Partida Rol por web

Draco reculó unos pasos, milimétricos pero cuantiosos huyendo de su propia familia y deseando no llevar la misma carga genética. Reculó y se arqueó hacia atrás hasta tropezar con algún trasto que lo redujo al suelo.

Bien seguro que su tía lo encontraría cuanto menos divertido. Pero por primera vez la creía, no por temor, no por imposición sino por el desconcierto de sus ojos que hasta le parecieron tristes. La creyó, simplemente la creyó, por ahora.

Asintió con la cabeza confirmándole que le había quedado claro y luego se apresuro a perderse entre la gente.

- ¿Quién entonces? - preguntó adecentando la ropa - ¿Lockhart? - Dolores Umbridge siempre había sido una mujer implacable, aunque también retorcida.

- ¿No te encantaría que hubiese sido ella? - preguntó a su fiel amigo señalando a Granger con la cabeza. - Doña perfecta suplantada, o peor, loca. Hiii Hiiii - terminó con una risa repelente.

Las palabras de su madre se abrieron paso entre los murmullos ajenos - Sí, Lockhart ¿algo que decir? - la secundo crecido por hacer piña con su madre.

La amenaza de Director de que habían enemigos cerca se hizo saber enseguida, esta misma noche. Dos personas, un alumno y el fiel celador de Howarts habían sido asesinados.  Las protestas y acusaciones no tardaron en dejarse oír, y la posibilidad de que a los mortíafagos se les uniera otra facción igual de mortífera se dejó caer.

— Si eso fuera verdad, estamos en un peligro mayor del que creíamos.

Además muchos señalaban al tipo cargante de mi misma Casa. No me gustaba tener que meterme con alguien de Ravenclaw sin pruebas, pero ya eran varios los que lo afirmaban.

De pronto todas la miradas estaban puestas en su compañero de casa. El encantador Lockhart estaba siendo acusado directamente por más de una persona. Luna observaba todo con sus grandes ojos azules sin perder detalle alguno.

Lockhart estaba en un aprieto y quizás debería intentar ayudar a su compañero a salir del paso, pero la  buena voluntad de Luna Lovegood no llegaba a tanto. Quería saber la verdad. ¿Y qué mejor forma que dejando que el inteligente y carismático Gilderoy lo hiciera?

Las palabras de Umbridge calaron en todos de una forma inimaginable. ¡Afirmaba haberle visto asesinando a uno de los habitantes del castillo! Aquello era, sin duda, una falta muy grave.

- Creo que ahora convendría que se explicase, señor Lockhart.- le aconsejó.

Era horrible.

Todo.

El recuerdo del miedo pasado en las horas de morfeo.

El no poder dormir del todo.

El despertar de ese mundo de temores y terrores para amanecer en una realidad de horrores y pesadillas. Dos muertes han manchado esta noche los suelos de Howarts. El Profesor nos lo ha comunicado con gran pesar a primera hora de la mañana. Dos perlas brillantes han caído lentamente por mis mejillas nada más oir la noticia. Una por cada uno de los caídos.

Poco después, comienza la discusión en la sala, pero mi pesar es grande.

Arrastrando los pies me dirijo a una de las esquinas de la sala. Sóla y en silencio, me acurruco sentándome en el suelo agarrándome las rodillas entre mis brazos.

Mi rostro alza la mirada medio palmo del suelo, siguiendo los sonidos de la conversación que transcurre a mi alrededor.

- ¿Por qué? - me pregunto a mí misma entre sollozos de temor por lo que se que vendrá... pues esta ha sido sólo la primera noche, y estamos aquí encerrados... encerrados entre monstruos... - Como las obejas en el cuento... encerradas en el corral con los lobos - el recuerdo del cuento me causa un escalofrío que recorre mi espalda - ¿Por qué nos hacen esto? - 

La profesora tenia además de despeine habitual unas marcadas ojeras que no eran disimuladas ni con la ayuda de sus enormes lentes.

Camina en dirección de minerva y mientras lo hace pasa cerca de los recientes cadáveres. Se entristece y asusta cuando les ve. Se dirige hasta el comedor y trata de servirse un vaso de agua con manos temblorosas. En medio de las conversaciones alejadas se percata de la acusación al profesor de su casa.

