Partida Rol por web

La noche es larga, y sombras y misterios surcan el camino; derrumbes, jinetes, truenos y piedras. El mundo es un misterio que puede sorprendernos mortalmente  cada esquina. En mi libro, escribo puntualmente lo acontecido mientras contemplo a Ulrich que descansa de sus heridas.

Amigo... amigo mio... murmuro con el pesar de la culpa. Pronto estarás mejor.

Contemplo con pesar el cielo y el camino, me preparo para ayudar al enano; y después a vigilar el camino.

¿Qué nos deparará el futuro?, ¿Habrá muerte o fortuna?. El mundo y el camino son un misterio. Un misterio que se antoja tan mortal, como jugar cartas en la taberna de un puerto de mala muerte.

La noche había transcurrido sin grandes contratiempos y el grupo pudo descansar largo y tendido, sobre todo al verse obligados a esperar a que Grim hiciera su trabajo; o mas bien, el que todos le habían impuesto y que nadie realmente quería.
El martilleo de Grim había durado gran parte de la noche, causando la molestia de muchos que intentaban dormir, los cuales no dijeron nada al estar concientes de la importancia de su trabajo. Aunque eso no fue lo único que les perturbó el sueño aquella noche; Ulrich, el perro de combate de Nathan estuvo quejándose casi hasta que se quedo dormido, probablemente no estaba nada a gusto con no poder caminar bien.

La mañana llego rápido, y con ello la hora de reanudar la marcha. Grim había sido de los primeros en levantarse; conciente de la rudeza del camino, había continuado con su trabajo en el carromato desde temprano. Mientras tanto el resto  desempeñó diversas tareas necesarias para afrontar el camino en el paso de fuego negro; y así tras desayunar algo de carne salada servida por la poco servicial Valdia, el grupo reanudo la marcha.
El resto de su cuarto día en el paso de fuego había estado transcurriendo con suma tranquilidad, aunque ahora se tornaba realmente extraño el no ver ningún comerciante ni viajero en el camino. Era claro que era un lugar hostil y que la gente no viajaba por allí en abundancia, sin embargo al ser una ruta de comercio, todos sabían que las grandes caravanas del sur tenían que pasar por allí.
Evitando pensar demasiado en aquellos detalles, el grupo de aventureros continuo su marcha hasta llegar un punto de nuevo sumamente montañoso; en el cual, el camino se tornaba en su sendero donde las montañas creaban un muro de piedra a los lados por largos trechos y no permitían otra cosa que no fuera avanzar a retroceder,
Fue allí donde la primera explosión del día se escucho, suave y lejana, casi imperceptible de no ser por que todos estaban ya atentos a que algo así sucediera. Grim detuvo el carromato de inmediato ante la preocupación de una nueva gran explosión, y con el resto hizo lo mismo. Todos oteaban el horizonte, como a la espera de algo terrible que surgiera de pronto, y el destino no les fallo.
Súbitamente una segunda explosión y mas fuerte que todas las antes escuchadas se suscitó en el paso, y ésta ves pudieron verla con claridad. Mientras el suelo temblaba con fiereza y un ensordecedor rugido les golpeaba de lleno, el grupo pudo apreciar a lo lejos, a no mas de un kilómetro, como las rocas volaban en múltiples direcciones y con ellas se notaba una gran cantidad de cosas que brillaban con el sol cual metales; esta vez estaban seguros de que aquello era producto de un cañón, un gran cañón.
Y por si la situación no pudiera ser peor, consecuentemente a la explosión y apenas el grupo pudo recuperar su sentido auditivo, un gran clamor se escucho a lo lejos, inundado por pequeñas explosiones, gritos y un sin fin de caóticos sonidos; los cuales sabian todos, eran característicos de una batalla.

El descanso había favorecido enormemente al mercenario, que esta vez pudo ayudar con gran eficacia en las reparaciones, haciendo uso de la fuerza cuando era necesario levantar o sostener alguna parte del vehículo. Sin embargo, el viaje no podía demorarse demasiado, y siguieron avanzando...

La marcha era tranquila, demasiado... Pero el mercenario ya había expresado sus sospechas al respecto. Y cuando las explosiones volvieron, acompañadas de otros sonidos, lo tuvo claro: un gran cañón, y una batalla... El ejército del Imperio estaba combatiendo contra algo... Y seguro que eran ésos malditos pieles verdes. 

El dolor en mi corazón apenas me permitió dormir, ayudar al enano, y cuidar a Ulrich. Seguía sus ordenes al pie de la letra, lo mejor que podía sin quejarme (probablemente fuera la primera vez desde que me uniera al grupo),y al terminar, desoyendo los dolores de mi cuerpo, me acomodaba junto a Ulrich, intentando consolarlo y cuidarlo un poco en su sufrimiento. Ulrich... mi pobre Ulrich.

La mañana, me sorprendió con un velo negro en los ojos (ojeras), y el ruido de aquellas malditas explosiones. Y un rumor de batallas...

