Partida Rol por web

Luna permaneció, por primera vez en mucho tiempo, callada. Parecía ausente, observando a los demás a través de las gafas de brillante color, analizando detenidamente el devenir de los hechos.  Hasta que Lockhart habló y después lo hizo Fleur, dirigiéndose a ella finalmente:

- Me temo que, tal y como dice Lockhart, en Ravenclaw no hay mucha confianza entre sus miembros y debido a eso no he podido comprobar la identidad del señor Flitwick.- El profesor de Encantamientos no había ni confesado ni desmentido nada.- Por lo que solo queda el confiar en los demás, ¿no es así? Confío en ti, Fleur, y por ello tendré muy en cuenta tu opinión una vez llegue la noche. Sin embargo, ahora...- dirigió una mirada a Lestrange aunque no se notaba mucho debido a las gafas- ... considero que deberíamos ocuparnos del caso de Bellatrix. Es la única de los malvados, creo, que tiene protección nocturna. ¿No creéis?

Se dejó hacer por las caricias de Bellatrix, recordando cada una de ellas. Eran sus últimas horas juntas, y realmente estaba contenta de no dejarla sola, pero temía que una vez muertas... todo volviese a cambiar. Si aún tuviese el giratiempos en su poder, seguramente habría vuelto al momento de antes de la muerte de Tom y habría tratado de impedirla como fuese. Aquella había sido su perdición, y era de lo único que se arrepentía.

- Gracias, señor Ollivander. Siento haber desconfiado de usted en alguna ocasión pero... a veces sus intervenciones me resultaron un poco fuera de lugar. Y espero que realmente sea capaz de ponerle remedio a eso, por el bien de todos.

La intervención de Lockhart en otras circunstancias seguramente habría hecho que se ruborizase y se separase rápidamente de Bellatrix, pero esta vez no. No tenía tiempo para perderlo alejándose de ella.

Miró a Luna.

- Ya estamos condenadas, no creo que haga falta repetir tanto que hay que centrarse en Bellatrix. -Sus fosas nasales se dilataron.- Además, puede que ella tenga protección nocturna, pero otros parecen tener protección de casa, que es igualmente peligrosa. Sino más.-Su mirada fue a parar al profesor Flitwick, sólo por si acaso quedaba alguna duda de a quién se refería a pesar de la obviedad.

- ¿Acaso la muerte de Trelawney no os ha terminado de convencer que nadie tiene protección en Ravenclaw?- parecía extrañada. Entendía que Hermione, enamorada de Bellatrix, saliera a la defensiva, pero Luna ya no comprendía qué más debía hacer para demostrar que nadie tenía protección en su casa.- Y sí, quizás no habría que repetir tanto lo de Bellatrix, pero a veces ocurre que se repiten una y otra vez otros asuntos que no nos importa repetir, como lo de Flitwick y las supuestas alianzas de mi casa, y nos olvidamos de los igualmente relevantes. Supongo que es necesario armarse de paciencia.

Miro a Luna, asintió por momentos y negó por otros. Sintió y siguió la dirección de la mirada de Hermione sobre el enano. nosotros teníamos clara su identidad, pero no sólo Monsieur Flitwick me molestaba, sino otra figura en la sala. Una oronda y pequeña, miré de reojo a crabbe. ¿que hay de petit Crabbe, Monsieur Slytherin? Estamos escuchando demasiadas veces su identidad como asesino.- veo el traje rosado de Madame Umbridge, hasta ahora ha parecido actuar correctamente a pesar de lo poco entrañable que resulta como persona. ¿Sabe algo de ello Madame Umbridge?

