Partida Rol por web

Argus cruzó las brazos para protegerse de un ataque de la maga que no llegó, suerte de Narcissa Malfoy. ¿¡Es qué no lo ven!? ¡Ha faltado poco para que me asesinase! Ni siquiera se había movido el profesor Dumbledor en su favor, solo presenciaba la escena.  -Mis disculpas señora Malfoy.- El celador se encorbó en un gesto de reverencia y se deslizó hacia atrás sin perder de vista a la lunática.

Casi a regañadientes se deslizó y se perdió de nuevo entre los comensales. -La mujer ha intentado matarme, me ha apuntado y ha estado apunto de matarme. ¡Adora al señor oscuro! Fue susurrando a todos aquellos que se encontraba a su alrededor.

Así hasta que acabó junto a Gilderoy, quien si su reputación era cierta era un magnífico guerrero. Más le valía rodearse de ese tipo de personas en este momento.

Un pequeño estallido y una nube de humo precede a la aparición del bueno de Dobby.

- Dobby sabe que está en el lugar adecuado - dicho esto sonríe - Dobby es liiiiibreee!!!! - dicho esto mira a los Malfoy y se coloca el calcetín que le dieron dentro del diario de Tom Riddle en un lugar bien visible para recordar su nueva condición. Busca con la mirada a algún rostro amigo, al ver a Hermione se va hacia ella. Al fin y al cabo, ella es la defensora de la libertad de los Elfos Domésticos

Hermione enarcó las cejas ante lo dicho por Umbridge, aunque no sabía de qué se sorprendía a estas alturas.

Esto ya es absurdo.

- ¿Entonces qué hace aquí? Porque la gente o ha venido a buscar refugio, o a hacerle frente a los mortífagos. -La miró, divertida. Estaba claro que aquella mujer ya no sabía por dónde salir para decir tales tonterías. Podría juntarse con Rita Skeeter, si es que no lo habían hecho ya...

- Ah, ¿que hay una profesión que consista en tergiversar lo dicho por otros, inventarse vidas ajenas y malmeter para hacer las vidas de los demás imposibles? -Según iba añadiendo cosas a la frase, sus fosas nasales se iban abriendo más y más, haciendo bastante notable su enfado.

Que Dobby apareciese de repente por allí sirvió para que la Gryffindor se relajase un poco. Agradeció que fuese él y no Winry el que se dejase ver. La elfa no parecía llevar nada bien el haber sido liberada, y aunque Hermione quería hacerle entender que su trabajo era injusto y nada digno, había veces que se volvía algo difícil ante la insistencia de la elfa en defender a su antiguo dueño.

- ¡Dobby! -Sonrió.- ¿Has encontrado algún trabajo? ¿Te pagan? Si ves que lo tienes difícil no dudes en pedirme ayuda, haré todo lo posible por buscarte un trabajo decente.

- Dobby ha venido a ayudar - exclama

No hacía falta ser la profesora Trelawney ni estar en su clase de Adivinación para augurar que al juntar a tantos personajes dispares la cosa se iba a alterar. Al menos yo lo veía venir. Al final hasta van a tener razón los que acusaban al Director Dumbledore que la había liado buena al abrir las puertas a todos.

Sin embargo, yo no iba a juzgarle a él, el error ya estaba hecho y nunca podemos olvidar las veces que ha hecho lo correcto y se ha mantenido fuerte. Pero habían llegado al punto de sacar la varita, y viendo como actuaba Bellatrix, su conjuro no sería uno inofensivo.

— Haya paz — yo, que normalmente doy algo de carta blanca a mis alumnos a la hora de sacar sus varitas y que hagan conjuros improvisados, no pude callarme esta vez. Pues no estábamos en clase y los conjuros lanzados podrían ser que no se solucionaran con una simple visita a la Señora Pomfrey — Bellatrix, conocemos tu opinión. Francamente, me sigue sorprendiendo que no ocultes tu amor hacia "él" ni en esta situación. Pero qué se le va a hacer.

