Partida Rol por web

Escuchó con horror pintado aquél tardío relato.

Cuando concluyó el señor Ollivander se dejó caer en la silla abatido. La mirada perdió su chispa y se tornó de nuevo velada. Las arrugas se hondaron en su grave rostro. Y el mago volvió a semejarse a un quebradizo anciano que hacía tiempo que había perdido sus fuerzas. Cerró los ojos como quién reza, o como quién no quiere ver la realidad que tiene delante. 

-Es un crimen, terrible, señor Lockhart... -empezó a decir- incluso cometido bajo presión.

Pero él mismo también tenía un pasado y cosas que lamentar -No obstante... puedo comprenderle. Cuando El-que-no-debe-ser-nombrado me secuestró (y torturó) a raíz del asunto de la varita de Sauco... también... digamos que siempre he lamentado lo que terminé rebelando... por salvar mi triste vida.

Hizo acopio de energías y se levantó. Esta vez como el viejo de huesos artríticos que era. Y le puso una mano sobre el hombro.

-Lástima, que nos lo haya contado tan tarde... podríamos... no sé... quizás... quizás pedirle al director Dumbledore una celda para usted o algo... 

-Al menos, decirle para que lo sepa... que por mi parte... el crimen es grave, lo ha confesado y lo creo arrepentido- dijo abriéndose a él- juzgarle por esa muerte, no queda más en nuestras manos... no sé si le sirve de algo, pero quiero que sepa que le perdono... por desgracia, el cáliz no me acepta otro cambio de voto.

Luna no cabía en sí de sorpresa. Miró a todos sus compañeros, de uno en uno. Ya no sonreía, ya no tenía la mirada perdida. No reflejaba sus pensamientos en su expresión pasiva, pero sí que lo hizo al hablar por esta vez:

- Dos pérdidas en casi un día... es muy triste, ¿sabéis? Dijimos que prevaleceríamos y ahora resulta que somos los primeros en caer. - miró a todos y cada uno de sus compañeros pasando de uno a otro lentamente.- Por suerte tengo la conciencia tranquila. Intenté hacer lo que mejor venía a Ravenclaw, que tanto nos ha dado. Es una pena que no lo haya logrado.

¿Debía seguir confiando en que eran una unión? Luna Lovegood tenía más miedo que nunca. Se había basado desde el principio en depositar confianza en su propia casa. ¿Pero y si los demás no pensaban lo mismo?

El horror y a la muerte se extienden por las paredes de Howarts como un cáncer que amenaza con consumirlo todo... y a todos. La desconfianza ya ha echado raíces en nosotros e incluso dentro de nuestra propia casa. Como en una auténtica caza de brujas, lo primero que hemos hecho es intentar limpiar el mal que carcomía Ravenclaw por dentro.

¿Con éxito? Sólo el tiempo lo dirá.

Sentada junto al fuego sigo absorta el danzar de las llamas mientras mi mente vaga por oscuros rincones de terror y pesadilla ante la perspectiva de lo que pueda ocurrir esta noche.

La temblorosa profesora caminaba de un lugar a otro, la pelea de los otros la habían puesto de peor humor. Tenia tanto miedo, tantas ganas de llorar... ¿Por qué tenía que estar en este lugar?

- Te.. TE.. Tengo una confesión que hacer.- Dijo mientras temblaba como una gelatina. Espero hasta que los demás le prestasen atención y entonces remango la maga de su camisa dejando ver un tatuaje peculiar.

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Cuando hubo mostrado el tatuaje claramente a todos los presentes su actitud cambió. Dejó de temblar, su mirada se enfocó, seirguió en su puesto y su aura de cobardía se remplazo por una seguridad extraña en ella.

- Soy una mortifango. - Sentenció y sus palabras tenían la fuerza para romper una loza.

- Ignoro si los sliterings tengan espías entre ustedes. - Mira a olivander. - Sí es verdad lo que dice entonces sabe lo mismo que yo. - Luego miro al resto. - Las serpientes tienen todas las cartas y las están usando. Trabajan en equipo tanto asesinos como inocentes solo tienen un objetivo y mucho me temo que ante eso mi mision no se puede cumplir. Así que optaré por trabajar por casa... Si es que ustedes pueden trabajar con una enviada del señor tenebroso como yo.-

Las llamas de la chimenea generaban un baile de sombras en su rostro .

