Partida Rol por web

No lo entendéis... es que no está y no ha estado nunca... esta bandolera dice levantándola con sus manos tenia un lacre que estaba intacto hasta que yo lo he abierto... y no hay nada... vacía.. levanta una parte y os enseña el interior completamente vacío. No hay bolsos ocultos, no hay nada.... nada...

Os mentí y debéis perdonarme pero no os conocía, dentro había una carta de Elrond para Thranduil, no sé el contenido de esa carta pero debería ser lo suficientemente importante para que mi hermano y yo arriesgáramos nuestras vidas... y él la perdiera. La carta existe, yo vi como Elrond se la entregaba a mi hermano, un sobre blanco con las runas de la casa del medioelfo en plata. Pero ahora la carta se ha perdido y no hay forma de saber dónde ni en qué manos podrá acabar.

El ritmo de los tambores ha alcanzado un batir atronador que os dificulta pensar con claridad, al final todo se ha convertido en un único sonido rápido, constante y amenazador, no es música, es una ofensa para los oidos, no hay melodía solo aviso de peligro.

Rebota por las paredes y dentro de la sala del troll al menos tenéis una leve sensación de alivio gracias a la amplitud de cueva, pero cuando pensáis que debéis recorrer de nuevo los pasillos a oscuras un escalofrío os recorre la espalda, hay algo maligno en las notas graves y secas que llenan el aire una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez!

Al oír lo de la mentira la enana bufó ¿Qué podía esperarse de un orejas picudas? Ya les habían engañado en decenas de ocasiones. No era gente de la que uno pudiese fiarse. Sin embargo, no la criticó por ello. No era el momento ni el lugar

—Es posible que os la quitaran otros antes del ataque. O que tu hermano la fingiese guardarla ahí como señuelo— Aunque para los humanos era casi imposible de apreciar debido a las penumbras, la piel de Therusia se iba poniendo blanca por las heridas, pero su tono permanecía inalterable.—En todo caso vienen. Puede que no sean tantos como creemos, pues el eco hace parecer que sean más, pero suficientes como para ponernos en aprietos. Vienen del ala izquierda...

- Será mejor partir, no debemos de estar por aquí más tiempo. Esos tambores acercándose no significan nada bueno, si el enemigo nos atrapa no habrá más días de luz para nosotros. Dicho esto Ingolt vio por donde podían salir de allí para ponerse a salvo.

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Odo miraba de ser comprensivo con la cionfusión que mostraba Lyndale pero tras un ladrido de Huan (menos comprensivo que el joven hombre del bosque) pareció despertar.

- No es momento de dar vueltas a eso, Lyndale. ¡Salgamos de aquí, rápido! Ya encontraremos una solución. Si nos atrapan, nos capturan o incluso cosas peores, entonces sí que no podremos hacer nada por recuperar esa carta.

El hobbit escucho el lamento de Lyndale y solo acertó a decir - "Lo siento mucho mi señora".

Tras unas escuetas palabras el hobbit escucho al grupo y estaba de acuerdo que lo mejor era huir. Aunque estaba oscuro el hobbit se veía capaz de guiar al grupo a la salida si ellos estaban de acuerdo.

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Tal vez quizá sería buena idea que repasaras la aventura ya que alguien no me hizo caso cuando dije que apuntara lo que iba encontrando (guiño guiño) 

Tras sus palabras y pensar en la huida, el hobbit se quedo quieto pensando. El momento no era el adecuado pero habia algo que al hobbit se le estaba pasando por alto, cuando, de repente el hobbit empezo rapidamente y sudando a rebuscar en su mochila - "Tiene que estar aqui si si si. Lo vi hace un rato no lo habre perdido ¿no?. Vamos Saradco encuentralo, vamos. Ajá aqui esta sabia que no lo habia perdido." - Exclamo el hobbit de repente y sin que nadie entendiera que estaba pasando. 

Una vez el hobbit encontro lo que buscaba se dirigio a Lyndale - "Mi señora tengo una cosa que entiendo puede ser para vos. Debido a un acto que hice hace un tiempo del cual no quiero hablar y que fue un acto no muy bueno di con algo que parecia una nota. Estaba escrita en algo que yo no podia descifrar y por un momento pense en tirarla pero no se porque la guarde. Ruego me disculpe mi deshonrosa actuacion pero debo darosla pues mia no es." 

