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La Rica Hembra de Granadilla

Escena de Juego

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27/06/2022, 09:06
Director

 

Año del Señor de 1416. Villa de Granada, en la Corona de Castilla (la cual se llamaría Granadilla años después, y por tanto no confundir con la ciudad o reino de Granada musulmana). Sois siervos o conocidos* de doña Leonor, apodada la Rica Hembra, III condesa de Alburquerque (entre otros títulos) así como como reina consorte de Aragón debido a su matrimonio con Fernando I de Aragón, llamado también Fernando de Antequera en 1412 tras el Compromiso de Caspe.

Es el mes de enero, hace frío en el lugar (pero no es un lugar de nieves ni ventiscas) y en estos momentos os encontráis pasando una temporada en el castillo de la villa, propiedad del matrimonio real, como siervos, soldados o allegados; lugar, por cierto, ubicado en un emplazamiento estratégico y fortificado junto a la antigua vía romana de La Plata, cerca de las vegas del río Alagón. Doña Leonor y su séquito habita el castillo desde hace un mes con una de sus siete hijos: la infanta María, de casi diecisiete años.

Por su parte, el rey don Fernando se encuentra en Igualada, muy lejos de la villa de Granadilla, con graves problemas de salud. El caso es que la Rica Hembra acudió a Granadilla buscando un cambio de aires para su hija María, cuyos extraños comportamientos y manías la mantenían desde hacía un tiempo inmersa en una profunda preocupación (pasear desnuda por el castillo de noche o atacar sin previo aviso ni motivo alguno a los criados no es que fuera algo muy común...).

 

 

Notas de juego

Comenzamos.

*El primer post será de introducción. Como os habréis dado cuenta no os había dicho nada acerca de la historia de vuestros PJ, ya que quería que este primer post fuera precisamente para eso. Asique, antes de nada, y ya metidos en esta narración (estáis en el castillo de doña Leonor), habéis de concretarme cómo habéis llegado a parar al castillo, y cómo es que la condesa y reina os tiene en su palacio (seáis criados, conocidos o qué se yo :D). ES decir, tenéis que relatarme vuestra relación con ella y el entorno del castillo ;)

El pueblo en la actualidad:

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27/06/2022, 17:42
Rafael Durango

Rafael no había conocido a sus padres, aunque siempre sospecho que su progenitor había sido un famoso pirata gallego. Creció bajo los cuidados de Julian, un veterano soldado casado con Ana que fue como una madre para Rafael. El matrimonio no había tenido hijos, y ya algo mayores, se encargaron del jovencísimo Rafael, que había aparecido en la iglesia del pequeño pueblo de Orense en el que vivían.

Rafael fue instruido y trabajo como soldado, pronto destaco en sus dotes de mando, y pudo sustituir a su cada vez más anciano padrastro en sus tareas. Ocupándose el de dirigir a los soldados del conde.

Sus dotes de mando y ganas de aprender, le hicieron prosperar, y hasta ser recomendado para trabajar para los mejores nobles de la zona.

Con el tiempo, y Rafael hace poco que cumplió los 22 años, sus buenos servicios y lealtad, le han llevado a ser uno de los soldados encargados de la protección de la Reina Leonor, que siempre que puede le mantiene como parte de su escolta. Es bueno en lo que hace y tiene buena mano con los soldados con los que comparte esta tarea. Manteniendo un buen ambiente de trabajo y ganándose el respeto de sus compañeros, que suelen escuchar sus opiniones. Su baja posición social, le hace siempre estar a la sombra de algún noble que debe ser el responsable de la seguridad de la reina, ante los que tiene que responder como el soldado de baja clase social que es. 

Joven discreto, había tenido que lidiar con situaciones muy complicadas con la princesa María, a la que había tenido que vestir al encontrarla desnuda en más de una ocasión, y llevar a su dormitorio. Y luego avisar a los testigos, soldados y villanos, que de aquello ni una palabra debería decirse. O en los problemas que algunos ataques de María habían provocado en algunos soldados y en el mismo. Esta forma de actuar, fue del gusto de la reina, que vio la valía de tener cerca a tan esforzado soldado, que tanto miraba por el bien de su familia, como por su honra y fama.

Pasaba sus días en Granadilla, cumpliendo los turnos de trabajo y ayudando a que sus compañeros estuviesen en buenas condiciones, y tratando de anticiparse a posibles problemas y amenazas a la seguridad de la reina y de su hija. Aprovechando para conocer bien el lugar con paseos, que le llevaban de un lugar para otro en aquellos fríos días de enero.

