Partida Rol por web

Luisrra estaba ya guardando la pistola tras ver como iban a ser las cosas para

PAF

y caer a la zona ajardinada (aplantujada más bien), en un charco de su propia sangre causado más por los daños superficiales que por una verdadera herida. Aun así, como varios de los doctores en biología allí podían atestiguar, una herida que te deja inconsciente no es como en las películas, y perfectamente podía haber supuesto una conmoción. Como mínimo, lo que se sabía ahora es que lo habían dejado seco.

Con el coche en marcha.

A punto de ser asaltados por zombis.

Se bajó del coche y se fue hasta donde había caído Luis Ramón si prestar atención ni a los mordedores ni a los que tiraban cosas. No tenía ningún roedor que poner en su camisa de modo que tras pensarlo decidió cogerlo — luego me lavaré con lejía — y meterlo en el coche. 

— Si se vuelve un mordedor que nadie le dispare, es mi amigo — dijo recordando lo que había pasado con Luis Carlos — Luis es un nombre peligroso por lo que parece. 

Trataría de meterlo en el asiento de atrás y volver al suyo. 

Mierda! exclamé al ver que mis palabras eran ignoradas y que una botella volvaba y dejaba inconsciente al supervisor. Corrí a su lado y ví que aún respiraba. Me sorprendió ver a Santana salir a ayudarle y meterle en el coche. Corrí hacia el otro lado y le ayudé a meterlo en el asiento trasero del vehículo, aprovechando para coger el arma de Luis Ramón.

Miré a Enrique. Debeis iros ya! Buscad ayuda! La policía sabe que ha perdido a dos de sus hombres y a tres GEOS, si alguien va a creeros seran ellos. Yo voy a aprobechar la estupidez del los jóvenes para jugar al tiro al blanco.

Dicho esto, corrí a ocultarme tanto de los adolescentes como de los mordedores. Si no hacía ruido, los zombis irían a por los chavales... y a mi me tocaría ir disparando a esos cabrones antes de que se acerquen a ellos...

Sara se quedaba. — ¡Noo! — ¿qué pretendía conseguir?  — Santana lo tenía claro. Sara era la primera que se había hecho su amiga, incluso había cantado con él. No iba a perder más amigos. Una parte de él empezó a odiar a los mordedores,  hasta ese momento habían sido como un juego;  pero ahora se daba cuenta que podía perder a su amiga. Si ella se quedaba él también. Se bajó del coche y tras coger su escoba se dirigió a donde estaba Sara. 

— Me quedo — era una afirmación, nada le haría cambiar de idea. 

La tensión por todo lo que estaba sucediendo dejaron a Enrique sin saber muy bien a quien atender o que hacer. Primero la segurata se puso como una loca con el y después quiso enfrentarse ella sola con esos seres, seguidamente los críos del botellón estamparon una botella en la cabeza del becario y como guinda del pastel Santana después de ayudar a Luisrra decide quedarse con la segurata.

El botanico se gira y mira a Luisrra herido en el asiento de atrás junto a Miguel. - Miguel ponle el cinturón de seguridad. Después mira a Sara y a Santana. Intentar llamar la atención de esos seres, voy a dar marcha atrás y cuando vayan hacia vosotros intentare atropellar a todos los que pueda.  Tendrás que acabar con los que estén mal heridos o escapen. Eso ultimo lo dice mirando a Sara solamente. 

Sin decir nada mas Enrique da marcha atrás y se posiciona para hacer lo que le a dicho a Sara. _Miguel sujeta a Luisrra, esto se va a ser movidito.

La voz de Santana me hizo mirar hacia atrás y verle descender del coche. No puede quedarse y yo no debo ir con ellos. Pero la mirada del joven mostraba obstinación. Sabía que no podría hacerle entrar en razón. Pero entonces Enrique nos ofreció una alternativa. De acuerdo. Respondí a su idea. Nos colocaremos allí delante, les dispararé un par de veces para llamar su atención y correremos hacia el muro del edicifio para dejarte sitio.

