Partida Rol por web

Esma siguió el consejo de sus compañeros y dejó la charla para más tarde. Cuando escuchó la palabra "trampa" flexionó levemente las rodillas y se protegió con su espada.

- ¿La vais a activar, Hulfur? Cuando digáis- se dirigió al enano con deferencia, imitando a los demás. Debía ser alguien importante si se referían a él como "maese".

Focalizó toda su atención en la puerta, a la espera de lo que pudiera embestirla, atrevesarla o precipitarla al abismo.

Me acerqué a mis compañeros, con el escudo por delante, esperando que desactivaran la trampa que había en la puerta. A saber qué se activaba al abrirla. En susurros, comenté:

-"En la sala de la puerta derruida no he visto nada. Hay que abrir con cuidado y entrar."

Una gota de sudor resbaló por mi frente. Esperaba que todo saliera bien y no encontráramos ninguna resistencia de los nuevos inquilinos.

Vlad se limitó a observar con una ceja arqueada como el enano se envalentonaba para derribar la puerta. Sin dudas la palabra "discreto" se perdería en cualquier trabajo que hiciera con el lingote andante. Aun así, había vivido lo suficiente como para no subestimar las habilidades de un miembro de la raza antigua, por más toscas que puedan parecer en una primera instancia.

Cubrió la luz colocando la otra mano sobre su palma para evitar revelar su posición al enemigo, quien sabe. Quizá con el flash que provoque su repentina revelación podría causar sorpresa entre los que se hallen ahí refugiados.

—Todo el mundo atento...

Día 1 
13er día del 1er mes de Cosecha
Despejado - Anocheciendo 

Las gotas de sudor perlaban el rostro barbudo de Hulfur mientras el resto de sus compañeros contenía la respiración. Algunos de ellos ya habían tenido la ocasión de enfrentarse antes a este tipo de ingenios y, por suerte, seguían con vida para contarlo. Los efectos de este tipo de trampas podían ser muy desagradables aunque no fueran mortales.

El enano apoyó la mano con cautela mientras se aseguraba de que el escudo tapaba eficazmente el lugar por el que creía que saldría disparada la aguja. No obstante, aquellas diminutas trampas no recibían su nombre por casualidad y podían ser arteras y engañosas, atacando por donde uno menos lo esperaba.

La puerta empezó a crujir con un susurro lastimero que, si bien fue bastante discreto, a ellos les pareció que hubiera podido escucharse desde la misma posada del Vado Brumoso. 

Un chasquido sordo confirmó los peores temores de Hulfur cuando la trampa se activó pero respiró aliviado cuando sintió el pequeño pero potente impacto contra la superficie dura del escudo y el repiqueteo cuando la aguja cayó al suelo, inerte^[1]. Entonces empujó la puerta preparándose para el combate.

Sin embargo, no parecía haber nadie esperándoles allí. Ante ellos se mostraba una amplia sala casi cuadrada de largo y ancho similares al pasillo desde el que observaban. La cámara parecía totalmente vacía de cualquier interés salvo por un montón de cascotes, tablones y harapos que se habían acumulado en el centro de la estancia por alguna razón.

Aun por esperado el súbito impacto de la aguja hizo que el enano diera un paso hacia atrás sobresaltado, el repiqueteo de la aguja envenenada contra el suelo hizo que apareciera una mueca de satisfacción en el adusto rostro del guerrero. Termino de abrir la puerta y observo el interior de la habitación, estaba vacía. Chasqueó la lengua decepcionado, estaba seguro de haber escuchado a alguien.

-¡Mis oídos no me fallan por Taranis!- dijo mientras se mesaba la barba pensativamente mirando el amasijo de tablones y harapos en mitad de la sala - ¡Mmmm!, deben provenir de aquella puerta, no me gustaría dejar en mi retaguardia a posibles enemigos.

Mientras habla desde el marco de la puerta sigue examinando la sala, mirando las paredes e incluso el techo de la misma atento a cualquier peligro,  parece que tampoco había ninguna puerta o acceso a otro lugar.

-Abramos la puerta del final, después miraremos debajo de esas tablas, parece que han querido esconder algo debajo - el enano giro en redondo y palmeo la espalda del semiorco en actitud amistosa. - Preparaos creo que esta vez tendremos una bonita pelea- dijo en un tono jovial como si se tratara de algo emocionante y divertido mientras se acercaba a el otro portón cerrado al final del pasillo.

Vlad suspiró por la inusitada alegría del enano ante el peligro inminente. Como quien tiene que lidiar con un imprudente jovenzuelo. Sabía que sus probabilidades de sobrevivir estaban ligadas al enano de alguna forma y de su habilidad para el combate, solo esperaba que su escabrosa forma de afrontar los trabajos les evitara problemas en un futuro.

Desenvainó la espada de su cinturón y tanteó su peso con un par de tajos al aire para luego asentir con la cabeza. Estaba listo.

—Aseguremonos de no convertir estas "alegres" busquedas de pleitos en rutina, maese enano. Por el bien de todos y la felicidad de nuestro empleador.

