Partida Rol por web

El desencajado rostro de Benjamin ya me había preocupado al verle entrar, pero escuchar su relato me dejó realmente inquieto.

El cambio en la personalidad de Himiko hacía evidente que había sufrido un auténtico calvario a lo largo de 300 larguísimos años, además, quizá en solitario. Pero escuchar de la voz de Benjamin la realidad grabada en la piel de la niña... me partió el corazón. Bajé la mirada al suelo, mudo, con una terrible sensación de impotencia.

No sabía que decir. En realidad, no había nada que pudiera decir.

Traté de recomponer mi rostro para insuflar ánimo al dragón antes de apoyar la mano en su espalda con un levísimo empujón hacia adelante para ayudarle a iniciar la marcha hacia la mesa que había señalado, Liz le cogió del brazo inmediatamente, dándole la fuerza que en aquél momento parecía faltarle. Sentía rabia contra mi mismo al no verme capaz de lograr animarle.

Con Elizabeth sujetándome del brazo, siento que soy yo quien se apoya en ella. Camino como en una nube, como fuera de mi propio cuerpo, tratando de buscar palabras para lo que tengo que decir. Makoto camina a nuestro lado, dándome un apoyo que no merezco, y no me atrevo ni a mirarle a la cara, después de todo lo que ha pasado.

Es curioso lo distinto que valoramos las cosas, una vez que las perdemos...

La mesa es redonda, grande, pero más bien inmensa a mis ojos. Una basta extensión que me quedo mirando tras sentarnos, con la mirada perdida. Sólo cuando Elizabeth, sentada a mi lado, aprieta suavemente mi brazo, reacciono tratando de no alargar la agonía que será para ellos esperarme.

Yo... -Comienzo a decir, titubeante- ...le pregunté por lo que pasó. Todos estamos aquí concentrados en la última, en encontrarla, pero realmente no sabemos qué hacer cuando la encontremos. -Explico con voz neutra, hablando en un tono bajo. Exponer esto es necesario, sin ello no comprenderán lo otro, el verdadero problema- Necesitábamos saber qué pasó, que les sucedió a los castillos, a "nuestra gente", y ella tiene conocimiento de primera mano. Estuvo ahí. -Agacho la mirada, poniendo una mano sobre la mesa y tamborileando con los dedos, centrado en estos, en el repiqueteo de mis dedos- Me lo contó todo. Todo comenzó con un asesinato. Un tipo mató a una cantante de un grupo japonés en medio de un concierto multitudinario. Era una de los nuestros, alguien con un poder como el tuyo, Elizabeth, que inspiraba a la gente a través de sus canciones. -La miro de costado, con aire triste- Al hacerlo, desveló al mundo nuestra existencia, la de todos nosotros. Nos expuso al mundo.

Detengo el relato un instante, esperando sus reacciones, antes de seguir.

Ahí surgieron los soldados. Al saber de nuestra existencia se dedicaron a cazarnos. Ese asesino, un tal Tom, se hizo con el control de una organización internacional y la usó para cazarnos. Los castillos cayeron, y el de Suiza aguantó algo más porque el director lo convirtió en una fortaleza. Pasó el tiempo, y un científico ofreció una salida al conflicto. ¿Recordáis lo que dijo Himiko acerca de nuestras reservas de energía sobrenatural? Ese científico descubrió la forma de emplear ese poder como fuente de energía. Con las fuentes de energía tradicionales en declive y siendo las energías renovables aún muy caras, teníamos algo que ellos querían, de modo que se firmó una tregua. -Doy una palmada en la mesa, sin fuerza, tan sólo dejando caer la mano por su propio peso- No duró. Con el tiempo, comenzaron a tratarnos como simples baterías, nos encerraban y consumían, nada más. Y siguieron cazándonos. Hasta terminar con todos. -Bajo la mano de la mesa, llevándola hasta la mano de Liz en mi brazo, estrechándola en busca de consuelo- Esa mujer, la última, es la única con poder suficiente para llevarnos atrás en el tiempo y evitar que todo eso suceda. Ese es el verdadero motivo por el que la buscamos. Esa es nuestra verdadera misión. A pesar del precio...