Igualmente, su conducta como a muchos de los presentes no me gustaba y me costaría no imaginármela como parte del complot, más aún si sigue con esa actitud.

Miró a su hermana. Como para olvidarlo, aunque recuerdo que eras tú la que disfrutaba más de las dos. No pareció verse afectada por sus palabras. Mantuvo la calma como buena jefa de familia. Bellatrix la había ayudado mucho en el pasado y era una bruja muy poderosa. Seguramente la más poderosa de los presentes quitando a Dumbledore. Pero su juicio podía verse nublado en numerosas ocasiones, como aquella, por ejemplo. Bella, ya no somos dos crías y ésta es una situación seria. Si lo que dice Dumbledore es cierto puede que sea otro señor oscuro el que se ha levantado. Al fin y al cabo Él no te ha convocado. Es la única explicación que se me ocurre, ¿no crees?

Miró a Hermione con una expresión neutra que escondía su opinión no tan neutra sobre ella. Draco le había dicho que era lista. Srangre sucia, sí, pero lista. No lo estaba demostrando. Tal vez su hijo estaba sobrevalorándola. ¿De verdad no sois capaces de ver más allá? La pregunta la dijo sin nombrar a nadie, pero los aludidos lo sabrían. Había cierto desprecio en la pregunta, odiaba tener que explicar las cosas a gente tan ignorante. Aún no sabemos lo que está sucediendo y ya dais cosas por sentado. Juzgáis sin saber y estáis poniéndoselo en bandeja a los verdaderos culpables. Habían traído a todos los ineptos a la reunión. Seguirían a las ovejas al matadero sin dudarlo. Panda de estúpidos. Si la supervivencia de Draco no dependiese de ellos dejaría que se matasen entre ellos con gusto. Os está diciendo que no ha sido llamada. Y no creo que mienta. Principalmente porque no sabe. Parece mentira que la más sensata sea esa chica con gafas tan patéticas. No he debido traer a Draco...

La maga escuchaba con atención las palabras que se pronunciaban en el gran salón, aunque no hacia parte de la conversación se sobresaltaba cada vez que mencionaban al que no debe ser nombrado.

- ¿En.. en.. en... entonces las defensas están levantadas y son fuertes? Preguntaba con una evidente carencia de valentía en su vos. Acompañado de un temblor nervioso de sus manos.

Tomo una copa sobre la mesa y le dio un buen sorbo antes. Su expresión cambio en el acto la profesora recuperó el aplomo.

-Pero profesor Dumbledor, la magia de la adivinación se presenta a ante nosotros como el faro rutilante en medio de la tormenta en el océano.

Tomo una enorme bola de cristal entre las manos. - Tal vez no sepamos quienes son en estos momentos pero con la debida preparación podríamos ver el futuro y así descubrirlos antes a ellos.- Los ojos agrandados por el aumento de sus lentes se movían frenéticamente de un lugar al otro. Era claro que la animaba el poder hacer uso de sus conocimientos.

En ese momento se acerca a Fleur delacourt y le quita su taza de te y comienza a analizarla. - Criatura, veo que tendrás una vida feliz... pero corta, luego te volverás una vieja amargada.- Le sonríe y levanta los hombros como si no hubiera nada mas que decir.

Las palabras de Bellatrix le importaban poco, ya que él sabía que ni su propia madre era devota de sus acciones. Él era, sin duda alguna, la oveja negra de la familia. Había sido llamado traidor, amante de los muggles, incluso había sido borrado del árbol familiar como único Black que no pertenecía a Slytherin y que no se había unido a Voldemort en su lucha. Estaba acostumbrado a ese tipo de insultos y más de parte de Bellatrix.

La observa con una sonrisa al ver sus desvaríos y le dice - Y no podría ser más orgulloso de ser llamado traidor porque mi propia sangre son una tanda de traidores - su última palabra es casi escupida en ella y al ver sus dudas, simplemente se aleja.

