Partida Rol por web

Tras la huida de la amazona me levanto del suelo y regreso junto a las demás, observo al desconocido, en otras circunstancias dudaría de él, pero gracias a su presencia, nos vamos a librar de una muerte segura.

- No se imagina el placer que es conocerle... - por una vez no hay sarcasmo en mis palabras. Voy a seguir hablando pero Quyen hace notar que Kurdran está mal. Abro mucho mis ojos, no puedo creerlo, me arrodillo a su lado y le observo, inicialmente no entiendo lo que le pasa, está inmóvil.... Pego mucho su rostro al de él, eso debería hacerle reaccionar, siempre lo hacía...

- Kurdran regresa... - recuerdo a mi diosa, debo tratarle bien para que cambie mi suerte, nuestros destino están unidos -...No podemos seguir este camino sin ti... ¿Con quién voy a discutir?.... - le miro preocupada, quiero entender qué le pasa para estar tan quieto, como un árbol -... ¿tendrá él alguna poción curativa entre sus cosas?... - cojo la mochila de Kurdran y rebusco dentro, no quería usar mi poder, reservaba mis fuerzas para el camino pues largo era, y no sabía si podía sacar al herrero de aquel trance.

Los espíritus que acosan a la jejé , si bien malignos y locuaces, parecen poderosos. 

¿Ha sido ella la que ha convocado al anciano para asustar a las salvajes?¿O ha atraído a otro enemigo peor? Nunca puedes estar segura con una jejé. 

La punta de mi lanza tiembla con mis dudas. ¿A cuál de los dos debería ensartar? ¿Debería siquiera?

—Si, si si...—responde a Quyen y sus manos gesticulan un "me importa un carajo todo eso que me cuentas".

Deja la marmita en mitad del camino y con la otra mano se frota la espalda avanzando hacia la estatua de carne que una vez fue Kurdran.

—Mmmm, interesante —Las lupas de sus ojos analizan el cuerpo inmóvil del herrero. —Esas putas y su veneno de mierda...—.  Dice por lo bajo mientras se acaricia la barba como si pensara profundamente. Y de repente:

¡PLAAAAF!

Antes de que podáis si quiera reaccionar el viejo cruza la cara de Kurdran con una sonora bofetada.

—Ea. Arreglado —dice girándose hacia el resto. No os lo podéis creer. Esa ha sido una bofetada de los más mundana. Nada de palabras mágicas, chispas o relámpagos, pero ahí está Kurdran moviéndose otra vez. Insólito.

—Bien, solucionado esto vamos a lo que importa —no se anda con rodéos—. Este es mi bosque y ahora quiero que me paguéis el peaje... Son dos onzas por barba.

—Tu tres —aunque es obvio que se refiere a Quyen, por alguna razón extraña evita mirarla directamente. Como alguien que esquiva la moñiga de caballo en el zoco de Lustria.

Miro sorprendida a Ukhu tras meterle la hostia a Kurdran -...Vaya con los remedios caseros de la zona, si llego a saber que era tan sencillo ya se la hubiera dado yo.... - me acerco al herrero -...¿te duele mucho?... - me cuesta ser amable, quiero darle otra para asegurarme de que su salud está bien, pero mi diosa observa, no me atrevo a desafiarla.

- Yo no pago por cruzar el bosque, es más veo absurdo que necesite dinero precisamente aquí... ¿acaso en los huecos de los árboles hay comercio?.... - río, quizás no le haga gracia, me importa una boñiga, la misma con la que mira a mi amiga con desprecio -... y ella tampoco paga... - señalo a Quyen -....ninguno vamos a hacerlo... Dicho esto puedes acompañarnos un trecho del camino o marcharte... En tu decisión va...

—MaLDITa CABróNa DESAgraDEcida. —La voz del viejo cambia como un manantial que tras las lluvias se convierte en un torrente que baja de las montañas salvajes. Un caudal que arrasta en su descenso barro, ramas y cuerpos ahogados. Sus dientes parecen ahora picudos como montañas y tras esa cordillera la lengua parece estar llena de llagas abruptas.