Del excesivo precio que deberemos pagar por ello.

Al contrario que hasta ahora, Kurt apretó con fuerza la mano que tenía entrelazada con la de Nya y tiró de ella tras de Chris. Cuando este fue a abrir la puerta de la biblioteca aproveché ese momento en el que se quedó parado para abanicar el aire con mi mano derecha abierta para que el golpe llegase hasta su nuca. Pues si había algo mejor que dar una colleja para desahogarse era dar una colleja a distancia.

La verdad que iba a desahogar un poco de todo el estrés que llevaba acumulado con ello, pero de todas formas esperaba no pasarme más de lo necesario.

Durante el relato de Ben acerca del calvario de Himiko, había conseguido mantener la compostura, mostrarme fuerte, a pesar de la tristeza que afloraba en mi interior, junto a un leve sentimiento de culpa. Sin embargo, tras saber que aquello no era todo, el camino hacia la mesa me pareció una eterna sucesión de pasos en los que mi miedo iba aumentando con cada uno de ellos. Durante el trayecto no dejé de mirar a Ben de reojo, comprobando que su rostro no daba ninguna tregua, mostrando aquella imagen desencajada de forma perpetua, reflejo de lo que Benjamin estaría ahora sintiendo.

Nunca le había visto así, y eso me asusta…

Al llegar a la mesa tomamos asiento, asegurándome de sentarme no sólo junto a mi novio, sino muy cerca de él. Volví a tomar su brazo al hacerlo, y al ver que no lograba empezar, apreté ligeramente este, tratando de mostrarle mi apoyo.

Entonces Benjamin se decidió a empezar, contándonos cómo había preguntado a Himiko por lo sucedido años atrás, cosa que teníamos que averiguar, y que por alguna razón había dado por hecho que la vampiresa desconocía; pero no, Ben nos confirmó que ella había estado allí. Agachó la mirada, haciendo que mi mirada se mostrara aún más mustia y se fijara en el movimiento de sus dedos sobre la mesa. Nos contó como un retorcido plan nos expuso al mundo, precisamente utilizando a alguien con un poder como el mío… Puede que fuera un detalle irrelevante, pero aquello me generó un escalofrío, e hizo que Ben y yo cruzáramos nuestras miradas, tristes.

Antes de que continuara con su relato, me agarré también a su brazo con mi otra mano, aferrándome a Ben. Lo que nos contó a continuación podría haber sido el argumento de cualquier serie o película, pero como solía decirse, la realidad supera a la ficción. Todo lo sucedido era horrible, y ni siquiera una supuesta tregua había resultado, acabaron con todos, nos utilizaron como si fuéramos pilas sin importar nada más que nuestra energía. Agaché la cabeza apesadumbrada, tratando de digerir lo que Ben nos había contado, y sólo al notar que acercaba su mano aparté uno de mis brazos del suyo, dejando que estrechara mi mano.

Sus últimas palabras me resultaron más familiares, y es que Himiko había mencionado algo al respecto en el comedor, pero como de costumbre no había sido demasiado explícita.

-E-el… ¿P-precio? – pregunté, más que asustada, sin comprender a qué se refería. – No entiendo… ¿Cómo vamos a evitarlo? ¿Simplemente volviendo?

Me encontraba confusa, no llegaba a entender qué debíamos hacer entonces para impedir aquella tragedia, pero lo que más me inquietaba era el mencionado precio.

Con la mirada fija en la mesa y las manos sobre la madera escucho el relato de Ben, sin perder detalle. Cuando termina su historia, trato de asimilar lo que ha contado y canalizarlo de la forma menos lesiva posible.

- Entonces... - de forma inconsciente aprieto los puños, sin levantar la mirada - entonces ese es el motivo.

Debo tragar saliva, siento la sequedad en mi boca al ser incapaz de asimilar la crueldad humana por más siglos que pasen.