Su mirada saltó del enano al mago, y de nuevo al enano. Se tomó la barbilla en actitud pensativa y miró de soslayo los tablones ¿No sería mejor averiguar qué había debajo antes de enzarzarse en una pelea? Quizás les diera ventaja. A lo mejor era una trampa. Si podía evitar un enfrentamiento innecesario, haría todo lo que estuviese en su mano.

- ¿Por qué no... investigamos qué hay aquí? A lo mejor nos da una pista sobre los ocupantes de la torre...- se detuvo a media oración y cayó en la cuenta de que el enano había escuchado a alguien tras la puerta. Seguramente los emboscarían si se dedicaban a trastear con la madera.

-¡No! ¡Olvidadlo! ¡Ulkhan, juntémonos en la vanguardia!- se posicionó al lado del mago, parapetando un poco su figura con intención de protegerle. Seguramente terminaría por protegerla a ella, pensó.

Al parecer, no había nada en esa habitación. Pero era raro que no hubiera nada y tuviera una trampa en la puerta. Hulfur comentó que había oído a alguien tras la puerta del final y hacia allí dirigió sus pasos. Los demás le seguimos con cuidado.

-"Yo cerraré la comitiva, por si algo viene por la retaguardia."

Miro a la chica que le hablaba, aunque realmente no hacía otra cosa que hablar, seguramente la muchacha sería útil en algo, no se habría unido al grupo por nada. Cuando el enano palmero "su espalda" hizo algo parecido a sonreir, pero por suerte no se vio con la máscara, ya que se habría visto una sonrisa con dos grandes colmillos inferiores, nada inofensivos.

Sacó su hacha a dos manos, que llevaba cogida a la espalda, podía manejarla con una mano pero se sentia más confiado y se aseguraba de no dar a gente a su alrededor usandola con dos manos, se preparo por si tenía que usarla en breves y se acerco a la muchacha, para él era la más vulnerable. 

Día 1 
13er día del 1er mes de Cosecha
Despejado - Anocheciendo 

Tras cerciorarse de que no parecía encontrarse ningún peligro oculto en aquella extraña sala, Hulfur dirigió su mirada y sus pasos hacia la que verdaderamente le preocupaba, aquella de la que venían los sonidos. El enano observó con ojo experto los tramos de la puerta, a fin de localizar una nueva trampa oculta pero, en esta ocasión, no vio nada que pudiera resultarle sospechoso.

Tras él, comportándose por primera vez como un equipo, se movían Vlad, Esma y Ulkhan, además de Caronte que cerraba la comitiva^[1].

Al igual que la vez anterior, el enano empujó con cuidado la puerta, atento a cualquier ruido o movimiento extraño, para finalmente abrirla del todo.

Ante ellos se extendía la pequeña continuación del pasillo, que avanzaba hacia el este. No obstante, pocos metros más allá, una barricada de barriles de madera, tablas y mobiliario destrozado les cerraba el paso. Unas criaturas de aspecto reptiliano permanecían apostadas, asomando sus cabezas por encima del parapeto, apuntándoles con arcos ligeros.

Las criaturas no se lo pensaron demasiado, debían intuir que aquellos hombres y mujeres armados no venían precisamente a pasearse por la torre, y descargaron sus arcos sin vacilar, apuntando a las primeras cabezas visibles que asomaron por la puerta.

Atacando de forma cruzada, cuatro flechas surcaron el pasillo en dirección a Esma y Hulfur. La exploradora tuvo suerte y las saetas dirigidas hacia ella acabaron golpeando la pared lateral, provocando pequeños destellos al saltar chispas derivadas del contacto del acero con la piedra. No obstante, su compañero no estuvo tan afortunado. Hulfur tardó demasiado en levantar su escudo con tan mala suerte de que los dos proyectiles impactaron en lugares que su cota de escamas no protegía.

Por su parte, otros cuatro guerreros armados con espadas cortas que se movían por delante de los arqueros se posicionaron para proteger a sus compañeros.

Al abrir Hulfur la puerta, nos atacaron unas horribles criaturas. Eran bastantes y bien pertrechadas, con arcos y espadas. Una lluvia de flechas volaron hacia nosotros, mientras que los de las espadas avanzaron a nuestro encuentro.

Yo me preparé para el combate. Cogí una piedra y la puse en la honda, concentrándome en apuntar bien para dar en la cabezota a una de esas bestias. Nos superaban ampliamente en número, así que no podía errar el disparo.

-"Aguantad chicos, hay que contraatacar."

El enano sintió el impacto de las dos flechas soltando un gruñido por el dolor, aquellas criaturas tenían buena punteria. Su instinto guerrero le impulsaba a cargar contra el enemigo para machacarlo, sin embargo sabia que era una acción suicida arremeter contra un enemigo bien pertrechado, alzo su escudo a modo de protección para evitar que otra saeta le alcanzara parapetandose detrás del escudo.

