Partida Rol por web

Silvania se sintió desnuda sin su arco ni su armadura. Rápidamente buscó donde ocultarse.

Pocas cosas le habían quedado claras a Robin de todo aquello: primero, que el tal Morbius Zoltheus estaba trasteando con los preceptos más sagrados de la vida, y nada bueno podía salir de aquello: finiquitar a aquel malvado nigromante aparecía como la prioridad principal en su lista de tareas.

Lo segundo que había alcanzado a comprender es que, probablemente, se imponía un asalto con nocturnidad, alevosía y mala leche a la vieja Escuela de Guerra. Bien, a aquel grupo le convenía entrar pronto en combate; parecía que nos lo estábamos tomando todo con demasiada calma.

Lo último que comprendió fue que el ruido de combate que se oía justo al lado de donde se encontraban ahora no podía significar nada bueno...

Medus parecía tan sorprendido como el resto del grupo. Mirando hacia Arthedain contestó:

- ¿Armas? Me imagino que las que pueda haber se están utilizando ahí fuera. Pero te aseguro de que el elfo oscuro no es un oponente baladí, sea quien sea quien ose llegar hasta aquí.

El gnomo señaló hacia la puerta de metal que se encontraba en dirección justo contraria a la que habían utilizado para entrar:

- Salir por ahí. Yo cerraré la puerta tras vosotros. Conecta con los restos de una vieja ciudad subterranea... Pero no os recomiendo pararos demasiado a investigar su arqueología. No sé cuanto tiempo podrá contener el elfo y el semiogro a los que vienen por ahí... Y no creo que sea casualidad que aparezcan tras vuestra llegada. Aparte de eso la ciudad subterránea tiene sus propios peligros. Recordad la ruta: izquierda, izquierda, izquierda, derecha, izquierda y luego subir por la segunda escalera. ¡La segunda y no otra! - recalcó - No os desviéis del camino o no me hago responsable de lo que os pueda pasar. Coged una antorcha siempreardiente de la pared salvo que podáis ver en la oscuridad.

Dicho lo cual tiró de su capa y se desvaneción en el aire. La misteriosa puerta de metal se abrió segundos después descubriendo un tunel de piedra que entraba en la oscuridad.

Silvania tomó la antorcha sin dudarlo y salió por la puerta indicada por Medus. Allí se paró y esperó a los compañeros, quizás alguno fuese un trampero y pudiese abrir camino, ella sólo era buena con el arco.

Robin no estaba acostumbrado a ir delante del grupo, y tampoco era un experto explorador, pero reconocía a primera vista las "situaciones" en las que lo más importante era tirar p'alante y dejarse de zarandajas. Rápidamente se encaminó hacia la puerta señalada por el gnomo, girándose el tiempo justo para gritar a los demás que le siguieran, y emprendió el camino hacia dondefuera que debían llegar.

Mientras corría, iba recitando, muy, muy bajito: "izquierda, izquierda, derecha, izquierda y segunda escalera. Izquierda, izquierda, derecha, izquierda y segunda escalera..."

El vibrante sonido del acero resonó en el oído de Gaius avisándole de lo que se avecinaba. Estuvo atento tanto a las reacciones de sus compañeros como a la de su anfitrión pero sin perder un segundo en planificar un plan de huida, lo cuál al final no fue necesario. Medus eligió puerta y ruta, indicándolos los pasos más seguros para abandonar el lugar. Aunque el orden que sus compañeros planteaban para la posiblemente azarosa huida no era de su gusto, decidió enmendar el error de calculo.

- ¡Yo avanzare primero! – espetó rápidamente mientras deceleraba los pasos de Robin poniéndole la mano sobre el hombro – Confiar en mi, será más seguro para todos –

Quizás a primera vista las palabras del asesino chocaran un poco con sus anteriores actuaciones, nada más lejos de lo correcto. El se protegía a si mismo abriendo la marcha, siendo el más capacitado para tal cometido no se arriesgaría a que le estallara alguna trampa o emboscada provocada por sus inútiles acompañantes.