Elizabeth habla y me llevo una mano a la frente, apoyando el codo en la mesa y con la vista aún clavada en la madera. Sólo cuando la chica plantea su última pregunta levanto la cabeza y, tras mirarla a ella, poso mis ojos sobre Ben.

¿Precio? ¿Qué sacrificio se nos pide?

Noto la presión en el semblante de Makoto, aunque trato de apartarcde él mi mirada puesto que no soy capaz de mirarle fijamente. Veo rabia, ira, y lo entiendo bien. Pero, si esta parte le produce eso, ¿qué sentirá cuando desvele el resto?

A Elizabeth no le pasa desapercibido el tema del precio a pagar. Tiene miedo, puedo sentirlo, lo noto en la mano que estrecho. Lo conozco, porque yo también lo tengo. Tengo mucho miedo. Estoy aterrado.

Eso creía yo, que era simplemente volver. -Digo con resignación, con una triste mirada perdida en la mesa- Que Himiko me contaría lo que sucedió, encontraríamos a esa mujer para que nos devolviera a casa, le contaríamos al director lo que habíamos descubierto, y todo se resolvería. -Mi mano aprieta la de Liz, necesitado de sentirla, de notar su fuerza- Pero... N-no va a ser tan sencillo. Debemos volver, pero no al punto de partida. No al castillo, al día en que Beni nos durmió. No... debemos volver más atrás, al comienzo de todo, a evitar que todos esos acontecimientos lleguen a producirse. El científico, la cacería, la organización, el asesinato en ese concierto... Pensé que se trataba de eso, de evitar ese asesinato, que Tom no llegue a desvelar nuestra naturaleza al mundo. -Se me escapa un suspiro- Me equivocaba. Hay que ir aún mas atrás. Antes de ese concierto, antes de que el camino de esa cantante y el de ese hombre se cruzaran por primera vez. Y para evitar todo lo que vendrá después, todo ese dolor, todas esas muertes... Hay que matarla.

La sentencia cae como una losa sobre mi cabeza, destrozándome por dentro. Se hace el silencio, un silencio que sólo se rompe cuando se ne escapa una frase que refleja lo que realmente pienso de todo esto, lo que me atraviesa el pecho de lado a lado.

Debemos matar a una chica inocente...

La tensión, el miedo, eran más que notables en el ambiente. Temía escuchar la respuesta a mis preguntas, aquello que seguramente atormentaba tanto a Ben. Miré unos instantes a Makoto, antes de volver a observar a Benjamin, que continuaba mirando la mesa cuando retomó la palabra.

Nos contó cuál era su idea inicial, más o menos la que cualquiera de nosotros podía haber imaginado, pero pronto nos aclaró que estaba equivocado, que todos debíamos estarlo. No se trataba solamente de volver y advertir a la gente del castillo, se trataba de cortar el problema de raíz. Su mano apretando la mía, su suspiro, eran gestos que dejaban entrever lo difícil que era para él tener que transmitir todo aquello. Sin embargo, aún faltaba lo peor.

Matarla.

Eso era lo necesario para solucionar todo lo que había pasado, matar a una chica. El silencio se hizo, mientras la simple idea de tener que hacer algo tan terrible comenzaba a generarme una terrible angustia en el pecho. Tenía que haber otra solución, esa no podía ser la única salida.

La frase final de Ben resultó lapidaria.

-¿D-debemos? – pregunté incrédula – Q-quiero decir que, tiene que haber otra solución… ¿No? – me acerqué a él, para que me mirara a los ojos, preguntándole con súplica por esa otra opción que impidiera lo impensable. – Y aún siendo el asesinato el último remedio… - Asesinato. - ¿Por qué ella? Es el hombre quien hará todo eso… - solté la mano de Ben, llevándome las manos a la frente y apoyando los codos sobre la mesa. – No lo entiendo… - susurré con desesperación.

La reacción de Elizabeth es más o menos lo que esperaba, aunque el modo en que suelta mi mano me resulta tremendamente dolorosa. Busco su espalda con mi mano, acariciándola hasta el hombro, donde la dejo tratando de ofrecerle algo del apoyo que yo mismo necesitaba al enfrentarme a esto a solas con Himiko.

