Partida Rol por web

Os quedáis durante un rato mirando el templo sin atreveros a entrar.
Cuando finalmente os atrevéis, subís las escaleras que elevan el edificio. Aparentemente, debido al gran uso del hielo en la estructura, debería hacer frío.
Pero en contra de todo pronóstico... hace una temperatura muy agradable.

Avanzáis por un pasillo que es circular, que rodea algo.
Ves algunas mujeres y algunos hombres. Atalayas y sacerdotes, de diferentes razas y sexos. Algunos rezan, otros tan solo se limitan a observar o meditar.

Y al fondo del todo una gran puerta que parece conducir al Oráculo.

Aquel lugar era ideal para el estudio, para la meditación y la contemplación.
Se quedaría allí durante horas, sumergido en sus pensamientos para alcanzar una mayor sabiduría. Y estaba seguro de que la alcanzaría.

Avanza sin temor hacia el Oráculo. Ya temería después, si algo salía mal.
Con los conjuros en su cabeza, se adentra.

Avanzáis poco a poco hasta llegar a la puerta, que está cerrada.
Sabes que si existiera alguien con el Don del Oráculo estaría ahí dentro, esperando a recibir los mensajes de los Dioses.
Sin embargo al entrar no hay nadie.
Como leíste, tal vez no existe nadie. O tal vez, al ser un trabajo tan duro el hecho de tener que ver diferentes destinos, se ocultan.
Aunque también leíste que personas que no tenían el Don podían ver, por diferentes circunstancias.

Entráis y ves una cúpula transparente sobre vuestras cabezas.
Es como el observatorio de tu Maestro, pero más grande, más maravilloso. Toda la luz se concentra ahí, en ese espacio completamente en blanco.
Hay muchas runas que forman las paredes. Una circunferencia en el suelo, rodeada con más runas. Y una pila en el centro de la sala.

Aquella blancura era casi agobiante.
Avanza poco a poco en la sala. Allí debía reverberar la voz como si fuera la de las deidades. Pero no se atreve a decir ni palabra. Apenas se atreve a respirar.

Observa los detalles, las runas. Tenía que explorarlas.
Memorizarlas para llevarlas al cuaderno. Pero antes... aquella pila debía de contener algo...

Comenzáis a mirar alrededor. Sira va contigo y te coge del brazo cuando empezáis a escuchar unos pasos.
Una figura femenina aparece por un lateral. Os mira y se sorprende, pero sonríe. Va vestida como una sacerdotisa. Es una elfa.
Transmite serenidad y paz.

-Buenos días, hermanos.-Os saluda con voz melodiosa.-Mi nombre es Moira. No poseo el Don del Oráculo pero puedo procurar ayudaros en vuestra búsqueda.

Justo ibas a acercarte a la pila, pero esa intervención te ha sorprendido bastante. La voz de Moira resuena por todo el lugar, como tú mismo predijiste.
Pero no hace daño a vuestros oídos.

-Esa pila antaño transmitía el mensaje de los Dioses y las Damas.-Te informa, sin detenerte en ningún momento. Puedes explorar lo que quieras.-No deseo importunaros. Si puedo guiaros de alguna forma será un placer.-Os sonríe de nuevo, y si no le pides nada en concreto observas que se va marchando para dejaros intimidad en vuestro recorrido por la sala.

Observa a la muchacha que se ofrece a serles de guía en aquel lugar. Algunas preguntas comienzan a formarse en su mente.
Se cruza de brazos, mientras camina alrededor de la pila. Se suelta de Sira con un apretón en la mano, para continuar su paseo.

- Tengo muchas preguntas... ¿Cómo funciona el Oráculo, cómo saber si uno de ellos ha llegado a nuestro mundo?

Se detiene y se gira, con una sonrisa.
Se va acercando a ti lentamente, como si el tiempo no pasase en ese lugar. Coloca sus manos sobre la pila, asomándose a ella.

-Lo sabe la persona que llega.-Responde, retirando sus manos de la pila.-O son los mismos Dioses quienes atraen a los Oráculos. Pero desgraciadamente nadie llega.

Se gira lentamente, hacia sus compañeros de viaje. ¿Qué pasaría si uno de ellos resultaba ser un Oráculo? ¿Bastaría con mirar al agua que debía de haber en su interior?
Sin saber por qué, se imaginaba a Sira con aquel don. Sonriendo, confiado, se acerca a la pila.

Y con lentitud, se asoma para buscar su destino.

Te imaginas eso mientras observas a Sira, que está contemplando todo con curiosidad.
Se agacha para tocar las runas, cuyos bordes están en relieve. No son runas de magia, exactamente. Sino más bien parecen mensajes, signos que tal vez nadie sabe comprender.

Kouta también explora, y se acerca a ti, curioso.
Te asomas a la pila y ves que dentro de ella hay agua.

No ves nada en concreto. Tu rostro distorsionado por el agua. No ves el fondo de la pila, que debería ser tan honda como el cuenco que hay arriba.
Es como una oscuridad pero una luz a la vez.
Nada. Solo tú, observando el agua esperando ver algo.

Se mira en el reflejo, y deja escapar un suspiro.
En realidad, se alegraba de no cargar con ese Don, pues sería una pesada carga. Acabaría ocultandose, como de seguro harían otros. Si ella era... No sabía lo que pasaría.

Llama a Sira con voz media, pues el eco haría el resto. Y la invita a acercarse. Aunque parecía entender lo que había en esas paredes...