Bellatrix entrecerró los ojos al escuchar la respuesta de Ollivander y después sus labios se estiraron en una sonrisa desquiciada una vez más. - ¿Has mentido entonces cuando dijiste que habías traído tú de vuelta a la larva rusa? Cada vez me creo menos lo que sale de esa boca llena de lodo. - Negó con la cabeza con una falsa decepción hacia el hombre, pues para poder decepcionarla antes tendría que haber creído en él. - Entonces me temo que no hay trato. Mi voto será para ti. Porque has sido tú quien ha condenado a Hermione. Quien nos ha condenado a las dos. - Dedicó una breve mirada al resto de personas y su sonrisa se amplió. - Y los demás... ¡Ojalá sigáis matándoos entre vosotros hasta que mi estación se llene!

Se encogió de hombros y dejó de prestar atención a lo que sucedía alrededor para centrarse en la niña. Entrelazó sus dedos con los de ella y acarició sus cabellos con la otra mano con una ternura inusitada y que jamás había creído poseer. Por fin podía pasar tiempo con Hermione y no iba a desaprovechar sus últimos minutos en discusiones que le resultaban absurdas. Las intenciones de todos le parecían demasiado obvias a estas alturas.

- Bueno, además de la prueba 100% fiable debido a la palabra de Lockhart, hay algo más que pudísteis comprobar ayer.- comentó Luna, interviniendo nuevamente ante las palabras de Fleur referidas a Crabbe.- Ayer mismo me acusó de que yo no dejaba a Lockhart ponerse de acuerdo para matar a Trelawney y el hecho de que Lockhart no se pusiera de acuerdo con su compañero inquisidor solo lo puede saber el mismísimo inquisidor, que además es el líder. ¿No? Ya no es solo mi palabra o la de Lockhart, también hay pruebas de confesión involuntaria por parte de Crabbe.

- Lo repito de nuevo: unidad. Pese a que no me parezca la opción más adecuada, por arrastrar una vida inocente: unidad. - señalando a la lechuza de McGonagall

Asiento a Fleur 

- Mis dudas con respecto a eso, se han desvanecido, me temo. - con pesar - Aún así y más aún con Lockhart presente, considero que la prioridad es perseguir a los mortífagos y no a aquellos que pueden dejar tras de si una oscura mancha en el alma de otro al ser condenados. Por lo que estoy segura de que se sabrá sugerir a Lockhart el nombre del profesor Flitwick.

Miro a Chang

- Aunque hay otras varitas dispuestas a segar vidas, que no tienen que consultar con nadie y sospecho puedan haber atacado a inocentes ya. ¿Quien fue tu objetivo Chang? ¿Narcissa quizá? 

-¿Involuntaria?-Alzo las cejas ante las palabras de esa niña creída, que fingía ser linda y soñadora, la cual ahora se mostraba como una loba depredadora. Pero no sera el quien la quite de su error. Después de todo seguramente usaría sus palabras para su favor y ya había sido demasiado molesta,
-Ojala alguien se encargara de ella.

Krum miró con el rostro serio como seguían discutiendo por tonterías. Había llegado el punto en el que ya no les importaba quien era bueno y quien era malo, estaba claro que solo sabían echarse mierda a la cara. El mas normal parecía el elfo domestico, la situación empezaba a parecerle absurda con tanto ataque sin sentido y en su cara se leía que ya no estaba prestando atención a las discusiones absurdas.

Tras un largo momento con la cara enterrada en el cuello de Bellatrix, Hermione se separó ligeramente de ella y la miró a los ojos, mientras sus dedos, entrelazados con los de ella, acariciaban cariñosamente los de la Slytherin.

- Ojala pudiese parar el tiempo... -dijo, mientras se perdía en los ojos de la serpiente. Eran sus últimos momentos junto a ella y sentía que cualquier cosa que dijese no sería suficiente para expresar cómo se sentía. Notaba su respiración agitada, y  cómo su barbilla parecía querer temblar. No tenía miedo a la muerte, pero sí a perderla. No quería pensar en ello, y sin embargo, estaba ahí, tan presente... Su visión se volvió borrosa, pero aún así, no bajó ni un instante su mirada, no quería perderse detalle de Bellatrix, por pequeño que fuera.

Rita se mantuvo en silencio mientras observaba a todos los presentes. Hacía un rato que había tomado su decisión.

