Partida Rol por web

La Ratonera

El Vestíbulo (Día 5)

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17/07/2008, 20:16
Director
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Os levantáis por la mañana deseosos de preguntarle a Mr. Navy, que siempre parece saber estas cosas si el Profesor Plum era el asesino, pero parece que Mr. Navy no está en su habitación.

Cuando buscáis un poco más lo encontráis en en la habitación del Profesor. Yace en el suelo con una brecha en la cabeza. Junto a él descansa el paraguas del Profesor, empapado en sangre.

Los tres os miráis... ¿es esto el final? ¿Donde está ese mayordomo cuando se le necesita?

Notas de juego

Bueno, tenéis que votar, a ver si esta vez no os equivocáis :D

Los supervivientes:

1- Coronel Mustard
5- Monsieur Brunette
8- Señor Azur

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18/07/2008, 13:38
Señor Azur
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El Señor Azur con la cabeza gacha y sonriente aplaude ante la vision del Sr.Navi muerto y la curiosa arma utilizada para ello, una nerviosa carcajada deja que escape de la comisura de sus labios.
-Muy listo si señor, me a engañado totalmente, la verdad es que parece que el analizar personas no se me da tan bien como los negocios, pero eso a quien la importa ya. Increible que para la vida que le quede tenga tanta vitalidad para hacer este tipo de asesinatos Coronel. Aunque esta claro que chochea y tiene sintomas de senilidad para tales ocurrencias.

Al fin levanta la cabeza y mira a los presentes.
-Por que no nos movemos al salon y nos cuenta la razon del asesinato del dueño de la casa.

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18/07/2008, 13:56
Coronel Mustard
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El coronel devolvió la mirada al sr. Azur con calma. Luego miró a Monsieur Brunette y abrió la marcha hacia el salón con tranquilidad. Ese estúpido de Navy no debía de haberse retorcido tanto mientras lo aparagüaba -pensó, tocándose el hombro dolorido-. Sin duda era más fácil cuando Madame Rose me ayudaba a sujetarlos, y quizá sea cierto que ya estoy muy mayor para este trabajo.

Una vez que los otros dos supervivientes estaban cómodamente sentados en el salón, sirvió té en tres tazas. Los otros miraron las suyas con recelo, sin tocarlas. Piensan que trato de envenenarles, de acabar con ellos en una última jugada. Qué estupidez. Apoyado en el quicio de la puerta, el mayordomo empuñaba su escopeta directamente hacia su cabeza, con metódica calma. Intenta algo, viejo loco -parecía decir- y podrá verse la India a través del agujero que te haré.

Por fin, el Coronel comenzó a hablar, con voz muy cansada.

-Todos ustedes estaban condenados a muerte. -Anunció, solemnemente.- Las razones son diversas, y no creo necesario explicarlas aquí: el exitoso abogado que aceptaba sobornos para encerrar a inocentes; el sacerdote lascivo que dejaba, parroquia tras parroquia, mujeres embarazadas y escándalos en pos de él; la doctora cuyo alcoholismo causó la muerte del paciente equivocado; la inocente señorita y su adorable madre que sin embargo atropellaron a un niño y se dieron a la fuga; el prestigioso profesor universitario con un turbio pasado como miembro de las SS; el repetado Lord y su esposa, que mataban y torturaban a sus jardineros sólo por diversión; el atractivo empresario cuya esposa no acaba nunca de aparecer porque está enterrada en su jardín... -Hace un gesto con la mano, como dando a entender que podría continuar eternamente-. Hace relativamente poco tiempo, el señor Boddy, Madame Rose y yo fuimos abordados por un hombre canoso, de impecable elegancia, que nos informó de que también nosotros estábamos en esa lista. Por lo que parece, hay una... organización... que se dedica a solventar eficazmente aquellos casos que la justicia ordinaria no puede cumplir... Yo estaba en el punto de mira de esa organización: hay cosas que hice en el ejército que me granjearon la merecida inquina de bastantes inocentes, y ahora esa sangre volvía para clamar venganza. Se me hizo entender que nada podría salvarme: yo ya estaba muerto. En cambio, sí podía ayudar a reestablecer parte de la justicia que mis actos en combate habían robado de la faz de la tierra. Idéntica oferta se les hizo a Mr Boddy y a Madame Rose. Los tres aceptamos. Nuestro cometido era fácil: Mr. Boddy nos reuniría a todos con excusas vagas: luego pagaría por sus crímenes, envenenándose, y nos daría la excusa para iniciar una caza de brujas que acabara autodestruyéndonos. Mientras tanto, Madame Rose y yo debíamos ir cumpliendo sentencias largo tiempo dictadas cada noche. Y así hemos hecho, con brutal eficacia. Me alegra pensar que moriré sabiendo que al menos diez almas oscuras no pisan más el suelo que enfangaron con la sangre de otros. Ése es también mi pecado. Ahora, dispongan de mí como más les plazca. No tengo miedo a mi final.

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18/07/2008, 14:42
Señor Azur
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"Que sarta de tonterias, ¿Mi mujer enterrada en el jardin? Pecados mas grandes a cometido ella".

Dejo a un lado la taza y miro al señor Brunette con una ligera sonrisa.
-Bonita historia, sin duda puede ser la mejor escusa para andar matando inutilmente a la gente, pero sin duda tonterias y desvarios... No pueden a ver reunido a una pandilla tal en una mansion asi, y casualidad todos ser conocidos del anfitrion ... Imposible.

Miro al mayordomo que nervioso y ya con multiples tics, miraba con recelo y confusion a aquel viejo Coronel.
De la sirviente hacia dias que apenas se sabia nada de ella, supuso que estaria en su habitacion encerrada muerta de miedo.

-MMmmm... Bien si a concluido su historia, ¿Brunnette tiene usted algo que decir o sincerarse con nosotros?

"Dar fin a este teatro con mis manos, si eso seria lo mejor, asi al menos sentiria que esto ya a acabado".

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19/07/2008, 20:40
Director
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El mayordomo se harta de esperar a la respuesta del Sr. Brunette, que se mantiene en silencio. Comienza a avanzar hacia el Coronel.

-Maldito bastardo, ya sabes lo que te espera.- comienza a avanzar hacia el Coronel, que se mantiene tranquilo.

Antes de que pueda acercarse hasta él para guiarlo a exterior el Sr. Azur le arrebata la escopeta y la descarga en el pecho del Coronel. Este cae fulminado en medio del estruendo, tendido en el suelo yace con el pecho ensangrentado pero con una sonrisa en el rostro.

En el silencio que sigue al disparo podéis oír un sonido extraño. Despues de 5 días no escuchando más que el viento y la tormenta no os cuesta identificar el sonido. Se trata de un helicóptero.

Pronto aparece por la puerta un grupo de policías, encuentran al Sr. Azur con la escopeta, así que le ponen unas esposas y lo meten al helicóptero. Al mayordomo, la doncella y a Monsieur Brunette se los llevan también envueltos en mantas. Vendrán a por los cadáveres más tarde, cuando se pueda acceder en coche.

Notas de juego

Bueno, se termina el juego, justo a tiempo por que mañana me voy.

Ganan el Sr. Azur y Monsieur Brunette. Ahora os pongo que jugador llevaba a cada personaje y que era.