Tras acomodar a Ulrich, me despegue de su lado para continuar mi labor, no sin cierto temblor en mi ser, al temer que volviese a ocurrirnos lo mismo que ayer.

-Creo... creo que debemos reparar rápidamente esto antes de movernos. No... no confío que sea buena idea el acercarnos más en estas condiciones. Tenemos heridos, y podría ocurrir otro deslave. Rannall... puede que esta vez no decida favorecernos.

Reparaba el caarromato a una velocidad muy lenta, todos ayudaban y gracias a eso avanzaba un poco mas,solo esperaba que este cacharro nos sirviera para poder largarnos en paz y sin mas inconvenientes, antes de partir repartiria unos cuantos martillazos mas para poder estar mas seguros -Bien camaradas, esta cosa esta lista para moverse, aun asi no vendria mal un poco mas de trabajo, nos moveremos en una hora mas.-

Su caballo estuvo apunto de encabritarse una vez más con aquel estruendo, pero el bretoniano pudo dominarlo y tras acariciarle casi un centenar de veces, el caballo se calmó y el bretoniano pudo descender de él con seguridad.

Con las bridas en la mano se acercó al carro y ató su caballo a él para tener las manos libres y poder ayudar - déjame que te ayude antes de continuar - dijo mientras miraba indistintamente el carro y los sonidos de la batalla.

No es nuestrra guerra.

Trojan quiso dejar claroa quello desde el primer momento. No quería que ninguno de sus compañeros sintiera un repentino arrebato patriótico o heroico que les llevara a todos a la tumba. Inmiscuirse en una batalla que no era suya no les reportaría beneficio alguno; y si graves heridas, cuando no muertes al clan.

Acercarse también era peligroso, no sólo por el riesgo de toparse con las tropas que flanqueaban la fuerza principal, o los exploradores que una vez iniciadas las hostilidades se retiraban a una segunda línea; sino por le riesgo de que su carro fuera requisado tras la batalla para el traslado de heridos o algún otro uso.

Arrmaos con vuestrras perrtenencias. Forrad los cascos de los caballos con trapos o telas, las capas de los hechicerros rrojos serrvirrán. Hay que evitar que hagan ruido, debemos ser silenciosos y mantenernos al margen de la contienda.

- Tenemos que arreglar el carro de una vez y salir de aqui. Esa batalla esta muy cerca y en cualquier momento nos pueden descubrir las patrullas de cualquiera de los dos bandos, o aun peor desertores que no quieran dejar testigos de su huida. - les dijo Walter a sus compañeros mientras empuñaba uno de los martillos y daba fuertes golpes siguiendo las intrucciones que le daba Grim.

La elfa se despertó de un reparador sueño. Los martillazos del enano, debido al cansancio, fueron un acogedor arrullo.

Cuando se levantó por la mañana convocó a los heridos para tratarlos y revisar las curas y vendajes del día anterior.

Tras el excelente trabajo en el carro realizado por Grim, reanudaron la marcha alertas a lo que pudiera pasar, no había que desdeñar la experiencia adquirida el día anterior y sus ojos oteaban el horizonte en busca de algún peligro.

Finalmente este llegó de nuevo en forma de cañonazo, explosión a la que siguió el inconfundible sonido de la batalla. Maldición habían decidido atravesar el desfiladero en medio de una guerra. Ya era mala suerte. ¿Es que no les podías salir nada bien? - pensó.

Subida en el cabestrante con Grim llevando las riendas se giró para preguntar a Jaime en el interior - ¿Avanzamos o retrocedemos? -

Grunt no había tenido una buena noche. Entre lo precario de su hospedaje, el insoportable repicar del martillo y las gélidas ráfagas de viento que barrían sin compasión el angosto sendero donde se habían ocultado, el enano apenas si había podido pegar un ojo.

Primero había intentado parapetarse detrás de una gran roca, cubierto hasta las narices con mantas y otros trastos diversos que había encontrado en el carro. Pero igual le había sido imposible ponerse a salvo del penetrante frío de las montañas.

Quizás por eso, y porque era uno de los pocos que no había recibido heridas considerables, decidió ayudar a Grim en su tediosa tarea de reparar el carro. Más para recuperar algo de calor con el ejercicio que por otra cosa. Aunque, en verdad, “acompañar” hubiera sido un término mucho más adecuado. Pues debido a su escasa pericia y al agarrotamiento de las manos que le producía el frío, lo cierto fue que el enano apenas si sirvió para algo.

De modo que solo pudo conformarse con aguantar junto a su camarada hasta el último momento, cuando ambos cayeron rendidos finalmente por el cansancio de todo aquel día de esfuerzos.

Ya por la mañana, había sido uno de los últimos en levantarse, y había marchado con paso torpe y somnoliento desde entonces, apenas conciente de la dirección que llevaban sus pasos.

Por supuesto, todo eso cambió repentinamente con las primeras explosiones.