- Y si todo se descontrola…- pensó acariciando su bandolera – siempre podré salir del embrollo como tantas veces… -

Mama Brigitte salió presta tras sus compañeros. La duda de quién les había seguido quedaría en el aire; pero sin armas sus vidas corrían peligro y no podían quedarse a averiguarlo. Comenzó a maledecir para sus adentros ¡Se supoene que debían pasar desapercibidos! Y nada más salir de la posada, les habían seguido hasta el mismísimo gremio de ladrones y asesinos. Ahora ya no eran invisibles en la ciudad. ¿Pero quién había seguido sus pasos? Con el único que habían hablado fue con el ricachón de la mina...¿Habría sospechado? ¿Habría denunciado a las autoridades de nuestra presencia y hablado de nuestras, para él, extrañas propuestas? Todas estas y más preguntas pasaban rápidamente por la cabeza de Mama mientras corría por el tunel.

Gracias por todo, Amigo, espero verte pronto, no te fies de los de ahi si han aparecido aqui y ahora es que alguien se ha ido de la lengua, tencuidado a quien le cuentas nada. Por otra parte te prometo hacer todo lo que pueda.- El enano se giro con resolucion y se encamino hacia la puerta que le había indicado su amigo y la abrió- Ya estamos tardando en marcharnos de aqui ¿ seguro que no quieres venir con notros? Si te quedas aqui tu vida correra peligro.
Bhain entro en el corrdor que se abri delnte de si.-ahora amigos visto que la discrecion ya no es una de nuestras opciones, sera mejor que busquemos armas y nos arriesguemos a llevarlas encima

Arthedain se colocó junto a la puerta de metal, sin perder de vista la entrada y apuntando con su varita en dirección a la misma. Una vez todos en marcha, salió procurando cerrar sin ruido para no dar pistas, a la vez que preparaba mentalmente un conjuro por si le era necesario.

El mediano, todavía montado, siguió a sus compañeros dispuesto a ser el que cerraba la marcha, sin embargo, al ver la actitud del elfo optó por pasar si discutir y dejar que fuera el quien cerrara la puerta.

La rodela en una mano lo protegía y la cimitarra, en la otra, le permitía estar dispuesto para defenderse de quien los siguiera - Déjame la retaguardia - le dijo a Arthedain - Remo es capaz de avanzar más rápido que cualquiera de Uds y sus dientes son tan mortales como mi cimitarra -

Tratando de mantenerse no muy lejos de la antorcha que llevaba la arquera se mantuvo atento a cualquier sonido que surgiera a sus espaldas dejando que Remo caminara siguendo a sus compañeros mientras el giraba el cuerpo y miraba hacia atrás

- Espero que recuerden las instrucciones - comentó al pasar mientras se preguntaba como serían las escaleras que había nombrado el gnomo "espero que Remo pueda treparlas... porque no lo abandonaré" pensaba preocupado mientras seguía atento a lo que pudiera venir a sus espaldas.

El grupo se encontraba en el amplio pasillo de piedra. A sus espaldas la puerta de acero se cerró antes incluso de que Arthedain pudiera echar la mano al pasador. Los ruidos de batalla seguían escuchándose a lo lejos, amortiguados ahora todavía más por la pesada puerta de metal.

Ante ellos, tal como mencionó el gnomo, se abría un amplio túnel de piedra labrada. No era una formación natural, eso estaba claro. Aunque parecía horadado en la mismísima piedra su forma era más o menos cuadrada, de unos cinco metros de arista. El techo, por tanto, quedaba bastante por encima de la cabeza del grupo lo cual frenaba la sensación de ahogo que normalmente se sufre en el interior de los túneles. En contraste al espacio el aire estaba cargado, humedo... Era casi asfixiante. La ventilación de ese gran túnel no era excesivamente buena.

