Partida Rol por web

Luzrca se desplazó hacia el fondo de la sala para quedar en posición de flanqueo, ayudada por la vampiresa. El nigromante no tenía opción de escapar sin recibir una ingente cantidad de ataques por parte de todos los enemigos que le rodeaban, aunque no parecía tampoco que esa fuera a ser su intención.

- ¡Vuelve a la tumba! - Gritó la meztiza descargando dos poderosos hachazos sobre el nigromante.

El filo del gran hacha de la bárbara causó serios daños en el cadavérico cuerpo de la enloquecida momia. No obstante y pese a todo, todavía se le veía con ganas de continuar plantando cara al combate.

- ¡Vamos a rodearle, que no escape! - Alzó la voz la vampiresa.

Acto seguido dio un paso lateral para colocarse a la espalda del nigromante y de esa forma quedó flanqueando con Nepthis. La no-muerta lanzó entonces un goleptaza contra la criatura, pero este la apartó de un fuerte manotazo. Lo cierto era que no estaba resultando demasiado eficaz en aquel encuentro, razón por la cual nunca antres habían tratado de derrotar ella y sus destruidas compañeras, al malvado Anhk El-Durss.

Los tres tumularios que seguían empeñados en comabatir a los intrusos, volvieron a descarga sus espadas contra sus adversarios con resultados diversos. Si bien Aswand pudo bloquear el ataque con su alfanje y Bärd se hizo a un lado para evitar el filo del no-muerto, Ben-Jezheri si recibió un impacto en el brazo izquierdo que por poco le hizo soltar el kurki. No obstante, pudo mantener la compostura y continuar concentrado en la batalla.

Nuevamente Bärd dio un paso atrás por tal de tratar de lancear al tumulario. El joven mulhorense no tenía ya demasiadas esperanzas en poder acabar con la criatura que intentaba asesinarle, no al menos sin ayuda, pero en esta ocasión notó como el asta de su lanza se introducía en la carne seca del muerto viviente. 

- ¡Vas a morder el polvo! - ​​​​​​Gritó entusiasmado y de forma amenazante.

Nepthis no pudo evitar sonreír

—¿Y es mejor decir las frases antes de dar el golpe?

La Encarnación de Hathor lanzó un nueva bendición, esta vez dirigida a Lurzca.

Nepthis lanza Rayo de esperanza sobre Lurzca (+2 moral ataques, salvaciones y tiradas de habilidad o característica) y vuelve a dar un paso de 5' a J-10.

—No, es mejor menos hablar y más desmantelar muertos—alegó Jotnar. Y fue en ese momento cuando el nigromante trató de atacarlo—. ¡Y tú no me interrumpas que estoy respondiendo a la señorita! ¡Pedazo de mierda ancestral imberbe y envidioso! ¡Terrorista capilar!

El siguiente hachazo se estrelló contra las costillas del nigromante con un nuevo y sonoro crujido tan contundente que lo desequilibró dejándolo en una posición vulnerable.

Postura: Mirada del Guardia de Hierro
Daño aplazado: 0/15

Jotnar usa Primer Golpe con Poderoso (-2/+4) Ataque: 30. Daño: 24. Como ha acertado, todo el que ataque al nigromante tiene +4 al ataque (tanto melée como a distancia) hasta su siguiente turno.

Los osos no-muertos agitaron zarpas correosas en torno al duro nigromante. Un rayo esperanzador surgió del ojo que flotaba sobre Amessis y le causó una herida helada que apenas fue un arañazo.

-¡Ánimo, chicos, ya lo tenéis! -animaba la nigromante desde atrás, sin hacer absolutamente nada más.

Los osos no-muertos se cebaron con el nigromante. Una oleada de golpetazos voló sobre el mismo, quien sin embargo, ni se inmutó ante uno solo de los golpes de las criaturas convocadas por Amessis. 

- ¡Jajajaja! - Rió Anhk. - ¡No tienes poder aquí! - Continuó riendo, pero entonces... - ¡Auch! - Se quejó cuando un diminuto rayo de hielo impactó contra su mejilla como si de un mosquito se tratara.