Una vez les arrolles, da marcha atrás y retírate... trataré de rematar a los que aún se muevan. Miré a Santana y le tendí la mano para que la cogiera. Ven. Le dije al joven con una sonrisa tranquilizadora. Vamos a hacer que vengan hasta aquí. Se que no te gustan los ruidos fuertes, así que, cuando te diga, te taparás los oidos y luego te agarraré y correremos juntos hacia la pared. Le dije señalando el edificio que se alzaba a nuestro lado.

Dicho esto, caminé junto a Santana hacia el mejor sitio donde Enrique pudiese pasar sin problemas con el coche y nosotros ver venir a aquellos zombis. Una vez en el lugar, miré a Santana a los ojos y apunté con el arma al grupo que salía del edificio. Disparo y corremos, vale? Tápaté los oidos.

Y abrí fuego. Un par de disparos serían suficientes para llamar su atención. Con suerte le daría a alguno y de paso se asustarían los chavales del botellón. Bajé el arma y esperé a que se acercasen hacia nosotros, asegurándome de que venían*. Escuché el motor del coche y agarré a Santana, quien seguía con los dedos en los oidos. Corre! Le exclamé mientras tiraba de él hacia un lugar seguro.

El golpe que recibió Luisrra en la cabeza paralizó por un momento a Miguel. Al ver que caía inconsciente en el suelo pudo más su sentido de autoprotección que el compañerismo. Estaba aterrorizado y sólo quería salir de allí. 

- ¡Joder! ¡Enrique arranca! ¡Está perdido, tenemos que pirarnos! - gritó al mismo tiempo que Santana sin pensárselo dos veces salía corriendo a socorrerle. - ¡No joder! ¡Vamos!

Mierda - pensó. Pero todo fue muy rápido. No le dio tiempo a insistir demasiado en abandonar a su suerte a Luisrra pese a que quería salir de allí con todas sus fuerzas. Santana reaccionó de la manera más cabal y rápida que podían haberlo hecho ninguno, poniendo a salvo a Luisrra y dando tiempo a que trazasen un plan. Un sentimiento de vergüenza le invadió por su reacción - Maldita sea, putos bichos... 

Miguel sujeta a Luisrra, esto se va a ser movidito.

- Sí, sí. Le tengo. - dijo mientras le sujetaba de los hombros dejando que su cabeza se apoyara contra su hombro. - Joder Luisrra, lo siento. Menos mal que está Santana - le dijo más bajo a su colega inconsciente. 

Dale Enrique, arrolla a los que haga falta y vámonos. ¡Vámonos ya!

Los caminantes estaban empezando a descender la escalinata. Al principio funcionaban como una piña, sin embargo una vez a los pies de la escalinata todo un mundo se abrió ante sus pies y el mismo instinto primario que les hiciera actuar como lo hacían desafiando toda lógica, les hizo empezar a desbandarse.

Sara afortunadamente había preparado el revólver previendo que como rezaba la Ley de Murphy esta vez les ignorarían, alzando el arma en lo alto, apuntó a uno de ellos y disparó.

Mientras todo esto sucedía, en el interior del vehículo las cosas estaban en tensión. Luisra aún inconsciente era el único que permanecía ajeno a todo el asunto -un Luis más afortunado que otros a ojos de Santana-. Tal era la tensión que nadie se atrevía a tragar saliva no fuese que el ruido les pudiese desconcentrar... Un botellazo impactó en el cristal donde se encontraba Miguel.

BANG

El disparo silenció el impacto de la botella. Ni Sara ni su amigo se fijaron en si el impacto había sido suficiente para hacer caer a la criatura, daba igual. Bastaba con que les siguiesen... Empezó a preparar el percutor para el siguiente disparo cuando advirtió que estaban demasiado cerca para apuntar bien.

-¡VAMOS!- Exclamó avisando al conductor quien estaba distraído pendiente de la marabunta de jóvenes desbocados cada vez más cerca -¡DALE! -Exclamaron al unísono al tiempo que se ponían a correr. Viendo el historial del joven Marcos a saber si estaba cantando el estribillo de alguna de Pitbull...

