Partida Rol por web

Comparada con la del advenedizo de Vincent, encontrar la residencia de Catalina había sido tremendamente fácil. Sonreí al comprobar que el comportamiento de la baronesa me seguía resultando tan sumamente predecible, cosa que sin lugar a dudas aprovecharía en mi favor en un futuro no muy lejano.

El olor a rosas marchitas impregnaba el lugar y me hacía recordar a Catalina. Podría haberla esperado en el cementerio, sin lugar a dudas eso habría sido lo más educado y conociendo los ataques de ira de la baronesa, tal vez, también lo más sensato. Pero yo soy el Príncipe de las Tinieblas y no temo a ningún otro de mis congéneres pues soy mucho más inteligente que todos ellos.

Decidí entrar en la cripta, irrumpiendo en los dominios de Catalina. Sabía que Catalina se subiría por las paredes en cuanto me viera allí, pero también sabía que iba a disfrutar enormemente del su reacción al ver que yo había invadido su lugar de descanso.

La cripta era bastante más profunda por dentro que por fuera. Tras una pequeña puerta oculta de manera disimulada en el suelo, se accedía a un juego de esacaleras estrechas y con un fuerte olor a rancio que terminaban por desembocar en otras de piedra, perfectamente trabajadas y pulidas, las cuales conducían a una amplia sala subterránea parecida a una iglesia, en aquella sala había varias tumbas pertenecientes probablemente a la familia que pagó aquella construcción y que ahora se habían convertido en los huéspedes de la siempre sedienta Catalina.

 El conde no pudo evitar echar un vistazo alrededor. Dispuestos en una parte de aquella cripta pudo divisar varios vestidos de la vampira guardados en un baúl, así como un ataúd vacio en el centro de la estancia. El ocupante original de aquel recipiente se encontraba arrojado en la parte más oscura de la cripta, convertido en un montón de huesos y jirones de ropa.

Por último, Drácula pudo distinguir un jarrón de flores del cementerio con rosas frescas cerca del baúl donde Catalina guardaba sus enseres.

Nunca me habían gustado los cementerios como lugar de residencia. Incluso aunque reconocía que la cripta donde me encontraba estaba bellamente trabajada con piedras perfectamente pulidas y trabajadas, que habían esculturas y grabados en piedra de una calidad que ya quisieran tener muchos museos entre sus colecciones seguía adoleciendo de la falta del glamour y estilo propios de un castillo o palacete. Por mucho que quisiera, aquella cripta no podía competir con los altos techos, los ventanales, los tapices de mi actual residencia, no habláramos ya de mis posesiones en los Cárpatos.

Ya que estaba allí sería un delito por mi parte no tratar de obtener más información sobre la baronesa. Soy perfectamente consciente de que estaba jugando a un juego muy peligroso, un juego a dos bandas entre dos de los vampiros más poderosos e influyentes y de cuanta más información dispusiera más fácil me resultaría imponerme en ese juego.

Era momento de ver el contenido del baúl de los enseres de la baronesa, aunque con mis sentidos puestos en controlar cualquier ruido que indicara que mi querida Catalina había llegado a sus aposentos y yo pudiera dejar sus enseres tal y como estaban antes de mi llegada.

El conde sabía moverse con sigilo y era extremadamente cauteloso con las cosas que hacía, hurgaría entre las cosas de su ex amor y cuando volviera se lo encontraría todo tal cual. Entre las cosas de la vampira se encontraban los abalorios típicos de las mujeres, vestidos elaborados con seda, joyas... y hasta perfume... a rosas, típico.

Pero tras aquellos banales objetos personales, los ojos del conde si que captaron algo que le llamó su atención. Una paquete del tamaño de una carta trataba de pasar desapercibido en una falsa pared del baul.

Se trataba de una carta y una fotografía.

Mi señora, tras buscar por toda europa hemos por fín seguido el rastro que con tanto anhelo nos ha pedido. El árbol genealógico del amado es muy antiguo y extenso. Hay muchas ramas que se pierden, otras que desaparecen y otras que cambian de lugar. Pocos son los archivos que se conservan al respecto, al amado no le gusta dejar cabos sueltos y guarda con mucho celo a los suyos. No quiere que su línea de sangre sea encontrada... sin embargo si que hemos conseguido relacionar un nombre. Todo parece indicar que la línea más directa de Vincent es holandesa.