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28/06/2022, 22:07
Vanesa

Mi hermana Ana me había colocado en un buen trabajo, en Granadilla. ¡Nada más y nada menos que de criada de una noble! Mis padres y mi hermano nada sabían de mi verdadero oficio, aunque se lo imaginaban. Pero Ana... mi querida Ana me conocía mejor que yo misma. Llevaba ya un tiempo por allí, barriendo, fregando, ayudando en la cocina, etc., cuando supe que la reina vendría al castillo junto a su hija; una chalada según decían las malas lenguas. Eso traería a la villa una pequeña corte de soldados, criadas, pelotas y alcahuetos. Para mi significaba dinero, en abundancia. La soldadesca solía pagar bien, así que me los pasaría por la piedra a todos. ¡Estaba de suerte!

El día que llegó la comitiva estaba en el patio, junto al resto del servicio, colocados en fila. Observé a cada uno de los recién llegados y me fijé en varios soldados que podían ser buenos clientes. Primero empezaría por los de arriba, que tenían más abolengo y después terminaría con el populacho. Así era yo, ¡una auténtica ramera! Con lo poco que ganaba aquí, unido a lo que consiguiera en adelante, podía conseguir el dinero que necesitaba para irme a otro lado, lejos de mi familia... sobre todo de la mojigata de Ana, mi querida Ana.

Una vez se alojó a la reina y a su maldecida hija, tocaba trabajar. Cada vez que me cruzaba con algún potencial cliente empezaba un sin fin de contoneos, carantoñas, sonrisas y caricias para atraerlo. Poco a poco fui haciendo negocio, eso sí, había que ser discreta, que no quería que me echaran de allí y tuviera que irme a los arrabales, junto a los animales de carga.

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29/06/2022, 11:00
Director

Tenía en buena estima doña Leonor a Rafael, uno de los pocos soldados que guardaban el castillo y la villa de Granadilla, por ser un hombre joven y fuerte, pero sobre todo fiel e inteligente; alguien en quien poder confiar la validez de su hija (no de la suya mano, pero sí de su seguridad ante las extrañas manías que por la noche, y a veces por el día, solía presentar). Esforzado y seguro, había hablado bastantes veces con la reina consorte, y siempre había sido bien mandado.

Por su parte, Vanesa se había acercado a los altos estamentos del castillo, la propia duquesa y su hija, como criada y casi doncella; sabía fregar, barrer, hablar debidamente y atender sin rechistar las peticiones de doña Leonor y de la princesa María; tal vez ambas supieran a qué se dedicaba realmente; mientras que Rafael llevaba algo más de tiempo con ellas, Vanesa se adaptó muy bien a su presencia en ese mes en que ambas llegaron con el séquito. Alguien servicial es lo que buscaba la reina, y allí estaba Vanesa.

La vida en aquella villa amurallada transcurría tranquila; campesinos y labradores entraban y salían del recinto hacia los campos, a buscar sus ganados y sembrar sus cosechas. Las aguaderas traían cántaros del río Alagón, al oeste del pueblo, en yeguas o mulas; y aunque no había mercado referido en el lugar el ambiente en la aldea era animado, donde había bastante población para el tamaño y cantidad de viviendas. La vida con la reina entre sus muros era, además, tranquila, pues era una mujer tranquila, alejada de ser déspota, aunque le gustaba marcar cierta distancia con sus súbditos (como noble que era).

Una mañana, un par de horas antes del mediodía, ambos estábais con vuestras tareas comunes: uno servir de vigilancia en el castillo, guardando que todo fuera como debiera, y otra atendiendo a las peticiones de la duquesa, no sin aprovechar para obtener negocio propio y personal muy de vez en cuando...

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29/06/2022, 11:00
Leonor de Alburquerque, la "Rica Hembra"

Ocurrió que por esos entonces habíais escuchado ya un rumor que recorría las bocas los vecinos de Granadilla: un extraño sonido que alertaba a pastores cerca de las vegas más próximas del Alagón. Y tal que esa media mañana, uno de los mozos del castillo, de nombre Cecilio, alertó a la soldada y a la reina Leonor acerca de una reunión en la plaza de la villa, donde algunos vecinos se habían concretado.

