Partida Rol por web

Escucho atentamente la explicación de Luna, con especial interés, mientras los demás continúan jugando a esta particular danza de acusaciones, intrigas y tergiversaciones de la que parecen disfrutar tremendamente, pues por lo que se entiende llevan jugando al mismo juego prácticamente desde el inicio de los tiempos.

- Los ancestros les perdonen. -

Antes de poder pronunciar hacia Luna la pregunta que tengo en la punta de la lengua: "y esos seres, ¿también revolotean sobre mí ahora mismo?", veo que ella se vuelve hacia Dobby primero y Hermione después para saludar a ambos.

Me hago pequeña encogiéndome sobre mi misma en mi timidez y, armando todo el valor que puedo reunir en un mismo momento y lugar, consigo alzar la mirada dos centímetros del suelo para posarla momentáneamente sobre el elfo y la Gryffindor.

- Hola - les saludo yo también, en voz baja, muy baja.

Prácticamente no les conozco, e introducirme a extraños me genera un especial nudo en la garganta acompañado de una opresión en el pecho y un sonrojo característico de mis mejillas.

Slytherin se consideraba a si mismo de natural reflexivo, si bien a veces no podía evitar lanzarse sobre lo que consideraba una estupidez. El hecho de no poder contener su rabia a veces era una debilidad que se reprochaba con frecuencia.

En las últimas conversaciones (tras una mirada que dejaba bien claro a Skeeter que no iba a concederle una entrevista) no se había pronunciado, pensando en la misma posición que tuviera durante el discurso del director y que casi le definía: muy erguido en su asiento con las yemas de los dedos tocándose. Sus pensamientos no eran demasiado serenos.

-Gente insinuando que el director de Hogwarts miente ¿habrase visto tamaña falta de respecto? Si yo fuera Dumbledore...

-Lockhart, menudo mequetrefe fanfarrón...

Sí que hubo un cambio en la expresión de Slytherin cuando apareció el elfo doméstico. Se llevó una mano el entrecejo, negando con la cabeza.-Creo que comprendo al tal Voldemort, el mundo mágico se está viniendo a bajo.- Y es que Salazar tenía una opinión muy clara sobre cual era el sitio de cada uno ¿elfos domésticos libres? ¿cobrando? Si debían de dar gracias por no ser usados como sujetos de prueba de nuevas maldiciones (frecuentemente). Y como no, hay había estado la sangre sucia, lógico, ella misma solo estaba dos pasos por encima de un elfo doméstico.

-Otro señor oscuro ¿Así está el mundo mágico que cualquier día podía aparecer otro lord tenebroso? No, tenía que ser el mismo, porque si no el mundo se merecía ya lo que pudiera pasarle.

Los pensamientos de Slytherin se volvieron a los suyos, a su casa. Estaba claro que las cosas estarían complicadas para ellos ya que varios habían seguido a Voldemort, algunos incluso tenían la marca tenebrosa. La marca tenebrosa, que desfachatez ¿cómo podía un mago con cierta dignidad el dejarse hechizar de esa forma? Para ser llamado como a un perro por su amo y acudir con la lengua fuera y meneando la cola...

Pero eran los suyos y su deber era protegerlos...por muy obviamente culpables que fueran. Sí alguien iba a imponer justicia en su casa, ese era él, y el resto haría bien en mantenerse apartado. Se dispuso a poner orden.

-Lady Umbridge, si tan segura estáis de que nada está ocurriendo, os invito a registrar el castillo sola y volver con un informe exhaustivo. O también podéis abandonar la seguridad de estos muros y de saberse rodeada de alguno de los magos más poderosos para ver si en el ministerio os reciben con los brazos abiertos. Pero no os lo recomiendo. Y, en cuanto a usted y a Lady Malfoy, no les permito insinuar que nuestro director nos engaña, tal vez sea un inepto, pero no es ningún mentiroso.

- Y Lady Lestrange. Os invito a compartir un asiento junto a mi, hay cosas sobre las que me gustaría conversar con vos.- Salazar pensaba que la locura no dejaba de ser un signo de debilidad, y Bellatrix estaba obviamente transtornada. Pero sentía el deber de protegerla incluso más que al resto de los Slytherin.

No me inmuté cuando Bellatrix quiso burlarse mencionando a "Voldemort". Ya había quedado claro que  había libertad para hablar de él, no es que me gustara la idea demasiado, pero tampoco soy tan mojigato como para preocuparme tanto por algo que no tenía solución. El tema a tratar eran los traidores, y como la Auror Tonks había dicho, su estrategia podría ser la de infiltrarse en vez de atacar abiertamente.