- Sí, mejor se explica señor lockhart. No confío en esa mujer pero esa acusación merece una respuesta urgente de su parte.-

Luego escucha la pregunta de una de sus alumnas y pierde el poco valor mostrado hace un momento se dirige hasta Cho chang y trata de tomarla de las manos. - No lo sé pequeña, pero debemos confiar que hallaremos a los responsables-

Craso error el suyo al lanzar la insinuación obvia para todos pues el desesperado deseo de encontrar culpables había llevado a más de uno a encontrarlo. Y, por desgracia para él, las acusaciones se acumulaban en su contra. Tragó saliva, visiblemente nervioso y con la sonrisa desaparecida por completo mientras, en tensión, buscaba una escapatoria.

¿Qué había hecho él? Señalar una evidencia. Una evidencia que muchos deseaban que no fuera vista, que no fuera obvia. Una evidencia que, otros, preferían no ver porque supondría empezar de nuevo con aquella guerra abierta entre Gryffindor y Slytherin que podía ser peor que aquellos asesinatos encubiertos.

Si algo tenía claro Gilderoy es que no le gustaba estar en su lugar en aquel momento. Tampoco le consolaba la idea de que sería un atractivo cadáver, a pesar de que aquella noche no había podido ponerse los rulos.

Y entonces sucedió lo peor. Lo impensable. Lo inaceptable. Fleur Delacour le delató. Su rostro mudó en una expresión de horror cuando la chica anunció su terrible secreto.

- No...no sé de qué me está hablando, sinceramente. Mi cabello siempre ha sido así de natural, señorita Delacour - carraspeó, incómodo, antes de volverse hacia Umbridge -. Querida señora, no quería recurrir a esto. Pero me parece que la suya es una evidente treta por lo que yo descubrí anoche sobre usted e intenta hacerme parecer ahora el culpable para silenciarme. Me parece una vil calumnia por parte de la casa de las serpientes y un intento de hacer caer mi reputación en picado, porque espera que todos estos niños que confían en mí pierdan a su héroe y esa desmotivación sea el modo de llegar hasta ellos y darles muerte con facilidad. ¡Pero no pienso permitirlo! No toleraré que mienta e insulte. Amigos - dijo volviéndose hacia el resto del comedor, ignorando deliberadamente la mesa de slytherin -. No voy a juzgar a un libro por su cubierta ni pondré a todos los de esa casa en el mismo saco, pero si hoy muero recordad mis palabras. En Slytherin acecha el mal.

Slytherin escuchó con atención a lo dicho por Lockhart. No tenía pensado hablar sobre lo que sabía que había ocurrido esa noche pero tras la nueva acusación a su Casa se decidió a hacerlo.

-Las acusaciones realizadas por Lady Umbridge son muy graves, pero también lo es el riesgo al que se está sometiendo. Delatándose ante la más que posible venganza de...los presuntos aliados de Lord Lockhart. No tengo motivos para dudar de la palabra de Umbridge. Y he de añadir que...-Hizo una pausa, parecía, aún, más cadavérico que normalmente.- Yo también he sido atacado esta noche. No he podido comprobar la identidad de los atacantes y prefiero guardarme los métodos con los que me he, o me han, protegido. Pero si otra amenaza ha acabado con el joven Krum, sospecho que han sido los mortifagos los que se han lanzado contra mí. Quizá mi regreso como lider de Slytherin se ha una molestia para Voldemort, ignoro sus motivos. No tengo teorías sobre la muerte de Argus Filch.

-En la noche también hay amenazas contra Slytherin.

Guardó silencio para comprobar la reacción a sus palabras

La profesora se había mantenido cruzada de brazos y había escuchado todas las intervenciones. A veces niega, a veces asiente. Pone una mano en el hombro de Hermione y aprieta con ternura. Suspira y coge aire. Da unos pasos al frente.

- Ya os advertí de que vigilar no iba a servir de nada si los seguidores de Lord Voldemort se hallan entre nosotros. Es duro aceptarlo pero debemos hacerlo. Ellos jugarán con la desconfianza entre nosotros, debemos aprovecharlo. La primera en sembrar la discordia ha sido Dolores - dijo y la miró - Ella desconfía de Lockhart porque dice que le vió matar junto a otros. Es una acusación muy grande. Pero Gilderoy en vez de defender su persona escupió contra Dolores y contra otra casa creando discordia. Considero que es más maléfico sembrar discordia entre casas que señalar a una persona por lo que... - miró al profesor de DCAO - Gilderoy, si debes contarnos algo, hazlo ahora y podremos extirpar el mal de las entrañas de la escuela.