- ¿Retroceder? – respondió con vibrante excitación a las palabras de la elfa – Ese no es el espíritu del glorioso Clan de la Sombra Lunar !!!

- Además… ¿hacia dónde? No es un buen lugar para maniobrar el carro, y aún falta hacerle algunos ajustes. De todos modos no creo que llegáramos muy lejos. Yo creo que al menos deberíamos investigar qué es lo que ocurre. ¿Y si las fuerzas fueran parejas? ¿Y si nuestra intervención pudiera decantar el curso de la batalla?

Mientras hablaba, había un extraño brillo en su mirada, como si una creciente fascinación lo hubiera asaltado de repente. O quizás solo fuera la falta de sueño.

- Ya hemos demostrado que somos una unidad de combate bastante decente ¿no?
 

-Por muy buenos que seamos, podemos llegar a ser un estorbo. Piénsalo bien, tenemos un carro defectuoso y voluminoso, también algunos heridos, y no se ustedes, pero aparte de Sir Hugo, no creo que alguien mas tenga armadura para enfrentarse en combate.

Si avanzamos... y no nos encontramos en condiciones, o si la carreta nos falla: bien podríamos cortar la única vía de escape o de refuerzos de las tropas imperiales.

Sí, Grunt, perro mientrras los demostrrábamos nos han demostrrado a nosotrros la morrtalidad de nuestrros cuerrpos. El mío aún se rreseinte de la enseñanza. Lo rrepetirré: no es nuestrra guerra.

Justo lo que temía, habían sentido la llamada de la insensatez.

-Que no decida favorecernos?- Clamo Domochievski para escupir enseguida al suelo de forma despectiva a las palabras de Nathan –Si lo antes fue el otorgamiento de su favor, creo deberías ir pensando en cambiar de dios-

Jaime se rascaba la barba ante la pregunta directa de Lorantha, había que tomar una seria decisión y eso no le gustaba para nada.
Tras un momento de espera mientras escuchaba a los demás clamo. –Trojan y Nathan tienen razón, no somos capaces de entablar una batalla, mas bien seriamos usados para cargar cadáveres y nos requisarían todas nuestras pertenencias. Eso si el bando ganador es el del imperio. – guardando silencio un momento mientras seguía rascándose la barba y miraba a los alrededores, Jaime mostraba claros indicios de no estar seguro de cómo proceder –Creo que a la par Grunt tiene también razón, no podemos retroceder, ya no hay marcha atrás a mi parecer- y culminando clamo sonriente –estamos entre la espada y la pared, estoy abierto a ideas, si alguien tiene algo que lo diga-.

-Retroced?, jamás- Grito Igor desde el carromato –Avanzad siempre y dad la cara al enemigo. Formaremos una fila de batalla con la infantería y detrás los arqueros, yo liderare la primera carga. Muchos morirán pero al final conseguiremos la gloria y seremos recordados por siempre. Rápido, traed mi armadura y mi espada-.

- ¡Bien dicho Igor! - dijo Sir Hugo eufórico -no nos queda salida más honorable que avanzar de frente y pelear, no hay mayor honor que morir en el combate -dijo dando a entender que era aún más descerebrado que el propio Igor -formaré contigo en primera línea y caeré abriéndome paso si es necesario.

Las palabras de Igor sonaban heroicas pero a la vez fatalistas, debía haber otra salida, pensaba Jaime mientras observaba y escuchaba todo con suma atención. Y justo entonces a lo lejos algo peculiar llamo la atención de todos.
Saliendo de la nada, o mas bien de la misma tierra, un par de formas corrían a lo lejos como quien huye tras haber visto a un dios demonio. Estos si su vista no les engañaba, eran un par de enanos algo andrajosos, probablemente habitantes de las montañas.
Agitando las manos y señalando hacia atrás, el par de enanos parecían quererles decir algo mientras corrían directamente hacia el carromato.

-No estoy seguro de que pretenden ése par... Pero si mi intuición no me falla, están indicando que salgamos de aquí. Y la verdad es que el filo de una maldita rebanadora no es lo que más ansío en esta vida... Aunque si no queda más remedio, venderé cara mi vida, claro. 

No puedo evitar ver a los enanos que corren hacia nosotros, no parecen ser una amenaza pero se ven asustados y parecen querer decirnos algo. Seguramente se trata sobre algo de que debemos huir por lo que sin perder tiempo empiezo a empacar las cosas y preparo el carromato para poder largarnos en el menor tiempo posible? -Que pasa?- Pregunto a los visitantes en mi carrera por apresurarme a arreglar nuestra escapatoria.

La elfa había dejado la pregunta en el aire y no iba a ser ella la que tomara la decisión acerca de qué hacer, pero tampoco tenía intención de suicidarse siguiendo a un anciano y a un caballero.

Fue ese el momento en el que se percató de los enanos haciendo gestos. Como dudaba si les estaban alertando de un peligro que se cernía sobre ellos del que huían o de otra cosa. Preparó su arco y se mantuvo atenta, apartándose un poco del carro.