Partida Rol por web

Saradoc ves como dos de los lobos se giran y uno de ellos empieza a correr, cuando te fijas ves a un enano acorazado que carga contra el lobo impactando en su costado y derribándolo al suelo y lo mantiene ahí sujeto con su escudo de metal y madera.

Tras ver cómo su compañero está herido los dos se giran y se dirigen lentamente hacia el enano que parece esperarles con actitud desafiante haciendo balancear su hacha de la que gotea sangre contra el suelo. Está claro que no parece tener ningún miedo de los dientes y garras de los  animales.

Con un movimiento rápido, la enana apretó el escudo para terminar de abatir al animal y lanzo un golpe con el hacha contra otro de los animales. El hacha rozó al animal, pero no llego a tocarlo, lo cual impresionó a Therusia, que desconocía la agilidad de aquellos animales.  Notaba el polvo pegarse en el sudor de la frente y los chasquidos de la mandíbula del animal, cada vez más cercanos. El combate no iba a ser tan fácil después de todo, pero un fallo no iba a desanimarla. De reojo, trató de localizar al hombre del árbol. Parecía pequeño, un niño quizás. No podía dejarlo ahí.

Saradoc vio al enano acercarse y distraer a los lobos. Fue entonces cuando el hobbit se animó - "Que pensaran en la comarca sobre mi si me quedo aquí sin hacer nada. No puedo permitirlo."

Saradoc bajo rápido del árbol y con su corta espada en mano se lanzó contra el lobo, a la vez que rezaba por tener éxito y tomarse su pipa de recompensa.

     Una voz sorprende a Therusia: "déjame éste a mi" es lo que oye y de repente a su izquierda aparece un hombre vestido con colores brillantes empuñando una espada que atraviesa a uno de los lobos por el cuello y dejándolo en el suelo sin moverse.

     El movimiento repentino le distrae y cuando quiere darse cuenta el lobo que quedaba ha saltado y empujado contra el suelo sin remedio al guerrero que siente como todo el aire sale de sus pulmones lo que además permite que el lobo herido que estaba bloqueado por su escudo quede libre y rabioso por la sangre que le gotea del costado.

     Ahora hay un lobo sobre Therusia con toda la ventaja para atacar, un lobo herido con ganas de devolver el golpe y tenemos a Ingolt con la espada empapada de sangre hasta la empuñadura y la satisfacción de haber librado de un serio daño a los aventureros y a Saradoc con ganas de demostrar su valor después del primer intento fallido.

Empieza un nuevo asalto de combate y debéis elegir:

Actitud (posición) de combate y acciones (atacar, defender, golpear).

Ahora la Iniciativa va a depender de la actitud:

Vanguardia>Abierta>Defensiva

Therusia ataca con penalizador en su dado proeza (tirar 2 y elegir el peor)

Revolviéndose, Therusia trató de devolver el golpe, pero el derribo había lanzado el hacha fuera de su alcance y el animal estaba tratando de alcanzar su cuello peligrosamente. El escudo, milagrosamente seguía asido a su mano, protegiéndola de las embestidas del animal. Haciendo gala de la fortaleza de los enanos, empujó el escudo hacia arriba, dejando su cuerpo al alcance del lobo... Pero la mano libre para recuperar el hacha y golpearle con ella. Aprovechando el aturdimiento del animal, Therusia se levantó, firme y dispuesta a seguir combatiendo.

     Cuando Therusia se pone en pie se da cuenta de que el golpe ha decapitado al animal, está claro que un enano no necesita mucho espacio para golpear con fuerza. Hace girar el mango del hacha en círculos buscando su próximo objetivo mientras su sangre entra en calor y empieza a sentir un cosquilleo en la punta de los dedos pidiendo más sangre.

Ingolt pilló por sorpresa a uno de los lobos, cortándole cerca del cuello, muriéndose desangrado, no hizo falta más.