Suelta una de esas breves risitas agudas tan detestables

- Y dígame, señor Lockhart, ¿que, supuestamente, sabe usted sobre mi? ¿Tengo algún grupo de inhumanos magos correteando por los pasillos y matando a otros, como usted? ¿Me he vuelto a instalar en mi antiguo despacho sin la autorización de Dumbledore? Bien, eso último lo confieso, pero diré en mi defensa que es mucho más acogedor ahora. - acepta

Mira a todos en la sala

- Se que mis métodos pueden ponerse en duda, muchos los habéis llamado "medievales", pero tenéis que admitir que son eficaces y que durante mi dirección de este colegio las cosas estaban mejor que ahora. Os he dicho cuanto vi, arriesgándome y exponiéndome, esta en vuestra mano creerme o no. Esta en vuestra mano posponer su juicio y esperar a que alguien más capaz lo valide, pero entonces le estaréis dejando otra noche para quitarle la vida a otro mago inocente. 

Le devolvió un pequeño apretón a Fleur en el brazo, en un principio a modo de apoyo, aunque las palabras de Narcissa Malfoy hicieron que al final, el apretón fuese algo más fuerte de lo que realmente pretendía.

- Dobby puede opinar lo que quiera. Le recuerdo que su propio marido le dio la libertad. -Le recordó a Narcissa, mientras la fulminaba con la mirada. Acto seguido sus ojos se posaron en el más joven de los Malfoy, aún no entendía como se fijaba tanto en ella si la despreciaba como él decía. Apartó la mirada de él de forma rápida y con cierto desdén.

Finalmente el Lockhart habló, y su defensa no había por dónde cogerla. Ahora no valían sonrisas, y parecía que era lo único que podía aportar. Se sentía totalmente desencatada. Que Salazar Slytherin también hubiese sido atacado aquella noche sí que pareció pillarle por sorpresa. Habían sido tres ataques que conociésemos. ¿Contra cuántos estábamos luchando?

- Aunque sigo sin estar muy a favor de los métodos medievales que le gustan llevar a cabo a Umbridge, -la miró durante un momento- en este momento, y como ha dicho la profesora McGonagall, creo que se ha arriesgado demasiado como para haber hecho una acusación sin razón alguna, por lo que esta vez tiene mi apoyo.

La reacción de Bellatrix causó varias risas al Sirius, el cual continuó molestando un poco a la demente de su prima. - Tal vez, la bondad abunda en tu corazón, ahora, primita. ¿No lo crees? Eres blanda y por eso no te ha convocado - muchas cosas salían a la luz, pero no podía evitar querer divertirse un poco.

El propio Lockhart dio su aporte y Sirius lo miró imitando la sonrisa que el brujo más popular del reino mágica solía utilizar - ¿Acaso te han herido las palabras de Fleur para que digas algo como eso? Es curioso que lo que más te preocupe sea tu cabello, además de tratar desesperadamente de justificarte pero sin devolver una respuesta coherente. Extraño, ¿No? - saca su varita y la apunta a Gilderoy.

- Confiesa de una vez y di lo más detallado posible aquello que dices saber de Umbridge, porque si callas, tomaré tus palabras como falacias - se detiene y permanece en esa posición.

Sujeta la mano de Black y le fuerza a bajar la varita

- Nadie va a hacer uso de su varita - severa - que el sea lo que es, no asegura que tu seas mejor, aquí decidiremos todos mediante votación. Nadie esta lo suficientemente libre de sospecha como para decidir por si mismo - retira su mano esperando que no insista en el uso de la magia

Narcissa alzó una ceja ante la respuesta del profesor de DCAO. Se espera muchas defensas posibles, pero que le diese más importancia a su pelo que a su vida pareció descolocar a la mujer. Lo que vino después fue aún peor. Profesor, no solo no ha sido nada claro sobre lo que ha descubierto a cerca de Umbridge, sino que además has dirigido tu mano contra una casa entera cuando te has visto acorralado. La mirada de la Slytherin era fría y dura.

No niego que entre nosotros pueda haber alguno de los infiltrados. Es probable que algún compañero tuyo sea de nuestra casa, pero no te equivoques, no todos somos como tú. Si descubrimos alguno, no dude en que recibirá su merecido, justo como usted recibirá el suyo en breve. Dijo las últimas palabras con todo el desprecio del que fue capaz.

