Partida Rol por web

Estaís pacientemente en vuestros respectivos aposentos, cuando llegan curiosas noticias...

Estas en tus aposentos, haciendo lo que quiera que hagan los dioses para distraerse...

Cuando, un precioso pájaro de alas largas, pelaje pardo y pico afilado (un milano), se te posa tranquilamente en un hombro.

Algo parece moverse en tu cabeza, y notas ciertas ganas de levantarte y acudir a la morada de Isis a hablar con ella. No es ningún tipo de compulsión, simplemente una sugerencia.

Estas descansando de una larga jornada de caza al lado de tu "señora", Artemisa, mientras contemplas como el fuego va asando una de las deliciosas piezas que has ensartado, y que te has quedado para tu cena tras separarte de ella.

Todo está extremadamente tranquilo... salvo por una pequeña tortuga que se acerca lentamente y se tumba a tu lado...

Coges el asado recien hecho y empiezas a comerlo, cuando de repente, la tortuga se dirige a ti "Mi señor Virandonoriel? El maestro Hermes se dirije a veros, si no os resulta inconveniente".

A ver que me centre: ¿estoy en el plano mortal o en el divino, y he de ir al plano mortal o al divino? Y en caso de que sea ir a la morada del plano físico de Isis, ¿en qué ciudad está?

Estas en el plano divino, y tienes que ir a su morada en el plano divino.

 Es que es importante, eh.

Bien, bien. 

Ixía suspira con fastidio, ¿cómo se puede ser tan ostentoso? ¿No valdría un simple mensajero? Pero los dioses son así. O al menos los dioses que nunca fueron mortales.  Antes de encaminarse al hogar de Isis se prepara como corresponda -no sé si en este plano los dioses tienen cuerpo físico o no o cómo va el tema, no vendría mal alguna descripción masteril al respecto-; a fin de cuentas una diosa ha de estar siempre impecablemente impecable.  Después, busca a Gabriel para avisarle de que va a salir.

Y yo que tenía ganas de comer tranquilo...

-¿Tú no te llamarás Casiopea, verdad? ¿Has perdido a Momo?

Aparto de mala gana el asado.

-Siempre tengo tiempo para el resto de habitantes del Olimpo...

- No os preocupeís, podeís seguir comiendo, el Maestro tardará cerca de una hora... - te informa la tortuga. - Y gracias por preguntar por mi compañero, que se ha quedado al lado del Maestro por ahora - añade despúes.

Me encojo de hombros y termino tranquilamente con mi comida, bien regada con un buen vino.

Mola ser un dios.

Espero a que venga Hermes. Le guardo algo de vino.

Aclaración: esta parte del mundo divino PARECE un complejo de templos gigantesco, con muchos sacerdotes (mortales ascendidos como sirvientes por los dioses), guardias (totalmente inneceesarios, pero dan status) y muchos, muchos gatos. Obviamente, Gabriel y tu sois menos ostentosos (lo cual, conociendo el caracter de Gabriel da MUCHO que pensar).

- Tan encantadora como siempre, Ixía. Pasatelo bien- Dice Gabriel, deteniendose completamente de lo que estaba haciendo (bruñir su armadura), para despedirse y darte un beso. Hay que reconocer que es un encanto de dios de la maldad y el relampago....

 Espera, espera, ¿porqué somos menos ostentosos que los demás? Entiéndeme, a mi no es que me moleste, pero como bien has dicho... Gabriel es Gabriel. ¿Qué mosca le ha picado para que decida dárselas de modosito en vez de comprar un fluorescente que diga "He matado a Seth y a Horus, vacílame y serás el siguiente"?

 - Algún día acabarás haciéndote un agujero en la armadura de tanto pulirla, querido -suspira Ixía-. Procuraré no tardar demasiado, intenta no... destruir a nada ni nadie en lo que estoy fuera, ¿de acuerdo? -termina, mordaz, conocedora del carácter de Gabriel.

- Claro, cariño, no te preocupes. Ya dejaré muerto a los dos estupidopaladines que tenías pensados antes de que te vayas- Te dice, con la más encantadora de sus sonrisas, y chasca los dedos...

Obviamente esta de broma... ¿Verdad?

 Ixía le dedica una mirada penetrante y enarca una ceja.

- Nada-de-muertes -contesta, autoritaria-.  Es completamente inapropiado que un dios mate mortales meramente porque puede hacerlo, y desde luego es indigno de ti que presumas de eso. Como si fueras a hacerlo  -suspira-, cuando sabemos perfectamente que eres de los que... mm. Digamos que de los que prefieren mancharse las manos.

- Sólo bromeaba, preciosa. ¿De verdad cres que haría algo con tan poco estilo como hacer que les parta un rayo si hubiera dos paladines que necesitaran una lección?- Te pregunta, esta vez mas en serio.

 - No. Más bien creo que te crees muy gracioso - le apunta con el índice, severa-. Y que si alguien te oye decir esas cosas, probablemente se las crea. 

Ixía se inclina sobre él y deposita un casto beso en la comisura de sus labios.

- No deberías ser tan malo cuando hables de paladines. A fin de cuentas, son admirables en su comportamiento, si bien se equivocan en lo esencial.

- La inmensa mayoría tienen un serio problema de prioridades, si me lo preguntas. Pero supongo que ciertamente, tienen un cierto honor y estilo que no son de despreciar - Te sonríe. - Pasatelo bien, y no me insulteís demasiado, anda - Obviamente, piensa que has quedado con tu antigua patrona...

 - Voy a ver a Isis. Me ha enviado un milano. Hasta luego...

Ixía se pone una capa negra -a juego con el resto de su ropa- y sale en dirección al hogar de la Sanadora.

Tirás para allá tras despedirte de Gabriel.

Tras pasear por el enorme complejo de templos y cruzarte con algunos dioses por el camino (Apis, el buey; Sobek, con cabeza de cocodrilo y Osiris, que te dirije una mirada envenenada según pasas), llegas al templo/palacio de la Sanadora... Los guardias aposentados a la puerta te dejan pasar sin la mas mínima pregunta, y uno de sus siervos de guía a una de las habitaciones interiores...

... La habitación no tiene ningún tipo de decoración y esta hecha de piedra completamente negra, sin decoraciones talladas o muebles, excepto un EMORME espejo de bronce bruñido, de unos cincuenta metros de alto. Cerca del espejo, reconoces a Isis, cambiando unas palabraas con una mujer con cabeza de sapo. La reconoces como Heqa, obviamente... parece que no se han dado cuenta de tu presencia