Las siguientes palabras que inquietan a Sirius son las de Rita, quien parecía mofarse de Hermione como cada que tenía la oportunidad. Pone una mano en su hombro de manera paternal y le dice - No prestes mayor atención. Al fin y al cabo, es una mujer cuyo diccionario carece de la palabra "coherencia". Si ella fuera nuestra última esperanza para mantener el conocimiento de las tragedias de mundo de los magos, sería una pérdida total para las futuras generaciones - ríe y luego escucha las palabras de Gilderoy, a lo cual suspira profundamente y trata de ignorarlo, aunque el comentario del hombre lobo le ofende un poco. Mira a Tonks y le dice - ¿Qué opinas de eso? -.

¡Oh mon Dieu! he sido muy inocente al pensar que podríamos tratar esto como magos civilizados. El escepticismo de Umbridge me sorprende, mientras más rápido deje de negar lo obvio…

-Madame Umbridge –interrumpo educadamente- con todo respeto, si tanto cree que el Ministerio está inerme ante las circunstancias que ocurren tal vez debería ir a mirar a ver qué pasa allá ¿Si no que exactamente que hace refugiada con nosotros? –concluyo con aquel característico acento de mi francés natal.

Cuando la dama de rubio controla a la reconocida mortífago y acaricia al muchacho de cabello engominado, reconozco de pronto que todos son familia y entonces empiezo a preguntarme ¿Por qué es que se han arriesgado a entrar aquí? ¿Acaso desean eliminar el último bastión de magos libres ahora que no tenemos contacto con el exterior? Y ¿Dónde está el padre?

Las respuestas de la periodista me devuelven al mundo real, palabras iban y venían conforme cada quien intervenía para acotar algo. – Usted es periodista Mademoiselle Skeeter, sus talentos para meter la nariz donde nadie la llama hallar pistas son valiosas, úselas sabiamente. Mientras no conjeture a sus anchas como tiene por costumbre, será muy provechoso tenerla aquí.

Puedo ser de otro país, pero también leo El Profeta y mi estancia en Hogwarts me ha confirmado antes que de dos etiquetas no se puede deshacer Skeeter y son de entrometida y sensacionalista. No se puede llegar al meollo del asunto así, tan sólo se genera más caos.

Me distraigo ante la meliflua intervención del Profesor Lockhart, si siguiera siendo estudiante en la escuela a lo mejor le hubiera pedido a Madame Maxime que lo persuadiese de brindarnos una charla en Beauxbatons.

La llegada del elfo doméstico llama mi atención, apruebo su libertad y con un gesto de la cabeza, me inclino ligeramente en señal de saludo.

Cuando el petit Monsieur Flitwick interviene, la razón vuelve a tomar la sala ojalá le siguiera el paso el orden.

- Madame Malfoy, tenemos el derecho de ser suspicaces con la presencia de su hermana. No ha sido santa de devoción del camino correcto ¿no? Ya sabemos cuál es su maldición favorita… -pauso mientras a todos les llega el nombre de la maldición a la punta de la lengua- Todos, hasta en Beauxbatons, conocen quién es su hermana y a quién ha entregado su corazón y lealtad. Si no viéramos más allá como dice usted, ahora mismo tuviera a todos nosotros sobre ella. Como ve, estamos actuando civilizadamente y no dando –la parafraseo- “por sentado” nada –termino de decir otra vez con mi marcado acento francés.

Permanezco callada hasta que la Profesora Trelawney se acerca y me augura una adivinación. Mis pupilas se expanden de sorpresa.

Merde… ¿Qué ha…? - ¿Perdón? –me llevo las manos a las mejillas por temor de haberme ruborizado por la impresión. Luego no digo nada y tomo la taza para mirar el fondo tratando de discernir la veracidad de tamaña predicción.

La mujer soltó una nueva risa, aguda y molesta, al escuchar a Sirius y su mirada lo siguió con desprecio. Parecía a punto de decirle algo a la espalda del que había sido su primo hasta que lo expulsaron de la familia, pero entonces habló Narcissa y los ojos de Bellatrix mostraron confusión ante las palabras de su hermana. - ¿Otro Señor Tenebroso? - Preguntó con incredulidad. - ¿Pero qué dices, Cissy? - Se rió sonoramente. - ¿Quién osaría intentar ocupar tal cargo cuando ya lo ostenta... Vol...de...mort? - Silabeó el nombre muy lentamente dedicando al profesor Flitwick una sonrisa amplia y cargada de diversión. 

