Partida Rol por web

Bookan miró a Greg cuando se refirió a él.

- Me temo que no, amigo Gregburgson. No hay una pizca de oro en este barco.

Miró de reojo a todos los presentes y añadió.

- Y si la hay ¡Es de mi propiedad!

Yimbo mostró su gran sonrisa de oreja a oreja enseñando su dentadura, toda ella de un precioso marfil. Respecto al tema de la virginidad, el muchacho rehusó hablar, por pura vergüenza. No era un tema que le gustase comentar.

Haciéndose el despistado, cogió la cazuela y la cuerda y salió de la cocina. Subió por la escalerilla y se dirigió a cubierta, a buscar el ingrediente que les faltaba, mientras una idea no dejaba de darle vueltas por la cabeza.

-¡Ajaaaaaa, lo que pensaba!- dijo Wash al ver salir a Yimbo -el grumetillo rehuye el contacto directo. Ya tenemos la sangre de virgen.- se giró nuevamente a los otros -tan sólo nos queda el oro, pues todos los lobos de mar saben donde hay una fuente inagotable de amoniaco.-

Greg, dubitativo, repasaba mentalmente los sitios donde había estado. Iré a mirar en el camarote del capitán...

Yimbo buscó un sitio lejos de miradas indiscretas, lanzó el "cubo" por la borda (sí, previamente le había atado la cuerda para no dejárselo perder) y jaló de ella hasta encontrarse con la cazuela rebosante de agua de mar.

Miró a diestro y siniestro, furtivamente, y sacó de su hatillo el machete.

- Vamo' allá, sin mieo...- se dijo a sí mismo, recordándose que las grandes historias las escriben los valientes.

Ni corto ni perezoso, se hizo un corte con sumo cuidado en la palma de la mano. Fuertemente la cerró y dejó que su sangre virgen chorrease dentro de cubo. Cuando consideró que ya era suficiente, revolvió la mezcla con esa misma mano (sintiendo un fuerte escozor en la herida por culpa de la sal) para que se diluyese del todo. Se hizo un improvisado vendaje con un trozo del pañuelo donde llevaba envueltas sus cosas y, silbando muy contento, se dirigió de nuevo a la cocina, agarrando la olla con las dos manos.

Yimbo apareció de nuevo en la cocina, con la cazuela llena de agua de mar.

- Aquí tenemo' ya la parte líquida de la receta -dijo depositándola sobre la mesa- Yo iría poniendo ya lo' otro' ingrediente' dentro, pa' vé qué pasa.

Pircam se ató un delantal que extrajo de no se sabe dónde y alcanzó una cazuela, la cual llenó de agua y puso a hervir.

- Los ingredientes que tengáis podéis ir echándolos aquí -indicó totalmente metido en su papel.

- Claro, -dijo Yimbo- tu olla é' má' grande que la mía, y ahí cabrá todo mucho mejó...  -alguna cosa le sonó discordante, pero lo pasó por alto.

Se acercó a la cazuela que PirCam había puesto al fuego y vació en ella toda el agua de mar.

- Y ahorita... ¿adónde podemo' nosotro' encontrá el oro que no' falta?

- Me voy a vé si encuentro por algún lao el oro, que é' lo único que no' falta -dijo decidido, asumiendo que alguno de todos esos lobos de mar que saben donde hay una fuente inagotable de amoniaco, irían a por él.

A punto de salir hacia el camarote, Greg se paró en seco, se golpeó la frente con la palma al tiempo que exclamaba - ¡Un momento! - y se giró hacia la capitana.

¿No habías ganado una cantidad ingente de oro a las cartas? ¿O te extendieron un cheque?

Como la capitana estaba un poco parada, como ausente, se sentía tentado de registrarla, todo por la urgencia del asunto, por supuesto. Para no pensar en ello durante un segundo, se dirigió al primer oficial:

Wash, tu que tienes más dedos prénsiles y puedes trepar sin problemas, si te falla la fuente inacabable de amoniaco (que esta es una aventura para todos los públicos), en el puesto de vigía había un cubo lleno...

Wash se puso de pie junto a la cazuela y empezó a desabrocharse los pantalones cuando Grogman mencionó el cubo de amoniaco del puesto de vigía. -No se que puede hacer un cubo de amoniaco en el puesto de vigía pero iré a por él.- Se abrochó de nuevo los pantalones y empezó a trepar por el palo mayor hacia el citado puesto.

