Partida Rol por web

—¡No sólo rompiste tu exilio al venir otra vez!. ¡Encima tú y tus pálidos seguidores habéis cometido un pecado terrible!. ¡Habéis matado a su hijo favorito!.

Acusa señalando la cabeza de la terrible pantera; El Azotador de Asgorath.

—¡Guardias! ¡Apresadlos!.

A la orden de ese sacerdote cabrón muchas piernas se mueven

Son sus guardias personales. Tipos duros con caras de pocos amigos sobre torsos de músculos firmes

Algunos pueblerinos fieles al sacerdote también parecen quererse unir a la "fiesta"

Sacan a relucir sus armas. Son lanzas afiladas las que piden vuestra sangre. Todos ellos avanzan hacia vosotros...

¿Qué hacéis?

Son demasiados para derrotarlos y estoy demasiado lesionada para huir. No me queda más remedio que dejarme capturar.

Pe-pe-pero. ¡No es justo! El Azotador estaba dando caza a Rakos. Nosotros le salvamos la vida. Y matamos al Azotador en defensa propia. Hemos salvado a tu hermano. ¡No es justo que nos hagas prisioneros!

Mis ojos se llenan de lágrimas de impotencia.

- ¿Te odia?... No me había dado cuenta.... - respondo con sarcasmo a Rakos -... ¡Pueblo de Asgorath!....¡solo un dios puede matar a otro!.... ¡Y yo me impongo como vuestra diosa!.... ¡Arrodillaos si no queréis sufrir mi ira!!! ¡Dadme de comer!

No es que fuera la mujer más persuasiva del mundo, pero ¿qué podía hacer con algunos de mis compañeros heridos?

- La prueba de mi poder aquí está.... - muestro la cabeza de nuevo

Tras llegar al pueblo, escuchar a Rakos y ver la reacción de aquellas personas, entro en una euforia enérgica. Nos presenta como Dioses y muchos aclaman, ayudo a mi Diosa a levantar aquella cabeza y con la otra mano levanto mi hacha al cielo a la voz de Dioses...Ahhhhh!!! .....- Di un paso atrás y dejé que mi amor se lleve todo el merito y ver un poco con detalle esas personas, pero me intriga todo lo que veo en esas personas extrañas, tengo ganas de ese prometedor festín que nos dijo Rakos, pero por otro lado se me estaban quitando las ganas..  algo no me cuadra al ver llegar un hombre que parece ser un sacerdote más refinado de lo que las demás personas parecen en aquel lugar, y no trae buenos andares, con lo que puedo denotar una presunta actitud hostil y nerviosa. Es el presunto hermano de Rakos... no pensé que fuera así y menos un sacerdote, me imaginaba un guerrero príncipe de alto rango... Confirmado es el hermano y separados, pero oírlo me saca de mis cabales, ahora tengo una mezcla que una chispa podría prenderme fuego... 

Alto!! O es que no ven que traemos.. Es qué alguno de ustedes a sido capaz de matar a quien atemoriza vuestro pueblo? Díganme quién? A claro sí, hemos sido nosotros, los Dioses.... Tenéis ante ustedes a la Diosa Athena, mostrad mas respeto sacerdote....  Aprovecho la escena de mi amada para hablarle al pueblo entero que nos miran con ojos saltones ante ésta situación... No podemos salir corriendo con Quyen así, y menos después de que fuéramos recibidos como Dioses. 

Las palabras de la Valkiria consiguen frenar momentáneamente a los guardias. Pero Rakos, buen conocedor de su hermano, decide actuar ya que sabe que no podrán frenarlo sólo con palabras:

—¡Detenéos! —grita. 

—¡Asgorath ha enviado a estos hombres! ¡Y no los envió solos! —Con un gesto rápido le quita la capucha de la cabeza a Quyen, mostrando sus rasgos orientales. —¡Inclináos ante Shakti renacida!; la Reina de nuestro Dios!—. Rakos señala con el dedo hacia una de los estatuas en medio del patio. La esculturaa tiene una similitud inconfundible con Quyen, incluyendo sus ojos rasgados. La gente de Asgorath, incluidos los guardias, se inclinan frente a la bruja.

Rakos y Skoran son los únicos que están en pie, mirándose el uno al otro con odio.

El sacerdote queda sorprendido, pero se recupera con rapidez. Entrecierra los ojos como una serpiente preparada para atacar.

—Nos traes buenas noticias, Rakos —sisea—. Pero han de ser probados.

—Si estos extraños son enviados de nuestro dios, deben mostrar su valor —anuncia para luego dirigirse hacia la multitud—. ¡Traedlos al Salón de la puerta de Bronce!.

Una figura musculosa y velada se acerca a Skoran. Susurra algunas palabras en su oído para luego volver a desaparecer escabulléndose...

La muchedumbre junto a los guardias os rodéan nuevamente.

Están cerrando el círculo alrededor de vosotros dispuestos a conduciros a ese salón de las puertas de bronce.

¿Qué hacéis?

La situación se vuelve más confusa todavía. Me parezco a una estatua de su diosa. Asombroso. Estaba claro que Rakos traía algo entre manos en su deseo de ser readmitido por su gente.

Yo soy la de ojos rasgados, voy a jugar un papel en esto. Enjugo las lágrimas con el dorso de la mano e intento mostrar una porte digna. Me convenzo de que esta es una prueba más. No más peligroso que los bárbaros de las montañas, el Amo o el Azotador. Pero tampoco menos.

Pero cuando quiero avanzar mis piernas no me responden. Estoy temblando de miedo y las heridas me hacen trastabillar y caerme. Al levantarme tengo la cara llena de barro y estoy sollozando. Estoy aturdida, me siento perdida y no sé qué hacer.

