Partida Rol por web

 - No pasa nada, Natuk. Tenemos que ayudarnos entre nosotros. - Le digo fingiendo media sonrisa, sin saber muy bien a quien trato de convencer, si a ella, o a mi misma. 

 Luego miro a Rina cuando arropa a Natuk. Necesitaba descansar y era tarde, venir había sido un poco tonto por mi parte, así que tal como vine, mejor me iría.

 - Hm, pues te dejaré dormir yo también. Tienes que reponerte por completo - Digo con preocupación antes de despedirme. - Buenas noches, chicas. Que descanséis. - Les deseo a ambas antes de despedirme.

Después de un par de días de lo más raro, e intentado recomponerme para uno nuevo, Angelica decidió descansar un poco. Escuchaba voces por los pasillos, sobre todo en la habitación de Natuk. <<Quizás debería ir a verla y entender un poco más sobre esto...>>

Pero pronto calló en la cama y empezó a quedarse dormida, esperando a que las luces del alba le indicasen que un nuevo día había llegado.

Ambas chicas entran en el cuarto, la kitsune estaba arropando a Natuk - buenas noches, preciosa- besa sus cabellos.  Makoto comía sentado en un rincón. La japonesa pone sus dedos sobre sus labios, para hacerles el gesto que guardaran silencio, y se acercó a ellas.

- ¿comieron?- fue lo primero que les preguntó en susurros- se  ha dormido, ¿harán el primer turno?, en dos horas vayan a mi cuarto, yo las reemplazo, así pueden dormir - pone su mano en el hombro de la polaca, en una ligera caricia, y va donde Makoto, había comido poco,  ella pone su mano en su frente, - ummm tienes algo de fiebre, amor - pone su cuenco en la bandeja,  y mira a las chicas.

- ya saben cualquier cosa, un grito chicas - toma la bandeja, Makoto intenta ayudarla, pero ella se lo impide, y le pide que vaya a costarse, ella irá pronto con él, y que ella le avisará a Ben y Elizabeth que no puede ir con ellos. 

- buenas noches, hay sacos de dormir para que se cubran, no pasen frío, ¿vale? - les dice a las chicas, antes de salir los dos.  

Katarzyna entró para ver a Rina y Makoto salir.  Se acercaba a la última con intención de examinarla cuando Rina entendió que venía a sustituirles.  Realmente, Kat tenía la intención de tan solo de cerciorarse del estado de Natuk e irse a dormir a su habitación, pero con su total agotamiento no tuvo fuerzas para oponerse.

- Ah. Vaalee - dijo desviando la mirada y bajando los hombros.

Ya con la pareja de japoneses saliendo, la joven polaca examinó a la paciente con cuidado de no despertarla, asegurándose de que había comido y que estuviera bien.  Luego, se dirigió a la puerta y buscó un pestillo o cerrojo para bloquearla o, falta de éstos, movería el sillón donde ella se recostara delante de la puerta para impedir que nadie entrara sin que ella se enterara, aunque se quedara dormida (algo muy probable).

Caminé por los pasillos con el propósito de encontrar una habitación cómoda y que me gustase. Al ritmo de mis pasos iba dándole vueltas a mi cabeza y a todo lo ocurrido, la charla con Benjamin y Elizabeth había resultado esclarecedora. No podían vivir el uno sin el otro, es lo único que saqué en claro.

─¿Desde hace cuánto se conoceran esos dos para no poder separarse ni para tomar algo de comida? No sé si me causa ternura... o pena. Qué poca independencia.

En vista de que los tortolitos deberían estar ya dándose el lote en la muralla, ya que si no no comprendo a cuento de qué tanta insistencia en quedarse a solas, y que el resto habían dejado las habitaciones después de mi, decidí echar un vistazo a Natuk y asegurarme de que todo estaba bien.

─Las cosas no pueden salir mal dice, ya, claro, bienvenida al mundo real Liz. Sólo han muerto dos chicos ¿qué más pruebas quieres?

Llevé la mano al pomo brillante de la puerta donde descansaba Natuk. Traté de abrir pero... estaba cerrada. Fruncí el ceño, aquello era extraño. Llamé a la puerta con los nudillos.

─¿Natuk, hay alguien ahí? ─pregunté lo suficientemente algo como para que se me escuchase al otro lado de la puerta.