N-no tengo todas las respuestas... Sólo se que esto es lo que me ha dicho ella. Supongo que es esa cantante la que genera el problema, al usar sus habilidades en público. Si no hubiera sido ese hombre, Tom, habría sido otro. Eso creo, al menos...

Aunque lo cierto es que las revelaciones de Himiko me dejaron tan afectado que no acerté a pedir más explicaciones o a cuestionar todo este asunto. Puede que la decisión sea tan brusca porque la vampiresa ha pasado por demasiado y ya no le afecta en absoluto la muerta de esa mujer. O puede que exista un buen motivo para que eso sea así.

Pero aún hay más...

Suelto el hombro de mi novia, poniendo las manos sobre la mesa, juntándolas, masajeándolas entre sí, nervioso por lo que aún queda por decir.

Cortar ese hilo de acontecimientos afectará a todo lo que suceda después. Ese es el objetivo. Que no se descubra nuestra naturaleza, que no se nos persiga. Eso... Evitaría el asalto al castillo de Kioto. -Miro brevemente a Makoto, conocedor del gran sufrimiento que le reportó ese suceso. A él y a Rina- Nosotros... seguiríamos el curso normal de nuestras vidas. Seriamos invitados al castillo. Tú y yo volveríamos a conocernos, Elizabeth. -O eso espero. Y que todo resulte entre nosotros de igual modo, exactamente igual. Pero nadie puede garantizarlo, ¿y si no es así? ¿Y si todo sale de forma distinta?- Pero... Tú, Makoto... Tú y Rina... Y la pequeña Himiko... Nunca llegaríamos a conocernos.

Ese es el precio. Cuando peor me he portado con mi amigo, debo renunciar a él, perderlo para siempre, sin que sea ni tan siquiera un recuerdo.

Y arriesgar también la misma existencia de mi relación con Liz.

Porque no hacerlo, supone condenar a muerte a tanta y tanta gente, que ninguno podríamos vivir con ello.

No es justo...

Cerré mis ojos, sumida en la desesperación y el desconcierto, hasta que sentí la mano de Ben en mi espalda tratando de reconfortarme, llegando hasta mi hombro entre caricias. Posé una de mis manos sobre la suya, queriendo demostrarle que también estaba ahí para él, pero aunque trataba de ocultar la angustia en mi rostro, me resultaba casi imposible.

Ben nos explicó el motivo por el cual pensaba que la cantante debía ser la destinataria de nuestros actos. Lo que decía tenía sentido. Era una cantante, una personalidad pública, y si su habilidad se transmitía mediante el canto… Estábamos acabados. ¿Pero por qué querría ponerse en evidencia? ¿No habría forma de convencerla?

Entonces, Benjamin nos dijo que aún había más, retirando su mano bajo la mía, abandonando mi hombro. Juntó sus manos sobre la mesa en un gesto nervioso y continuó hablando. Por lo que decía, no sólo cambiaríamos el curso de los acontecimientos, sino que tendríamos que volver nosotros también atrás en el tiempo, y con ello, cambiar lo que hasta ahora había sucedido. Me quedé petrificada durante unos instantes, tratando de procesar la información, tratando de comprender qué iba a pasar conmigo volviendo al pasado, si a la vez habría otra Elizabeth destinada a recibir esa invitación al castillo.

Mi novio había dicho que volveríamos a conocernos, pero… ¿Se suponía que eso debería dejarme tranquila? Iba a perderle. Tenía miedo, mucho miedo. Además, también estaban Makoto, Rina e Himiko. Seguramente ellos fueran más felices así. Makoto y Rina podrían haber seguido su relación con normalidad, Rina no estaría tan trastornada como la vemos ahora, e Himiko podría tener una vida completamente diferente; pero el no llegar a conocerlos me apenaba.

Mis ojos se aguaron y miré a Makoto, para después mirar a Ben, que aún seguía mirando hacia la mesa.