El hobbit le dio la nota a Lyndale mientras se ruborizaba y esperando que la elfa no le diera una patada en el culo que era lo menos que se merecia se quedo observando si era lo que Lyndale estaba persiguiendo.

     Buscas desesperadamente algún lugar por donde salir que no sea por el mismo pasillo por el que habéis llegado, dentro de la cueva los sollozos de Lyndale, la impaciencia de Therusia, la voz afinada de Saradoc y la seriedad de Odo retumban por debajo del agobiante grave de los tambores. Apenas puedes ver porque la antorcha que portaba el Troll quedó en el pasillo pero aún asi logras encontrar un hueco de no mucho tamaño y origen claramente artificial a un metro y medio de altura que se pierde en la oscuridad. No sabes si será una via de escape o una forma que tenían los trasgos de vigilar al troll, sea como sea parece la única salida diferente a la entrada de la cueva.

La elfa mira con los ojos brillantes al hobbit y empieza de nuevo a llorar pero ésta vez es de alegría, se inclina a la altura de Saradoc para abrazarle y plantarle un beso en la frente. Maese Saradoc que las bendiciones de la vieja gente te acompañen siempre.

Levanta la carta y la lleva a su pecho. Está a salvo! gracias a la curiosidad de un pequeño ser! Tenemos una oportunidad de salvar estas tierras después de todo.

     Mientras Therusia intentaba levantar a Lyndale y Odo convencerla de que no merecía la pena seguir asi, veis a Saradoc buscando algo desesperadamente en la mochila y entregándoselo a Lyndale, parece que el objeto que buscabais estaba más cerca de lo que parecía todo este tiempo. No tenéis mucho tiempo para alegrías ya que el sonido de los tambores sigue siendo algo más que inquietante y amenazador.

     Tenéis un momento de intercambio de alegría, de palabras hacia la falta de cabeza de Saradoc o su buena previsión o un poco de todo que no está claro.

     A lo lejos, al fondo de la cueva donde apenas hay luz oís la voz de Ingolt que os llama, parece que ha encontrado una salida diferente a la del pasilo donde está el cadaver del Troll.

—Ahora que lo tienes, salgamos de aquí para que puedas entregar esa carta

a esos elfos traidores del Bosque Negro

Therusia hizo un gesto al grupo para que empezasen a moverse. Sorprendentemente y, a pesar de la oscuridad, parecía que Ingolt se iba moviendo por la dirección correcta. La enana decidió no decir nada salvo que fuese necesario o el humano caminase más despacio de lo habitual para orientarse e ir por el camino más seguro hasta el exterior. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que había demasiado peligro para que practicase, por muy bien que lo hiciese. 

Se acercó al hombre de Bardo para comprobar que realmente fuese una salida y ver si aquello no les dirigía a una trampa mayor. Por mucha suerte que tuviese, allí dentro no veía tres en un burro y ella veía prácticamente igual que si estuviese a plena luz del día.

—Tienes razón, pero espera un segundo. Aunque los tambores parezcan provenir de allí, el eco es engañoso... y no sabemos donde va— la enana tocó la piedra con la mano desnuda, examinando su material, comprobando su edad y temperatura y haciendo cálculos mentales sobre donde estaban con respecto a la entrada. Therusia llevaba literalmente toda su vida bajo tierra y sabía de sus peligros y carácter. No le importaba salir por otra ladera, pero si se adentraban más y más en la montaña, podrían acabar encerrándose a sí mismos.

- Por aquí, ¡seguidme! Susurro el guerrero mientras transportaba a la elfa en sus robustos brazos. Encaminándose hacia un hueco de no mucho tamaño y origen artificial, a un metro y medio de altura que se pierde en la oscuridad. Parecía la única salida diferente a la entrada de la cueva. Ingolt se dirigió hacia allí con la certeza de que era la única vía de escape que tenían, se arrepintió de haber dejado la antorcha atrás, pues era harto difícil poder encontrar una apertura en la roca sin luz artificial.