Un nuevo cuchillo salió volando de la nube de filos que rodeaba al nigromante. De nuevo impactó contra uno de los muros. Fruncio el ceño lleno de rabia y entonces volvió a arremeter con su alfanje contra Jotnar. El enano detuvo el primer impacto con bloqueando el filo con su hacha a la altura de la cabeza. Un rápido movimiento lanzó un tajo hacia el muslo, que se estrelló contra una pieza de armadura.

- ¿Cómo es posible? - Se quejó amargamente al ver que el enano no sólo no moría, sino que parecía prácticamente ileso.

Aswand continuó tratando de atravesar las defensas del tumulario. Sin embargo, volvió a fallar su ataque, algo que no le sorprendió demasiado, pues aquellas momias eran realmente duras. Por suerte, tampoco es que fueran demasiado hábiles con la espada. Estaba claro que las defensas divinas, estaban jugando un papel clave en aquel combate.

Lo mismo le sucedio a Ben-Jezheri. El viejo beduino, quien hasta la fecha se consideraba un buen combatiente, trató de nuevo de acabar con el tumulario, primero con un golpe bajo con la cimitarra, que pese a golepar contra una de sus piernas, no logró atravesar la carne reseca y un segundo ataque directo al cuello, que fue detenido tras chocar contra el filo de la espada.

- ¡Acabad con ese! - Les sugirió a Nepthis, Jotnar y compañía. - ¡Nosotros contendremos a éstos! - Sugirió.

Lurzca, ahora flanqueando con uno de los seres convocados por Amessis y bendecida con los dones proporcionados por Nepthis, volvió a tratar de impactar sobre el Anhk. De forma incríble falló un primer hachazo, pero por fortuna, en un segundo intento hincó el filo en el estómago de la criatura.

- ¡Déjate destruir ya! - Le ordenó la mestiza, aunque no parecía que fuera a hacerle demasiado caso.

La vampiresa sabía que no podía atravesar las defensas de su enemigo más aférrimo. No obstante, no se retiraría del combate. Al menos se mantendría en primer fila rodeando al nigromante y ayudando en lo que pudiera a aquellos inesperados aliados. Lanzó un nuevo golpetazo que nuevamente se estrelló contra el cuerpo del no-muerto sin que éste se inmutara.

Dos de los tumularios permanecían ajenos al combate, espantados por los rezos de Amessis nada más llegar al templo donde el estúpido nigromante, trataba de realizar sus malignos rituales para acabar con toda la civilización.

No obstante, tres de ellos seguian empeñados en aporrear a los mercenarios contra los que habían quedado emparejados. El primero de ellos persiguió a Bärd salvando la distancia que iba ganando con la lanza a medida que retrocedía. Trató de golpearle y simplemente no alcanzó su objetivo.

Los otros dos tumularios fueron más efectivos. Uno de ellos logró incrustar la punta de su espada en el costado de Aswand, mientras que el último de los tumularios, golpeó contra la mano de Ben, causándole una herida muy seria. El veterano, se veía al límite de sus fuerzas, pero aún así no parecía flaquear.

Bärd se vio acorralado contra la pared. Necesitaba ganar distancia para seguir tratando de empalar al no-muerto que estaba acosándole. Por ello decidió simplemente hacerse hacia un lado ganando algunos metros.

Nepthis abrazó su luz interior, la presencia de Hathor, y la canalizó a través de las yemas de los dedos. Tocó fugazmente al enano en una hombrera y su magia curativa se derramó sobre él, cerrando sus heridas.

Nepthis lanza Curar Heridas Graves sobre Jotnar como sortílega por la plantilla de Ascendida y le cura 17 puntos de daño.

Amessis era incombustible y siguió animando a sus compañeros desde la retaguardia mientras movía los puños imitando a los enormes osos búho esqueléticos que intentaban apalizar al nigromante.

-¡Así se hace, muy bien!

—Gracias, querida.