-P-pero… ¿Por qué? ¿Por qué nosotros? – pregunté alzando algo la voz, visiblemente desesperada, como si alguno de los dos pudiera darme la respuesta, echándome a llorar y llevándome las manos a la cara justo después.

Cuánto más se aclaran las circunstancias, más se complica la solución, ¿no se supone que debería ser al revés?

Cada minuto que transcurre des de nuestro traslado temporal hace que todo se vuelva más y más cuesta arriba. Empiezo a cuestionarme seriamente en qué momento llegaron a pensar que estábamos preparados para algo así.

- ¿Asesinar? ¿A una chica inocente? - una cínica sonrisa se dibuja en mi rostro, con la mirada aún clavada sobre la mesa. De no ser por el lazo que me une a las personas que se sientan conmigo, más allá de nuestras puntuales diferencias, probablemente me habría levantado para irme de ahí con destino a ninguna parte. Pero nunca les abandonaría. No después de lo que hicieron por mi y de lo que siento por ellos - precisamente ahora que ya no contamos con Erik… eh…

El ácido sarcasmo fruto de la impotencia empieza a aflorar acompañado de una triste sonrisa. Veo a Erik sangrando en el suelo. A T.J. sufriendo en la cocina. Vienen a mi mente las cicatrices de Himiko. El frío, la nieve. La Última rechazando nuestra súplica. La lucha interna de Rina. La tensión provocando malditas rencillas. Cadáveres, apariciones y desapariciones.

Una punzada que me obliga a apretar los labios y entrecerrar mis ojos me atraviesa el pecho, cuando Ben menciona que jamás llegaríamos a conocernos si esta situación lograra revertirse.

Alterno la mirada entre la pareja, antes de bajarla de nuevo. Ahora mismo se me hace muy cuesta arriba creer que podemos siquiera lograrlo pero necesito, necesitamos, creer que si.

- Quizá nunca llegaríais a conocerme con un brazo menos... - digo con un pequeño hálito de esperanza, intentando contagiarme de una dinámica positiva - pero de un modo u otro estoy seguro que tarde o temprano llegaríamos a coincidir - esta vez sonrío, convencido.

- Debemos ir paso a paso - sacudo la cabeza hacia delante repetidas veces, ante todo lo comentado por Benjamin, luego me giro hacia Liz y alcanzo su mano - y llegado el momento creo que podemos encontrar la mejor forma de revertir todo esto - sin duda, ninguno de los que ahí estamos valoramos como primera opción el asesinato de una inocente. Pero todo a su debido tiempo.

Sigo sumido en mi propia niebla interior, sin ver una salida a todo este galimatías, cuando Elizabeth lanza una pregunta que ya me hice en su momento, cuando nos propusieron esta misión.

¿Por qué nosotros?

Quiero pensar que existe un motivo, que hay alguna explicación al hecho de que nos enviaran a nosotros en lugar de encargar el trabajo a gente más experimentada, capacitada y entregada a la causa. Había agentes de seguridad, una hechicera muy poderosa, el director... ¿Por qué no se encargaron ellos de todo esto? ¿Por qué debíamos sacrificarnos nosotros?

Liz se lleva las manos al rostro, comenzando a llorar. Me parte el alma verla así, me destroza el corazón. Apresuradamente, la rodeo con mis brazos, apoyando mi rostro en su nuca, ofreciéndole lo único que tengo para ella. No tengo palabras de un ánimo que a mí me falta, ni una explicación. Ni siquiera tengo demasiada esperanza. Sólo puedo ofrecerle lo que me queda, yo mismo. Hasta que el destino diga lo contrario, y si no logro hacer nada por evitarlo, soy suyo.

Soy todo cuanto tengo para ofrecer.

Oigo a Makoto hablar con ironía, recordar a Erik. Sí, sin duda a ese cabrón le resultaría muy sencillo acabar el trabajo. Al menos tendríamos a alguien a quien no le temblaría el pulso al hacerlo. Pero el dilema moral seguiría ahí. Seríamos igual de responsables de esa muerte.

