Partida Rol por web

Lady Evangeline miró a su prometido a los ojos durante su explicación, para después observar a Emilie que la miraba a ella con intensidad, casi con veneración, con las manos entrelazadas, como si estuviera rogando.Cuando la mujer reparó en el anhelo de la niña no pudo evitar acariciarle el rostro.

- ¿Qué les pasó a sus padres?-preguntó a Van Helsing- Deduzco que ha sido usted el médico que ha tratado a la familia de Emilie

Estaba indignada. Muy indignada. ¿Pero qué se habia creido ese imbecil? ¿Que podia engañarme como si fuera una de sus estupidas concubinas? A saber si no habia sido incluso él quien había enviado alli a aquellos dos. Demasiada coincidencia que las dos flechas fueran dirigidas hacia mi. El era Dracula, ¿no? Se suponia que habia mas gente que quería verlo muerto que a mi... Pero no... Habian intentado matarme no una, no, sino DOS, dos veces en apenas unos minutos. Y encima, el muy pusilanime ni siquiera habia sido capaz de interceder por mi.

Habia hecho bien en no dejar que lo mataran, eso desde luego. Así lo mataría yo con mis propias manos cuando llegara el momento. Cómo iba a disfrutar de aquello, Dios mio... Y además, a diferencia del inepto de Van Helsing, me encargaría de acabar lo que había empezado. Drácula no volvería a levantarse de la tumba. Jamás.

Sin embargo, y por desgracia, antes tenía que solucionar el asuntillo de Vincent. También cabía la posibilidad de que hubiera sido él quien hubiera mandado a aquellos desgraciados... Aunque, sinceramente, lo creia mucho más caballero que todo eso y dudaba mucho que fuera a hacer algo con tan poca clase como aquello.

Pero entonces... ¿Quien más sabia de mi presencia en Londres? Que yo supiera, el unico que me habia visto era Keane, y estaba claro que no podia haber sido el el delator.

Keane...

Claro que si. Era hora de hacerle una visita a mi nuevo lacayo... Necesitaba que fuera mis ojos y mis oidos. Y es que, si algo no me gustaba, si algo odiaba en esta vida, era que las cosas escaparan a mi control. No. No lo soportaba.

Así pues, fui al encuentro de mi dulce Keane, dispuesta a obsequiarle con mi presencia... y a hablar con él de un par de cosas.

Comenzaba el juego.

-Efectivamente, milady. Respondió Van Helsing mirando a los ojos a la noble. Los padres de Emilie sufrieron una anemia muy aguda, que fue la causa de sus muertes. Como deducirá está relacionada con nuestra investigación. Dijo señalando al duque y a él mismo. Pues este tipo de anemias no son muy comunes y se han dado en muy pocos casos. Hay que llegar al origen para poder curar dicha enfermedad.

Miró esta vez a Emilie, sonriendo de forma amable. Pero no debéis preocuparos por la muchacha. Ella se encuentra perfectamente, tiene episodios nocturnos de somniloquía. Pero nada de lo que preocuparse. Es algo más común de lo que parece. Aunque lo que no era para nada común era que hablase en latín, un idioma que seguramente desconocía la pequeña. Era necesario que Lady Evangeline supiese de la situación, pero tampoco era necesario preocuparla.

Acarició el rostro de Emilie cariñosamente, para transmitirle seguridad. No debía preocuparse por lo que había pasado minutos antes, aunque al profesor le preocupase y fuese la única razón por la que el duque deseaba llevarse a la pequeña. Ella no debía saberlo.

-Si me permiten ir a visitarla todos los días, será algo que conseguiremos tratar. Indudablemente. ¿Verdad, Emilie?

Somniloquia, del latín, hablar dormido. No era médico, pero me defendía con el latín como si fuera mi lengua paterna. Por lo que a pesar de no ser médico, ahora si sabía que además de lidiar con la mayoría de problemas clásicos de los niños -que no eran pocos- también debería lidiar con que la niña hablara en sueños.

Pero ahroa que reparaba en ello, la niña le mencionó a Van Helsing "He vuelto a hacerlo" cuando estabamos fuera, y Van Helsing parecía haber sido testigo de aquellos episodios más veces. Así que hablaba en latín mientras dormía. Eso no solo era interesante, si no que además sería digno de estudio.

Pasaría muchas noches en vela. Era consciente de ello.