Sin embargo, parecía que lo dicho por Narcissa seguía dando vueltas en su errática mente porque enseguida volvió a mirarla, esta vez frunciendo el ceño. - ¡Eso explicaría por qué no me ha llamado! - Exclamó con voz aguda. - No ha renegado de mí... ¿Se trata de un usurpador? - Musitó las últimas palabras para sí misma mientras las dudas que se agolpaban en su mente se reflejaban en su rostro y en su voz que cambiaba de modulación con cada frase.

Le llegaron entonces las palabras de Fleur refiriéndose a ella y levantó la cabeza de nuevo asintiendo con una sonrisa que mostraba su orgullo porque incluso esa pequeña extranjera hubiera oído hablar de ella. - Me halaga tu reconocimiento, pequeña sabandija. - Le dijo, soltando una risita molesta y guiñándole un ojo de forma exagerada.

Mi rostro se torna mas severo y frunzo los labios, indignada ante la descarada Fleur

- Creo que es obvio que estoy encerrada aquí como todos los demás, decir "refugiada" sería decir demasiado. Vuestra credulidad llega a límites insospechados - acusando a todos los presentes - ¿si hubiera algún seguidor de algún mago oscuro, no habría atacado ya? ¿estaríamos todos vivos? ¿discutiendo como ahora? 

La señorita Fleur se sonroja y comienza a revisar la taza vacía de te. La maga se hincha de orgullo al notar como una alumna se tomaba la molestia de leer el sobrante de té como había enseñado tantas veces en hogwards. Aunque la que lo hiciera ni siquiera perteneciera al colegio.

De fondo escucho la chirriante y desagradable voz de Dolores. La maga abrió los ojos como platos y se fue hasta la profesora McGonagall para casi hacerse tras de ella. - Esa mujer ya ha despreciado la autoridad y las costumbres de este colegio.- Decía señalando a Dolores. - A la primer oportunidad le quitó el control a Dumbledor, prohibió las relaciones entre alumnos, instauró castigos físicos contra los menores ¡y me echó del colegio, aun sabiendo que era mi hogar! -

El estar tan cerca de la profesora McGonagall le insuflaba valor al decrépito cuerpo de la maga de adivinaciones. - ¿Después de tanto daño viene a decir que esta encerrada? - La maga con su pelo alborotado y sus ojos desorbitados no dejaban de examinar a la infame ex-directora de hogwards. - La última vez que estuvo aquí se tomo el control del colegio aunque la enviaron por otro motivo. ¿Quien dice que en esta ocasión no planee lo mismo con ayuda del que no debe ser nombrado?-

Argus salió a la defensa de su estimada Dolores, no iba a permitir que se insultase a la única mujer decente y con gran sentido de la docencia dentro de estos muros. Dio un paso al frente sin separarse mucho de Gilderoy no fuera a ser que Bellatrix tratara de atacarle de nuevo.

-¡Profesora Sybill, por favor! ¿No ve que la señorita Umbridge hizo lo que era necesario? A estos alumnos hay que tratarles con disciplina, son unos salvajes harapientos que necesitan mano dura de vez en cuando. Hogwarts fue un lugar más pacífico y silencioso cuando ella ejercia la docencia.

La profesora Mcgonnagall mira cruzada de brazos lo que sucede a su alrededor. Cuando la profesora Trelawney se acerca a ella y se coloca detrás la acepta casi con un  gesto maternal.

- Sybill, cálmate ya no tiene el poder que tenía antes, nada puede hacernos más que farfullar - le dijo a la profesora de adivinación para tranquilizarla. Miró a la señora Umbridge con cierto aire de superioridad - Espero que entienda Dolores que aquí ya usted no tiene poder sobre los alumnos o los profesores y si no quiere que pensemos que Voldemort la ha poseído deje de defender al ministerio, que por cierto, ya no existe - argumentó la profesora de Transformaciones intentando dejarle claro a Umbridge que su actitud ya no valía en el colegio. En realidad a la profesora Mcgonnagall nunca le había intimidado, pero el resto no había tenido la misma suerte. 