Aquella segunda exclamación bastó para que el conductor despertase pisando a tope el acelerador, no hubo ruedas como en las películas, en su lugar una violenta sacudida que hizo que el coche saliese desbocado sobre el grupo de muertos andantes haciendo que la mitad volasen llenando tintando el vehículo de sangre y casquería.

Enrique finalmente acelera y se lanza hacia sus antiguos alumnos. Los cuerpos no tardan el golpear el coche patrulla manchando el cristal delantero de sangre. - Joder,joder,joder....  Repite una y otra vez el botánico mientras avanza unos cuantos metros mas antes de detener el coche. Tembloroso Enrique le da a la palanca del limpia para que empiece a tirar agua y a limpiar el cristal mientras se gira para mirar por la parte de atrás. 

- Sujetaos de nuevo.... Voy a volver atrás para intentar llevarme a unos cuantos mas. Enrique humedece sus labios mientras pone la marcha atrás. - Miguel coge esto y no dudes en disparar a quien quiera meterse dentro del coche. Tras pasarle la escopeta Enrique cierra los seguros de las puertas. - Sobretodo controla la ventana del copiloto, esa es la que rompe para entrar al coche la primera vez. 

Enrique se fija bien en esos seres que hay tras ellos y seguidamente acelera hacia ellos para golpearlos con el culo del coche.

La adrenalina estaba siendo bombeada por todo su cuerpo produciéndole un estado anormal de excitación, pisó el embrague al tiempo que cambiaba rápidamente de posición la palanca de cambios. Fue entonces cuando miró para atrás, había dos grupos, uno de dos y otro de uno, iría a por el más numeroso... Pisó el accelerador a fondo y el coche salió disparado marcha atrás para a mitad de camino trastabillar un poco desviándose del camino.

PATAF

Otro menos

-Ehhh, ehhh... ¡Qué haces! ¡Gilipollas!. ¡Subnormal, pepero! ¡Puto chino! - Los insultos se sucedían por el grupo cada vez más próximo, precediendo la llegada de cada vez mas botellas las cuales surcaban el cielo iluminado por tenues farolas. Dos cayeron cerca del coche, sólo una de ellas impactó, era suficiente para causar daño, esta vez en la que tenían más cerca... Sara.

-¡Asesino! No te hemos hecho nada- Seguían imprecando al tiempo que diezmaban el grupo respondiendo al ojo por ojo.

El botellazo pilló distraída a la joven quién estaba más pendiente de los movimientos del vehículo que de la marabunta alcoholizada, la botella impactó de lleno en su sien provocando el mismo efecto demoledor que hacía apenas unos instantes había provocado en luisra. Todo sucedía ante la impertérrita mirada de Marcos quien veía desesperado cómo perdía otra amiga en sus narices, a manos de los mismos chicos.

Vio como la botella alcanzaba a Sara y ésta caía al suelo. Empezó a gritar y a tirarse pellizcos del cuello con la mano izquierda. — piensa,  tienes que hacer algo — dejó la escoba en el suelo y se agachó para comprobar que Sara estuviera viva. 

Estaba furioso, aquella gente ya había hecho daño a dos de sus amigos,  eran malos,  tan malos como los mordedores, aún peor.  Cogió una de las pistolas dd Sara y apuntó al grupo. 

— Sóis malos — apretó el gatillo una y otra vez apuntando a la multitud. 

Un ruido de junto a Miguel. Por la zona de los hombros.

-¿Gwuuufh?

Y un poco de movimiento. Parecía que aparte de la sangre y los cristales que no habían llegado a clavarse tanto no había sido una conmoción cerebral seria ni nada para acojonarse; desorientación y poco más. Al menos si se levantaba y podía andar en línea recta.

-¿Santana...?

No estaba como para levantarse, aún no: le zumbaba la cabeza y le dolía. Y la pregunta tenía sentido... después de todo, desde su punto de vista había escapado para meter a Marcos en el coche de nuevo antes de que llegasen los zombis, sólo para que aquellos gilipollas le reventasen la cabeza justo antes de poder resolver el otro problema, tan rápido que ni siquiera se había dado cuenta.
 