- Es usted quien ha estado tratando a la pequeña hasta ahora. Le vendrá bien no solo una ara amiga por casa, si no además alguien que ya este tratando este asunto. - Contesté, con toda la cordialidad del mundo, y asintiendo con la cabeza lentamente.

Tengo que recordarle a Reaver que no lo deje entrar en casa. ¡Maldición! Seguro que luego se me olvida comentarselo y tendré que permitirle pasar. Debo hacer memoria.

Catalina caminaba malhumorada por las desérticas calles de Londres, deseaba poner fin a su frustración, quizás un poco de caza, un poco de sangre para aliviar su furia le vendría bien. Aquel maldito Drácula no jugaba limpio, pero él no era el único, tenía que llegar al fondo de todo, encontrar a los malnacidos que habían osado ponerle la mano encima a ella, A ELLA... tamaña insolencia requería sangre, mucha sangre... sin embargo a medida que andaba consiguió ir recapacitando y serenarse. Lo primero consistía en elaborar bien un plan a seguir, deseaba una entrevista con Vincent, pero aquel pájaro era mucho más peligroso y complicado que el conde, no antes tenía que recabar más información y elaborar bien el plan a seguir, se adentraba en terreno fanganoso y no debía arriesgar demasiado.

Cuando quiso darse cuenta se encontró en el barrio donde vivía el profesor Keane, a aquellas horas de la noche, lo normal es que estuviera en su casa descansando, de manera que se plantó entre las sombras de la noche y acechó la casa.

La baronesa sabía que vivía allí por que se lo dijo el propio Keane, pero nunca antes había entrado y no conocía como era la casa por dentro, además de que aún no había sido invitada, por lo que no podía entrar directamente a ella. Debía de avisar al profesor primero... pero ¿cómo hacerlo sin llamar la atención?

Lady Evangeline tras examinar las reacciones y las palabras de unos y otros, pareció mucho más convencida. La niña le había gustado y el conocimiento de todas las penalidades por las que tuvo que hacer frente la pequeña, terminó por hablandarle el corazón.

- ¿Te gustaría irte a vivir con nosotros?- le preguntó a Emilie agachándose frente a ella, poniendose a su altura. Le habló de manera dulce, mirándola a los ojos y con una sonrisa dulce.

Emilie miró a Lady Evangeline con los ojos abiertos como platos, en cuanto la prometida del duque le preguntó sobre si le gustaría irse a vivir con ellos la respuesta fue más que odbia.

- SI... si, Lady Evangeline me encantaría vivir con vosotros

Lady Evangeline sonrio y besó a la niña tras la respuesta.

- Bien, pues no se hable más. Vivirás con nosotros pequeña, pero antes de eso tendrás que irte a vivir con Alexander, aún no estamos casados y él vive en una casa más grande que la mía. Vas a estar muy bien cielo, ya lo verás

Increible. Lo que acababa de sucederme era increible. Y más increible aun era que tuviera que estar ahora caminando por las calles de la ciudad, como si fuera una cualquiera, a aquellas horas de la noche, en busca de Keane.

Claro que el no tenia culpa de lo sucedido, pero aún así, no conseguia entender cómo era posible que tuviera que rebajarme a ir a buscarlo a SU casa, cuando era él quien era MI siervo. ¿Es que no podia atento a las necesidades de su señora? No, claro que no. Tenia que estar durmiendo. ¡Durmiendo! Menuda estupidez.

Continué caminando hasta llegar a aquel vecindario en el que, obviamente, no habia ni un alma. Encima no dejaba de darle vueltas a lo sucedido con el conde y con aquel estupido cazador en la cabeza.

Bastardos, incompetentes, desalmados, ineptos.

Suspiré. Desde luego, una cosa me habia quedado clara: nadie estaba a la altura. Absolutamente nadie.

Estaba rodeada de una panda de inútiles que a la hora de la verdad no estaban cuando se les necesitaba y que parecian estar más preocupados por salvar su propio trasero que el mio, como Drácula.

Cobarde. Más que cobarde.

Me detuve finalmente ante la casa de Keane y suspiré de nuevo.

Genial. Ahora tenia que entrar. Y, como no, mi amadisimo siervo tampoco habia tenido en cuenta que quizás su señora necesitaria de su ayuda uno de estos días y jamás me habia invitado a entrar en su casa lo que, obviamente, complicaba potencialmente las cosas.

Asi que alli estaba yo, como un ladrón en medio de la noche... o como uno de esos estupidos adolescentes enamorados tirando piedrecillas a la ventana de su amada...

Tirando piedrecillas.

