Partida Rol por web

¡NO POR FAVOR! ¡ OS HE DICHO TODO CUANTO SÉ! ¡ LO JURO POR MI MADRE NO ME MATÉIS! NO DIRÉ NADA A MI TÍO NI A NADIE -el muchacho rompe entonces a llorar desconsoladamente. Si la integridad y puede que la vida de Colin no estuviese en juego os daría hasta pena el chico.

- Sussssht. Calla de una vez. – gruño con tono enfadado mientras apunto de nuevo al rostro del chaval.

- Bien. Esto es lo que vamos a hacer. – digo mirando al crío seriamente. – Vivirás. Si sigues nuestras instrucciones vivirás. – Echo un vistazo a Konrad por si quiere interrumpirme o añadir algo, pero imagino que pensará parecido a mí.

- Seguirás con tu vida normal. No hablarás con nadie, absolutamente NADIE, de este encuentro. ¿Entendido? – le miro muy seriamente. – Uno de nosotros te estará siempre vigilando y sabremos si incumples el trato. La próxima vez que te avisen de que tienes que vigilar porque hay reunión esa noche, llamarás a este Hotel* - digo mientras le tiendo una tarjeta del lugar donde descansamos, - y preguntarás por el señor Dilinger. Nos avisarás de que esa noche hay reunión y tú seguirás con tu rutina habitual. Si lo haces así no volverás a saber de nosotros y no tendrás problemas. ¿Entendido? –

- Recuerda, haz como te he dicho y vivirás una vida larga y feliz… - digo sin especificar lo que ocurrirá en caso contrario. Por mi parte podemos soltarlo en cualquier calleja lejos de la comisaría donde no nos vean. Creo que es hora de reunirse con Bangs y Harper y ponernos todos al día.

Konrad metió el coche por el primer callejón solitario que vio, y detuvo el vehículo

- Y ahora largo. Pienso cumplir mi promesa de llevarte a ver a los cocodrilos como no hagas lo que te hemos dicho.

El patrullero asiente y toma la tarjeta con la dirección del hotel con mano temblorosa y una vez libre sale del coche como puede sin decir ni pío, tan sólo asiente con la cabeza continuamente. Sale del coche temblando y se queda parado en medio de la calle unos instantes hasta que arrancáis el coche. Véis por el retrovisor cómo el chico empieza a andar como un pingüino al tener la entrepierna empapada.

Volvéis al hotel para ver si los dos académicos han regresado ya.

Un poco antes de las 17 os reunís todos de nuevo en el hotel...

- ¿Cómo ha ido? - pregunto a los académicos en cuanto entramos por la puerta Konrad y yo. - Nosotros hemos dado con algo que podría ser un filón. - Añado con una sonrisa torcida en los labios.

- No hemos podido seguir a Morris, pero seguimos a su sobrino, el patrullero George. - continúo para explicarles lo averiguado. - Cantó como un pajarito en cuanto Konrad y yo le apretamos un poco las tuercas. - La sonrisa se me ensancha al recordar la situación.

- El crío no sabe nada, sólo le utilizan. Al parecer existe una especie de grupo que se reúne algunas noches en el Castillo de San Marcos. George les ve entrar y salir y hace la vista gorda. Entre las personas que se reúnen están su tío Morris, una vieja, un tal William Thorton que es dueño de una tienda de fotos junto al castillo, uno de los del criadero de cocodrilos y más gente que George no conoce. - Observo a los dos eruditos, quizá todo esto sea demasiada información de golpe.

- No sé ustedes, pero a mí, un grupo de personas que se reúnen de forma oculta, por las noches y en un castillo me da muy mala espina. Algo malo traman. George dice que se reúnen desde antes de que él comenzara a patrullar, hace cosa de 4 años. Estoy bastante seguro de que el padre David murió por culpa de alguno de esos indeseables y lo están ocultando entre todos. - La verdad es que me preocupa muy poco Colin Baxter o su suerte... pero esta especie de logia sí que me transmite malas vibraciones.

- Hemos animado al chico para que nos llame cuando le vuelvan a avisar de una reunión. - añado finalmente sin poder evitar una nueva sonrisa.

- Además, me apuesto lo que sea a que también van disfrazados con túnicas negras como las que vimos en la cabaña del criadero. Es posible que nos encontremos ante una secta o algo parecido, y que el señor Baxter junior encontrara algo en aquellas ruinas sumergidas que ellos estuvieran buscando. Asesinaron al padre García, que estaba al tanto, y le colgaron el muerto al señor Baxter. Esa es al menos mi teoria -explicó Konrad, visiblemente mas tranquilo que de costumbre. Parecía que haber podido dar rienda suelta a sus instintos le había sentado bien

Pues nosotros no demasiado.- Contesta el viejo anticuario antes callarse y escuchar atentamente para que sus compañeros le expliquen sus descubrimientos.