Vanesa, Rafael... -tanto la reina, que estaba en su aposento, como vosotros, inmediatamente fuera, es decir, uno guardando la puerta y ella retirando unas bandejas, habíais oído la alerta de Cecilio, como vuestra señora-. Id a ver qué ocurre: siento curiosidad por lo que hablen estas gentes. Id solos, sin nadie más y sed discretos -la reina temía que si mandaba a la tropa entera o a la plantilla de criados la gente se dispersara, pues ¿tal vez estarían hablando de la última escena de su hija, recientemente acaecida?

Notas de juego

Estáis en el castillo. La reunión es en el punto "Plaza Mayor".

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29/06/2022, 14:12
Rafael Durango

Ante aquella demanda de la reina, tan solo quedaba tratar de cumplirla lo mejor posible. -No tema majestad, iremos solos y trataremos de ser discretos y no llamar la atención.- Al menos el, así lo haría, y esperaba que también Vanesa se esforzarse por serlo, ante una petición de la propia reina.

Espero a que la reina se retirase, para dirigirse hacia la plaza mayor. -Vayamos a ver de que se trata, esperemos que no sean problemas, sino alguna cosa que ha alertado al tal Cecilio.- Le dijo a Vanesa mientras salían del castillo.

No muy alejada del castillo, estaba una de las calles principales que llevaban a la plaza mayor. Se fijo en la gente que transitaba la calle, y trato de escuchar si ya de algo e hablaba, que en ocasiones los rumores preceden a quien los trae. Siendo tan pocos soldados en la villa, esperaba que de ninguna amenaza se tratara, o tendrían que cerrar el castillo, mientras que mandaban a buscar ayuda.

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02/07/2022, 17:29
Director

Abandonásteis la estancia, y de camino a la plaza principal, Rafael trató de poner la oreja en lo que podría decirse durante el trayecto, pero lo cierto es que no escuchó nada entre las calles aledañas, pues las nuevas debían concentrarse en aquel lugar.

Minutos después, una vez allí, ambos observásteis que había una decena (no más) de personas en torno a un tipo harapiento, con barba de muchas semanas y aspecto muy desaliñado, con la única compañía de un saco y un maltrecho cayado. Aquel sujeto, que debía rondar la treintena (aunque parecía hasta más mayor), estaba siendo increpado por los vecinos de la villa (tan sólo esos que le rodeaban, y en derredor más curiosos por allí se congregaban.

Os acercásteis discretamente, aún todavía no a los tipos que formaban el círculo, pero sí lo suficiente hasta los primero curiosos, apostados en las esquinas de la plaza, y no tardásteis en escuchar rumores como que "traía nuevas sin sentido alguno" o incluso un evidente "está maldito".

No es que delante de vuestras narices estuvieran apalizando al susodicho, pero los vecinos si le inquirían y preguntaban, de forma obligada, y un poco abusiva.

Notas de juego

Le doy un empujón. Estáis en la plaza de la villa.

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03/07/2022, 08:46
Rafael Durango

En la plaza se encontraron, con lo que parecía un pastor. Había gente que le increpaba, algo había dicho que no resultaba fácil de creer por los que allí se habían reunido. Teniendo muy presente las instrucciones de la reina, no deberían llamar la atención. Así que se acercó un poco, para ver si podía escuchar cuales eran aquellas nuevas, que tanto estaban alterando a quienes las habían escuchado.

Y algo más cerca, le pregunto a unos campesinos que al parecer habían podido escuchar las palabras del pastor. -Perdonen ustedes, qué es lo que ha dicho ese que tanto esta alterando a quienes le han escuchado.- Allí, entre los comentarios de quienes le habían podido escuchar, y cerca de donde le estaban increpando, esperaba poder hacerse una buena idea, de cuales eran las extrañas noticias que aquel hombre había traído al pueblo. Generando aquel alboroto e intranquilidad, esperaba que no se tratase de un demente que allí hubiese llegado a contar sus locuras. 

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03/07/2022, 18:32
Vanesa

El encargo de la reina me cogió por sorpresa, siendo yo una simple sirvienta y no la más devota de la castidad. Aún así, parecía que mis contactos me habían servido para ascender posiciones en el castillo. Acostarse con ciertos personajes tenía sus beneficios, a fin de cuentas. El caso es que allí estaba, con Rafael el duro, yendo a la plaza del pueblo para ver qué ocurría y si tenía algo que ver con la loca hija de la reina.

-"Sí, vayamos a enterarnos de lo que ocurre. También sería bueno hablar en privado con ese tal Cecilio, a ver que más nos puede contar." Le respondí al fornido soldado.