No te preocupes. Dijo Narcissa, mirando a Hermione. Si no me atacan te traeré de vuelta. Si no me atacan... Claro. Lo cual lo dudo. A alguien parece interesarle atacar a inocentes.

No le hacía gracia la niña, pero lo había dicho. Pero primero estaba ella, por supuesto.

Estaba acostumbrado a los insultos de otros que decían que yo era un mortífago. No me alteró que Hermione volviera a la carga cuando uno de sus compañeros estaba en el candelero.

— Algunos hablan de que los águilas se protegen, cuando en realidad hemos actuado más de una vez contra los de nuestra propia casa pero por otro lado defienden a Bellatrix y sobre todo a Dobby, que está siendo defendido por los leones en pos de acusar a otros. La hipocresía es cosa fea, y, aunque suene raro, solo confío en los que han demostrado ir contra miembros de su propia casa, como Slytherin o Luna.

Ollivander también lo había hecho e inicialmente confiaba en él, pero es cierto que a veces hacía cosas que me parecían dudosas.

-No. ¡No… he… mentido! Robé las pociones del mismo almacén que ellos dos. –aquél anciano visiblemente indignado recalcaba cada palabra. Cualquiera podía ser testigo que estaba algo fuera de sí. Ni las buenas palabras y preocupaciones de Fleur habían podido apaciguarle para ese odio desmedido. - Lo que pasa… es que… ¡no me quedan más pociones! ¡¡Y ustedes, todos ustedes lo saben…muy…bien!!-

Sus ojos brillaban con algo parecido a rabia. Una rabia que les era desconocida viniendo de él. -Y que yo recuerde no dije traer al señor Krum. Pero sí. ¡Sí! Así es, y así lo hice. ¡Y lo volvería a hacer, válgame decir! Seguramente será una de las pocas decisiones que no voy a lamentar de todo esto. Por desgracia, no puedo hacer nada para la señora Granger, puesto (como deduzco que su Casa de serpientes sabrá)… yo sí fui atacado esta pasada noche, y no me quedó otra solución que tomar la última conmigo. Estoy harto de sus ardides y sus trampas. Así que le pido, señor Krum… -le rogó mirándole aunque la furia no desaparecía de su cansado rostro- …si puede devolverme el favor prestado… cuide de este viejo al que todos quieren daño. Frústrales dado que quieren silenciarme e impedir que uno a uno, señale a los culpables para que paguen por sus crímenes. –Sentenció visiblemente alterado. Lo de “boca llena de lodo” había conseguido sacarle de sus casillas.

Tenía los ojos tremendamente abiertos y amenazadores, y casi conseguían decir que quién intentase oponerse a su hacer de salvar lo poco bueno que quedaba recibiría algo más que un tirón de orejas. -¡Guárdese su voto, víbora! Todos sabemos que va a caer, con o sin él- el fabricante de varitas nunca insultaba. Aquello… era inaudito. –U otórgamelo, pero… ha sido su maldad, y solo su maldad además de una falta de chispa de la bondad humana lo que ha arrastrado a esta joven valerosa. Pero quiero que sepa una cosa, señora Lestrange, y que la recuerde mientras arde en algún infierno, o en su maldita estación: La muerte de usted… solo será recordada por lo que perdimos con ella.- Terminó escupiendo cada palabra y sintiendo al límite su corazón latiendo dentro de su pecho amenazando en estallar.

Un día más, el profesor Dumbledore alzó las manos cuando sus ojos azules brillaron. Mirando fijamente al Cáliz de Fuego, el Director del colegio observó los rostros de todos los allí presentes. El anciano notaba algo raro aquella vez, una fuerza más grande que ninguna otra. Una fuerza que podía arrasar valles y derrumbar montañas. Podía secar mares e inundar desiertos. Lo sabía.

Las lechuzas ulularon molestas, picotearon el aire, y miraron con sus ojos ambarinos lo que el Cáliz escupía. Gorjearon, algo miedosas, y desplegaron sus alas.