Jotnar hico un gesto de "beso de chef" cuando Nepthis lo curó. Luego alzó el hacha y redirigió su atención al nigromante cuando éste volvió a preguntar que cómo era posible.

—¡Porque soy el terror que aletea en la noche! ¡Soy la goma arábiga que se enreda en tu pelo! ¡Soy la factura de impuestos que no te deja dormir!—respondió a bocajarro, harto de que tratara de atentar contra su barba—. ¡Soy el roedor que se come tu queso!

Acto seguido descargó dos hachazos brutales contra él con la intención de partirle la cabeza en dos y separársela del cuerpo. En ese orden.

Postura: Mirada del Guardia de Hierro
Daño aplazado: 0/15

Jotnar hace ataque completo.

Ataque: 39. Daño: 20
Segundo Ataque: 36. Daño: 15

Nota: El segundo ataque suma +15, no +16, pero vamos, que con un 20 natural entiendo que le doy igual  (de la hostia de la que se ha librado el cabrito por ser undead)

Los hachazos que Jotnar le propinó al no-muerto, lograron que una expresión de puro terror se dibujara en su rostro. El nigromante dio un paso atrás llevándose las manos al cuello. Uno de los hachazos había prácticamente seccionado su cabeza, la cual ahora colgaba de forma antinatural hacia un lado y de manera totalmente incompatible con la vida y también con la no-vida.

- ¡No... no...! - Abrió su boca exalando unas palabras ahogadas. - ¡Me habéis... me habéis destruido! - Dijo mientras todos los presentes arqueaban la cabeza de forma involuntaria a la vez que empática con aquella criatura, cuya cabeza colgaba  hacia abaja sujeta por un escorzo de piel.

El nigromante derrotado no obstante, se resistía a caer sin decir sus últimas palabras. Con ambas manos se recolocó la cabeza sobre su maltrecho cuello y sujetándolo con firmeza, trató de ganar la entereza suficiente como para lanzar su proclama final, que sin duda traería consigo algún tipo de amenaza sobre su futura vuelta, ya fuera al día siguiente o dentro de mil años cuando una alineación planetaria lo hiciera posible.

- ¡Yo, Anhk El-Du...! - Comenzó su perorrata final.

Pero entonces un hachazo seccionó uno de sus brazos. Lurzca no era de las típicas personas que se quedaba a escuchar lo que un "Malo Porque Sí", tenía que decirles. ¿Se suponía que tenían que esperar a que dijera la tontería que le viniera en gana? La mestiza acababa de mostrar su opinión al respecto.

- ¡Acuh! - Se quejó el nigromante al ver el estropicio. Entonces miro a Lurzca con el ceño fruncido. - ¡Maldita zo...! 

Tampoco pudo acabar su frase. Los osos lechuza no-muertos, tampoco estaban dispuestos a permitir que aquel ser de su propia calaña, continuara su ditcatorial discursillo aprendido en un manual llamado "Discursos al borde de la muerte para dummies". El nigromante se giró hacia éstos y entonces alzó su brazo izquierdo y el muñón del derecho tratando de poner paz.

- ¡Un respeto... - Alcanzó a decir antes de que su cabeza volviera a desprenderse hacia un lado. - ...por Set! - Acabó la frase con un hilo de voz antes de recomponer su cabeza sobre su cuello con una sola mano y el muñón de la otra.

En ese momento, fue la vampiresa quien le dio un empujón por la espalda, tratando de causarla algún tipo de lesión, algo que no había logrado en todo el combate y que tampoco logró con aquel maltrato de obra... No obstante, si fue suficiente como para que el nigromante diera tres pasos alejándose del grupo hacia el fondo de la sala.

Se giró entonces hacia los que a a postre serían sus asesinos. Les miró con desprecio mientras aguantaba su cabeza con la mano y ahora sí, se dispuso a lanzar sus palabras finales. Sentía ue todavía le quedaban fuerzas para ello y no se iba a ir de Mulhorand, sin decir la última. Esperaba que al menos Set, le concediera aquella última satisfacción.