- Son más grandes estas bestias, pero mueren con un buen corte de espada- pensó el bárdido mientras veía que el enano se deshacía del segundo lobo.

-Qué fuerza tiene- pensó sorprendido.
- Solo quedas tú..- dijo mientras avanzaba hacía la bestia.

Con tan mala suerte que se resbaló con una rama y cayó al suelo, expuesto ante el ataque del lobo.

Ingolt se maldijo a si mismo y puso el escudo en alto, con la intención de evitar las dentelladas del lobo.

Saradoc despues de fallar su ataque y ver que la atencion del combate estaba sobre sus compañeros tuvo un momento de alivio, su fallo podia remediarse. 

El hobbit cerro los ojos, agarro con fuerza su espada corta y penso en la comarca, en los gamos y en que de el dependia ahora mostrar su valia y que los hobbits son tan valientes como cualquier aventurero y que pueden sorprender a cualquiera.

Abrio los ojos y diciendose a si mismo - "Es mi hora, van a ver de lo que un hobbit es capaz" - se lanzo al ataque de uno de los lobos y salvar a sus compañeros.

Cogio carrerilla y gritando- "POR LA COMARCA" - embistio al lobo que quedaba con la fortuna de clavarle la espada al menos lo justo como para herirle de nuevo, esperando que fuera mortal. Asi mismo al ver el resultado se dijo - "Creo que me he ganado mi tercer desayuno, si señor".

Ingolt resbala en el peor momento lo que hace que el lobo se encare hacia él e intente saltar para clavar sus colmillos y atravesar su piel expuesta pero el mismo movimiento de caída salva por centímetros el impacto del lobo, por su parte Saradoc no quiere quedarse atrás y con un grito se lanza a la espalda del lobo donde consigue colar su arma de pequeño tamaño pero buen filo entre las vértebras produciendo un chasquido y un aullido de dolor que acaba abruptamente.

Se hace el silencio en la zona y sólo es roto por el suave golpear del viento en las ramas del solitario árbol que sirvió de refugio a Saradoc tan sólo unos momentos antes. Las amplias tierras de éste valle por dónde se pueden pasar días sin encontrar a otro ser inteligente han sido testigos de un momento de unión y ayuda entre tres razas diferentes de los Pueblos Libres, tal vez el inicio de una larga historia con la que llenar algún libro.

Saradoc y Therusia estáis salpicados de sangre, Ingolt por su parte sólo tiene manchada su espada y algo de polvo llenando sus ropas por la caída, nada que unos enérgicos golpes no solucionen.

Os miráis unos a otros sin querer ser los primeros en romper el momento. Pero está claro que no podéis quedaros aquí de forma indefinida.

La lucha había terminado, pero el corazón de Therusia palpitaba aún más fuerte que antes. El combate, algo natural pues había sido iniciado por el instinto que llevaba a las personas a protegerse mutuamente había derivado en aquel incómodo momento. Aunque no era la primera vez que trataba o incluso negociaba con humanos, si que era la primera en la que se encontraba en una situación así. Y además estaba el mediano. Y sus palabras. "Por la Comarca". ¿Sería posible? Los medianos, había oído, no solían alejarse de su hogar. 

—¿De verdad me he desviado tanto? ¿Otra vez? No puede ser—se preguntó absurdamente, olvidando por los nervios de que había muchas pruebas de que estaba en el camino correcto... más o menos. Therusia se pasó la mano por la frente para limpiarse la sangre, consiguiendo el efecto contrario mientras miraba de un lado a otro. Esperaba que el ruido de la batalla no hubiese alertado a más alimañas o a algo peor. De nuevo, miró al hobbit y al hombre. Finalmente se acercó y ayudó a este último a levantarse, agarrándolo del brazo y dando un firme tirón.

—Hay muchos ojos—dijo con la voz algo enronquecida por el polvo y el cansancio, mirando primero a su alrededor y luego a sus compañeros, en busca de flechas como las que había visto—será mejor que nos movamos.

