Partida Rol por web

¿Pero que estaba pasando allí?¿Es que todo le tenía que salir mal a ella y mientras había gente campando a sus anchas por la universidad?
NO señor, si alguien se llevaba ese exámen iba a ser ella...
Esperó unos segundos hasta escuchar los pasos del supuesto conserje alejarse de ella. Después salió de debajo de la mesa y tras una espera razonable, para qeu nadie la viera salir del aula abrió la puerta y se encaminó hacia el despacho del profesor López.
 

Tenía de dejar de lado mi móvil, allí dentro no parecía que funcionase mucho, y lo único que hacía era distraerme del verdadero objetivo, salir de aquí, en segundo plano estaba lo de conseguir el examen y boicotear el sistema de educación actual.

Pienso en dónde puedo estar y me ubico imaginariamente, creo que los despachos, se encontraban a mano derecha, un piso más arriba, y allí es dónde me dirijo. 

Ainhoa decidió correr dejar un poco de espacio para ver si alguien seguía a Sabina o no, y en cuanto viera si realmente había alguien, o simplemente estaba acojonada, saldría detrás de ella. Tampoco podía esperar mucho, no fuera a ser que el conserje la descubriera, y para no ponerla demasiado nerviosa, trataría de hacerle entender que era ella quien la seguía y no un extraño.

La Universidad por la noche estaba resultando demasiado peligrosa, o al menos daba la sensación de que todos se estaban volviendo paranoicos.

No había nadie tras Sabina, seguramente la muchacha había salido corriendo por el mismo motivo que tú: Huir del conserje.

Seguiste tras ella, pero te costaba mantener su ritmo. La muchacha no dejaba de correr y pronto te cansaste. ¿Alzar la voz? Sería una posibilidad, pero podrías poneros más en peligro.

Tras salir por la puerta, el conserje todavía estaba por allí. Lejos y escuchando su música, pero había que moverse con cuidado. Giraste hacia el sentido contrario y... ¡Un golpe de suerte! Allí estaba Ainhoa, corriendo como si no hubiera un mañana... O lo que su orondo cuerpo le permitía. ¿Estaría huyendo de alguien?

El camino parecía despejado, no como tu mente. Subiste por las escaleras y caminaste por el pasillo. Algo en tu interiro decía que te dieras prisa, y tus pasos se aligeraron, sin llegar a correr.

Y justo al girar una esquina... ¡PUM! Al suelo.

Habías chocado contra algo o alguien. Al levantar la vista, pudiste ver el cuerpo de una persona también en el suelo. Acojonado, empezaste a ir hacia atrás... Hasta que te diste cuenta que era Hellín.

En tu locura, no dejabas de correr. Aunque ya no lo tenías delante, la imagen del cadáver estaba en tu cabeza, y no podías dejar de verla.

De pronto, te encontraste en el suelo y sentías un gran dolor en la cabeza. Intentabas mirar qué había pasado, pero en el suelo sólo podías ver a un hombre que parecía alejarse, pero se detuvo. Tirado en el suelo, aquel hombre se parecía a... se parecía a... ¡se parecía al muerto!
 

No tenía escapatoria pero... ¡Debía haberla por alguna parte! Me levanto torpemente, pues el miedo se había apoderado de mi cuerpo y me quedo ahí plantada. Noto como mi corazón palpita muy fuertemente antes de salir a correr de nuevo. 

Aquel cadáver... Me perseguía ¿Por qué? Yo no lo había matado, yo no le había hecho nada... ¿Qué quería de mi? ¡Yo no quería nada de él! ¿Por qué no me dejaba en paz? 

Mis preguntas se hacían cada vez más intensas mientras seguía corriendo sin ningún rumbo en concreto... Un poco más tarde me dí cuenta de que estaba dando vueltas todo el rato por la misma planta. 

¿Dónde estaban mis compañeros? Incluso me animaría ver a Beatriz.  No, seguro que no los iba a volver a ver nunca más. Seguro que aquel cadáver zombie los había matado. Sí, y ahora solo quedaba yo. Por eso me perseguía. 

Escuché un ruido por atrás, no sabía si eran imaginaciones mías o no... Pero mi ritmo aceleró y acabé por bajar las escaleras. 

"Por favor, si existe alguien por ahí arriba... Ayúdame. No quiero morir."

Quien podría ser? Serían los chicos? Seria alguien mas? Pero el conserje había hablado con alguien por el interfono así que no debería estar solo.

"Un ultimo esfuerzo vamos..."

E ignorando el dolor de su pierna intento alcanzar el siguiente piso, mediante movimientos rápidos pero silenciosos, que era el del despacho de Lopez.

El chico no podía imaginar las consecuencias de ser capturado, pero tampoco escucho al conserje decir nada acerca de que hubiera intrusos en el area así que probablemente los chicos estarían en un lugar seguro.

"Odio estar solo..."

Pronto el pobre Martín empezaría a olvidar su objetivo principal, ya que este cambiaria a escapar de ese infierno.

Sin pensar en lo que hacía, Sabina se giró y arrojó la lata de cerveza con todas sus fuerzas hacia donde "sentía" aquella molesta presencia.

Al acelerar el ritmo me había tropezado contra algo o alguien y eso me hizo caer. Me pongo en pié y observo que es el cuerpo de una chica, más concretamente el de Hellin. Mi pulso se acelera al pensar que le ha podido pasar algo, así que me pongo de rodillas e intento tocarle las muñecas para ver si capto el pulso. 

Ainhoa chasqueó los dedos. Serían un sonido seco que no sonaría mucho, pero que en aquel silencio sepulcral, quizá Sabina la escuchase y nadie más.

Si veía que no se giraba nadie, alzaría un poco la voz. Y le diría: ¡Sabina, soy Ainhoa! ¡No te asustes, soy yo! Dijo tratando de gritar entre susurros y "chistidos".
 

Beatriz se interpuso en el camino de Ainhoa, que estaba corriendo despavorida por el pasillo. -Ainhoa, ¿Que te pasa?¿EStás bien?... La agitó durante unos momentos esperando la reacción de la joven. -Espabila,m tenemos que llegar al despacho de López.

Te movías demasiado lento, el cadáver te había cogido de la muñeca. ¡Iba a comerte, iba a comerte!
 

Mientras te acercabas a Hellín, la joven no dejaba de moverse. Sus ojos abiertos parecían en otro mundo, y balbuceaba algo que no conseguías entender.

Corriendo, o más bien arrastrando la pierna mientras movías los brazos haciendo un sobreesfuerzo por alcanzar tu meta, te alejaste del conserje. Ibas tan concienciado en huir, que no te fijaste por dónde ibas... y ¡Pum! Te chocaste contra alguien y te tiró al suelo.
 

La lata voló de tus manos, y no te preocupaste en mirar dónde caía. Quizá podías distraer a quien te persuguiera, o quizá atraerlo todavía más...

Corrias casi sin rumbo, sin fijarte bien por dónde ibas... y ¡Pum! Te chocaste contra alguien y te tiró al suelo.