Lo miré de arriba a abajo, deteniendo mi mirada más de la cuenta en su entrepierna. No quería ser descarada, pero debía de darle ciertos signos para ver cómo reaccionaba. Él era uno de los pocos que aún no me había comido de mi mano ni sorbido vino en mis pechos. Andando a buen ritmo llegamos a la plaza, donde había congregada una pequeña multitud, que acosaba a un desaliñado pastor o viajero. Habíamos llegado tarde y no sabíamos qué historia había contado el viejo, que no tan viejo, ya que mirándolo más de cerca, no tendría que tener más de treinta y pico años. Rafael preguntó a unos observadores que había al aldo y yo me quedé a su lado, como si no le conociera, pero poniendo la oreja para ver qué relataban. Observaba a la vez a la gente de mi alrededor, para ver a quién podíamos preguntar sobre lo acontecido allí antes de nuestra llegada. Los cotilleos eran la salsa de la vida en la Corte y más entre cortesanos y villanos.

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04/07/2022, 09:16
Aldeanos

Los aldeanos a los que preguntó Rafael giraron su cabeza y miraron las prendas y las armas de éste. Entendieron que era un soldado del castillo.

No lo sé -respondieron-. Al parecer es un forastero, y con cualquier chanza ha levantado los ánimos en la plaza.

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04/07/2022, 09:16
Director

Debía haber ocurrido en tales momentos, hacía pocos minutos, aquel encuentro, pues aún los congregados no sabían mucho. Cecilio, que quedó en el castillo, debía también saber poco, que era un joven bien mandado, y tal vez hubiera visto de refilón la llegada de aquel tipo increpado, de camino al castillo. Además, Vanesa tampoco escuchó más, puesto que los vecinos también estaban atentos.

Os acercásteis pues unos pasos al corro, que era menester el enterarse de los asuntos de la villa para contárselo a doña Leonor.

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04/07/2022, 09:16
Tobías, el andrajoso

Nada más acercaros, se abrió tal corro, y uno de los que conformaban el tal se dio cuenta también de la condición de soldado. Tal vez alguno más conociera a Vanesa, o al menos su bello cuerpo... Entonces se hicieron a un lado, y callaron un poco.

Soldado... -dijo entonces el tipo, y se arrodilló ante Rafael, entendiendo que poseía algo de autoridad en su atuendo de soldado, tal vez del castillo-. Llevadme ante vuestro encargado o señor... vengo de muy lejos, y traigo nuevas que azotarían los oídos a cualesquiera... -el tipo parecía, además, algo desorientado, exhausto tal vez-.

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04/07/2022, 12:23
Rafael Durango

La reina les había pedido actuar con cautela, pero esto no iba a resultar sencillo, ya que pronto reconocieron su indumentaria de soldado, y le hicieron hueco. El propio viajero, le interpelo, y estaba claro que allí no podían hablar.

-Esta bien, señor acompáñeme, iremos a un lugar más tranquilo en el que podamos hablar.- Le dijo a Tobías con la intención de buscar un lugar más tranquilo, alejado de miradas y oídos indiscretos en el que poder hablar más tranquilos.

Se alejaron del gentío y buscaron un lugar más tranquilo, en el que poder hablar con el viajero. Una vez alejado de la multitud, se detiene y le pregunta la viajero. -Ahora que estamos en un sito más tranquilo, dígame buen hombre cuales son esas noticias que trae a nuestro pueblo. Hable usted tranquilo, y explíquenos que es lo que tanto le ha alterado.- Le pregunto a aquel hombre, que bien podía ser un pobre pastor, o incluso un mendigo. 

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04/07/2022, 22:20
Vanesa

La gente no solo reconoció a Rafael como soldado, sino que alguno cuchicheaba que era el amante de la reina o el perrito faldero de ella. Me separé un poco de él para tratar de escuchar conversaciones ajenas, pero no conseguí nada más que algún piropo o un tocamiento incesante de nalgas. Volví a juntarme con el soldado. Juntos nos acercamos al desarrapado personaje que había congregado en la plaza un buen número de personas.

-"Sí, acompañe vuesa merced a este soldado, que él sabe de sitios tranquilos donde nadie pueda molestarle e increparle." Comenté en voz baja al barbudo vagabundo. Olía a culo de jabalí.

Acompañé a ambos al sitio que Rafael decidió y presté atención a lo que dijera el piojoso.