Luisrra, ¡Luisrra! - Miguel reaccionó al ver que recuperaba la consciencia - ¡Está despertando!

Miguel estaba apuntando a través de la ventana del copiloto por si tuviera que disparar. Llegado el caso lo más probable es que no lo hiciera, su dedo indice sobre el gatillo temblaba de una manera que prácticamente lo imposibilitaba. 

Junto al coche, un botellazo impactó esta vez en Sara - ¡Malditos descerebrados! - gritó refiriendose a aquellos por cuyo cerebro sí bombeaba la sangre - ¡Santana! ¡Cógela y entra en el coche!

Enrique detiene el coche patrulla tras golpear de nuevo a uno de esos seres y lo hace justo en el momento en el que la segurata recibe un botellazo en la cabeza. Desde su asiento observa como la mujer se desploma y como Santana coge una de las armas y dispara a la multitud de estudiantes borrachos. 

- Mierda, esto se nos va de las manos.... Santana estaba disparando a los chicos del botellón, Sara desmayada, Luisrra seguía mas o menos fuera de juego, Miguel desde el interior del coche intentaba que Santana le hiciera caso y de pronto el botánico se fijo en la pareja de estudiantes convertidos justo delante del coche. La cabeza de Enrique no paraba de dar vueltas o ayudaba Santana y Sara o simplemente se largaba de allí dejándolos abandonados. 

Enrique miro rapidamente a la multitud de borrachos y después a los dos seres de delante del coche. - Santana se esta encargando de los borrachos... Se dijo así mismo en voz baja y seguidamente cambio de marcha y acelero sin avisar al resto para llevarse por delante a esos dos infectados antes de que decidieran atacar a Santana y Sara.

THUD

Levantó la vista hacia el capó del coche.

...

"No tengo ni un minuto de respiro"

Todo empezó a hacerse bastante más claro, incluído por qué le dolía la cabeza como si se hubiese dado un topetazo contra un árbol: la mano pasó por encima de un trozo de cristal que se quitó casi descuidadamente, mirándose en el espejo del coche. ¡Jesús, le habían metido UN PUTO BOTELLAZO!

-Venga tienes que estar jodiéndome.

Gruñó, echando la cabeza hacia atrás. Entonces miró a los lados.

...

DEFINITIVAMENTE estaban jodiéndole. ¿¿¿¡Había acabado así por aquel imbécil y se lo pagaba quedándose ahí fuera!??? Y- hostia Sara estaba ahí fuera. Y estaba disparándole a los borrachos. La habían derribado.

-Fffffff -se lamentó, apretando los dientes- Bajo a por ellos.

Se llevó la mano a la pistola... para encontrarse que era de ahí precisamente donde Marcos había sacado la que estaba disparando en algunos momentos.

-¡La orden! ¡Que alguno de los dos me deje el arma, voy a salir a por esos dos! ¡Los meto y salimos de aquí los siete!

Ni siquiera pensó, ni de refilón, en el hecho de que estaba saliendo armado a un sitio con zombis y con unos tipos a los que más que probablemente pensaba en tirotear. Más tarde, si salía de ahí, sí se daría cuenta. Oh si se daría cuenta de lo que había tomado naturalmente.
 

Marcos estaba profundamente dolido, sus ojos estaban vidriosos y reflejaban la luz de las farolas que brillaban en la lejanía sin embargo nadie vio eso. Nadie se fijaba en los sentimientos del pobre chaval.

Aún así todos le veían, era imposible que no le viesen cuando tenía un revólver en su mano apuntándoles. Detuvieron su avance, dudaron y no hubo un momento para más pensamientos. 

BANG

Aunque no era demasiado habilidoso el arma se encontraba cargada y sólo bastó con disparar al gatillo. Alguien cayó, gritos e imprecaciones se sucedieron. No importaba quién era, si era alto o bajo, chico o chica... Habían atentado contra los amigos de Santana y parecía que habían parado, por ahora...