Gra...gracias- contestó Ingolt al reincoporarse.

Me he perdido, iba con una caravana y me abandonaron, mis antiguos compañeros de viaje me robaron las mercancías que llevaba tanto tiempo custodiando- se maldijo el bárdido y una imagen de Balgor le atravesó la mente.

Se golpeó los pantalones con las palmas de las manos, intentando quitar el polvo con que se había ensuciado, colgando el escudo en la espalda y la espada en el cinto, hecho esto miró al niño.

¿Y tú qué haces solo? ¿dónde están tus padres? Has sido muy valiente atacando al lobo- le dijo mientras posaba la mano en sus rizados cabellos y los revolvía sonriente.

Dirigió de nuevo su mirada al naugrim y le dijo.

Perdón, no me he presentado. Soy Ingolt, hijo de Ingelt. Soy del Este del gran bosque, Esgaroth es mi ciudad- movió la mano hacía adelante, ofreciéndosela en signo de amistad al enano.

Es la primera vez que trataba con enanos, lo mejor sería ser cortés...- pensó con una media sonrisa.

Saradoc luego de ver que finalmente la batalla contra los lobos habia terminado se dirigio a ambos aventureros y les dijo - "Muchas gracias por ayudarme si si si. Estaba acorralado y yo solo no podia con ellos pero gracias a vuestra ayuda estoy a salvo."

Despues contesto a Ingolt - "No soy un niño, soy un hobbit. De la comarca ademas." - mientras miraba para arriba intentando mostrar determinacion en su respuesta.

Saradoc decidio de nuevo dirigirse a ambos y presentarse - "Soy Saradoc Tuk del Norte, vengo de la comarca y estoy en busca de aventuras igual que el gran Bilbo Bolson. En la comarca es muy conocido si señor, y muchos hobbits nos hemos alejado de la comarca siguiendo sus pasos."

—Traidores...— murmuró al oír la historia de Ingolt. Como la mayor parte de los enanos, Therusia era directa y honesta pero, aunque se daba cuenta de que la habían tomado por un hombre, no dijo nada. Que lo creyesen le beneficiaba, aunque solo fuese porque no tendría que dar explicaciones. De hecho, dudaba que cuando había ido con el grupo a comerciar alguno se hubiese dado cuenta.

—Podéis llamarme Therri—dijo estrechando la mano del hombre, aún sorprendida por todo aquello, dejando de lado el protocolo. Al fin y al cabo, aquella no era una presentación normal y seguía algo extrañada por la presencia de Saradoc. Por fín, suspiró aliviada al oír las palabras del hobbit. Confirmar que efectivamente no se había desviado hacia las tierras hobbit era una gran noticia. Y aunque ella también había confundido en el árbol a Saradoc con un niño, lo cierto es que desde que había gritado "por la Comarca" sabía que era un mediano. Al fin y al cabo, la historia de Thorin era muy conocida en las Colinas de Hierro, ya que muchos de los suyos habían ido a combatir con él.

—Por un momento, buen Saradoc, pensé que había errado mi camino y estaba en vuestras tierras. Soy de las Colinas de Hierro, de modo que efectivamente he oído hablar del buen Bolsón. —la enana miró de nuevo alrededor, seguía pensando en las flechas. Superando la desconfianza inicial, volvió a hablar— No sé a donde iréis, yo me dirijo a Valle. Lo que sé es que es mejor que nos movamos. Quedan pocas horas de luz. He visto varias flechas negras por el camino y temo que nuestro combate haya llamado la atención.

Por motivos de aventura necesito que cuentes qué vistes antes de que te persiguieran los lobos :D. Falta uno de los jugadores que podría dar información complementaria pero lleva varios días sin escribir :/ asi que tengo que reconducir de alguna manera más o menos lógica los siguientes sucesos.