Pero acto seguido logra sacar a relucir el mayor de los optimismo. Incluso aunque no nos recordemos, volveremos a coincidir. Lo dice con total naturalidad. Yo giro mi rostro para mirarle con amargura, pensando en que no será lo mismo, que no seremos nosotros. Sin los recuerdos compartidos, no seremos más que unos desconocidos que coinciden. Puede que incluso sin prestarse atención, o peor aún, cayéndonos mal por cualquier altercado que empañara nuestro encuentro.

Como el incidente del bosque...

Pero entonces, un recuerdo acude a mi mente. Apenas hará una semana, pero me parece al mismo tiempo lejano como si no existiera nada antes de eso.

Elizabeth, cariño... -Le digo suavemente, apartando mi rostro de su nuca para mirarla mejor, ahora con una tenue sonrisa en los labios- ¿Recuerdas cuando nos conocimos?No nos habíamos visto nunca, estábamos en un lugar nuevo entre desconocidos... -Mi sonrisa crece, entrañable, al recordar el primer momento en que la vi, su rostro tímido y asustado ante tantas novedades, el modo en que comenzamos a hablar y terminamos apartándonos del resto- Y sin embargo, conectamos, desde un primer momento. Fue... un flechazo. -Acaricio el rostro de mi novia, apartando los mechones de cabello rojizo que le caen y rozando las manos con que se cubre aún las lágrimas- ¿Sabes? Hay gente que cree que los flechazos se producen cuando dos personas que se amaron en una vida anterior vuelven a encontrarse... -No se dónde lo he escuchado, ni siquiera si era exactamente así. Pero es a lo que me pienso aferrar ahora mismo. Es mi esperanza- Yo creo en eso. Ahora, en este lugar, quiero creerlo. Que nos amamos en una vida anterior, y estábamos destinados a reencontrarnos en esta. Y que, pase lo que pase, volveremos a hacerlo, una y otra vez, porque sin saberlo te buscaré sin descanso hasta alcanzarte y que vuelvas a llenar mi vida. Y no sabremos a qué es debido, pero sabremos que queremos estar juntos, conocernos, apoyarnos, cuidar el uno del otro. -Sujeto sus manos, para liberar su rostro y poder ver sus hermosos ojos, incluso inundados en lágrimas, y hacerle una promesa- Sea hombre o dragon, soy tuyo en esta vida y en las venideras. Lo sepas o no, estés donde estés... iré a buscarte.

Permanezco unos instantes con mi firme convicción reflejada en la mirada que sostengo a mi amor, antes de liberarla de una de mis manos y ponerla sobre la mesa, estirada en dirección a Makoto. Me giro hacia el, con los ojos en la mesa, sin mirarle directamente.

Y digo lo mismo de la amistad. -Sentencio antes de alzar mi mirada hacia él, pese a todo lo que le dije en el bosque, que me llena ahora de vergüenza- Nos volveremos a encontrar, y sabremos que somos amigos... a pesar de todo. -Agacho la vista de nuevo, cerrando el puño sobre la mesa y cerrando los ojos- Lamento muchísimo lo que pasó en el bosque... amigo. -Digo finalmente con gran pesar, antes de volver a mirarle, y luego a Elizabeth- Encontraremos la forma de hacer esto, y lo haremos de la mejor manera posible, independientemente de lo que diga Himiko. Y lo haremos juntos.

Sin soltar la mano de Elizabeth me apoyo levemente sobre la mesa para llegar con la otra mano al cuello de Benjamin. Alcanzo a darle una cariñosa palmada. Mis ojos brillantes y mi sonrisa apretada delatan mi alegría al oír aquellas palabras.

El Dragón nunca logrará dominar su alma ni su espíritu, siempre inquebrantable.

Niego con la cabeza restando toda la importancia a lo sucedido.

- Vamos contrarreloj. Acertamos, erramos... lo que de verdad importa es que juntos, lo lograremos.

Pasamos largo rato charlando sobre aquél y otros asuntos. Finalmente, me levanté y me despedí de la pareja. Ya volvería en otro momento a por el libro que buscaba, ahora mismo mi cuerpo me pedía descanso.

