Partida Rol por web

Mis disculpas - te dedica una breve reverencia - Mi nombre es Hank. Por favor, acompáñame. Tenemos muchas cosas de las que hablar - el hombre te invita a seguirle a la parte trasera de la taberna.

Menelpar, os espero junto a mi carro - indica Galatea -. Acercaos cuando terminéis.

- Un placer señor Hank. - le sigo a Hank y mientras camino giro la cabeza hacia Galatea y le digo - Sí señora, en cuanto terminemos volveré en su ayuda.

Cuántas cosas de repente, seguro que Eldath me está poniendo a prueba una vez más, me ha parecido ver su símbolo en Galatea .

En la parte trasera de la taberna encuentras un pequeño patio rodeado de setos. Cajas y barriles se apilan contra la pared del local, junto a una puerta que seguramente de a la despensa. Los trazos de ruedas sobre la gravilla del suelo hacen pensar que carros pesados pasan por ahí de vez en cuando.

Bueno, señor Menelpar, por tu atuendo y abalorios deduzco que eres un hombre religioso. ¿Me equivoco?

- Por supuesto, como todo buen hombre. ¿Acaso no es usted? - me pongo serio esperando la respuesta.

Claro que sí. El dinero contante y sonante es aquello en lo que creo - Hank se lleva la mano a la boca y emite un sonoro silbido. De entre los arbustos salen dos hombres armados con sendos garrotes y sonriendo con malicia. Estás rodeado -. Lo cuál me lleva al siguiente punto. ¿Cuanto va a aportar un hombre de tu fe al cepillo de mi iglesia? - la voz de Hank suena tranquila y confiada.

Miro a mi alrededor para contar la gente que me rodea y sonrio.

- Gracias Hank, en realidad me has hecho un favor. Ahora tengo a todos los herejes juntos para acabar con sus pobres almas condenadas. 

Seguido desenvaino mi arma con la mano derecha y saco un símbolo sagrado con la izquierda. Lo beso y casi susurrando recito una plegaria.

- Bhaal, tuya es la luz que ilumina, tuyo es el poder de la vida, tuyo es el poder de la muerte y YO soy tu instrumento.

Sin sentirse impresionado por tus palabras, Hank hace una señal a sus matones.

Sujetad al señor Menelpar.

Ambos bandidos, uno rubio y otro moreno, se te acercan con intención de inmovilizarte.

Me preparo para apartar a los matones, mi espada a dos manos necesita un poco de espacio para ser maniobrada.

El bandido moreno, más joven e impulsivo, llega antes a tu posición. Con un hábil movimiento consigues distraerle lo suficiente como para hacerle bajar la guardia y derribarle con una zancadilla. Sin embargo, el bandido rubio aprovecha que estás de espaldas a él ocupado con su compañero y te hace una férrea llave, dejándote completamente inmovilizado.

Señor Menelpar, por favor, no lo ponga más difícil - Hank se aproxima y te da unas suaves palmadas en la cara, indicativo de que será lo próximo que ocurra si te pones tonto.

- Hank Hank Hank, jamás podrías ganar sin la bendición de los dioses. Observa como ellos me guían.

Acto seguido pronunció las palabras mágicas del hechizo.

- Metspy Tíos, guíame a la victoria sobre los impíos.

Me teletransporte detrás de Hank y le asestó dos golpes con la espada.

En el segundo ataque concentro mi poder divino en la espada.

Confusos por la bruma plateada que ocupa ahora el lugar en el que estabas hace unos segundos, ni Hank ni sus lacayos reparan en tu nueva localización. Con precisión divina, tu espada realiza un rápido tajo sobre la espalda de Hank y, como guiado por el mismísimo Ao en su objetivo por equilibrar la batalla, tu arma se recubre de luz cegadora y de un segundo tajo cercena el brazo izquierdo de Hank como si fuera mantequilla.

¡AAAAAH! - aulla Hank - ¡MI PUTO BRAZO! - se gira hacia ti completamente iracundo - No se de dónde mierda has salido, pero te aseguro que tu tumba la voy a cavar yo, aunque sea con los dientes.

El bandido moreno ve aterrado como el brazo de su jefe cae inerte al suelo. Presa del pánico, se levanta torpemente y huye a pesar de los gritos de su superior.

El segundo bandido es incapaz de reaccionar. Hacía una década que conocía a Hank, y jamás había visto algo semejante. Sin embargo, los gritos de Hank a Gorf le hacen reaccionar. Vamos Yelv, lo que hace grande a los bandidos no es cada individuo, sino la unión de los mismos. 

Con toda la determinación de la que es capaz, se desplaza con agilidad hacia ti y te asesta un garrotazo en las costillas.

Hank desenvaina su cimitarra y con cierta torpeza lanza un primer tajo, pues le falta un brazo con el que hacer la maniobra distractora. Pese al garrotazo de Yelv, consigues prever y esquivar el ataque. Sin embargo Hank es un combatiente experimentado, y su cimitarra consigue acertarte en el muslo.

- Hank, para ser un sucio ladrón me estás sorprendiendo. - me dirijo al resto - Y a vosotros, que solo sois meras ovejas os puedo ofrecer mucho más que el oro que os de este señor, mucho más valioso. - vuelvo a Hank - Y estos han sido los segundos que has ganado.

Vuelvo a atacar con todas mis fuerzas esperando que caiga al suelo.

Utilizas el primer golpe para abrir la guardia de Hank y con el segundo cortas su armadura de cuero, dejando un largo tajo que recorre todo su pecho. Sangre roja y espesa emana lenta e inexorablemente de la herida.