Aquello me dio una idea.

Miré a mi alrededor, buscando por el suelo algunos de esos pequeños guijarros que solia haber en las aceras.

Y, desde la acera, miré a aquella ventana en la que suponia que Keane estaría durmiendo.

Ahi voy.

Y lancé una de aquellas piedrecillas, esperando que fuera suficiente para hacer que Keane se despertara y me invitara a pasar al interior de una maldita vez.

La reunión con Catalina no había trascurrido tal y como esperaba. Esos gusanos humanos que se hacían llamar a si mismos cazadores no solo sabían de su presencia en Londres sino que ahora también sabían de la mía, y para colmo de males todavía no tenía ningún rastro del escurridizo profesor Van Helsing.

De momento los acontecimientos no trascurrían por donde yo deseaba, pero aún había tiempo suficiente para cambiar su rumbo. Y el primer paso para conseguirlo era volver a encontrarme con Vincent. El escurridizo vampiro sabía mucho más de lo que había querido compartir conmigo y había llegado el momento de sonsacarle más información.

La iracunda vampiresa estaba enfadada, enfadado con Drácula por ser como era, enfadado con Vincent por estar en su contra, enfadada con Van Helsing por no dejarse morder, enfadado con los cazadores por atreverse a atacarla y no dejarse desgarrar por sus sedientas garras, enfadada con Keane por ser tan desconsiderado de no adivinar que iba a hacerle una visita y enfada hasta con las piedras por tener que agacharse a por ellas... Afortunadamente para Keane se despertó antes de que su enfado hubiera ido en crescendo y se asomó a la ventana con signos evidentes de haber estado durmiendo. En menos de un minuto la baronesa se encontraba en el interior de la casa de Keane, sentada en una elegante habitación que el mortal dedicaba a sus mortales visitas, un sitio acogedor y decorado con buen gusto. -¿Qué desea mi señora?- le preguntó solícito el profesor Keane de pie frente a Catalina, con el pijama y una bata puesta y el pelo enmarañado pero en actitud digna.

Tras dejar a Emilie a salvo en la mansión ducal, Richelau se encontraba del suficiente buen humor para volver a ver a Van Helsing... Habían acordado visitar la antigua vivienda de la pequeña para tratar de localizar alguna pista que les diera algo más de información.

Can Helsing no tardó en conducir a Richelau a una zona bastante deprimida de Londres, un barrio obrero con casas de dudosa habitabilidad, calles oscuros, mal pavimentados y totalmente insalubres.

-La familia Portman poseía recurso muy limitados, que les obligaba a trabajar a ambos sin descanso su mayor tesoro era Emilie y aunque le pueda parecer cuestionable fueron unos padres entregados y buenos para la pequeña.Emikie no fue obligada a trabajar como otras familias hacen con sus hijos cuando son capaces de manipular objetos. .. el caso es que la enfermedad de ambos no está relacionada con ningún acontecimiento en especial.Estuve vigilando la zona durante mucho tiempo e incluso eliminé a un vampiro que se ocultaba en una casa deshabitada... pero será mejor que investigamos más a Fondo la vivienda.

Dracula estaba molesto, por supuesto que lo estaba no sólo por tener que lidiar con la irascible baronesa sino por el echo de que su punto de acción principal, que se centraban en hacer pedazos al humano que lo derrotó, se estaba viendo desplazado por otro campo de acción mucho más peliagudo, sobretodo porque no se llevaba bien con sus congéneres en especial los que le disputaban el trono y eso no podía ser, le obligaba a re modelar sus planes y estar mucho más atento. .. de momento debía hablar con Vincent... y con este vampiro sólo había dos posibilidades, no conseguir verlo si él no quería o ser honrado con su presencia cuando él así lo deseaba... La noche anterior se le presentó de improviso en su refugio, ¿Estaría allí nuevamente o debía dirigirse a otro lado?

¿Asco? No, asco no era. Repulsión. No, esa tampoco era la palabra exacta tras la cual estaba. Hastío. Sí, esa era la palabra, ese era el sentimiento que aquel lugar me procesaba. Me bajé del carruaje mirando a uno y otro lado, arrugando la nariz. Nada de lo presente me gustaba. Ni el nombre de la calle, ni el color, ni la arquitectura, ni la gente, ni siquiera el olor.

Sobretodo el olor.

Sin duda, Emilie había ganado potencialmente en calidad de vida. No solo por dinero, educación y salud. También por sociedad. Había pasado de compartir piso con ratas y demás animales de dudoso gusto a compatir la misma mesa que la familia de la Reina Victoria.

