puedo ayudarte a buscar flores para ti, pobre tan pequeñita y ya teniendo hambre. Mal día para querer hacer un picnic.

Gilitrutt pone un mohín inocente  y asiente con la cabeza cuando su compañero se ofrece a buscarle algunas flores para comer.

- ¡Oh, sí, sí, por favor! - exclama mientras pega saltitos - ¡Ayúdame! Yo me iré a donde están las verduritas de Rudesindus, seguro que no le importa que me coma un par de cebollas... ¿Puedes tú ir a por las flores? - se rasca la barbilla unos segundos, ausente - ¡Ah, sí, y servirán también para las guirnaldas! ¡En seguida vengo! - dice mientras se aleja.

Hice caso de Gilitrut y me fui a buscar algunas florecitas para las guirnaldas de la fiesta. Sin decir nada más, me giré y me marché por el camino que me indicó que las encontraría.

De repente Rasputín y Gilitrutt parece que han recordado dos cosas diferentes y cadauno toma caminos diferentes sin decir nada más.

Gilitrutt empieza a vagabundear por el jardín en busca de comida, pero recuerda de repente que igual necesitan hilo para las guirnaldas. Por desgracia, no puede pasar por el agujero que acaban de tapar sin la ayuda de su compañero lutín, así que vuelve cabizbaja hacia el jardín, donde un Rasputín despistado va dando vueltas. Entonces se da cuenta de que tiene una oportunidad estupenda de diversión. Coge un par de tomates bien maduros y busca un buen escondite desde donde tirárselos a Rasputín.

Rasputín no se ha dado cuenta ni tansiquiera que su compañero Gilitrutt ha marchado cuando un enorme tomate pasa rozando su cabeza. Al girarse, una sombra parece partirse de risa tras un seto, tratando de esconderse. Parece Gilitrutt, que por alguna razón inconcevible ha decidio iniciar una lucha de tomates.

Aquello con lo que Gilitrut hizo con tomates Rasputín lo hizo con fuego. Cabreado por el ataque causado el lutin creó en sus manos dos pequeñas bolas de fuego del tamaño de un tomate y las lanzó contra la figura que creía que se parecía a Gilitrut

Este desalmado no tiene cuidado de sus mayores.

La bola de fuego pasa lejos de su objetivo que sigue riendo detrás de un seto. Nadie parece estar atento al objetivo del proyectil.