— Yo también creo que los mortífagos esperan infiltrarse entre nosotros o nos habrían atacado ya — Bellatrix había proclamado estar en parte contenta con el ataque, pero parecía no saber demasiado y no había empezado a atacar aún — supongo que su plan es usar el miedo para que desconfiemos entre nosotros.

Por desgracia, si ese era el plan empezaba a hacerse realidad, pues no eran pocos los que señalaban a otros sin siquiera pruebas de lo uno ni lo otro. Y como siempre, los alumnos estaban en medio, sin que demasiados se preocuparan por ellos. Algunos incluso pensarían que podrían estar implicados. Yo, sinceramente, quería creer que no.

— Si necesitáis algo pedidlo —  me acerqué al grupo de chicas. También miré a Draco y a su inseparable amigo Vincent Crabbe. Pero suponía que los Slytherins, en especial estos dos, actuarían más por su cuenta y no harían mucho caso a un profesor como yo. Por ello volví a mirar a las tres chicas, las dos de mi casa y la estudiosa Hermione Granger — es un asunto de adultos, pero toda ayuda es bien recibida.

Proteger a los alumnos era su deber, pero protegerlos de la verdad era enseñarles a ser débiles, y no creía que esa fuera la mejor forma de tratar con ellos. Estamos en una crisis, y lo único que se me ocurre es contar con todos los activos. Al fin y al cabo, no era la primera vez que los alumnos, en especial Potter y sus compañeros, daban la cara contra los mortífagos y el señor que servían.

El comentario de Draco hizo que Narcissa le lanzase una mirada dura y fría. Si le parecía el momento de decir estupideces estaba muy equivocado. La situación era peligrosa para todos, incluidos nosotros.

Narcissa levantó una ceja y miró a Slyhretin, preguntándose a qué venían esas palabras. No creo que haya insinuado en ningún momento que Dumbledore haya mentido. Dijo, fría como siempre y algo molesta por tener que aclarar algo tan obvio como aquello al creador de la casa Slytherin. Se suponía que era muy astuto y poderoso, pero tal vez la edad le había pasado factura. En todo momento he dando por sentado que lo que decía era cierto. Ha dicho que un grupo de magos poderosos ha tomado el control del ministerio y que están ocultos entre nosotros. No ha nombrado en ningún momento al Señor Oscuro y puesto que mi hermana Bella no ha sido convocada he supuesto que tenía que tratarse de otro. Le mantuvo la mirada. No veo donde ve usted la mentira. Mantuvo la mirada del creador de su casa. Era una mujer orgullosa y fuerte a su manera, no iba a permitir que pusieran en su boca palabras que no había dicho.

Bellatrix soltó una carcajada aguda al escuchar a la profesora McGonagall. - ¿Huir? No he huido en mi vida. - Respondió, mirándola con desdén. - Y no me ha apartado. - Siseó después, entrecerrando los ojos. 

Probablemente habría empezado a proferir frases inconexas cargadas de amenazas de nuevo, si no hubiera escuchado una voz que le resultaba más molesta incluso que la de su primo Sirius. Se giró hacia Nymphadora e hizo una mueca de asco con la boca. - Definitivamente. A cualquiera. - Dijo, apretando la varita que aún tenía en la mano, pero sin llegar a levantarla.

Dio un pequeño paso hacia su sobrina, pero al escuchar a Salazar llamándola se detuvo, con una evidente duda bailando en sus ojos. Finalmente apartó su mirada de Nymphadora y caminó dando pequeños pasos rápidos hacia el fundador para sentarse junto a él en la mesa de los profesores. Sus labios se estiraron en una sonrisa incontenible hasta que terminó riendo de nuevo ante la idea de verse sentada allí. Tras varios segundos en los que su risa aguda resonaba contra la piedra de las paredes, finalmente se detuvo y se giró hacia Salazar. - Será sin duda un honor conversar con usted en la mesa de uno de los lugares más mancillados de nuestro mundo mágico. - Ladeó la cabeza y lo miró con respeto. - Lamento lo que le han hecho a su colegio, Lord Slytherin.

-Muy bien Lady Malfoy. Disculpadme si he malinterpretado sus palabras.- Dijo mientras la miraba fijamente. Bien sabía él que había dudado de que lo que decía Dumbledore fuera correcto, pero no iba a empezar una discusión con esa mujer. Dado que además parecía tener lealtad a la Casa.