Yimbo también se detuvo en seco cuando lo hizo Greg y éste le preguntó por el oro a la capitana. No era estrictamente una pepita, pero por probar... era una muy buena idea.

Ya sólo faltaba que el primer oficial volviese con el amoniaco no proveniente de una guarrería, y la receta estaba ya completa.

- Amo' Pircam, mete ya la' vitamina' en la cazuela; y Gregson, echa tú el grog y lo' clavo'. Y tú, Capitana, e'to... señora Capitana, ¿podría tú poné ahí dentro una de esa' moneda' de oro? En cuanto llegue el mono con el amoniaco, el potingue podría funcioná...

Yimbo sacó su libro de recetas vudú.

- Yo he leío por aquí -abrió el recetario y pasó rápidamente las páginas hasta volverlo a cerrar- que lo de la sangre de virgen suele sé un ingrediente folclórico, que no resulta sé imprescindible en la' receta'. É' sólamente pa' da'le coló...

Esperando que sus palabras sonasen convincentes, el muchacho esperó a que todos pusiesen sus ingredientes en la cazuela.

Greg se acercó a la olla, metió una mano en su bolsillo, sacó los clavos, puso la mano encima de la olla y dejo caer con teatralidad al recipiente todos menos uno, por si era menester dejárselo a Yimbo para pincharse. Después, metió la otra mano en otro bolsillo, rebuscó muy al fondo y sacó una botella de grog. La descorchó con la boca, dio un trago y, no sin gran dolor del corazón, arrojó un chorrito (cortito) al cuenco. Volvió a tapar la botella y a guardarla bien profundamente en el bolsillo.

Bueno, estos dos componentes ya están. ¿Hay que decir alguna cosa? - preguntó a Yimbo, que llevaba el libro. - Y no se si será para darle color, pero si pudieses echarle un poquitín de sangre, una gotita nada más... ¿por favor?

- ¿Los doblones que gané en Melee Island™? -pregunta Nerea ante las palabras de Greg acerca del oro -Todo el mundo sabe que los doblones están hechos de contrachapado, no de oro.

Resoplando ante tal obviedad, Nerea miró hacia otro lado y de inmediato se dispuso a dar órdenes como capitana de aquel barco.

- ¡¿Qué hacéis ahí parados, holgazanes?! ¡Tenemos que registrar el barco de arriba a abajo en busca de esa pepita de oro! ¡Vamos, vamos! ¡El que no se mueva de inmediato dará un paseo por la quilla!

- É' que... mi sangre seguro que no funcionaría porque... é' que.. yo... -balbuceó Yimbo cuando Greg le pidió que echara una gotita- Ya sabe', yo...eso de hacé el amó... ya lo he hecho... bufff... -siguió balbuceando mientras sacudía rápidamente su mano abierta, queriendo hacer ver que lo había hecho montones de veces y, que, por tanto, no era virgen.- ¿Tú entiende' lo que quiero decí, no?

Entonces, la Capitana estalló furiosa y les ordenó ir a buscar la pepita de oro. Llevándose la mano a la frente, el muchacho se apresuró a cumplir sus órdenes y, de paso, dejar el tema de la sangre. Salió del cuarto y bajó la trampilla que había visto anteriormente.

Yimbo salió como una centella de la cocina hacia la zona interior del barco. Allí, unas escaleras ascendían a cubierta, una puerta conducía a la cocina de donde provenía, otra al camarote de los marineros que ya había registrado y una escotilla en el suelo hacia el lugar que se dispuso a investigar.

Una vez allí abajo descubrió que se trataba de una especie de sala de almacenaje. La sala se encontraba prácticamente vacía si no fuera por una serie de pequeñas cajas que se amontonaban en un rincón, y un roñoso esqueleto que permanecía tumbado en un rincón.

La sala de almacenaje era el lugar más sucio del barco acumulando moho en cada esquina y con goteras aquí y allá.

- Veamo' lo que tenemo' pó aquí...

Yimbo se acercó al esqueleto y lo examinó. También fue hacia las cajas: trató de abrirlas y después, de empujarlas. En fin, que decidió poner patas arriba cuanto antes aquel mugriento almacén por si encontraba allí la pepita de oro, cosa que dudaba seriamente.

Yimbo se acercó al esqueleto y lo examinó detenidamente. El descarnado cadáver estaba completamente cubierto de polvo. El joven sopló hacia la calavera que tenía delante y una molesta polvareda le alcanzó los ojos. Empezó a toser descontroladamente y cuando se recuperó lo vio allí: un diente de oro en aquel desnutrido esqueleto.