 

Al darle la vuelta la foto, se podía apreciar dos iniciales. V.H

Van Helsing centró su atención a las palabras y las expresiones de la vampira, tras reflexionar unos momentos se dirigió a ella.

- Parece que al menos en eso si que dice la verdad señorita Von Strauss, pero como verá soy un hombre muy ocupado y no me gusta perder el tiempo, si lo que quiere es llegar a un acuerdo empiece a decirnos todo lo que sabe sobre Drácula y hasta es posible que salga por su propio pie de este despacho. Como consejo le diré que debería colaborar, no está en disposición de negociar.

A la vista de la carta y de la fotografía quedaba patente que mi "querida" baronesa sentía por el advenedizo de Vincent un interés particular. Volví a dejarlo todo conforme estaba y guardé la información obtenida, pues intuía que en algún momento podría serme de bastante utilidad y aguarde el regreso de Catalina a su morada.

De acuerdo, hasta el momento había mantenido los modales. Educación, señorío, elegancia, poderío. Pero en segundos, aquella civilizada conversación había caido a un pozo sin fondo por las estupideces de un presuntuoso de baja cuna. Estaba claro que algunas personas no podían cambiar su estrella por muchos intentos o golpes de suerte que tuvieran. Todos aquellos méritos de grandeza, de poder, de los cuales Van Helsing había presumido, habían caido en un pozo sin fondo al descubrirse que Drácula seguía vivo.

Lo que hacía que el profesor solo fuera un fracasado más, pero sin la Diosa Fortuna de su parte.

Todo aquello estaba colmando mi paciencia, que no era pequeña precisamente, pero que tenía sus límites. - Así que... además de saber que Drácula esta vivo, no sabe nada más. - Resumí con dureza. - Lo que nos lleva a que usted, ahora mismo, no nos sirve para nada, más que para representar una amenaza al Reino Unido de la Gran Bretaña. ¿Cómo concertará esa visita con Drácula, si es que es llevada a cabo? Comience a demostrar que es una criatura inteligente. -  Dejé el vaso de agua sobre la mesa, llevando las manos al bastón.

Resople, harta del tanl Van Helsing. Menuda decepcion- ¿Que les hable de Dracula? ¿Para que? ¿Que quieren que les diga? ¿Que esta vivo? ¿Que quieres deshacerse de mi y de Vincent? ¿Que no escatimara en gastos ni esfuerzos a la hora de conseguirlo? ¿Que esta usted en su lista de victimas, señor Van Helsing? No estoy aqui para contar obviedades, sino para ofrecerles su cabeza.

Me gire entonces hacia Alexander Richelau, quien habia demostrado tener una inteligencia muy superior a la de Van Helsing- ¿Que como concertare esa cita? Dracula y yo ya nos hemos visto y de hecho, en nuestro ultimo encuentro alguien nos ataco, un cazador. Supuse que habria sido cosa del profesor Van Helsing y por eso decidi venir a verle. Pero ya veo que no, que hay mas factores en juego aparte de ustedes.

Sea como fuere, puedo concertar una cita con el, en algun lugar neutral, como la biblioteca, el cementerio, la catedral... Ustedes eligen. El pretexto podria ser que he conseguido averiguar quien estaba detras de aquel ataque. Esos lugares son neutrales para nosotros, pero no para ustedes. Yo no podre atacarle, por lo que no sospechara de mis intenciones, pero ustedes si. Y entonces podran oir de sus propios labios cuales son esos planes.

Hice una pausa entonces, mirandolos alternativamente- Dracula jamas pensaria que seria capaz de aliarme con su enemigo para deshacerme de el. Creo que en todo caso pensaria que intentaria aliarme a Vincent, como seguramente el ya haya hecho a estas alturas, pero jamas pensaria en ustedes. Por eso decidi venir. El factor sorpresa siempre es una gran ventaja en estos casos. Y, tratandose de Dracula, siempre hay que jugar al despiste e intentar ir dos o tres pasos por delante, caballeros. Es la unica forma de librarse de el. - dije entonces, mirandolos a ambos alternativamente.

- Habla mucho para no decir nada, Señorita Von Strauss. - Concuí, cerrando el reloj de bolsillo que permanecía en mi mano izquierda con un sonoro chasquido. - Solo le he hecho una simple y llana pregunta, pero ha sido totalmente incapaz de contestarla. Me ha dicho lo que puede y lo que no puede hacer. Me ha dicho cual sería su cortina de humo, incluso los motivos. Pero no el cómo. - Sentencié, guardando el reloj en el bolsillo de la chaqueta, palepando un par de veces el bolsillo y comprobando que la cadena no sobresaliera.