- Milady.- Dijo cuando Bellatrix se acercó a él, con una leve inclinación de la cabeza.-Desgraciadamente no era solo mi colegio. Por eso me fui. Y así es como nos ha ido a todos.

Le habló entonces en voz baja.- No he tenido la... oportunidad de conocer a Lord Voldemort, pero debe de tener unos amplios poderes si ha sido capaz de provocar esa devoción en una bruja con las capacidades que, me consta, vos poseéis.- Hizo una ligerísima pausa para que sus palabras calasen.- Pero el control de las emociones es una virtud que la serpiente debe cultivar. Es imperativo que nosotros, nuestra casa, los puros, salgamos airosos de esta situación. Hay muchas situaciones aborrecibles en el mundo mágico actual, quizá cuando yo mismo me encuentre con Lord Voldermort...- Dejo la frase en el aire.- Pero para todo hay un momento y no saber mantener la cabeza fría es de débiles.

Bellatrix escuchó muy atentamente las palabras de Salazar, llenándose de orgullo y sonriendo ampliamente. Sin embargo, cuando terminó lo miró seriamente y con un cierto aire de confusión. - Pero si estoy controlando mis emociones, Lord Slytherin. - Susurró en el mismo tono que había usado él. - Todos siguen vivos. - Añadió, señalando con la cabeza hacia el resto de la sala, como si estuviera constatando un hecho evidente.

De nuevo Slytherin mostró el mismo gesto similar a una siniestra sonrisa, aprobando en cierto modo el comentario de la bruja. Sí bien el apoyaba la concordia entre los magos (por eso había fundado una escuela) estaba claro que había mucho que arreglar, quizá no de manera tan drástica, pero el resultado final sin duda sería parecido.

-Bien cierto es Milady. Pero por ahora es mejor esperar a como se desarrollan los acontecimientos. Los que están en vuestra...nuestra contra, son mayoría, debéis esperar y no llamar la atención sobre vuestra persona constantemente. Lord Voldermort puede que no os haya llamado aún pero el caso es que habéis conseguido entrar en Hogwarts ¿correcto? No me creo lo de otro Señor Tenebroso así que dudo mucho que Lord Voldermort prescinda de sus amplios poderes, Lady Lestrange.

Slytherin seguía teniendo sentimientos encontrados con respecto a todo lo que ocurría, pero lo primero era proteger a los suyos, y tranquilizar a Bellatrix era el primer paso.

El Profesor Dumbledore se mantenía ajeno a las conversaciones, aunque no perdía detalle de ellas. Con las manos entrelazadas con sus largos y finos dedos, miraba a través de sus gafas de media luna el Gran Comedor, a sus profesores y alumnos, a los que habían ido allí a pedir protección.

Suspiró de manera lenta. Se sentía mayor, y no se perdonaba el fallo que había tenido. Creía que abrir las puertas del Colegio otorgaría cierta tranquilidad a los magos y brujas que querían un refugio, pero los había metido en un sitio peligroso. Y no lograba entender cómo no había sabido preverlo.

El mago con su larga barba blanca se puso en pie, incorporándose cuan largo era. Alzó los brazos, pidiendo silencio, y miró a todos los rostros, esperando a que las conversaciones acabaran.

Se aclaró la garganta, y dijo:

—Siento mucho el mal que nos rodea. Y más siento aún que esté aquí dentro, junto a nosotros, por mi culpa. Pero, debemos mantenernos unidos ante la adversidad y luchar juntos para atrapar a aquellos que se creen con el derecho de gobernarnos a través de las malas artes.

Miró a los jefes de las casas, y asintió antes de continuar.

—Espero de todos vosotros un trabajo ejemplar— dijo, clavando su mirada tanto en McGonagall, como en Flitwick, y, finalmente, en Salazar—. Necesitamos de vuestra destreza para frenar este ataque contra el colegio. Todos juntos—añadió, de manera clara.

Se giró para mirar a los demás, y sonrió, acompañando la sonrisa con sus ojos azules, brillantes.

—La noche llega, y con ella nuestras pesadillas— murmuró—. Valor.

¿Qué quiero decir? – Draco levantó una ceja atónito y se giró hacia su compañero. Oh, Vicent aquello lo aclaraba todo – Quiero decir que hay que fijarse en quién no está.