Cuando terminan continúa hablando.- Mucho mejor que lo he hemos obtenido nosotros. Ya lo creo que sí.- El señor Bangs se recuesta en su silla.- La visita al Heraldo de San Agustín fue un completo fracaso, ese periódico no publica más que anuncios y artículos sobre eventos locales como ferias de antigüedades, desfiles conmemorativos de la toma americana de Florida, concurso de tartas, mariscada y otras cosas del mismo estilo. Nada que nos pueda interesar. Además- prosigue.- Los antiguos dueños un tal Charles y Claudia Collar quemaron el archivo antes de marcharse, así que todo lo anterior a tres años ha desaparecido.

Luego fuimos a la Sociedad Histórica. Su biblioteca está bastante completa aunque lo que encontramos no parece de utilidad directa para ayudar a Colin sí que elevará el precio de venta de nuestro oro. Por lo que parece el barco que encontramos era El Rosario, un galeón español que se hundió en la primavera de 1597 en aguas poco profundas, con bastante oro en sus bodegas. Los registros dicen que no hubo ningún superviviente en la tripulación y que también murió un prisionero religioso de origen francés.

Asiento en silencio ante las explicaciones del señor Bangs, cuando acaba su exposición añado:

- De todos modos nos falta visitar el archivo del otro periódico de la zona " El Centinela de Jacksonville" pero tendremos que desplazarnos a Jacksonville para consultarlo. Me gustaría resaltar el tema de los antiguos dueños del periódico local quemando los archivos antes de irse. Me parece muy muy raro. Deberíamos incluir sus nombres en nuestras pesquisas.

Asiento en silencio a todas las explicaciones dadas y pienso sobre cómo sería mejor proceder ahora. – No podemos irnos todos a Jacksonville… - comento pensativo. – Podrían organizar una reunión aquí y George nos buscaría para avisarnos. Si no nos encuentra irá con el cuento a su tío. -

Por un momento sonrío mirando hacia el techo, mientras pienso en que nuestro oro ha subido de valor gracias al descubrimiento de Bangs y Harper. Bueno, al menos con suerte me sacaré algo más de beneficio.

Cuando vuelvo a bajar la cabeza la sonrisa ya ha desaparecido y vuelvo a centrarme en el asunto que nos ocupa. – Ustedes – digo haciendo referencia a Bangs y Harper – podrían ir a echar un vistazo rápido a Jacksonville. Mientras Konrad y yo nos quedaremos vigilando. Mantendremos un perfil bajo, y quizá, sólo quizá, no estaría de más que nos acercáramos a echar un vistazo al Castillo, pero sin levantar sospechas. – Realmente no tengo intención de que nos metamos en problemas sin estar todos. Esto de una posible secta comienza a ser peligroso y cuantos menos seamos más peligroso será.

Si vamos a tener que enfrentarnos a una turba de locos, prefiero hacerlo siendo cuatro antes que siendo dos.

- Quizá en el periódico de Jacksonville encuentren algo sobre los Collar. – comento también. Es cierto que habría que incluir sus nombres en nuestras notas. Eso de andar quemando sus archivos no es nada normal. – Quizá podamos relacionarlos con el detective Morris… A lo mejor fue el propio Morris el que les ayudó a tapar algo cuando quemaron los archivos. ¿Se han fijado si hubo alguna investigación policial, y en caso afirmativo quién estuvo al cargo de la misma? –

De momento son todo suposiciones. Al menos hasta que atrapemos a uno de esos tipos raros que se reúnen en el castillo, le separemos de su manada, y le hagamos cantar como un pajarito…

- Me parece bien -respondió Konrad al plan de Dillinger- Podemos echar un vistazo al castillo en busca de alguna pista, aver que clase de reuniones llevan a cabo nuestros amigos. No me extrañaría encontrar más túnicas de esas, altares raros y otras cosas de sectas de pirados.

- De acuerdo, pues. Nosotros dos nos iremos al archivo, y ahora a cenar y a descansar.

El estómago me rugía con fuerza desde hacía rato y la conversación no me había relajado los nervios. Además la jornada de mañana promete ser dura y densa.

Completamente de acuerdo. Nosotros iremos a Jacksonville- Dice el viejo anticuario.- No creo que pueda ser de utilidad persiguiendo sospechosos de pertenecer a una secta.

A la mañana siguiente el grupo vuelve a separarse. Harper y George toman el tren a Jacksonville a primera hora mientras que Joe y Konrad dan un par de vueltas con el coche y luego aparcan y van andando el resto de la mañana mientras no pierden detalle de cuanto les rodea, hasta del más mínimo detalle.

En tres cuartos de hora el tren os deja en la estación de Jacksonville, un trayecto en tren bastante más rápido que en coche, debido al lamentable estado de las carreteras y caminos. En pleno centro encontráis las oficinas del Centinela de Jacksonville, un periódico de los de verdad.