Agradeces no tener el Don, y en el fondo temes que Sira lo tenga.
Ella escucha tu voz, que retumba por todas partes en un volumen muy agradable. Nunca te habías escuchado así.
Levanta la cabeza y se acerca.

La invitas a mirar la pila, y Kouta llama tu atención para saber qué ocurre.
Sira se queda mirando el agua.

Cuando te quieres dar cuenta una enorme luz baña todo el oráculo. Todas las runas comienzan a dibujarse de nuevo con una extraña luz celeste. Un viento sopla con fuerza, casi haciéndote retroceder y caer. A ti, a Kouta y a la sacerdotisa.
Estáis cada uno en una parte del Oráculo, cerca de las paredes que siguen dibujando las líneas de las runas.
Ecos de muchas voces comienzan a invadir vuestros oídos, y Sira continúa mirando la pila, muy quieta. Está de espaldas, pero la sacerdotisa que la tiene de frente ahoga una exclamación, mirándola con los ojos muy abiertos, asustada.

Cuando todo aquello ocurre, su mente se queda en blanco, intentando asimilar lo que está ocurriendo. Intenta levantarse, para acercarse a ella.
La sacerdotisa estaba asustada, ¿acaso algo iba mal?

¿Era Sira un Oráculo? ¿Qué ocurriría ahora? ¿Qué podría salir mal?

Sira alza la cabeza lentamente, mirando a la sacerdotisa, que niega con la cabeza repetidas veces. Como si algo no debiera estar ocurriendo.
Pero tu hermana se gira con esa misma lentitud hacia vosotros, y entonces comprendes que es lo extraño de la situación.

Sus ojos están completamente en blanco.

Las runas tornan un color más rojizo, menos "celestial". Y las voces comienzan a ser molestas, más un susurro de almas que la voz de los Dioses.
Ella se queda quieta un rato, con el semblante completamente neutral.
Y comienza a hablar con una voz que no parece la suya. Es una voz doble, extraña, inquietante.

Sangre inocente será derramada.
Un traidor maldecirá a las túnicas.
Un trato será ofrecido.
Un hermano entregará su propia sangre a la diosa Kaêtz.
Y una hermana será ofrecida como recipiente para que la diosa regrese al nuevo mundo.

Y cuando calla permanece ahí, aún de pie, quieta.

Estaban escuchando una profecía que hablaba de ellos.
La mira aterrado por lo que escuchaba, por el terrible sentido que formaba en su mente. Ellos acabarían... con un terrible y desgraciado final.
Como los héroes de las leyendas.

Cuando termina de hablar, cae de rodillas, con la mirada perdida. Su destino era acabar con lo poco que le quedaba de felicidad.

Caes de rodillas con la mirada perdida, y al poco comienzas a escuchar un gran estruendo.
Comienzas a ver portales que se abren, a escuchar gritos en el exterior del templo. Un nuevo ataque.

Todavía se están abriendo los portales.

-¡Darren!-Grita Kouta, al verte en ese estado. Pero tú ya habrás reaccionado.

Y Sira sigue también en ese estado.
La sacerdotisa observa aterrada los portales y os indica que corráis hacia ella.

El estruendo lo saca del infierno de sus pensamientos. Corre hacia Sira para tomarla en brazos. ¿Un nuevo ataque, como en la Torre?
No podía defenderse cargando con Sira, no podía.

Así que obedece a la sacerdotisa y se marcha corriendo como le indica.
Necesitaban escapar de allí.

Cargas con Sira, que es un peso muerto sobre ti.
Kouta avanza sin despegarse de ti, guardando tu espalda por si llegan. La sacerdotisa os abre una puerta, de la que ella había salido antes.

-No sé quienes sois, pero tenéis que escapar.-Os dice atropelladamente, sin dejar de mirar atrás.-Los Dioses así lo quieren. Tenéis que impedir la llegada de Kaêtz. ¡Huid!

Y si atravesáis la puerta ella la cierra, quedándose en el exterior. Donde ya comienzan a escucharse ataques más cercanos.

Se marcha corriendo. Lamentaba no poder proteger a Moira, pero... Sira le necesitaba. Necesitaba sacarla de allí a pesar de ese Destino que les estaba preparado.
No deberían haber llegado. La profecía había sido pronunciada. Ya no había modo de escapar de ella.

Con lágrimas en los ojos, corre y da la alarma a grito pelado, allá donde llegue.

Tu hermana llega un punto en que se queda inerte, no rígida, sobre tus brazos.
Cuando la ves tiene los ojos cerrados.
Te encuentras en un pasillo largo con una luz al final. Da al exterior, una entrada diferente.
La gente de la ciudad se mueve de arriba a abajo. La guardia defiende la ciudad e irrumpe en el templo, que es el foco del problema.

Corréis por la ciudad, caótica.
Unos magos, con esas túnicas que reconoces, os van a atacar. Pero alguien se coloca delante de vosotros y hace un gesto.
Los magos se llevan las manos a los ojos y maldicen a esa persona.

-Si queréis sobrevivir seguidme.-Os indica. Lleva una túnica y no eres capaz de verle el rostro. Más magos se acercan, la gente grita.
Y sientes que si te marchas de ahí el ataque será menos fuerte.

Cuando reciben esa ayuda, la acepta sin rechistar, sin preguntar.
La ciudad era un absoluto caos en mitad de todo aquello. Y lo peor de todo, no sabía por qué habían venido, pero sospechaba que era por su causa.

Lo sigue en silencio, comprobando que Kouta también les sigue.
¿Sería un amigo o enemigo?