Le dio unos segundos para que creyera tener la oportunidad de responder y luego le quitó la miel de los labios – Potter. Exacto. ¿Curioso, no? – no aclaró nada más, tampoco sabía donde quería llegar con todo aquello. No por el momento, pero esa situación tenía demasiados fallos aparentes. – Vamos. – zanjó el tema intimidado por la mirada de su madre, cohibido aunque él lo interpretó y expreso como rabia hacia ella.

Draco había apoyado las manos en la mesa con toda la intención y el inicio del gesto de levantarse cuando el viejo director consideró oportuno hablar de nuevo.

- Valor. – repitió sin emoción a su amigo. Le parecía irónico que Dumbledore reconociera su error, y el peligro real e inminente y luego rogara un trabajo cooperativo y, sobretodo, valor.

Valor. Se repitió una vez más para sí, como si pudiese invocarlo de la nada, su mano derecha empezó a temblar y rápidamente la escondió dentro de su túnica. Valor.

La noche había teñido con un velo oscuro los largos cristales de las ventanas. Se había asentado en el mundo sin apenas darse cuenta. Entre preocupaciones y discusiones los minutos se habían doblegado ante las horas. El señor Ollivander no fue consciente de ello hasta que el director lo proclamó.

De pronto se sentía cansado, la edad castigaba sus huesos y estar demasiado rato sentado era casi tan duro como estar todo el día de pie atendiendo en la tienda. Añoraba su taller, sus herramientas y su mesa de ebanista. Sus cestas llenas de centros para varitas. Su almacén polvoriento y abarrotado de cajas.

Suspiró y se levantó, con un quejido sordo y un crujido de espalda. –Pues posiblemente… será mejor que vayamos a descansar- anunció para sí mismo y a modo de consejo para los más jóvenes, sin levantar mucho la voz. No dijo dormir, puesto que seguramente (pocos de los allí presentes) podrían hacerlo, una hacha pendía amenazante sobre sus cabezas.  –Y que Dios nos guarde… donde no alcancen nuestros hechizos, nuestras artes…- alzó la vista, con la mirada suplicante, en su plegaria.

Seguramente que habría sido una equivocación, sintió la mirada de Trewlaney ¿Por qué me miraba con aprecio como si fuera una de sus estudiantes? Ya hacía mucho del Torneo de los Tres magos y también de mi salida de Beauxbatons. Ahora inclusive había logrado entrar a trabajar a Gringotts... bueno, hasta hace poco antes de que los mortífagos se infiltraran en prácticamente cada recoveco del mundo mágico. Y pensar que todo parecía estar saliendo bien en mi vida.

Escucho la voz de Hermione, asiento ante sus palabras. Tiene razón, no hay motivo para ser una amargada más adelante y puede que algunos Weasley sigan con vida después de todo.

La estridente voz de Bellatrix atrae mi atención, parece que se lleva de muerte con Monsieur Black y que además de ello también son familia. ¿Sabandija yo? Parpadeo rápidamente no creyendo como se ha expresado de mi. Una cosa era la alegoría de “ranas” por ser franceses y otra muy distinta llamarme sabandija, estoy por protestar cuando su risa me interrumpe otra y vez y cierra su acto maléfico guiñándome un ojo con sumo descaro.

Madame Umbridge reacciona a mis palabras como un tonel embotado, a su tiempo, pesado y oblongo. No le respondo y solo entorno los ojos ante su necedad, no vamos a lograr hacer que entienda que los mortífagos ya están entre nosotros. Es de miras tan cortas como sus pequeñas piernas hinchadas. En cuanto a Filch, su gata tenía más sentido común.

El niño Malfoy hace un comentario de lo más estúpido, empiezo a preguntarme cual de esa familia es el más sospechoso. Mademoiselle Tonks, interviene y la solemnidad de su rostro lo dice todo, mis pensamientos coinciden con lo que yo misma andaba sospechando - Temo justamente eso que acaba de decir Mademoiselle Tonks, esperemos que no se derrame más sangre inocente. 
El resurrecto Salazar Slytherin, toma bajo  su tutela a Bellatrix ¡Faltaba más! Ese anciano se ponía cada vez más peligroso, en especial, considerando su experticia y conocimientos y parecía ser que mi opinión no difería mucho con la de la Madre de Malfoy porque respondió inmediatamente a las acusaciones implícitas del fundador de la casa Slytherin, quién ya cuchicheaba con Lestrange.

En mi natal Francia a eso le llamaríamos un viejo... ah pero si el color de Slytherin ya era verde.