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05/07/2022, 20:05
Tobías, el andrajoso

El tipo asintió y se dejó llevar tanto por la palabra de soldado como por la confirmación de Vanesa. Mientras caminabais pudisteis notar el hedor corporal que desprendía aquel ser viajero.

Llegasteis finalmente a una esquina en medio de la villa justo cerca de un lugar donde vendían ciertas frutas y otros productos, y en esos instantes, lejos ya de las miradas de curiosos, el sujeto se detuvo y os miró a cada uno de abajo arriba, asustado.

Mi nombre es Tobías y vengo de muy lejos, de tierras de moros -señaló. Y sabíais que la frontera se antojaba distante, pero no inalcanzable-. Mientras hablamos, e incluso antes, en las sierras de Granada la peste se ceba con sus gentes sin piedad, y ahora... ese mal se propaga hacia esa comarca, y viene hacia aquí y a otras tantas más al norte. Debéis sacar a toda aquesta gente de este lugar, y evitarles un mal mayor... pues si no el mismo destino se yergue presto... ¡háganme caso y den cuenta de lo que les digo!

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06/07/2022, 10:12
Rafael Durango

Aquello que les contaba Tobías eran ciertamente nuevas muy alarmantes. Nada menos que la peste, pero tampoco era cuestión de creer a ciegas las palabras de quien parecía un mendigo.

-¡Cálmese buen señor! Y díganos, como esta usted tan seguro de que de la peste se trata. ¿Qué es lo que ha visto u oído para estar seguro de una cosa así? Entienda usted que es cosa muy seria lo que nos esta diciendo. Y más nos vale estar seguros de que es cosa cierta, y no mentira o falsa apreciación de vuestra persona.- En cualquier caso, aquello era una grave amenaza para toda la población, y tendría que informar pronto a la reina.

Y otra cosa mas, y de suma importancia. -Tome usted estas monedas para que pueda comer algo. Pero a cambio, ha de jurar usted que no ira contando estas cosas por el pueblo. Eso tan solo puede llevar a que cunda el pánico y los lugareños actúen de forma precipitada. Pero antes, díganos como esta usted seguro de eso que nos cuenta.-

Cosa seria, una amenaza para la reina, y todos los que allí vivían. Pero sería real, o cosa de la imaginación de aquel mendigo, que tal vez, podría sufrir de locura. 

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06/07/2022, 12:26
Director

Notas de juego

Si queréis podéis tirar el d100 por Empatía (Percepción).

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06/07/2022, 19:00
Rafael Durango
- Tiradas (1)
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06/07/2022, 22:09
Vanesa

El tipo olía realmente mal, a mierda de vaca o a algo peor. Me llevé un pañuelo perfumado que escondía en mi generoso escote a la cara para taparme con él la nariz. La fragancia de la tela inundó mis fosas nasales, apartando rápidamente las ganas de vomitar que me habían producido los fétidos olores del vagabundo. El perfume, claro está, era robado a la reina; solo unas gotitas. En el sitio donde estábamos, el tipo nos contó algo que me dejó patidifusa: hablaba de la peste. ¡La peste!

-"Rafael, yo creo que dice la verdad. ¿Es que no le has olido? Tiene la peste y nos la va a pegar si seguimos hablando con él. En vez de darle dinero para comida, deberías dárselo para que se fuera a otro lugar bien lejos de aquí. ¡Y que se llevara su peste con él!" Rugí algo histérica.

Me aparté unos metros de ellos, para no estar tan cerca. ¿Estaría infectado y por eso olía así? Quién sabe, así que lo mejor era no estar muy cerca por si las moscas.

- Tiradas (1)
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08/07/2022, 09:16
Tobías, el andrajoso

Estoy seguro porque vengo de allí. Soy judío, nacido en el reino de Granada y he vivido en esa ciudad un tiempo. La peste se yergue por doquier, y sube al norte, más arriba de las fronteras cristianas, como a esta villa... ¿acaso no lo sabíais? -le preguntó a Rafael mientras hacía un cuenco con sus manos y le daba unas monedas y asintiendo-. No quería yo alertar por simple desasosiego. La peste, señora, no se detendrá en ningún sitio -puesto que Vanesa apelaba a que se marchara, y así la enfermedad con él-. La mujer estaba algo recelosa, y por eso se apartó.

Pasó un rato, y el judío de nombre Tobías os volvió a explicar aquel peligro que cernía sobre la villa de Granadilla. Algunos vecinos que pasaban por allí os miraron sin dejar de andar, y no tardó mucho en presentarse alguien importante.