Partida Rol por web

Así es - Shaila sonríe con encanto -. Al final del túnel he podido crear un pequeño remanso de vegetación gracias al manantial que hay allí. Os vais a sentir como en casa - sonríe de nuevo.

- ¡Allé voy!

Con ¿entusiasmo? recorréis lo que queda de túnel, sin sorpresas ni cosas raras, hasta que éste revela una caverna amplia cubierta de vegetación, algo que no tiene ningún sentido visto el panorama en el exterior. Una fragancia embriagadora envuelve la estancia. Al fondo a la izquierda encontráis un pequeño estanque de agua cristalina.

Bienvenidos a mi refugio improvisado. Aquí podremos descansar sin que nos moleste nada ni nadie.

Miro alrededor para ver si hay alguna incongruencia o algo raro, no termino de fiarme. También intento averiguar las intenciones de la sucubo druida.

Si todo está correcto, dejo mis cosas en el suelo, monto la esterilla y me tumbo a descansar.

-No sabrás quitar maldiciones ¿verdad?

Aunque raro, todo a tu alrededor parece entrar dentro de lo normal. Las plantas son reales, y empiezas a pensar que Shaila es simplemente una mujer anormalmente alegre.

Si te soy sincera, quitar maldiciones no es mi punto fuerte, pero conozco un pequeño ritual que podría servirte. ¿Qué necesitas exactamente? - Shaila se sienta junto a ti y te observa abriendo mucho sus preciosos ojos castaños.

- Esta endemoniada armadura debe tener una maldición y no puedo quitarmela. Hay cosas que un hombre debe hacer sin armadura y es un fastidio. Te estaría muy agradecido si me ayudas con esto.

Al final será una druida normal... no, NO, ¡es una súcubo! Pero qué mejor que engañar al enemigo y que haga cosas por ti. Sylvanus, yo castigaré a este ser por nombrarte en vano.

- Disculpame un segundo.

Me giro un segundo, cierro los ojos e intento usar mi poder para sentir a los demonios sin que se entere Shaila.

Tus sentidos se extienden por toda la sala, y notas ese desagradable olor acre que emanan los demonios proveniendo de tu propia armadura y de Shaila... O de su armadura, no estás del todo seguro.

¿Ocurre algo Menelpar? 

- Como comprenderás, no nos podemos fiar de nadie en el Avernus. Por desgracia, mis sentidos divinos detectan algo malvado en ti o en tu armadura, no estoy seguro. Te voy a tener que pedir que te quites la armadura un segundo.

Miro a Flok sabiendo que le iba a gustar lo que estaba diciendo pero no lo que estaba a punto de decir.

- No te preocupes, tengo una capa con la que puedes taparte.

Puuuto Menelpar, va a machete - rie Flok -. Ten hermosa, puedes taparte con mi chaleco - añade el gnomo con sorna acercándole a Shaila la minúscula prenda.

Shaila se sonroja violentamente. 

Entiendo tu postura, Menelpar, pero ¿de verdad es necesario? Yo me he fiado de vosotros. Os he enseñado mi refugio... - la mujer te mira con intensidad.

- Bueno... No se. Necesitamos algo más que tú palabra.

La voz de Shaila resuena en tu cabeza con siniestra suavidad.

No, no hace falta. Vas a decirle a tus amigos que todo está bien y vas a actuar como si tenerme cerca fuera la mejor opción.

- Ah no, ya está, lo que sentía era la armadura. Es que juntaba con lo que detecto del bien en ti.

Me dirijo al resto.

- Falsa alarma, Shaila es claramente una druida, mis sentidos divinos me lo han revelado. Lo mejor será que viajemos juntos por esta tierra hostil. Cuando queráis descansamos tranquilamente en este santuario druidico.

Dejo la mochila y las armas en el suelo con un gesto para que lo hagan todos conmigo.

Gracias por tu comprensión Menelpar - Shaila sonríe con encanto -. Si queréis descansad y yo haré la primera guardia.

Y a ti te va a parecer la idea más razonable.

- Perfecto, que nosotros venimos de un combate bastante duro. Necesitamos a alguien con las energias a tope que vigile por si viene algún demonio.

Me acerco de uno en uno a mis compañeros para ayudarles a acomodarse.

Te acercas a cada uno de tus compañeros incluida Suara, que aún sigue un poco ausente tras su experiencia cercana a la muerte en el plano Astral. 

- Venga Suara, que necesitas descansar después de lo ocurrido. Te ayudo a montar tu sitio.

Tras terminar de acomodar a Suara y al resto te acomodas en tu saco de dormir. El aroma embriagador de la vegetación hace que os sumáis en un profundo sueño...

Ah, tu añorada Waterdeep. Te ves paseando por sus calles como cuando eras un crío, libre de preocupaciones. Sin armaduras demoníacas. Sin criaturas que hablen idiomas extraños. Tus pasos te conducen hasta un templo, uno nuevo, construido en marfil blanco de alta calidad. Su interior es cálido y acogedor, como el abrazo de una madre. Espejos y rubíes adornan la estancia. Tu atención se centra en una mujer de curvas exhuberantes que luce un vaporoso vestido blanco. Su pelo, rojo como el fuego, cae asalvajado sobre sus hombros y espalda. 

La mujer se acerca lenta y decididamente hacia ti. Tu pulso se acelera proporcionalmente a la cercanía con la mujer. Sus manos se posan en tu pecho y recorren léntamente tu cuello hasta que sus dedos se enredan en tu pelo. Puedes sentir sus labios cerca de los tuyos. Anhelas probar su sabor. Sus ojos, centelleantes como esmeraldas, te retan a coger aquello que tanto deseas. Tan sólo unos milímetros... De fondo escuchas una voz femenina salmodiando en un idioma que desconoces...

Septem Commatis Partibus Orbis

Y la mujer pelirroja chilla de dolor.

El chillido te despierta. Ves a Suara de pie, con humo saliendo de sus manos y mirada dura como el acero. Junto a ti, también erguida, Shaila. Pero con un aspecto diferente.

En su rostro ya no hay simpatía, sino odio recargado.

Bruja - escupe Shaila -, pienso drenar hasta la última gota de tu esencia vital.

Menelpar, acaba con ella.

¿Qué ostias pasa? ¿Quien grita? - pregunta Flok totalmente desorientado - ¡Su raza! ¡Si la buenorra es un demonio!

El gnomo se levanta a toda prisa enarbolando su estoque