Partida Rol por web

- ¡Alto el fuego! ¡Alto el fuego en dirección treinta-tres-cinco! - era la voz de Breanne.

La teniente estaba corriendo en dirección a ellos. Tres soldados la acompañaban, dos menos de los que estuvieran en la Sala de Operaciones hacía aproximadamente quince minutos, cuando habían salido a por la caja.

- ¡No os pareis! - la teniente no dejó de correr mientras los instaba a continuar - ¿Es ese nuestro premio, Melnikov? Cutter, ¿qué es ese fardo que trae?. Amy, informe del número de bajas.

Por el comunicador se oían los gritos de Bernelli y de Mellish. También se oía el traqueteo filtrado de los rifles gauss por encima del comunicador. Alguien disparaba ráfagas cortas a no mucha distancia. Cuando el enorme isleño contestó que era una civil que aún respiraba y que estaba junto a la caja, Breanne añadió.

- Bien, Cutter, parece que ha rescatado con vida a una princesa de verdad. No la suelte, quiero hablar con ella más tarde. Zorra, informe de situación.

- Estoy girando en la base ahora mismo. Sujétese los faldones, teniente. Estaré allí en... ¡Oh, demonios! Un momento.

A Ardo no se le pasó en una sóla mirada el número de marines que faltaban. Y cuando le habló a Branne, se notaba el pesar del precio que había costado conseguirlo en su voz, a pesar de que trató de disimularlo.

- ¡Es el premio teniente!

Sólo con la idea de seguir corriendo en la mente, siguió adelante.

El pelotón emergió de la cobertura de los edificios circundantes. La pista de aterrizaje de Oasis se extendía a su alrededor. Había varios hangares y almacenes destruidos a ambos lados. Después de las claustrofóbicas callejuelas que discurrían entre los edificios, el área parecía estar expuesta y vulnerable. Más allá de la pista de aterrizaje, en la zona sur, había una gran extensión de hidrogranjas y la larga carretera que habían seguido aquel día para llegar hasta allí. Al sur, en la lejanía, podía divisarse la pared vertical de la Cuenca. El Pezón de Molly se veía en la distancia y entre la niebla asomaban algunos de los Picos del Muro de Piedra. Entre ellos estaba Pintoresco y su base fortificada.

Parecían estar a un millón de kilómetros de distancia.

En el centro de la zona justo aparcaban Peaches y Collins en sus buitres. Al comienzo del día, había cinco. Ahora sólo quedaban dos.

Pudieron divisar los colectores eólicos cerca de la pista de aterrizaje. Allí en el sur, en aquellas lejanas entibaciones, les esperaban un jergón limpio, un baño y puede que una cierta seguridad. Además, si el capitán Marz estaba siguiendo una trayectoria de aproximación convencional debería de aparecer por esa dirección. Breanne, después de asentir a Melnikov, miraba también hacia allí, escudriñando el cielo en busca de cualquier señal de movimiento.

- ¡Zorra! - exclamó Breanne - Informe.

Al no haber respuesta, la Teniente se giró una vez más a sus marines.

- ¿Qué coño está pasando?  - no había atisbo de miedo en su voz - Amy, siga a Cutter. ¡Cutter! Lleve a esa civil junto a los buitres ¡Ekart, Melnikov! Que no se separe esa caja de mi. Littlefield, organice un perímetro de recogida a nuestro alrededor, lo necesito ahora mismo.

Los marines ya estaban en el centro de la zona de aterrizaje. ¿Todos los que quedaban?

Si en ese momento no llevase guantes. Se le caerían la caja y el rifle por el sudor que desprendía su cuerpo.

- ¡Joder! ¿Y si ha sido derribada por uno de esos bichos voladores? ¡Teniente! Si se me permite decirlo, si lo prioritario es sacar la caja de aquí, deberíamos de seguir moviéndonos y no depender de la Zorra... Si nos rodean y no ha llegado la nave, estamos perdidos.

No quería contradecir a su superior, pero el miedo empezaba a transpasar su cerebro entrenado de nuevo. No quería acabar en el estómago de un zerling.

Dos buitres, un murcielago de fuego, tres marines ocupados, y cinco libres contando contigo.

Estais, aunque ya lo he dicho mas o menos, en un claro mas bajo que los alrededores salvo en su cara sur, que esta abierto pues es la carretera que se va en aquella direccion. Todos los demas frentes son mas elevados. No hay muchos edificios, pues es una zona de aterrizaje.

¿Dar órdenes? Miro a Cutter por un momento, el está mucho más capacitado que yo para hacer esta tarea, pero parece que ahora me toca a mi estar al frente de la seguridad ahora. Miro un momento los alrededores, cuento de cuantos hombres dispongo para llevar a cabo la tarea y medito un momento. - Bueno, un voluntario para subir a un lugar alto y no muy lejano, necesito ojos bien arriba. Los demás se distribuirán uno conmigo por donde vinimos, uno al Oeste y el otro al Este. ¿Entendido soldados? - Espero no meter la pata. Basta de dudar maldita sea. Sacudo un momento la cabeza como queriendo ajustarlo, pero en verdad es para "despejar" las dudas. - Revisen sus armas antes de tomar posición, no quiero sorpresas. - Dicho eso, reviso mi arma otra vez y voy hacia una posición que me permita divisar de la mejor forma por donde vinimos y me quedo en posición para abrir fuego a lo primero que se cruce.

Amy hizo un recuento rápido de las bajas e informó con diligencia a la teniente, no sin no poder evitar el pesar en sus palabras. Su cabeza daba vueltas, aunque se preguntaba, quien demonios era ese civil. Sería algún vip, alguna parte de la misión que desconocía? Quien sabe..

- Señora! - dijo firmemente, afirmando las ordenes de la teniente y procediendo a seguir a Cutter.

Ante las órdenes de Littlefield, los marines confederales formaron un círculo en la pista de aterrizaje, con las armas apuntadas hacia afuera. La intención era la de subir a los montecitos que había a los lados. Las arenas de la Cuenca volaban sobre el terreno y tapaban las marcas hasta hacerlas poco visibles. Oían el roce de la arena contra el duro caparazón de su armadura de combate.

Nada más.

- ¡Zorra! - la voz de Breanne estaba en calma - Estamos en el punto de recogida. ¿Cuál es su tiempo estimado de llegada?

Parecía haber ignorado a Ardo en un primer momento. Por el canal de comunicación no llegó más que el crepitar de la estática. El equipo había aumentado la ganancia de forma automática tratando de obtener una respuesta. Entonces...

- ¡Teniente! ¡Movimiento! - exclamó Bernelli, que se encontraba al Este, donde Littlefield le había colocado - ¡Al otro lado de os hangares, señora! Nos están flanqueando por el este, más allá de...

- ¡Por el Oeste también, Teniente! ¡Dioses! ¿Cómo pueden ser tan rápidos?

- ¡Zorra! ¡Maldición! ¡Informe! - Brenne se volvió hacia el sur - ¡Littlefield! ¿La ve? Dijo que estaba a un minuto de aqui. Ya deberíamos de haberla visto.

Se giró entonces hacia Ardo y preguntó una vez más.

- ¡Zorra! ¡Vamos, Zorra! ¿Cuál es la situación?