Miré a mi alrededor durante un segundo. Claro que aquel lugar me sonaba, había hablado con la hija de la Reina Victoria sobre la posibilidad de derruir todo el barrio expropiando las viviendas para construir un barrio comercial que fuera el referente a nivel europeo. Pero la Reina tenía buenos recuerdos de joventud y se negó. Nunca comprenderé que buenos recuerdos podía tener un barrio como aquel a la mismisima Reina de Inglaterra. Quizás, cuando ella era joven, todo aquello era muy distinto. Jamás lo sabría.

- Que sea el nuevo padre de Emilie no me da derecho a desautorizar o desprestigiar lo que hicieron sus padres biologicos, Profesor. Soy un hombre severo, pero no un monstruo. ¿Recuerda? - Lo miré de reojo, con una pequeña sonrisa. Una sonrisa cargada de superioridad y de moral infinita. No creía que era superior a los demás.

Lo sabía.

- Si había un vampiro en una casa deshabitada, podría haber más. La noche cae y el reinado de nuestros enemigos comienza. Debe estar alerta. ¿Ha traido un arma? -  Pregunté, mirandolo de reojo. Yo llevaba mi bastón y mi maletín.

- Aun así, comenzaremos por la casa de los Portman. Es actualmente, nuestra mejor pista. -

Tiempo habría más que de sobra para regresar a lo que consideraba mi nuevo lugar de residencia antes de que mi enemiga eterna hiciese acto de presencia. De momento, tenía que buscar a Vincent.

Los barrios bajos y otros lugares de baja estofa como la zona de los puertos Londinenses quedaban descartados. Seguro que la ciudad ofrecía lugares de ocio nocturno más acorde a nuestra categoría. Lo mejor sería acercarme a la zona noble de Londres.

Los pasos de Drácula lo condujeron hacia la zona más noble de aquella ciudad, Vincent era lo suficientemente antiguo y rico para permitirse ciertos lujos que le propio Drácula aprobaría y utilizaría si estuviera en su lugar...

El barrio en cuestión gozaba de la amyor actividad que se podía encontrar en Londres a aquella hora, no es que fuera como si fuese de día, pero si era cierto que varios carruajes circulaban por las adoquiandas calles de la capital inglesa. Los ocupantes de dichos vehículos eran caballeros de noble cuna o nuevos ricos, que gustaban de probar la denominada vida bohemia, algunos usando su dinero para hacerse acompañar de jóvenes de vida alegre... otros en cambio gustaban de emplear su fortuna acompañándose por el alcohol y el resto lo empleaban en distracciones varias, en tertulias regadas por alcohol y juegos de cartas... ecetera, ecetera...

La cuestión era, ¿en que clase de bohemio se ubicaría un vampiro como Vincent? Drácula descartó rápidamente las dos primeras opciones, el único motivo por el que gustaba de ahcerse con compañía femenina era el mismo que tenía el conde, para hacerse con su sangre... y para ello era mucho más gratificante elegir la compañía de otras damas, sí ambos vampiros preferían otro tipo de caza, eran dos nobles de alta cuna y ambos buscaban un mismo perfil.

De manera que usando su poder se concentró para detectar la presencia de Vincent, al cabo de unos segundos su olfato lo guió hacia un club de caballeros. Un elegante edificio en el que la aristocracia inglesa se reunía para pasar la velada.

Tras un rápido vistazo Drácula cayó en la cuenta de que para acceder había que traer una invitación, al ser un edifico público no una casa particular podía pasar sin necesidad de lo que lo invitaran, pero tampoco le interesaba llamar la atención, por lo que decidió acceder al edificio de otra manera, utilizando su forma de vampiro para colarse en una ventana entreabierta, al igual que hiciera con la Universidad

Una vez dentro y recuperada su forma humana descubrió que se encontraba en una habitación elegante y ricamente decorada, olía a humo y alcohol por todas partes, pero eso para él no era un problema.

- No esperaba verte tan pronto de nuevo, viejo amigo- lo saludó una voz familiar- Parece que estás recuperando tus facultades, me has sabido encontrar

Drácula se dió la vuelta para descubrir a Vincent de buen humor sentado en una silla, con una mano apoyada en su sien mientras sujetaba con la otra mano una copa de un líquido carmesí.

- ¿Y bien? ¿Puedo preguntar que te trae por estos lares?