La actitud de Quyen provoca una sonrisa torcida en el ladino rostro de Skoran. 

Conducidos por la multitud y rodeados por los guardias, os guían hacia un gran salón oculto en las profundidades del templo. Los pasillos son iluminados por antorchas y está claro que los Hijos de Asgorath viven dentro de este lugar como si se tratara de una ciudad. Entendéis por qué se llama el Salón de la puerta de Bronce, pues una enorme puerta hecha de metal dorado brilla en el lado opuesto de la gran estancia. Está grabada con la imagen de dos grandes serpientes, las cuales producen un efecto vagamente hipnótico sobre vosotros. Las sombras se disipan impulsadas por braseros en forma de cabeza vívora, y de su boca emana un ligero y dulzón olor a incienso.

Skoran se detiene frente a la puerta y se dirige tanto a vosotros como a la multitud:

—Decidme, extranjeros, ¿quién de vosotros pondrá a prueba su fuerza contra el Campeón de Asgorath?.

Váis a tener que elegir: Uno de vosotros se tendrá que enfrentar al Campeón de Asgorath

Decidme

¿Quién será el "afortunado"?

Pensadlo bien.

Es posible que el elegido no vuelva a ver otro amanecer...

Pongo mi mano sobre Quyen para tranquilizarla, si de mi depende, ella no tendrá que hacer enfrentamiento alguno -...Tranquila, estamos juntas en esto, saldremos adelante... - no estaba segura de ello pero jamás lo reconocería porque eso podía minar los ánimos.

- ¡Seré yo, Athena, la diosa enviada para guiaros!.... - muchos chillidos pero aún nadie me había dado de comer. No es que tuviera especialmente ganas de pelear pero de los cuatro estaba en mejor estado de salud que el resto.

Doy un beso a Kurdran en los labios -... Cuida de Quyen... volveré, esta noche yaceremos juntos.... - no lo tenía claro, pero estaba segura de mis habilidades, no podía ser peor el Campeón que el Azote.

Eres valiente, Valkiria. Espero que tu aplomo no sea tu fin

Los demás:

Athena se ha ofrecido. ¿Estáis de acuerdo?

¿Será ella quien luche en nombre de todos?

Athena me consuela y se ofrece a luchar. ¿Puede haber mujer más heroica?

-Que Avesta te bendiga. Rezaré por tí.

Y beso la punta de su lanza tratando de atraer la buena suerte. Nuestro destino está en manos de la Valkiria.

Nos libramos de ser apresados por los fuertes guardias del lugar con las palabras de Rakos, muy oportuno su velocidad de reacción con esa estatua y Quyen, el parecido me deja de piedra nunca mejor dicho, pero éstos salvajes no tienen pinta de ser idiotas. Nos rodean como si fueramos ganado, no me siento seguro en éste lugar la verdad con tal multitud... No deberíamos haberle hecho caso a Rakos y no deberíamos haber venido aquí nunca... 

Encima tenemos que luchar contra un campeón, del que no sabemos nada y mi querida Diosa quiere ir pero no estoy de acuerdo, no se lo voy a permitir, nunca me podré perdonar si algo le pasara.. De eso nada mi amada.. no voy a permitir que vayas tú, iré yo, seré yo quién luche con todas mis fuerzas y volveré para que volvamos a estar juntos.... Me acerco a su oído y le susurro..-Y entonces volveremos a yacer..

Nos volvemos a besar pero sin permiso de nadie y sin esperar la respuesta de nadie más, cojo mi hacha con mis fuertes brazos y grito con una contundente voz..- Yo Skoran seré quién lo haga, Yo Kurdran Dios Legendario de un infinito linaje que llevamos desde los tiempos de todas las tierras de todos los reinos... Mostrad al campeón de una vez y acabemos con ésto... Mi amada tiene hambre.. 

- Yo le acompañaré.... - digo a viva voz, sabía que Kurdran quería protegerme, pero soy mujer de armas, tengo honor y el sentido de mi vida es la lucha, si algo le pasara a él y no estuviera a su lado, jamás me lo perdonaría -...¿O es que es tan débil vuestro campeón como para no poder contra nosotros?....

Me posiciono al lado de MI herrero, no iba a negar algo, a pesar de que me negase el combate me excitaba que fuera valiente y dispuesto para la guerra. Así debía ser un hombre, siempre osado, siempre con un arma en mano.

- Sea como sea, amor mío, yaceremos, esa es la única realidad para esta noche... - y me puse a su lado, deseando qe nos dieran la opción de pelear hombro con hombro, para salvaguardar la vida de todo el grupo.

—¡Ja! —ríe Skoran. —¿acaso un Dios necesitaría ayuda para vencer a un simple mortal?—. Pregunta dirigiéndose a la multitud.

—Lucha ambos, si queréis —Es evidente que está seguro que el campeón vencerá y así acabará con dos de vosotros en lugar de uno—. Pero lucharéis por turnos. Hasta que uno no caiga el otro no podrá combatir. Son las reglas.

—Ahora decidme, falsos dioses: ¿Quién de vosotros será el primero en luchar contra el campeón?.

- Yo seré la primera y cuando caiga el campeón Skoran, el siguiente en morir serás tú, por ser un falso sacerdote de un falso dios, y quien te sustituya en el puesto será quien se arrodille ante mi... - digo con dignidad, si seguía manteniendo el papel me creería finalmente que era una diosa, y la verdad, no tenía siquiera idea de a qué diablos me iba a enfrentar.