- ................................................................. - Anhk El-Durss movía los labios, pero ningún sonido surgio de éstos. 

El desdichado y patético nigromante acababa de entrar en el área de silencio convocada por Nepthis instantes atrás. La ascendida sonrió satisfecha ante aquella última situación, que en los albores de la no-vida del estúpido clérigo milenario, le impidieron tan siquiere marcharse de una forma honrosa.

El nigromante miró una última vez a sus asesinos. En su rostro se dibujaba la vergüenza de una muerte tan patética. Fue entonces cuando perdió sus últimas fuerzas bajando los brazos y con ello, descolgándose la cabeza una vez más de su cuerpo y en esta ocasión, rasgándose el último trozo de piel que la mantenía únida a su reseco organismo. La criatura cayó de rodillas y finalmente el cuerpo se desplomó en posición de cúbito prono.

El nigromante finalmente había caído y su cuerpo se convirtió progresivamente, pero apresuradamente en polvo que se elevó hacia el techo de la cámara para desaparecer mezclándose en el ambiente.

- ¡Lo hemos logrado! - Alzó la voz la vampiresa, emulando una sonrisa imposible para una persona no-muerta, que no había alcanzado el descanso tras el paso al otro lado. - ¡Finalmente Anhk El-Durss ha sido destruído!

En ese momento se sintió una terrible sacudida en toda la sala. Mientras Bärd, Ben-Jezheri y Aswand seguían combatiendo contra los tumularios, quienes pese a que el nigromante que los había alzado ya no existía, seguían tratando de matarles de manera infructuosa y excesivamente torpe, las paredes del templo, así como las estatuas repartidas por éste, empezaron a temblar. Parecía que la estructura podría colapsar en cualquier momento, pues el seísmo se notaba cada vez con mayor intensidad.

- ¡Yo los detendré! - Intervino la última supervivinte de la Orden del Cetro Resucitado, que prestaba servicio en aquel extraño lugar. - ¡Ahora que el nigromante ha caído, son más débiles! - Alzó los brazos agarrando un medallón que portaba consigo y luego lo dirigió hacia los no-muertos. - ¡Osiris os obliga! - Les ordenó. - ¡Retroceded sabandijas! 

Los no-muertos hicieron caso, marchándose hacia el fondo de la estrancia a desgana. De hecho, se retorcían enfadados y mostrando sus dientes y sus garras en posiciones que trataban de ser aterradoras.

- ¡Marchaos ahora! - Les conminó la vampiresa. - ¡No sé cuanto tiempo podré detenerles!

Mientras todo aquello sucedía, Jotnar y Lurzca se dedicaron a recogér los objetos que pertenecieron al nigromante. Al fin y al cabo, además de la indudable satisfacción del deber cumplido y de la efímera admiración del pueblo al que acababan de salvar de algo terrible que ni podían llegar a imaginar, un estúpido y patético dictador no-muerto, ellos trabajaban a cambio de oro y otros tesoros y la dudosa prespectiva de cobrar la recompensa en cualquiera de sus misiones, hacían del saqueo, su único medio de vida.

De entre los objetos que yacían en el suelo, destacaba una capa de preciosa manfactura con motivos funerarios, un camisote de malla que brillaba con especial intensidad, unos guantes ligeros como una pluma, un amuleto en forma de lágrima, un anillo dorado y un alfanjón de excelente calidad.

En el momento en que recogieron todo aquello, una enorme grieta se abrió junto a ellos, precisamente en el lugar donde el nigromante había expirado su último no-aliento. El templo quedó separado por la mitad y sufriendo un enorme desnivel de la zona frontal, la cual comenzó a hundirse hacia las profundiades de la tierra. El cuerpo inconsciente de Asteirm, seguía del otro lado, ajeno a todo lo que se estaba desarrollando.

- Capa de resistencia +1 1.000 po
- Camisote de mallas +2 4250 po
- Guantes destreza +2 4000 po
- Amuleto de las lágrimas
- Anillo protección +1, 2.000 po
- Alfanjón +1 2375 po