Therusia se acerca al pasadizo por el que ha entrado Ingolt que les insiste para que los demás le sigan, la enana toca la piedra y escucha su voz y lo que le dice hace que frunza el ceño, el aire que sale de ese pasadizo tiene diferentes aromas, a cerrado y a aire libre, a profundidades de piedra y a sol. No es un camino directo a una salida, esto está claro pero alguno de sus ramales si lleva a una salida. 

Lyndale cuando siente que los brazos de Ingolt además de ponerla en pie intentan llevarla se revuelve y mira con cierto rencor al hombre que sin ningún respeto la llevaba hacia ese pasadizo sin darla opción a ir por su propio pie, más ahora que ha recuperado el objeto de su búsqueda y que podría sin problemas deslizarse sola por los túneles aprovechando su sigilo. Con un fuerte tirón se suelta de Ingolt y se aparta unos metros, no quiere abandonar ahora a quienes tanto le han ayudado y les ayudará todo lo que pueda. La urgencia del hombre tiene que tener alguna explicación pero por ahora sólo insiste una y otra vez en que hay que salir cuando antes de allí

Te das cuenta de que los tambores son tambores de guerra usados por las tropas de la Sombra cuando preparan alguna incursión. Has oído antes ese sonido y es una llamada a las armas que suele durar bastante tiempo pero no eres capaz de saber por culpa de los ecos y rebotes del sonido de cuántos enemigos se pueden estar reuniendo, saber eso te daría una pista de cuál podría ser su próximo objetivo.

"Uso de "Saber de la Sombra""

—¡Ese muchacho no tiene luces, ni tampoco antorcha! Será mejor que lo sigamos. Se acaba de meter en un laberinto, y algunos de sus túneles no llevan a sitios agradables, precisamente.— la enana miró a Saradoc. Se había dado cuenta de que el muchacho tenía bastante pericia en moverse por los túneles y eso era de agradecer puesto que, aunque no lo reconocería ni con las tripas fuera de su cuerpo, no se encontraba demasiado bien —. Entre Saradoc y yo seremos capaces de encontrarlo, creo, pero será mejor que nos movamos rápido. Uno delante y otro detrás, para no perder a nadie

Cuando ve que la mujer se revuelve Ingolt la suelta con caballerosidad. - Perdone vos, pero no estaba en condiciones de moverse de ese lugar. Suenan tambores de guerra, será mejor marchar... Comentó una vez que había dejado a la mujer con los pies en el suelo, al momento que esperaba que sus compañeros apareciesen por detrás para seguir aquella bifurcación sospechosa hecha bajo tierra.

Saradoc se siente feliz de haber podido ayudar. En cuanto la ruta de salida piensa - "Deberíamos ir therusia o yo primero, somos hábiles recorriendo subterráneos y sabremos guiar bien."

​​​​​El hobbit se remango y salió detrás de Ingolt. Ir tras el y que no se pierda es importante tanto como seguir juntos.

No tardáis mucho en alcanzar a Ingolt que aunque valiente no podía avanzar mucho más en la total oscuridad que rodeaba el estrecho pasadizo por el que habiáis entrado. Aquí se notaba que no era un sitio de paso habitual ya que encontráis telarañas que se os pegan en la cara y piedras que debéis apartar con cuidado para no hacer ruido.

Therusia es quien se pone al frente ya que Saradoc a pesar de su buena intención tampoco ve nada a su alrededor y sería fácil que cayera a un pozo o perdiera algún desvío. Cuando Saradoc intenta cerrar el grupo Lyndale le empuja amablemente delante de ella y no hay mucho más que discutir, la elfa además del sigilo aporta la seguridad de poder ver o sentir a todo el grupo a pesar de la oscuridad.

En algún momento pasáis cierto agobio por las estrecheces de las paredes o del techo, pero finalmente y tras dejar atrás varios ramales que Therusia confirma que es mejor no coger llegáis a una amplia bifurcación: subir hacia la salida o bajar hacia el centro de las cuevas donde resuenan con más y más fuerza los tambores.