Cientos de lechuzas salieron por los agujeros del tejado de la torre y por la misma puerta, llenando a todos los presentes de excrementos y plumas sin piedad. Las lechuzas huyeron ante lo que avecinaba.

Las lenguas de fuego comenzaron a sucederse. El Cáliz había tomado su decisión. Con un ruido sordo, comenzó a escupir llamas por su boca, y un látigo escarlata salió para posarse en la mano de Dumbledore, dejando un papel medio quemado.

El Director contempló el papel, y se desinfló, pues sabía lo que supondría. Carraspeó, y dijo de manera clara:

—Bellatrix Lestrange.

Como si fuera una orden, una orden que las llamas estaban esperando, el Cáliz comenzó a combustionar, como si estuviera a punto de explotar. Llamas naranjas salieron sin piedad, alcanzando a Bellatrix, acariciándola el rostro, sus manos y cuello, fundiéndose como si fueran solo uno.

La devoraron como si tuvieran un hambre atroz. Sin embargo, no se detuvieron, y decidieron que aquella fuerza que tanto defendía Dumbledore, aquel poder que podía llegar a hacer grandes a los hombres, fue la que provocó una caída más por el fuego aquel día.

Hermione, la dulce muchacha que había estado sufriendo tanto, fue rodeada por las llamas de una manera suave, delicada, casi como si tuvieran temor de hacerle algún daño.

Ambas, Bellatrix y Hermione, cogidas de la mano, fueron devoradas por el círculo escarlata de fuego, para desaparecer, dejando un silencio en aquella sucia lechucería.

El Cáliz se mantuvo mudo después. 

Sería mentira contar que el señor Ollivander acogió ese nombre y ese castigo con alegría. Más bien lo contrario, toda su rabia se extinguió como un globo pinchado. Y al igual que se apagó el fuego del cáliz lo hizo su odio en su interior. Extenuado, desnutrido, abatido y con la culpa latiendo, a la vez, que atenazando sus entrañas, se dejó caer. La espalda contra la pared y luego deslizándose al suelo, donde quedó sentado, llorando con amargas lágrimas recorriendo sus mejillas. Que no podía ocultar con los brazos cruzados sobre sus rodillas. Todo lo que había hecho para salvar el mundo mágico, todos sus esfuerzos no solo habían sido sacrificios vanos sino que se habían corrompido.

No había esperanza.

Dobby en el momento en que las llamas rodearon a Hermione, se aparta del grupo y se retira a una esquina alejada. Quien sabe para que... pero ahi se queda.

Sirius trata de despedirse de Hermione pero no consigue decir nada, permanece aparte de todos y aprieta sus puños con fuerza. Era increíble que una mujer loca como su prima hubiera arrastrado a una de las protegidas de Sirius.

- Esto es... Injusto... - no dice nada más y con una mirada llena de ira, se aleja de la multitud y observa a Flitwick - No creas que te he olvidado -.

Salvó en alguna situación en que si había mostrado algún sentimiento de ira, Salazar Slytherin había permanecido impertérrito a casi todo lo acontecido, y la muerte de Lestrange y Granger no fue una excepción. Y el poder de un artefacto como el Caliz seguía maravillándolo de extraña manera.

-Nos acaban de abandonar dos excelentes brujas. Una se había pervertido y la otra no había tenido tiempo a mostrar todo su potencial, en cualquier caso, una perdida para la magia. Pero debemos terminar con esta situación. Lovegood, deberíamos aprovechar esta noche para acabar con Flitwick. Aunque no haya confesado nos ha llegado información por varios frentes sobre su traición y ahora que es el último mortifago puede volverse aún más impredecible.

Miro al profesor de artes oscuras.
-Que dice Lockhart. ¿Le damos el gusto al señor Slytherin?-Pregunto con desgana y aunque sus palabras iban dirigidas al hombre con el pelo mas brillante del lugar sus ojos se clavaban en el elfo domestico.