—VaIS a PAgarMe. —Extiende sus manos al aire. Sus dedos largos tienen la corona de unas uñas como de gato. Curvas y afiladas. En una de sus manos un extraño anillo comienza a desprender una negra humareda. Por ahora solo es como el rastro de humo de un cigarro...

La bofetada de Ukhu, la recuperación de Kurdran y la disputa por el dinero se suceden tan rápido que apenas me da tiempo a decir nada.

Me quito el colgante precipitadamente y lo arrojo a los pies de Ukhu.

- Perdimos la mercancía en la montaña. Toma mi colgante, vale más de tres onzas. Es tuyo. ¿Cómo salimos de esta jungla?

Ir a Jalizar no tenía mucho sentido ya, así que daba igual por donde salir.

En cualquier caso, me sitúo junto a Athena y echo la mano al cuchillo. Si Ukhu se conforma con el colgante seré más que feliz, pero si le ataca a ella, nos ataca a todos.

Tras el revuelo con aquellas salvajes y mi incapacidad para moverme, dentro de mí empece a agobiarme, nunca he vivido una parálisis total. Pero ese viejo que con solo su presencia asusta a las Halmar Zing, sin duda entraña un gran secreto. Aunque nadie se dio cuenta mis ojos estaban clavados en él desde que alzó la voz, cuando de repente se acerca y me da una torta propia de un brazo flácido con la piel arrugada del cual, hace que recobre por fin mi cuerpo pudiéndolo mover. -Muchas gracias señor Ukhu, maldito y bendito remedio, solo por lo que a hecho... con gusto le pagaré. Estoy tan aliviado de volver a poder moverme que ni me importa pagarle esas dos onzas, para mí es como pagarle por curarme aunque fuera de forma rudimentaria. Cojo mi amuleto y lo beso con todo mi honor por mis hermanos..Graciasss.. Digo en voz baja. Por otro lado estoy un poco ofendido con Athena, no curarme y dejarme en la mano de ese viejo retoño vaya por faena. -Tranquila estoy bien Athena, mi cara es una roca... No puedo evitar decirlo con una cierta molestia hacia ella... Por otro lado el afecto de Quyen me sorprende y me sentí mas cerca de ella por primera vez.

Dígame señor, quién es usted realmente?? No me diga lo que ya sé, Guardián del bosque del que huyen las Halmar Zing, se que es más viejo que éste lugar.... 

Es otro enemigo. 

Sin embargo, ha hecho huir a las salvajes cuando nos tenían acorralad@s⁽¹⁾ y a su merced Lo que significa que es mucho peor que ellas. La jejé no causa más que problemas.  

Me quito el torque grabado de mi tribu. Tiene cierto valor sentimental pero las dos esmeraldas que lo adornan lo hacen valioso para la mayoría. 

Se lo doy al viejo con una inclinación de cabeza. 

—EsO eSta mucho mejor. —el torrente de aquella voz anciana va volviendo poco a poco a su cauce inicial.

Ukhu encorva aún más su oxidado cuerpo para permitir que sus torcidos dedos de urraca ladrona tomen con avidez vuestros abalorios. Sin prestar la más mínima atención a sus nuevas adquisiciones, las amontona una sobre de otra en una piedra del camino.

¿Pero que le pasa a ese tío?
¿Va a dejar vuestras cosas ahí tiradas?
¿En mitad del camino?

Sin mediar palabra alguna y tras lanzar una fulminante mirada a la Valkiria, vuelve sobre sus pasos para recoger la marmita que había dejado en el camino. De ella aún brotan pequeñas ramas de humareda. Parece un arbusto de niebla que tuviera sus raices en el interior de olla. Podéis percibir el rico aroma a guiso casero emanando de allí.

Ese cabrón va a largarse

Va a desaparecer por dónde mismo ha venido

¿Qué hacéis?