Como era de esperar su petición una vez mas cayo en saco roto, ni siquiera repararon en él por un segundo.

Algo decaído se mantuvo con la cabeza gacha y mirando sus zapatos, torcía el morro porque la noche llegaba y ya no confiaba en los adultos para ser protegido y con Krum muerto estaba claro que cualquiera podía ser la siguiente victima. Eso lo relaciono con lo que estaban discutiendo. El famoso mago y la mujer estricta, así es como mejor los recordaba, y parecía que uno se acusaba al otro, aunque el famoso, como siempre iba mas haya acusando a toda su casa, intolerable. Pero por otra parte. Como saber quien decía la verdad, de los muertos de la noche anterior no sabían nada y que fuera uno u otro tampoco lo sabrían, demasiadas dudas, incógnitas, mucho que pensar. ¿No seria mejor alzar el dedo contra quien no tiene sentido que estuviera aquí?

El resucitado o el niño odio, por ejemplo.
Crabbe se mantenía callado pero su mirada se clavaba en dos de los miembros de su casa.

Al llegar a la sala de los manesteres, la expresión del señor Ollivander era grave. Afligida. Él había estado con la patrulla que se había ofrecido a recorrer y asegurar los pasillos. En su vigía habían descubierto aquellos cadáveres y las primeras pruebas de que la pesadilla era una realidad. Una realidad que le cortaba el aliento. Tanto por el señor Filch como por el prometedor señor Krum.

Desde que se adentró, estuvo paseando por esa sala mágica que jamás había visto con anterioridad. Mirando sus paredes, tocándolas apenas, deslizando sus palmas con delicadeza. Calibrándolas, fascinado por la grandiosidad del hechizo ahí aplicado.

Quien lo viese casi podría asegurar que su interés lo distraía de lo que ahí se trataba. Hasta que habló… -Con o sin varita…Tiene razón el señor Black, así como también la tiene la profesora McGonagall. Muchos hablan y pocos cuentan. O mejor debería decir… traen pruebas de sus acusaciones. Ellos han exigido pruebas al profesor Lockhart… y seguimos esperando a que se defienda con argumentos más sólidos que su pelo o lo blancos que son sus dientes.

-No obstante- casi siempre tenía más por decir cuando lo decía -varios de la Casa Slytherin están acusando abiertamente, y tampoco aportan nada tangible. Casi todos dicen saber los hechos de seguro. Pero… me pregunto, de dónde sacan tantas pruebas. ¿Cuál es la certeza de la que parten todos ellos? y… ¿Por qué no la comparten? Muchos hablan y nadie prueba. Así que también pido, a los que más alzaron su voz y que aseguran no albergar dudas… es decir… al señor Salazar Slytherin y la señora Umbridge que si van a señalar al señor Lockhart, compartan con el resto las razones o algo que nos lo haga ver también al resto de los aquí presentes. Porque si no… tan sólo podemos vislumbrar miembros de una Casa apoyándose entre sí en base del desprecio que sienten por el resto. Y eso, no satisface nada…

-No me creeré a nadie a ciegas sin ninguna prueba que lo valide- aclaró recapitulando.

-Aquí en esta sala se respiran muchos intereses. Y me temo… que el de derrotar a los Mortífagos servidores de El-que-no-debe-ser-nombrado se me antoja que lo están convirtiendo en el menor de ellos. Y eso, no puedo tolerarlo. 

Salazar se dirigió hacía el Señor Ollivander ya que lo había mentado a él directamente.

-Lord Ollivander, creo que he expuesto mis razones con anterioridad y es que confió en la palabra de Dolores Umbridge y pienso que se está arriesgando altamente con sus acusaciones ya que, obviamente, no nos enfrentamos a un único enemigo y podría convertirse en el próximo blanco. Por otro parte no ha sido solo la Casa Slytherin la que ha visto un comportamiento sospechoso y unas explicaciones vagas en Lord Lockhart, y de hecho no ha sido mi casa desde dónde se han alzado las primeras varitas.-Dijo mientras dirigía una mirada a Sirius y a otros miembros de Gryffindor.