Aquella oportunidad creada la decidió aprovechar el conductor hispanojaponés quién metió la primera y pisó el acelerador. El coche salió despedido pero no como esperaba pues se detuvo enseguida. Se había calado. El ruido atrajo al par que empezó a acercarse al vehículo, una situación muy peligrosa si se tenía en cuenta que unas horas atrás Enrique asaltó el coche reventando una de sus ventanillas, el peor lugar al que podrían dirigirse.

Santana había oído disparos antes;  pero ninguno como aquel. Pensó que se había sordo y tenía la boca llena de un sabor ácido.  Miró la pistola y le pareció obra del demonio. La tiró lo más lejos de él,  de la multitud y de los mordedores. No quería saber nada de ella, nunca más. 

Se acercó a Sara y la ayudó a levantarse — la estoy tocando, la estoy tocando, la estoy tocando — Hizo un sobreesfuerzo por no soltarla antes de que se incorporara. Miró la pistola que aún conservaba Sara y pensó en tirarla también pero Sara se enfadaría. 

— Luisra dice que hay que ir al coche — recogió su escoba y comenzó a dirigirse al coche que se había parado para recogerlos — un poco lejos pensó. 

- ¡Mierda mierda mierda! - gritó Miguel al ver que el coche se calaba - ¡Trata de arrancarlo por Dios! - le gritó a Enrique. 

Le temblaba la mano y con ella la escopeta, pero al ver cómo se estaban acercando a la ventana esos dos seres atraídos por el ruido del coche al calarse se infló de valor e intentó recuperar el pulso apoyando el arma sobre el asiento delantero. Una gota de sudor bajó por su sien. 

- ¡Santana! ¡Trae a Sara ya! ¡Ven por el otro lado! 

Mierda... mierda... mierda. No quería disparar pero el coche no arrancaba - Joder joder joder - Miró a los borrachos a la cara, le pareció reconocer a uno de ellos de una clase - ¿Por qué....? - No quería disparar. Con voz temblorosa, fue contando los pasos que daban según se acercaban.

Uno....dos.....tres..... BANG

La cara de Enrique se vuelve de un tono blanquecino al notar como se le cala el coche y sobretodo al ver como esos seres ahora se dirigían hacia ellos. -Joder ahora no, ahora no... Repite el botánico una y otra vez para si mismo mientras intenta arrancar el coche para después poner la marcha atrás y alejarse de esos seres.

- Si consigo alejarme de ellos, después podré envestirlos con mas fuerza y así deshacernos de dos mas. Y aunque ese pensamiento en principio era lógico, en el fondo sabia que cargarse a dos no serviría de nada. En el sótano entre los estudiantes, el enfermero, el del SAMUR, los agentes y los GEOS abra casi una treintena de personas, así que ni de coña ellos podrían detenerlos. 

El hispanojaponés giró al contacto hasta que el vehículo respondió con el habitual ronroneo. ¡Lo había conseguido arrancar! A continuación presionó la palanca de cambios hasta hundirla y la movió en la posición que requería la marcha atrás. En ese momento sonó un disparo ensordecedor.

-¡Arranca por dios que no le he dado!- Exclamó nuevamente su compañero Miguel.

Esta vez Enrique no falló, pisó a fondo la marcha atrás y retrocedió unos cuantos metros que bastaban para alejarles de aquella pareja pútrida. Buscado o no fue perfecto dado que le sirvió para aproximarse a Santana quién estaba cargando a duras penas a Sara.

Luisra hasta ahora inmóvil captó al vuelo su cometido. Tras comprobar que el grupo de lanzabotellas seguía de momento sin recomponerse del disparo sufrido abrió la puerta trasera y ayudó a su amigo a cargar con el cuerpo inconsciente.

Apenas la hubo metido se dirigió a la puerta delantera del vehículo dejando el asiento disponible en la parte posterior para Marcos Santana…

Ahora no eran sólo dos, cuatro inconfundibles GEOS con partes del kevlar desnudas mostrando en su lugar carne, huesos y vísceras a partes iguales empezaban a salir del edificio. Otro botellazo impactó en el vehículo, y otro más... La situación estaba yéndose la mierda. Afortunadamente no había ni rastro de Jimmy y Marcos, tal vez en medio del revuelo inteligentemente se marcharon…