Angelica estaba conciliando el sueño, cuando comenzó a sentir mucho frío. En aquel castillo no es que hiciese calor, pero esta vez era diferente. Un frío extraño, penetrante. Y de repente, parecía que empezaba a nevar allí dentro, en su habitación. ¿O acaso no estaba en su habitación? Pacería rodeada de un campo completamente cubierto por la nieve. Al fondo, una mancha, indistinguible por sus ojos medio cerrados y la ventisca.

Ni uno solo de sus compañeros, ni un animal... Nada a su alrededor, excepto árboles silenciosos. Angelica se acerca poco a poco a aquella mancha, y descubre que se trata de una barca de madera, protegida por dos fuertes troncos. Tropieza y le cuesta levantarse. Al mirar de nuevo hacia la barca, ya no está. Se levanta y siente una pesada carga en su brazo... Al mirarla, ¡ella llevaba la barca!

A lo lejos ve a una chica, parecida a ella, tropezarse en la nieve. Siente miedo, siente que la persiguen... Y trata de correr hacia aquella chica, aún con la barca arrastrando. Conforme va acercándose, se fija en ella... ¡Y es ella misma! ¡Angelica! Se mira las manos, y descubre que no es ella misma, sino aquella chica que vio en el sueño, La Última, y se arrodilla al comenzar a llorar. 

Angelica se despierta sobresaltada, aún con lágrimas en los ojos, sin comprender qué había pasado. Se había asustado, y quería saber más sobre aquel sueño. Seguro que Rox podía decirle algo sobre aquello, así que se decidió a buscarla.

Apoyé mi cabeza contra la puerta, arrimé el oído a la madera y permanecí en silencio con intención de escuchar lo que ocurrí al otro lado. Fuera lo que fuese lo que estaba ocurriendo, la puerta no se podía abrir, parecía estar cerrada con llave o en su defecto tenía el pestillo echado.

Tras unos segundos tratando de escuchar algo observé en la distancia del pasillo que Angelica daba la vuelta a la esquina y se dirigía hacia mi. Le hice un gesto con la mano para que se acercarse en silencio y fuese discreta.

Angelica acercó silenciosa a Roxana, intentando apoyar solo la punta de sus pies. Aún sentía frío después de lo que había pasado en su habitación, y necesitaba entrar en calor. Aquellos pasillos eran cualquier cosa menos cálidos y acogedores. Tenía que contárselo a Rox, seguro que ella le ayudaría.

- Rox, necesito contarte una cosa. Antes, en mi habitación, me ha ocurrido algo que ni imaginaba, ni recordaba... - susurró Angelica.

Al ver el interés de Roxana por la puerta (y lo que pasaba más allá), decidió no seguir hablando, y quedarse justo a su lado para que la chica le contase qué estaba ocurriendo.

Me separé unos centímetros de la puerta y escuché lo más atentamente que pude a Angelica, pero no podía quitarme de la cabeza que ahí dentro estaba ocurriendo algo... tenía esa corazonada. Tal vez lo que Angelica hubiese descubierto antes podría ayudarnos en una situación con  tan pocas salidas como las que estábamos viviendo.

─La puerta está cerrada, o atascada... creo que la han cerrado o echado el pestillo por dentro. No sé que está pasando. ¿Tú qué has descubierto?

La miré con rostro preocupado, pues realmente cualquier pequeño fallo podría mandarlo todo al traste.

─Espero que sea lo que sea que haya descubierto sirva para abrir cerraduras.

Froté mis manos vigorosamente, tenía frío, y el silencio en aquellos pasillos era tan lúgubre y poco acogedor como las bajas temperaturas.

─¡Eh! ¿Quién está ahí dentro? ─golpeé la puerta con fuerza, dos toques a puño cerrado. Apoyé la frente en la puerta y esperé una respuesta.

Cuando Roxana le preguntó, Angelica estaba a punto de contarle el sueño que había tenido hacía sólo unos minutos. Pero la chica se preocupó tanto por lo que ocurriese en aquella habitación, que Angelica sólo pudo ver su reacción ante la puerta. <<Sólo ha sido una pesadilla, ya se lo contaré>>.

Angelica, al igual que Roxana, esperaba una respuesta del interior de la habitación. Buscó entre sus ropas si tenía alguna horquilla o algo que pudiese utilizar para forzar la cerradura, o para intentar derribar la puerta al menos. Quizás entre las dos podrían...