-Dicho esto, comprendo que querráis proteger a un miembro de vuestra Casa, pero creo que estáis permitiendo que esto nuble vuestro juicio. De hecho ahora sois vos el que apoyáis a vuestra Casa en base al ¿desprecio? que sentís hacia el resto, haciendo un juicio sesgado ya que no hemos sido los únicos en apoyar la acusación-Añadió Slytherin devolviendo sus palabras al fabricante de varitas.

Ni se rió ni le hizo gracia. -¿He protegido al profesor Lockhart? 

No se había alzado en su defensa en ningún momento.

Sabía lo que había dicho, y cómo lo había dicho. Y aquél reproche no se ajustaba. Estaba fuera de lugar. -Creo que no ha escuchado bien mis palabras... He manifestado, que espero... (y lo espero como al resto) que el profesor argumente su defensa con algo factible- lo del pelo había sido un alegato muy pobre -no voy a aceptar respuestas vagas... Así mismo, también reclamo que la otra parte aporte a su vez pruebas claras de su acusación. Si vamos a sentenciar a alguien con nuestros votos... Con la simple confianza no se justifican ni se sostienen. Así que... contadnos... ¿Cómo ha ganado su crédito?

Carraspeé haciendome notar. No había intervenido hasta ahora, pues había llegado la última a la Sala de los Menesteres y ya se encontró una acaorada discusión.

Yo he intentando investigar algo dije haciendome notar Pero nada he encontrado. Y aunque no tengo razones para no creerme tales palabras de la señora Umbridge y de Salazar, tampoco tengo razones feacientes para creermelas. Me cuesta creer que Lockhart, con su torpeza y su ignorancia dije sin ningún tipo de pudor, pues tiempo ha se había demostrado que era un fraude cuando un conjuro desmemorizador le salió por la culata sea quién ha llevado a cabo un asesinato. No obstante todo se aprende en esta vida, si no preguntenle a McGonagall si hace una década habría apostado mil galeones a que jamás llegaría a trabajar en el Ministerio...

Me acerqué a Sirius e intenté calmarle, su temperamento siempre había sido feroz, pero me costaba entender porque levantaba la varita en una sala llena de magos, pero también con alumnos, donde todos intentábamos mantener la calma; no obstante, más me extrañó ver como era la propia Dolores la que más intentaba calmarle. No es oro todo lo que reluce... me dije mentalmente tomando nota.

Pero, tengo que decir, que si el señor Lockhart ha sido capaz de hacer tantas cosas que ha hecho, ¿de qué no sería capaz por miedo, dinero o incluso poder? No quiero ser yo quien apunte a nadie, pero sí que hago mías esas acusaciones, Dolores no tendría porque hacerlas si no fuesen ciertas, pues acto seguido todos los ojos se posarían en ella. Incluso me gustarí arecordar que el Caliz de Fuego también marcó de alguna manera a Gilderoy. Y aunque no entiendo el porqué ni el cómo, el Caliz de Fuego es un objeto mágico de infinito poder...

Los movimientos de la sala me llamaron la atención, y recaí en que allí había gnete potencialmente más peligrosa que Lockhart Están Bellatrix, Salazar, Narcisa, ¡Incluso Tom Riddle! No sé que pensar

Soy consciente, de que estamos apuntando hacia un inutil patán como asesino, en lugar de inclinarnos a los asesinos y malechores consagrados, pero habrá que romper una varita a su favor, todos necesitamos un voto de confianza dije apra acabar sin poder evitar fulminar con la mirada a mis tías y al pequeño Riddle.

¿Lo estaba tomando por idiota o es que el mismo no se daba cuenta? En cualquier caso Salazar estaba cansado pero bastante sosegado en aquel momento, debía mantenerse frío en una situación como aquella.

-Lord Ollivander en el momento en el que ponéis en duda la palabra de quien acusa a Lord Lockhart lo estáis protegiendo. Que esa no fuera vuestra intención me es indistinto dado que juzgo vuestras palabras y no vuestros pensamientos. Espero que seais igualmente inquisitivo cuando las acusaciones se dirijan hacía miembros de otras casas. Especialmente cuando vos habéis mentado que varios de mi casa acusamos abiertamente cuando le ha acusado hasta el mismo elfo.- De nuevo no pudo evitar casi escupir la última palabra.

-Como ha dicho Lady Tonks, el riesgo al que se expone Lady Umbridge me hace inclinarme en confiar en ella.