Poco a poco, Vincent, poco a poco.- Respondí al vampiro mientras miraba la decoración de la habitación donde me encontraba.

Venía a ponerte al corriente del desagradable incidente ocurrido esta noche y que debemos considerar. La baronesa Von Strauss ya casi ha mordido el anzuelo y está convencida de que juntos, vamos a atraerte a una trampa donde acabáremos contigo.

Me pasee por la habitación mientras hablaba con mi tono tranquilo y sosegado que empleaba en las reuniones con mis congéneres.- Resulta ilarante lo fácil que ha sido utilizar su desconfianza y animadversión hacia tu persona para hacer que bajase la guardia.

Pero no es eso por lo que he venido a verte. Hay un nuevo jugador en esta partida, uno de esos humanos que se hacen llamar a sí mismos cazadores está en Londres, atraído sin lugar a dudas por el reguero de sangre que deja Catalina a su paso, nos localizó y atacó en nuestra reunión secreta. Le redujimos.- confirmé, aunque no había necesidad de hacerlo, pues era más que evidente que uno sólo de nosotros hubiera podido hacerlo.- pero no estaba solo y consiguió escapar.

Hay lo dejé, sin preguntas, sin insinuaciones de ningún tipo, deseoso de escuchar lo que mi viejo "amigo" vampiro estaría dispuesto a contarme, sabedor de que sabría mucho más de lo que decidiese hacerlo.

Vincent que había empezado a llevarse la copa con el líquido carmesí a los labios, mientras hablaba Drácula, se detuvo en seco cuando escuchó el interés de la baronesa hacia su persona. Miró al conde con un brillo de ira y bajó la copa hasta dejarla en la mesa que había a su lado, aquella reacción duró el tiempo que el vampiro tardó en centrarse, unos segundos, pero el arrebato fue tan intenso que el conde fue plenamente consciente de lo poco que le había gustado que se mencionara su nombre.

- De manera que ese es tu plan... es digno de tí, Estimado conde... pero si llego a saber que lo primero que harías cuando te encontrarás con Catalina sería mencionarlo que estoy por aquí... me hubiera personado yo mismo ante ella y ya estaría el asunto resuelto. .. No obstante me encantará conocer cuál va a ser tu modos operandi ahora. .. yo creía que serías más sutil. ¿Cómo es que has tenido un careo con la baronesa tan pronto?-indaga con curiosidad al tiempo que volvía recuperar la copa para darle un sorbo y volver a dejarla en su sitio-Cazadores... me temo que ese hombrecillo con el que os habéis topado no va a ser el único que os encontréis... desgraciadamente tengo más enemigos que vosotros dos... Van Helsing ha sido tu cazador, a mi me persigue su mentor... y si te ha parecido incómodo el aprendiz no te puedes hacer una idea de lo molesto que es el maestro... pero no es nada de lo que en principio debas preocuparte, tu estás muerto para ellos, o al menos lo estabas... pensándolo bien si que deberías de empezar a preocuparte. ..-finalizó dedicándole una sonrisa burlona mientras le daba otro sorbo a la Copa y juguetear a con el líquido haciendo oscilar el recipiente con un movimiento rotatorio de su muñeca.

Sonreí al escuchar las erróneas suposiciones de Vincent. - Por favor, querido amigo infravaloras la maligna inteligencia de la baronesa. Me estaba aclimatando a está nueva ciudad y la diosa fortuna quiso que nuestros caminos se cruzasen.

Un par de bofetadas e insidiosas y veladas insinuaciones después estábamos charlando.- Le informe.- Como los dos educados seres que somos. No hizo falta que mencionase tu nombre en ningún momento. Ella ya sabía que tú estabas en Londres, igual que al verme, intuyó rápidamente cual era el motivo de mi presencia en tan exquisita ciudad. Solo tuve que usar mi astucia y encanto personal para que ella misma me propusiera unirnos para acabar contigo.

Pronto, estará convencida de mi compromiso y lealtad y estableceremos un plan para atraerte a una trampa, lo que no sabe es que será ella quien acabe en mitad de su propia telaraña.

Escuché después los comentarios sobre los cazadores.- En verdad me disgusta que esos gusanos anden a nuestro alrededor, no es fácil engañar a Catalina, y menos con esos humanos revoloteando a nuestro alrededor. En cuanto llegaron la baronesa se puso a la defensiva y comenzó nuevamente a desconfiar.

Estaría bien que consiguieras desviar su atención de nosotros durante unos días.