Os reciben amablemente y os facilitan el acceso al archivo casi sin preguntas, al parecer la política del periódico es de total transparencia. Es más, os dáis cuenta de que tienen una sala habilitada para el estudio en el que hay varios estudiantes consultando información, parece en realidad más una biblioteca que el mohoso y húmedo sótano de periódico que teníais en mente.

Os remangáis y os ponéis manos a la obra.

Merodear alrededor del castillo, incluso de la comisaría, para ver si vemos algo sospechoso no se me antoja desagradable. Estoy habituado a ello. Lo bueno de estas vigilancias es que dentro del coche se está calentito, y además tengo tabaco de sobra.

Si comenzase a hacerse aburrido siempre tengo una petaca con algo de whisky en la guantera así que también podríamos hacer menos tensa la espera.

Con la ventanilla bajada veo cómo el humo sale de mi boca hacia el exterior mientras exhalo el aire de mi última calada. He dejado el paquete junto a la palanca de cambio después de haberle ofrecido a Konrad. Si quiere ya sabe de dónde puede coger, sin problema.

Sonrío para mí, echo un vistazo por el retrovisor… Manías. Siempre ando con la paranoia de que la poli me persigue. Luego continúo con la vigilancia sin un objetivo concreto. Quizá veamos al chico y no estaría de más darle un sustillo, recordarle que seguimos vigilando para que no abra la boca.

- Bueno, ahora nos toca la parte más aburrida de este trabajo… - digo tras un par de horas de un mutismo silencioso entre los dos. - ¿Puedo preguntarle algo, Konrad? ¿Cómo es que ha acabado trabajando en esto? – La verdad es que creo que podría sacarse muchos más beneficios trabajando en una banda como la de mi hermano… Quizá es que le guste que todo el tema sea legal… o a lo mejor tiene una parienta y tiene que tenerla contenta. En ese caso entendería que fuera por el camino “legal”. – Debería tomarse esto como un cumplido… pero se parece bastante a mí. Al menos en algunas formas de proceder. Me cae usted bien. -

Konrad fumaba un cigarro detrás de otro con más rapidez de la habitual; nunca bebía si tenía que estar de vigilancia, pero eso le creaba cierta ansiedad, que tenía que calmar con el tabaco. Si, era obvio que tenía problemas con el alcohol, pero le daba igual. Y en aquella situación, más todavía.

- Empecé siendo policía, pero a mis superiores no le gustaron mis métodos. En el fondo se que les jodía que yo obtuviese resultados mientras ellos se dedicaban a perder el tiempo. Así que me hice detective privado; al cliente le da igual cuales sean mis métodos mientras sean eficaces, y puedo trabajar en casos muy lucrativos de clientes que la policía no aceptaría. Es más, me encanta joder a la policía -respondió con una sonrisa sarcástica

Sorprendido ante la pulcritud del periódico me dispongo a usar toda mi capacidad consultiva para hallar alguna pista.

El viaje hasta Jacksonville había sido muy rápido y placentero, había valido la pena pagar los 6 dólares, de eso estaba seguro el señor Bangs, pero lo que no podía decir es que hubiera sido provechoso.

Por lo menos para él, que llevaba un par de días leyendo recortes de periódicos sin encontrar absolutamente nada de provecho.

- Los escrúpulos de los polis serán siempre su perdición. – respondo sonriente. Entiendo perfectamente a Konrad. Es en ese momento cuando me viene una idea a la mente.

- ¿Te da igual quien sea el cliente siempre y cuando pague tus honorarios sin retrasos? – Dudo si aceptará algún encargo claramente ilegal, pero hay muchos que bordean claramente la legalidad, que están en la línea… en el límite. – Mientras no te manden dar palizas a viejas o algo así, claro… - Explico para matizar.

Y seguro que a mi hermano no le vendría mal contar con un contacto como Konrad, que use otros métodos. Sólo de vez en cuando claro, y para ciertos negocios solamente. Pero podría ser muy lucrativo para todos.

- Bueno, seré más claro. – Sonrío de nuevo y doy otra calada a mi cigarro. – La banda de mi hermano está metida en muchos asuntos… no muy legales, por decirlo así. Pero creo que nos vendría bien alguien como tú. Para recuperar cierta mercancía de vez en cuando. Siempre hay algún tonto que piensa que puede sacarse beneficio robándonos… Como algunos cargamentos son tan grandes… Siempre acabamos pillando a la maldita rata que cree que puede aprovecharse, pero nos lleva tiempo y recursos. Quizá de vez en cuando podríamos contratarte para que descubras quién se ha llevado algo y dónde está. Eso liberaría muchos de los recursos de la banda, y al encontrar a esas malditas ratas más rápido, seguro que muchas otras ni se plantearán intentarlo. –

Estoy seguro de que Konrad sabe perfectamente lo que haremos luego con esos pobres desgraciados. Pero si no tiene escrúpulos como la poli, no le importará dar con alguno de esos tipos para nosotros.