Suspiro aliviada cuando el druida deja de mostrarse amenazador y acepta nuestro pago. Pero al ver que se marcha sin más, pego un respingo y lo alcanzo a medio correr para luego avanzar a su paso suplicándole ayuda.

- Oh, venerable Ukhu, díganos cómo salir de esta jungla. No queremos causar problemas. Sabemos que no somos apreciados aquí pero, de hecho, nosotros no queremos estar aquí. El río nos arrastró cuando cruzábamos las Montañas de Hierro en dirección a Jalizar. Pero de hecho nos da igual si salimos en dirección a Jalizar o en cualquier otra dirección siempre que sea salir a la civilización por el camino más corto. Ayúdenos, por favor, se lo suplico. Si nos ayuda a salir, ganamos todos.

-Oiga le he hecho una pregunta... No quiero parecer grosero, o es qué acaso teme contarnos quién es?

 Lo persigo mientras espero que me responda, me parece tan extraño todo.... Nos pide un cobro, lo deja ahí, hace sordo sus oídos a mis palabras... mmmmmm 

Siento que Kurdran está más frío conmigo, como si estuviera enfadado, justo lo contrario de lo que pretendo, ¿qué he hecho para ofender a este hombre?.... ¡Que complicados son!... No puedo evitar tener estos pensamientos cuando el tipo del bosque también es raro.

- ¿Pero qué hacéis?... - les dan sus joyas y el viejo las coge y las tira -... Vámonos de aquí por nuestros propios medios, este tipo está loco y no es de fiar... - Lo tenía claro, su mirada de odio me lo decía -...Oh Quyen...., Kurdran.... - ¿por qué parecían perritos falderos del viejo? Miro a Jamn, no me era simpática pero al menos no corría detrás del hombre, quiero decirle algo pero no sé qué, así que me impongo sacando mi carácter natural -... ¿Y vosotros sois hábiles luchadores?... El tipo dice que es su bosque y le creéis, os pide dinero y le dais joyas, las cuáles tira y se marcha...¿por qué no seguimos nuestro jodido camino antes de que nos pida darnos por culo?....

—¿Acaso crees que estoy aquí para responder tus estúpidas preguntas? —dice al herrero mientras se aleja.

Sigue avanzando dispuesto a perderse en la espesura de la jungla hasta que las palabras de Quyen llegan a sus decrépitos oídos. Entonces se detiene y la atención de sus ojos vuelve hacia vosotros.

—Ya habéis pagado el precio. Encontraréis la salida de este lugar. Tarde o temprano lo haréis pero... —sus ojos se iluminan nuevamente avariciosos— ...podría indicaros el camino más corto hacia vuestro destino. Si. Podría hacerlo.

—Dime, niña. ¿Qué llevas en esa mochila?. Es una carga demasiado pesada para ti. Lo sé. Puedo verlo. Yo te ayudaré. Deja que yo lleve ese peso por ti. Dámela y te mostraré la senda a seguir. Si lo haces te prometo que tu camino será corto y placentero. —una sonrisa maliciosa se desdibuja sobre las arrugas que marcan su rostro.

Ya sabes lo que quiere Quyen
Quiere el cofre

Dáselo y no tendrás que preocuparte por nada mientras estés en esta jungla
Estarás protegida y nada te podrá hacer daño

Dime. ¿Pagarás el precio de Ukhu?

Me quedo clavada en el sitio. Ukhu pide el cofre, nada menos que el cofre. Pero tal vez sea un buen momento para hablar de ella a mis compañeros de penurias. Ellos también tienen derecho a saber y a opinar ya que estamos juntos en esto.

Me arrodillo en el suelo y les hago un gesto para que se aproximen. - Tiene algo que ver con el símbolo del mapa, el de la luna menguante con una cola detrás. - Dibujo el símbolo con un palo en la tierra.- La mujer de mi pesadilla tenía el símbolo y me dio la llave porque quería que lo abriera. Decía que yo tenía poder para hacerlo, aunque no sé por qué. Creo que quería que liberara algo y creo que está relacionado con el símbolo.