Contengo una sonrisa ante llo que se me acaba de ocurrir pero tras unos segundos su continúo cuchicheo empieza a preocuparme. Retiro mi atención de la pareja y la centro en Dumbledore.

Descansar, dormir, temo lo que suceda mañana.

Dumbledore interrumpió las conversaciones del Gran Comedor antes de que a Bellatrix le diese tiempo de responder a Salazar. Y tras las palabras del director de Hogwarts, la mujer se quedó pensativa algunos instantes, como esperando algo que nunca llegó. Ladeó la cabeza, recorriendo el salón con los ojos entrecerrados. - Valor... - Musitó para sí misma, repitiendo la última palabra de Dumbledore y soltó una carcajada. - Cuánto más lucha el ratón, más se divierte la serpiente. 

Miró entonces a Salazar de nuevo e hizo una pequeña mueca con la boca. - Es difícil no destacar entre tanta escoria, milord. - Respondió, retomando la conversación donde había quedado. Con un resoplido hizo un pequeño gesto hacia el salón. - Pero hago lo posible. - Aseguró, asintiendo con la cabeza. Sus ojos recorrieron de nuevo el lugar, moviéndose veloces, y se llevó una mano a la cabeza para frotarse la frente antes de volver a mirar al hombre. - Oí que él podría estar aquí. Acudí en su busca. Pero no me ha convocado. - Musitó, con una mueca dolida antes de que el brillo fanático de su mirada volviese a aparecer. 

Slytherin hizo un gesto para que esperará a su interlocutora. La media sonrisa se había borrado de su rostro ante las palabras del Señor Ollivander, se levantó para que todo el mundo le escuchara.

-¿Dios? ¿Que Dios nos guarde, Ollivander? Vos no habéis vivido en las misma época que yo ¿Acaso sabéis cuantos magos y brujas han acabado en la hoguera en nombre de Dios? Sí bien para muchos no supuso un gran problema*. Dios jamas ha estado del lado de los magos. Había oído que había en la actualidad un resurgimiento de los Inquisidores que tanto daño hicieron a nuestra gente en mi época. Espero que no seáis vos un simpatizante, teniendo en cuenta el sufrimiento y el trauma que le han infringido los magos últimamente.

De nuevo Slytherin hablaba fríamente pero con contundencia.

La casa Slytherin hacia honor a su fama. Desde que nos habíamos reunido en el comedor central no habían hecho otra cosa más que discutir, amenazar con matarme y causar discordia entre los presentes. -Caballeros, deberían usar su... su buena predisposición para derrotar a los malvados enfocándose en la verdadera amenaza que se encuentra dentro de estos muros.

No había forma fácil de decir algo así. -Ellas dos. -El celador señaló a las hermanas Lestrange y Malfoy. -Digo más, una de ellas no ha dejado de proferir improperios desde que llegó a la escuela e incluso amenazó con matarme. ¿Es qué hacen falta más pruebas?

Dicho aquello agachó de nuevo la cabeza y se escondió entre los comensales para que no pudieran apuntarle con la varita fácilmente. Fue hasta el rincón con rapidez y cogió su escoba, no para volar claro, para empezar a barrer mientras el resto discutian.
 

Sirius escuchaba con atención las palabras de todos y a pesar de no tener miedo, la ansiedad de la noche se apoderaba de los presentes. Era inevitable pensar que podían ocurrir cosas terribles y era el deber de todos proteger el castillo de aquellos que querían acabar con uno de los refugios más seguros para brujas y magos en el mundo mágico.

No muchos parecían conscientes de eso, pero su querida prima Tonks parecía entenderlo. La miró y sonrió. No siempre había sido tan segura de sí misma, pero era bueno saber que se sobreponía a su torpeza natural para ser una auror valiente.

Se hizo a un lado de su prima y dijo - Creo que, ahora que la noche se acerca, lo principal es que los más experimentados de cada casa se unan en una brigada de vigilancia durante la noche. Los más jóvenes deben estar exentos de luchar hasta que sea estrictamente necesario - luego, mira a Filch. Ese hombre nunca le había agradado y sabía que el sentimiento era mutuo, pues James y Sirius se escapaban de él en muchas ocasiones.

- Si tiene usted razón, espero entonces que los esbirros de Voldemort hablen con tanta libertad como mi adorada prima, Argus -.