- Aun así... - Añadí, estirandome totalmente y quedando totalmente rígido, observando a Catalina cual ave rapaz. - ¿...qué beneficio tendría de acabar con Drácula? ¿Y con Vincent? - Clavé en el suelo el bastón, cerrando mis dedos entorno a la empuñadura. - ¿Ofrecerle el trono de la noche? No. - Repiqueé una sola vez con los dedos sobre el bastón.

- No. - Repetí. - Siempre hay algo más, algo que escapa. La ambición es fuerte, si, pero la espada siempre tiene dos filos. No desea someterse, ni morir. Pero sabe que todo esto le llevará a una muerte temprana y definitiva, si no tiene algún as en la manga. - A mi no me la iba a jugar. Aun así... tenía algo en mente.

- Concertará una cita. Espero que Vincent también acuda. El lugar será la Iglesia del Temple dentro de diez días. Para asegurarme que asiste, deberá entregarme la tierra de su ataud esta misma noche. ¿Ha quedado claro? -

Por fin aquella reunión parecía llegar a su fin. Van Helsing se sentó en su silla y cogió un bolígrafo dispuesto a seguir con la tarea que tenía en mente antes de ser interrumpido:

-Ahora que han satisfecho sus egos, si no les importa, soy un hombre muy ocupado y tengo cosas que hacer. Nos veremos en el lugar concretado a la misma hora que hoy. Con un movimiento ligero de mano invitó a sus acompañantes a salir de aquel lugar.

El profesor sacó los exámenes y comenzó de nuevo a corregir los que tenía pendiente. Cada vez que entablaba contacto con alguien que se creía noble, Van Helsing terminaba hastiado.

Aquel Alexander era, con diferencia, el interlocutor mas duro al que me habia enfrentado. Carecia de la soberbia de Dracula, por ejemplo, lo que hacia que fuera un hombre mucho mas pragmatico, mas consciente de su propio entorno. Y la prueba era que, desde luego, no se le escapaba una.

-Le hare llegar esa tierra esta misma noche, no se preocupe. - dije entonces, asintiendo.Aquello era un suicidio, estaba claro. Sin embargo, ¿que otra alternativa tenia?

-En la iglesia del temple, dentro de diez dias. Aunque no estaria de mas establecer alguna forma de ponernos en contacto en caso de que haya algun... contratiempo. Nunca se sabe con estos... "hijos de la noche"... - añadi, clavando mi mirada en Richelau, mientras escuchaba a Van Helsing apremiar de fondo. En su caso se la tenia jurada. Me la habia jugado, estaba claro. Y nadie se la jugaba a Catalina Von Strauss y salia impune

Y mire a Richelau, a la espera de una confirmacion por su parte, dispuesta a marcharme de alli en cuanto fuera posible.

La suerte estaba echada, finalmente Carolina había conseguido salir viva del desapcho de Van Helsing, no sin antes comprometerse, de una manera tan poco beneficiosa para la vampira, con Richelau... Carolina tomó buena nota mental de lo acaecido en la Universidad, mientras que los humanos acordaron que ya había llegado el momento de regresar a casa para descansar o más bien prepararse para lo que estaba por llegar... pues todo parecía apuntar a que el final de aquel teatro estaba próximo y el desenlace se presentaba incierto...

Don,t turn your back, don´t look away, and don´t blink. Good Luck!*

El murmullo de la noche era tranquilo y sereno... todo parecía en calma, quizás demasiado. Eras viejo, tanto que habías aprendido a diferenciar la calma, por tipos de calmas... el aire a tu alrededor tenía un aroma extraño, conocías esa sencación, sabías diferenciar el aroma de la paz y el de la guerra... y aquel aroma en concreto era el de la calma que precede a la tormenta. Tu mundo era la guerra, su manto la sangre, dirfrutabas luchando, torturando a tu enemigo... sin embargo era indudable que debías tener cuidado, el peligro era también un viejo conocido tuyo. Fuere como fuere parecía que el desenlace de aquel teatro estaba por llegar para bien o para mal.

Don,t turn your back, don´t look away, and don´t blink. Good Luck!*