Saco el pequeño cofre metálico de mi mochila y lo deposito en el suelo. La llave está en mi mano. Siempre aparece en mi mano cuando pienso en el cofre. La introduzco en la cerradura y la giro con decisión.

Pero en vez de contener algo y aunque no tenga el menor sentido, su fondo es un ventanuco diminuto a algún sitio sin la menor iluminación. ¿es un portal?¿a dónde? En cualquier caso por ahí solo cabe un brazo. De ahí llega un aire húmedo y fresco que contrasta con el aire cálido del bosque. Trae un olor musgoso.

-Dime Ukhu, ¿Qué es este símbolo y por qué quieres la caja?

—¡CieRrA eSa CAjA ahORa MiSMo! —exclama Ukhu—. ¡ENtréGAmEla!. —El torbellino de su voz trae un viento frío. Un vendaval furibundo que hace temblar con violencia a todas y cada una de las ramas de la indómita selva.

¿Qué hacéis?
¿Cerráis la caja? No sabéis lo que puede contener...

¿La mantendréis abierta o se la daréis a Ukhu?

No esperéis que el viejo os diga que hay en su interior.

Cierro la caja al instante, la meto en la mochila y me la cuelgo a la espalda mientras me pongo de pie.

- Por mí te la puedes quedar si nos pones a salvo. Pero no soy la única que decide aquí, la caja es de todos.

La jejé ha soñado con los plukanka.

Contengo la tentación a duras penas de atravesarle el pecho porque sencillamente hay demasiadas opciones y ninguna es buena. El viejo quiere la caja. Este lugar está maldito.

-¿Qué saber tú de plukanka?

- Quyen nos pagaron para llevar la caja, hicimos un trato y dimos nuestra palabra, tenemos que cumplir..., si no quieres llevarla tú, deja que yo la lleve, pero no debemos abrirla y por supuesto no debemos dársela a este....hombre.... faltaríamos a nuestra promesa y soy una mujer de honor...- dije convencida, ¿por qué estábamos discutiendo aquello?, no tenía sentido -... Dame la caja, yo la porto..., busquemos la salida del bosque, seguro que Jamn puede guiarnos... ¿Puedes no?... - le pregunto a la oscura mujer

Ese viejo me está empezando a cabrear, primero la torta y ahora su arrogancia, y encima nos quiere engañar con sus trucos de magia. Vuelvo con mis compañeras y veo ese cofre... Interesante.. mmm.. Estoy con Athena, no podemos entregarle ese cofre, ahora que veo que muestra mucho interés en el, menos quiero dárselo. -Quyen estoy con Athena, no le vamos a entregar el maldito cofre a ese desgraciado mal nacido... Digo con un tono enfadado -Si saben algo es el momento oportuno de que nos lo digan Quyen y Jamn...!! Podemos seguir el mapa por nosotros mismos sin ayuda de ese viejo feo.... La sangre empieza a hervirme las venas y estaba dispuesto a enterrarle el hacha a  Ukhu en su cráneo pestilente.

Jamn ha reconocido el símbolo.

Estoy dispuesta a dar el cofre a Athena. Pero me pregunto si debemos llevarlo a Jalizar o si entraña algún peligro. Es algo sobrenatural, eso seguro. Y la mujer de trapo de mi pesadilla quería que yo liberase lo que contiene dentro, que abriese esa ventana a ese otro lugar con el que conectaba el cofre. Y tenía que ser algo pulkanka o plikanka o... ¿cómo lo había llamado Jamn? y ¿por qué lo quieren en Jalizar? Quizá lo quieran para liberar lo que hay dentro o quizá para pasar al otro lado.

Tal vez el druida tenga poder para custodiar el cofre o destruirlo. Tal vez sea el único con poder. No sé qué es lo correcto, pero sé que el cofre no es una mera mercancía.

Me quedo a la espera de que Jamn o el druida aclaren algo sobre los pukinka, plukena... bueno, esos.