La confesión de la profesora pilló a todos desprevenidos y Luna no era la excepción. Jamás se habría imaginado que aquella mujer perteneciera al grupo de los mortífagos. Resultaba cuanto menos chocante, pero al mismo tiempo, el hecho de haber confesado, la honrada en cierto modo.

Luna permaneció un rato callada, esperando por si alguien más daba su opinión, pero al parecer todos habían quedado petrificados.

- Bueno, creo que haber confesado es un gran paso.- no la culpaba. A lo mejor la muerte de Filch había sido por su causa, a lo mejor a su modo había intentado que no fuera él la víctima. ¿Quién sabía? Lo que contaba para Luna era que por fin había confesado, delante de su casa. Aquello sí que eran muestras de confianza- Por mi parte no la acusaré frente al resto de presentes del castillo, profesora. Si es cierto que se están reagrupando, creo que su confesión es una muestra más para que unamos fuerzas finalmente.- miró al resto de presentes. Luna estaba tranquila. A pesar de que aquella mujer era una asesina.- ¿Puede decirnos quiénes son sus colaboradores? Si empezamos a sembrar dudas en Slytherin y logramos que Gryffindor nos apoye, podemos minimizar su número bastante.

Sybill decía allí, delante de las águilas, lo contrario que decía frente a todos. Era una mortífaga, un enemigo de lo que antes era el Ministerio de la Magia. No me agradó que dijera aquellas cosas, pero tenía razón en algo. Los Slytherin tenían demasiado poder y si entre sus miembros había algún ser malvado lo protegerían con su superioridad.

Había que colaborar con el enemigo para no condenarlos a todos. Irónico pero ingenioso.

- Tampoco es como si tuviéramos mucha opción. Estoy seguro de que entre las sierpes hay al menos un miembro o dos de los grupos de asesinos, puede que hasta uno de cada. Si no actuamos frente a ellos vamos a caer, no solo esta casa si no todos los magos honrados que no tengan lengua viperina.

La pregunta de la pequeña luna hizo sonreir a la mortifango. De la profesora asustada no quedaba nada.

-La marca tenebrosa me impide revelar el nombre de los otros mortifangos.- decía mientras mostraba de nuevo el tatuaje mágico de su brazo. -Pero puedo decirles todo cuanto sé del otro grupo de magos asesinos. Después de todo los vi actuar juntos.- Dijo mientras se sentaba en una silla y tomaba un trago de una copa de vino que nadie había visto de donde había sacado.

-Ese presuntuoso de lockhart tenía ayuda de dos estudiantes de las serpientes. El gordo glotón (vincent) y ese riquito insoportable de (Draco)- enumeró a los inquisidores con un evidente fastidio en su voz. -El problema es que ellos trabajan junto al resto de su casa y se coordinan entre ellos. Lo que puede implicar que esta noche mueran muchos magos. Después de todo tienen una usuaria que puede matar algunas noches y otros que pueden matar una única vez.- Sus palabras faltas de cualquier sentimiento humano eran sumamente inquietantes en la boca de la que solía ser una mujer débil.

No puedo creer nada de lo que está pasando.

Sentada junto al fuego, entre las danzantes sombras de las llamas, observo ojiplática la revelación de Sybill, y la consiguiente naturalidad que subsigue a sus palabras.

Está claro, la unidad familiar debe imponerse a la pervivencia de los principios y valores.

Lanzo un largo suspiro de desesperanza.

Si queremos sobrevivir a esta guerra de casas, debemos vender nuestras almas.

Una lágrima de temor y arrepentimiento corre por mi mejilla. La única que derramaré ante la guerra que se nos presenta a las puertas.

- Debemos destruir Slytherin. Demoler la casa de las Serpientes hasta los cimientos. Hasta que el último de sus miembros no tenga más remedio que suplicar clemencia mientras se arrastra desmembrado por las cenizas de su otrora familia. -

Digo en voz alta con la mirada clavada en el fuego.