Asi que si puedes comentar así un poco lo que viste pues tal vez, quizá en vez de ir a Valle a hacer otra aventura (que por mi parte sólo es cambiar una por otra) iríais hacia la que estaba pensada que es más sencilla.

Therusia ha visto un pequeño detalle, Ingolt nada, tú mucho y Odo tambien podría haber aportado cosas para tomar decisiones (que es quien no está)

Saradoc se dirigió de nuevo a los aventureros, pero esta vez se le notaba nervioso - "Me temo que necesito pediros vuestra ayuda de nuevo. He visto a dos elfos antes. Al menos uno de ellos parecía herido. Cuando fui a acercarme a ayudarlos empezaron a perseguirme los lobos, necesito volver para ayudarlos."

Saradoc decidió entonces esperar la respuesta de los aventureros, aunque ya estaba agitado. Quería ir en busca de los elfos cuanto antes.

"Por favor vamos con los elfos, es urgente si si si." - volvió a decir el hobbit.

Ingolt (Saber de la Sombra)mira extrañado a Therusia: ¿Flechas de plumajes negros? ¿Puedes decirme algo más sobre esas flechas? Podría ser un detalle importante

Therusia explica brevemente su paso por la zona más rocosa y cómo no muy lejos de vuestra posición ha encontrado huellas y alguna flecha rota caida entre las rocas de plumas negras de cuervo.

Esas flechas podrian ser las usadas por trasgos de las montañas, acabaron con muchos de mis compatriotas en la Batalla. Flechas con veneno en la mayoría de los casos.

Lobos, flechas de huargos y alguien en peligro... parece que hay cosas que no van a cambiar en esta zona.

Therusia quiere ir precisamente a la ciudad de la que partió Ingolt. Ingolt quiere buscar a quienes le han traicionado y Saradoc quiere ir a ayudar a los elfos perseguidos.

Podéis tomar cualquier dirección, intentar seguir al grupo que vió Saradoc, volver hacia el lugar del que venía Therusia para intentar encontrar las flechas y comprobarlas, encaminaros hacia la ciudad del lago... lo más complicado será encontrar la caravana de los antiguos socios de Ingolt, aunque es posible que hayan ido hacia el Salon de la Montaña o quizá hacia la isla de los pescadores en el Anduin.

Mientras debatis vuestras opciones una voz os sobresalta:

- Hola! Buenos días, ¿Estáis todos bien? Acabo de llegar y he visto que os han atacado unos lobos. No he podido hacer nada.

Un hombre del bosque junto a un gran sabueso asoma entre los matorrales y os saluda con la mano abierta en señal amistosa.

—¿Elfos?

Therusia movió la cabeza de una forma extraña. Había oído hablar de los elfos, pero por lo general, nada demasiado bueno. La historia que tenía su raza con ellos era, cuanto menos, complicada. Y sin embargo, tampoco podía  ignorar a alguien que necesitaba ayuda.

—Debo ir cuanto antes a Valle a hablar con Bardo. Quizás sea buena idea avisarle de lo que empieza a moverse por los bosques— despacio, se mesó la barba antes de mirar al hobbit. Retrasar su misión por unos elfos orejas picudas, ¿Qué pensarían en su hogar?— Así que será mejor que vayamos rápido a ayudarlos. A saber cuantas alimañas pueden estar rondándolos ya. Guian... ¿Eh?

La enana giró la cabeza repentinamente al oír aquella voz. Era un muchacho acompañado de uno de esos lobos domesticados, un enorme perro.

El Pequeño y su mastín llegaron con un ligero trote a la altura del resto de aventureros.

- ¿Estáis bien? !Malditos lobos! Llevo un buen rato sorteándolos ya que esta mañana he podido esquivar a la mayoría de ellos tomando un desvío por esas lomas de ahí. Por cierto, me llamo El Pequeño y este es mi fiel acompañante Huan.