- En cuanto al problema de las señoras Malfoy y Lestrange - dijo ajustándose las gafas - Este castillo nunca ha dejado de lado a nadie que busque protección ni lo hará jamás mientras vivamos - dijo incluyendo en su frase al profesor Dumbledore y a ella misma. - Pero debemos contemplar la posibilidad de que hayan sido apartadas por Voldemort.. tal vez han hecho algo que les haya hecho perder la predilección de su señor y por eso han debido huir. Apreciaríamos la sinceridad aquí señoras.

La profesora Mcgonnagall estaba convencida de que Narcissa había ido para garantizar la protección de su hijo. Pero su hermana... Madame Lestrange.. aquello le desconcertaba mucho. Quien sabe.. tal vez intentó sobrepasarse con Voldemort.. y este se agobió. La profesora estaba completamente convencida de que Bellatrix siempre había amado a Lord Voldemort.. y su matrimonio fue un motivo para acercarse a él.

Draco no se había inmutado en todo el transcurso de esos primeros minutos en los que unos y otros se olisqueaban el trasero, ladrándose como perros poniéndose al día.

Adultos. Pensó con desprecio, modificando en ese preciso instante el valor que ese calificativo había tenido para él hasta el momento. Sintió la mirada preocupada de su madre al otro lado de la sala y giró con brusquedad la cabeza molesto por el simple hecho de que ella no fuese su padre.

-Hihiii- soltó una risota impertinente tras las palabras de Umbridge - Para qué mostrarse, para qué arriegarse si puedes juntar a una panda de estúpidos y a mi familia- Por supuesto sin contar con mi padre- para que hagan el trabajo sucio. La paranoia y la falsa justicia son poderosas. - afirmó con voz segura aunque temblando como una hoja dentro de sus carnes encarándose al profesor Dumbledore escudado detrás de todo el resto de presentes.

La chica asintió dos veces, sonriendo siempre. Se las colocó bien y se puso a mirar en la dirección en que Cho miraba a través de las gafas, como si fuera capaz de ver lo mismo sin ellas:

- Son unos seres pequeños, pequeños... casi minúsculos y voladores. Revolotean alrededor de las personas y se meten por los orificios como por ejemplo los oídos y la nariz, embotan la cabeza de la persona y pueden llegar a demenciarla.- toda explicación con el mismo tono suave y exento de emoción, como si aquello fuera lo más normal del mundo.- Seguro que hay muchos revoloteando alrededor de la señorita Bellatrix, pues parece muy trastornada la pobre.

Miró entonces a Dobby el elfo doméstico al lado de Hermione y le saludó con amabilidad:

- Hola Dobby, hola Hermione. Qué bien os veo.

Los adultos continuaban hablando de los mismo una y otra vez, acusándose o escondiendo sus verdaderas intenciones, pero nadie hacia nada, hasta sus "compañeras" estaban perdiendo el tiempo, creyendo que ese Potter vendría a salvarlos.
-"¡JA!"-Rio para si mismo mientras veía como la niñas perdían el tiempo, hasta Hermione parecía perder el tiempo ¿Y que hacia mientras tanto Draco? Nada de nada... bueno si, algo dijo pero Crabbe no llego a entenderlo, en verdad estaba mas distraído con la conversación de la madre de su amigo y su hermana que en lo que dijo él.

-Que...-Dudo un segundo.-¿Que, quieres decir con eso Draco?-Vicent continuaba a su lado como el primer año, aunque empezaba a tener dudas sobre Malfoy

El señor Ollivander no era un hombre que levantase la voz por encima de otros, era sencillamente un hombre sensato que respondía, cuando se le preguntaba. O intervenía cuando se hacía necesario. Por lo general, hacía acopio por mantenerse siempre objetivo. Y rezaba por saber discernir la justicia donde ésta se encontraba.