Los ojos de Bhain recorrieron la extraña arquitectura. No era enana. El tunel no contaba con ningún tipo de decoración reconocible. Había sido labrado sin cariño, sin interés por su belleza. Era casi hostil a la presencia de los aventureros. Pero el enano tenía que reconocer que era una obra de ingeniería envidiable. ¿Como se las habría arreglado quien quiera que fuese para tallar aquella gruta artificial con unas medidas tan exactas? La piedra era sólida. Allí no habría derrumbamiento posible.

Frente a ellos el túnel se perdía en la oscuridad más allá de la luz de la antorcha siempreardiente...

Cuando Robin se vio alcanzado por el oscuro Gaius, le dejó pasar... No le importaba que alguien prefiriera ir delante de él.

En todo caso, le seguiría de cerca: quizás la habilidad del pícaro a la hora de detectar trampas no era tan buena como él decía, pero la habilidad de Robin para curar a los que caían de cuatro patas en un foso lleno de estacas estaba fuera de toda duda.

Mosest, todavía maldiciendo entre dientes por haber tenido que "retirarse" de la posición donde se encontraban (su cabeza no aceptaba la palabra huída), trató de desquitarse avanzando lo más hacia la vanguardia que sus compañeros le dejaran. Se encontraba visiblemente enfadado. Si tuviera su espada con él podría haber acabado con sus perseguidores de frente, sin tener que escabullirse.

Pero lo tenía claro: si se encontraban algo de frente que les obstaculizase el camino... lo derribaría con sus propias manos.

- Robin, déjame a mí ir detrás de Gaius. Es algo personal...

Dejadme que vaya el primero, mis ojos se adaptan bien a la oscuridad dellugar, ademas soy enano y me he criado entre cuevas echas por mis conjeneres y estoy habituado a andas por ellas. Aunque esta no sea de manofactura enana es posible que os sea útil, ademas si hay algun peligro mejor que vayamos los guerreros delante aunque estemos así, desarmados- Dice mostrando sus manos vacias

Viendo la prisa que muestran la mayoría de sus compañeros para ponerse al mando de la expedición, Robin les deja pasar a todos los que lo pidan, no sin mostrar cierta sorpresa. ¡Cuánta ansia por ser el primero en meterse en la boca del lobo! Esperemos que cuando llegue la dentallada - que llegará seguro - no sea muy profunda...

- A todos los peligros no se les puede hacer frente con la fuerza, recuérdalo maese enano – aleccionó con un tono de reproche Gaius a Bhain. Aunque los ojos del guerrero serían fundamentales, ver en la oscuridad era una gran ventaja, con lo que consideró una formación de dos en dos dándole parte de razón al enano.

- Bien entonces marcharemos primero Bhain y yo que será la mejor opción – declaró con firmeza mientras se colocaba a la altura del gladiador. Un gesto con la cabeza dejo entender que avanzaran todos rápidamente en pos de ellos. - ¡Vamos rápido!, atrás si sabemos lo que nos espera pero más adelante ¡no!… -

Al asesino no le importaba demasiado la formación que quedara más atrás, en las huidas es mejor saber a donde vas y dar con los problemas de cara, si tenías que hacer frente a los problemas de tus espaldas eso quería decir que no habías escapado como debías. Esperaba que estando él a la cabeza eso no sucediera.

Cuando iba a empezar a avanzar se giró y atravesó con la mirada a Mosest recordando las palabras que acaban de escapar de su boca. - ¿Algo personal?...- interrogó al paladín con su fría voz. Gaius espero por el bien del joven que sus intenciones no fueran en contra de su persona, si no podría perderse mientras huían, perderse para siempre.

"Me parece bien el orden; vamos", dijo el elfo. "E intentemos hacer poco ruido: cuanto menos pistas tengan los que nos buscan (porque no dudéis que nos buscan a nosotros), mejor."