Casi de inmediato, me vi abrazada de costado por Ben, permaneciendo a mi lado, pero dejándome llorar, desahogarme. El llanto apenas me lo permitía, pero pude escuchar parte de la reacción de Makoto, mientras luchaba contra mi misma por tranquilizarme. Este terminó con cierto optimismo, instándonos a ir poco a poco y no darlo todo por perdido; note que rozaba con su mano una de las mías y le permití tomarla, pero de inmediato me cubrí el rosto con el otro brazo, y es que no me gustaba que me vieran llorar.

El sentirme arropada por ambos me ayudó a relajarme un poco, pero aún continuaban escapándose lágrimas de mis ojos. Yo misma había tomado la decisión de separarme de Ben al comienzo de todo esto. Estaba dispuesta a venir hasta aquí y que él permaneciera en nuestro tiempo, a salvo; pero siempre me quedaría su recuerdo y la esperanza de volver a encontrarnos. Pero ahora, la idea de perderle, de perder los momentos más bonitos de mi vida, me rompía el alma. Podríamos volver a conocernos, y estaba convencida de que volvería a enamorarme de él; y es que no había conocido a nadie como Ben en toda mi vida, y nadie podría encajar tan bien conmigo como él. Pero… ¿Y si finalmente no nos encontrábamos? ¿Y si en ese nuevo tiempo Ben no terminaba sintiendo lo mismo por mí?

Entonces sentí como Benjamin se separaba ligeramente, dirigiéndose a mí con tono suave, recordándome nuestro primer encuentro. Mis lágrimas cesaron, aunque aún continuaba cubriéndome con la respiración agitada. ¿Cómo olvidarlo? Todo era tan extraño, y me encontraba tan desorientada… Y él me tendió una mano sin dudarlo, desde el primer momento, mostrándome con cada pequeño gesto la maravillosa persona que es.

Sentí como acariciaba mi cara al mencionar la palabra flechazo, y tras apartar mi pelo comenzó a relatarme aquella creencia de la cual nunca había oído hablar.

¿Es eso verdad? Creo que ya nada es imposible…

Me quedé quieta al escucharle decir que volvería a buscarme, que seríamos ambos los que querríamos estar juntos, una y otra vez, pasara lo que pasara. Y al terminar destapó mi cara, sujetando mi mano mientras me hacía aquella promesa que me insufló la fuerza que necesitaba. Ni siquiera acerté a hablar, no me salían las palabras, así que asentí repetidas veces, tratando de no volver a llorar. Sin embargo, al escuchar las palabras que le dirigía a Makoto, no pude evitar que algunas lágrimas más brotaran de mis ojos, agachando la mirada un instante y apretando las manos de ambos.

Al decir Ben que encontraríamos la forma de hacer esto volví a levantar la vista para mirarle, mirando también a Makoto, cuando ratificaba las palabras de Ben. No pude más que sonreír ante ello.

Lo haremos juntos.

El asiático se disculpó para retirarse, y es que ya estaba amaneciendo, pero yo aún tenía algunas cosas que hacer.

- Y-y… ¿Ahora? – pregunté temerosa tras frotarme los ojos, y es que aún estaba el tema de Himiko en mi mente. – Tenemos que irnos del castillo, o al menos… Yo tengo que irme. – dije mirando fijamente a Ben, aún sin soltar su mano – Himiko me ha amenazado con… - me costaba sólo decirlo. – Si vuelve a afectarle eso que hice antes, irá a por ti. No quería decírtelo antes de que hablaras con ella…

Makoto se despide de nosotros, retirándose a descansar. Lo cierto es que es muy tarde, ya casi amanece, y la noche ha sido bastante larga con todo lo de esa tormenta, la muerte de T.J., Erik, Himiko y demás. Cuando nos quedamos sólos, Liz me pregunta por lo que deberíamos hacer ahora, y estoy a punto de proponer retirarnos a descansar cuando ella continúa explicándose.

Y me quedo de piedra.