Era lo mismo como persona que como fabricante de varitas. Sabía y creía prestar toda su atención y sentidos para conseguir un equilibrio perfecto.

Cuanto más se conseguía alterarlo es cuando se decía alguna absurdidad sobre su trabajo. Porque éste sí lo conocía al dedillo en cada uno de sus ensortijados senderos.

        En el comedor… los veía culparse unos a otros, y aunque entre ellos los había que no tenían sus simpatías (puesto que en el pasado llegaron a torturarle) pensó que aquello no les llevaba a ninguna parte.

Al contrario de lo que le pasaba en su vida normal, donde solía ser una patosa y una despistada. En el mismo momento en el que vi a tal variedad de gente en la misma sala mi instinto se agudizó; y cuando el profesor Dumbledore había acabado su discurso, comenzó a moverse con toda la sutileza del mundo, algo que nadie había visto en ella antes Pues nadie aún me había visto trabajar pensé para mi, orgullosa de ser la única auror de la sala aunque sintiéndome muy responsable por ello.

Como se había puesto a trabajar pudo retener los instintos de agredir a varias personas de la Sala, si hubiese estado en un ambiente tan tenso el odio que casi supuraban sus poros me habría hecho lanzarme contra alguno de los presentes, como mis malditas tías, Bella y Narcisa, que tanto daño le habían hecho a mi madre. Pero ella era una profesional. Me dediqué a observar el movimiento de cada uno de los presentes, observar sus reacciones su manera de hablar, lo que decían, como lo decían, en que lado posaban el peso del cuerpo. Lo primero que hice fue lanzar de manera silenciosa un conjuro para comprobar ciertas cosas.

Después de unos minutos volví de manera tan sutil a mi sitio, junto a mi primero Sirius, que como todos estaban enfrascados en grandes odas, nadie se dio cuenta de que les había inspeccionado con bastante detalle.

Suspiré sonaramente llamando la atención de todos, incluso sorprendiendo a algunos porque mi semblante era bastante diferente al que la Tonks alegre solía llevar*.

Las barreras subidas son igual o más peligrosas que dejar Hogwarts sin seguridad dije con el tono firme No entrar y no salir, si el peligro ya está entre estos muros, nadie va a enviar trolls para que nos ataquen. Lo que está claro es que hay infiltrados entre nosotros, alguien intentará matarnos poco a poco. Y si algo podemos deducir de que aún no nos estemos lanzando maldiciones imperdonables a la cara unos a otros, es que nada es lo que parece; los malos intentaran parecer buenos. Los buenos no entenderán nada. Y los que intenten dar explicaciones, harán posar las culpas sobre si mismos. Esto se complica, pero no hay nada imposible, hemos salido de apuros peores. afirmé con autoridad y posando por fin los ojos en los del director

Miró a Fleur extrañada cuando esta pareció prestarle más atención de la debida a su taza de té.

- ¿De verdad crees en eso? No le hagas caso, son tonterías... -Miró el fondo de la taza con el ceño fruncido. ¿Cómo podía basarse en algo tan aleatorio como eso para predecir nada? Era pura palabrería. La artimancia y las runas antiguas sí que eran eficaces y exactas.

Sonrió a Sirius y afirmó lentamente con la cabeza cuando este le habló calmadamente, y es que se dio cuenta de que tenía razón. Lástima que cuando tenía a Rita Skeeter de frente se olvidaba de toda lógica. No podía olvidar que había puesto en su contra hasta a la señora Weasley.

- Hola, Luna -le devolvió el saludo a la muchacha y sonrió. Le caía bien, y se podía confiar en ella, pero era muy... peculiar.- A ti... también se te ve bien. -Los ojos de Hermione no podían apartarse de los pendientes de la Ravenclaw, era tan obvio, que seguramente cualquiera se habría percatado de ello.- Bonitos pendientes. -Se preguntaba si tendrían alguna utilidad para ella, como aquel corcho que llevaba de vez en cuando colgado del cuello.