Rita había permanecido en silencio un buen rato, evaluando lo que ocurría en la habitación. Era una charlatana y una cizañadora, pero sabía cuando debía enfocar todos los esfuerzos en algo. Y en ese momento, conocer las intenciones de quienes le rodeaban era su prioridad. Total, ya se estaban encargando ellos solos de ponerse unos en contra de otros. La situación era toda una delicia para la renombrada periodista.

La posibilidad que se barajaba de un nuevo señor Oscuro resultaba de lo más interesante. Con la experiencia que ya tenía estaba segura de que podría sacar mucho jugo de ese nuevo intento de control del mundo mágico.

- Valor.

Rita murmuró la palabra nada más que Dumbledore acabó su discurso. Le había resultado tremendamente gracioso. Si le hubiesen dicho que en esos momentos el gran mago de todos los tiempos iba a romperse a llorar como un bebé, se lo hubiese creído. Suspiró algo contrariada. Eso sí que hubiese sido la mar de interesante. Finalmente habló.

- Señor Filch, ¿realmente es usted tan ingenuo? - sus palabras eran lentas y su tono de voz altivo - ¿De verdad cree que ese es el mejor criterio para determinar quien está con el 'nuevo' lado oscuro? Todos conocemos a la señora Lestrange - continuó, encogiéndose de hombros - y sabemos que siempre ha sido muy fiel a sus ideales. Pero... aunque fuera ella mortífaga, ¿serviría de algo ir directos a por ella? ¿De verdad cree que sus compañeros saldrían a la luz para salvarla? - soltó una estridente carcajada. - No, señor mio. Debemos ser más inteligentes. Permanezcamos atentos esta noche.

Guardó silencio al escuchar las palabras de Sirius. Tenían cierta lógica, aunque nunca se permitiría dar la razón a ese inestable.

Desde el refugio temporal que brinda la profesora McGonagall la maga observa en silencio como sigue la conversación del salón y como la luz del horizonte era derrotada por la llegada de la noche. Extinguiendo los haces que lograban filtrarse por los cristales.

En medio de eso logró escuchar como la sabelotodo de grifyndor desacreditaba la magia que esta enseña.

- Descalifica un arte que no comprende señorita. - De la molestia había olvidado el nombre de la alumna, aunque la verdad era muy poco lo que la había visto así que por mas que tratase no iba a recordar su nombre.

Tomó una de las manos de hermione entre las suyas y le reviso la palma por unos segundos.
- ya veo... aja... entiendo... - Le soltó las manos y la miró. - Lamentablemente usted no tiene ningún talento para la adivinación. Debe ser esa la razón para que le parezca una asignatura tan compleja. Lo siento.- Se dio media vuelta y volvió con los profesores.

Las conversaciones de los demás la volvió a la realidad retorcida que estaba viviendo.

- Yo. Trago con fuerza buscando la confianza que no sentía. Puedo participar en esas brigadas. - Se ofreció aunque deseaba con todas sus fuerzas que no la dejaran participar. Ya tenía miedo estando con todos presentes no quería pensar en caminar en la oscuridad sola.

Sirius sonríe tras el ofrecimiento de la profesora Trelawney y le dice - Muchas gracias por su ofrecimiento - la mira cortésmente para continuar - pero creo que necesitaremos más personas. De mi casa, me ofrezco yo mismo y espero que otros sigan la iniciativa. Así, al menos trataremos de darle un poco de seguridad a los más jóvenes - dijo mirando a su alrededor.

Los Slytherin parecían guardar mucho silencio y eso no le gustaba demasiado. Ni para cuidar a sus jóvenes parecían querer ofrecerse.

Fue el que algunos apodaban "Hocicos", Sirius Black, quien propuso una vigilancia nocturna. No era mala idea, aunque la posibilidad de que uno o varios mortífagos se infiltraran en la propia vigilancia era algo que no se podía descartar. No es que a mí me apeteciera demasiado... pero como director de Ravenclaw me veía en la obligación de hacer algo. 

— Bueno, si está necesitado de gente yo podría ayudarle. Lo que más me preocupa, sin embargo, es la protección de los alumnos. Los profesores deberíamos hacer algo por ellos.

Los profesores de la Casa de las águilas somos más conocidos por la inteligencia que por la fuerza bruta. Aún así, no habían presentes muchos más profesores, y no sabía si Minerva o Dolores Umbridge se unirían a la causa. Por eso, aunque dudando en parte de la efectividad de tal equipo de vigilancia, accedí a ello sin demasiado entusiasmo pero con un pensamiento en mente.El bienestar de los estudiantes de Howarts.