Recuerdo el instante, cuando Himiko pasó por mi lado, se plantó ante Elizabeth y luego se marchó sin decirle nada. Sí que le dijo. Maldita sea, la amenazó. Conmigo, además, para hacerle más daño. Puto monstruo. Maldita vampiresa demente, después de todo lo que me contó, de lo que le dijimos, y resulta que ha estado haciendo eso...

Permanezco unos instantes mirando fijamente el rostro asustado de mi novia, comprendiendo demasiado bien lo que es temer por un ser querido. Siento una intensa rabia, y dolor, al pensar en lo que ha tenido que sufrir Elizabeth por todo esto.

Liz... -Comienzo a decir, dubitativo- Eso no va a pasar. -Finalmente, encuentro la fuerza para otorgar decisión a mis palabras, a pesar de la rbia que siento hacia la vampiresa. No por amenazarme a mí, sino por hacerla sufrir a ella- Se ha tirado un farol. Sabe que nosotros sí suponemos una esperanza para la misión, al contrario que Erik. A él lo mató porque suponía un problema, pero nosotros somos parte de la solución. No va a hacer nada, ¿me oyes? -Digo decidido, aunque realmente no me lo creo. Himiko está loca, es una demente, y puede que sí fuera capaz de hacerlo a pesar de todo. Pero debemos creer que eso no es así, y cubrirnos las espaldas por si acaso- Seguiremos con el plan. Cogeremos lo que necesitamos, información, víveres, herramientas, y nos marcharemos cuando hayamos descansado. La aldea que viste en tu visión de la última está cerca del lago, empezaremos por allí. ¿Cómo llevas la búsqueda de tu naturaleza?

Con la respuesta de Ben, por un momento pensé que se iba a echar atrás, que nos quedaríamos en el castillo. Puede que tuviera razón, que fuéramos necesarios para arreglar las cosas, pero no teníamos ninguna garantía de ello. Hasta ahora no habíamos sido más necesarios que cualquiera, pero quién sabía, a lo mejor en algún momento nuestras habilidades resultaban cruciales.

Entonces regresaron a mi mente las palabras de Beni sobre mi visión, pero en mi primer intento no había podido ver a la última. ¿Realmente sería tan importante mi visión?

Me tranquilicé al escuchar de boca de Ben que el plan seguía en marcha, sugiriéndome que empezáramos por la aldea que había visto. Solté su mano tras besarla y me puse en pie, dirigiéndome a buscar el libro que había dejado sobre una de las mesas mientras le hablaba.

-He buscado sobre las hadas… Pero no sé, no veo nada demasiado claro con lo que me identifique. – dije tomando el libro y volviendo a sentarme junto a Ben, posando el tomo sobre la mesa. - ¿M-me ayudas? – le pregunté, frotándome los ojos, esta vez por cansancio. – Si no te importa buscar sobre banshees… - dije mirándole a los ojos.

Me quedé así varios segundos, sin dejar de mirarle, sintiendo que no podía dejar de hacerlo; aunque en realidad era que no quería dejar de hacerlo. Me senté al borde de la silla y dejé de mirarle, sólo para cerrar mis ojos con fuerza e inclinarme hacia él para abrazarle y apretarle contra mí.

Elizabeth comenta que ha encontrado información sobre las hadas, aunque nada muy concluyente. Habrá que buscar sobre las otras dos opciones, a ver si acotamos un poco más.

Pero antes de eso, tras pedirme que la ayude y asentir yo por toda respuesta con una sonrisa a la propuesta de buscar sobre las Banshee, se inclina hacia mí y nos damos un fuerte abrazo. Así nos quedamos un buen rato, y es que yo al menos necesito de su contacto, necesito esa referencia para afrontar todo lo que nos espera.

Pero finalmente nos separamos, dándonos un beso antes de comenzar a buscar.

Venga, busquemos esos libros y luego vamos a descansar un rato. Tenemos que reponer fuerzas.

Banshee, no se si por el nombre encontrare algo. Si no, igual en mitología británica o algo así...