-¡Malditos bastardos¡ ¡Me haré unas bonitas botas con vuestros pellejos! - gruño el enano sintiendo una punzada de dolor, al alzar el escudo por la flecha que tenia clavada en el hombro.

Vlad se mantuvo detrás del enano en todo momento. Al menos hasta que el embate fue inevitable. Suspiró, exasperado, mientras que esperaba que fuesen los únicos problemas con los que lidiarían en aquella torre abandonada. Cerró los ojos y se concentró... mientras que tejía hilos invisibles que convocaban sus poderes.

Eventualmente, aquellos hilos azulados de energía mágica se harían visibles como telas de araña que relumbraban más y más en sus manos. Preparaba el conjuro indicado para quitarse los problemas de encima de una forma rápida y sencilla. Aunque causase detrimento en el hechicero a la larga, prefería mantener a salvo a sus compañeros ya que con ellos sus posibilidades de sobrevivir contra un enemigo mayor aumentaban notablemente.

Sería una solución civilizada ante el ataque de aquellos salvajes.

Esma envainó su espada y se armó de su arco larga y carcaj de flechas. El pasillo era muy angosto y era trabajoso maniobrar tan pegada a su compañeros. Necesitaba más distancia para poder dar en el blanco, así que se posicionó junto al clérigo, cerrando la comitiva y ganando una mejor perspectiva de la batalla.

- ¡Vamos, podemos con ellos!- gritó Esma para animar al grupo.

Día 1 
13er día del 1er mes de Cosecha
Despejado - Anocheciendo 

La puntería de los kobolds pilló totalmente desprevenido a Hulfur. El enano no esperaba ni por asomo tal acierto por parte de unas criaturas, normalmente, bastante torpes en el uso de las armas, por lo que decidió colocarse en posición defensiva con el fin de minimizar daños. Las heridas causadas eran más profundas de lo previsto y las flechas permanecían clavadas en el costado dificultándole mucho el uso de su propio armamento.

Ulkhan avanzó para tomar la posición de Esma. La exploradora se retrasó envainando su espada y desplegando su arco hasta emparejarse con Caronte, que parecía concentrado tratando de buscar un hueco por el que lanzar la piedra de su honda. Las dos flechas falladas por los kobolds no eran más que un aviso. Había tenido mucha suerte viendo lo que habían hecho con el enano.

El semiorco sorprendió a todos en un alarde de prudencia, colocándose al lado del Hulfur en posición defensiva para protegerle. Era una figura imponente y rápidamente se dio cuenta de que atraía las miradas nerviosas de los kobolds de vanguardia.

Un chisporroteo sorprendió entonces los oídos de los compañeros cuando un destello de luz mágica atravesó el espacio entre sus cabezas para impactar directamente en el pecho de uno de los kobolds del pasillo. La criatura cayó fulminada en el acto todavía con un gesto de sorpresa en el rostro.

Eso sí que es desviar la atención- pensó Ulkhan.

Los kobolds se miraron asustados entre sí, confundidos entre la rabia y el miedo. Entonces voló una nueva flecha que alcanzó a Ulkhan en el hombro izquierdo, animando a las criaturas a tratar de poner fin a aquel desagradable asunto lo antes posible. Más flechas volaron nuevamente. Esta vez Hulfur estuvo rápido y levantó el escudo a tiempo para ver como otro par de flechas impactaban en la estructura de madera.

El semiorco por su parte, sorprendido por el primer impacto, tuvo tiempo de reaccionar consiguiendo que una nueva saeta solo le produjese un corte en el brazo. Los dos arqueros de los extremos avanzaron hasta parapetarse ligeramente detrás de los barriles, listos para la siguiente andanada^[1]. Desde luego, aquellos seres habían sido entrenados por alguien a conciencia.

Los espadachines que esperaban en vanguardia, animados por la pericia de sus compañeros, se lanzaron a la batalla con energías renovadas. Aprovechando la debilidad del enano, uno de los kobolds se lanzó directamente hacia su escudo en una especie de maniobra suicida que sorprendió a Hulfur. El kobold golpeó con el hombro la rodela del enano que le provocó lacerantes dolores al empujar, a su vez, las flechas que todavía permanecían en su cuerpo, entonces notó como algo rasgaba su carne en el costado y todo se volvió oscuro.

Ulkhan recibió el mismo intento de ataque salvaje pero consiguió separarse lo suficiente como para la oxidada hoja del kobold apenas le rozara.

Aquello se estaba poniendo mucho más serio de lo previsto.

Miro hacia atrás a Caronte y le dijo -ocupar del enano- dijo refiriéndose que auxiliase al enano, se partió la flecha que se había clavado en su hombro, y se dispuso a proteger a sus compañeros enfrentándose a los que se acercaban, haciendo de muro de carne entre ellos, todas las terribles cicatrices que Ulkhan lucia en el torso, lo posicionaban en un millón de combates mucho peores y más peligrosos que esos, además si se ponía en cuero a cuerpo, les seria mas difícil acertar a los arqueros sin darles a sus compañeros.