Partida Rol por web

Para cuando me di cuenta estaba tras la capa de Cam mordiendo asustada una esquina de la tela. Su mano sobre mi hombro me hizo dar un respingo, agachando las orejas, asustada. 

-He dicho que odio a los mu-muertos...- Dije intentando justificar mi carrera hacia el lado opuesto a donde estaba ese Poltergeist.

Afortunadamente Evoris había acabado con esa cosa para cuando llegamos a alcanzarle. Suspiré agradecida, aunque algo me decía que nos encontraríamos más de esas cosas. Y lo peor de todo sería...¿ninguno podríamos hacer nada contra ellos, salvo Evoris? 

Como no les tirase palabrotas.

Un examen rápido os permite encontrar varios objetos de interes, entre ellos varios materiales de curandero (2), 7 viales, 6 botes y 4 frascos con un líquido incoloro, aparte de eso no hay ni rastro de objetos de más utilidad, la verdad es que toda es una sorpresa que semejante material haya sobrevivido a lo largo de estos años y despues sobrevivido a la batalla.

En la sala de la derecha  hay un enorme horno de piedra que domina la habitación ( un niño podria meterse en su interior sin problema), al parecer hace muchos años el incendio arrasó  la parte oriental  acabando con ella dejando una panorámica extraña del lago que hay fuera y que con el paso de los años ha invadido la sala, junto al horno hay otra puerta .

¿Tal vez haya un pasadizo dentro del horno?

Pregunté con cierta curiosidad mirándolo. Sí, la puerta era el camino más evidente, pero los secretos no se guardaban en sitios evidentes. Con algo de flexibilidad algunos deberían poder pasar. Quizá también era un horno normal.

Y sí, Velvet, has dicho que odias a los no-muertos, pero eso no los hará desaparecer. Tienes que hacerte más fuerte y con algún arma encantada. Eso debería bastar para la mayoría de no muertos.

Traté de explicar.

Acerca del botín que encontraron, ni caso le hice, salvo a los frascos con líquido.

Si queréis puedo tratar de ver qué contienen.

Me ofrecí a identificar, si querían. Discutir ahora sería contraproducente.

Asintió a Dark, al que animó con un simple: "Prueba". Él mismo, tras santiguarse como siempre, comenzó a seguir esa idea, investigando la habitación a conciencia, especialmente el horno. Tal vez era verdad que pudiera haber algo, y aunque solo fuera por descartar, merecía la pena asegurarse antes de seguir con el camino obvio, que era la puerta.

Con el arco preparado, miro a mi alrededor pendiente de cualquier nuevo enemigo. A diferencia de la mayoría, mi vida la había dedicado a estudiar a los muertos vivientes, y ansiaba poder enfrentarme a ellos, aunque a veces sus poderes me sobrepasaran.

- No sé si aquí habrá algún tipo de pasadizo, pero no perdemos nada por buscar - con esto fue registrando la zona al igual que Evoris; él no sabía nada de magia ni de alquimia por lo que ni si quiera se acercó a los frascos.

Todos revisais la estancia  mientras Evoris se acerca  al horno, sobre la boca del horno hay una placa chamuscada  pero que puede leerse  claramente  dos palabras " Fauces Abrasadoras" , al meter la cabeza  en el horno puede ver restos de cenizas y lo que parece ser un esqueleto humano que  parece ser  hace tiempo que se quemó en el interior, antes de que pueda hacer almo más  el interior del horno se ilumina con un resplandor rojizo  mientras siente como la temperatura sube de manera rápida.

Los demás podeis ver que mientras él está  metiendo la cabeza el aspecto del horno cambia deformandose y adquiriendo un aspecto parecido a una calavera de aspecto burlón, el horno ruge mientras de su boca sale un resplandor rojizo, Evoris salé disparado de la boca del horno al tiempo que una lengua de fuego surge de este y trata de atrapar al Inquisidor en sus llamas  pero la fortuna quiere que este no caiga en la lengua de fuego que una vez falla desaparece en el interior de la boca quedando solo un horno cabreado que os mira  con aire burlón.

Ha faltado poco, pensó con alivio, tragando saliva al imaginar lo que le podría haber pasado; no era agradable. Desechando aquella nefasta idea, ya empuñando su arma con las dos manos y manteniéndose a una distancia prudencial (la que le ofrecía su fauchard), atacó con fuerza al diabólico horno, sin duda poseído por algún tipo de espíritu.

Otra cosa horrenda y dificil de golpear con una miserable flecha. A cada paso que daba me preguntaba si mis maestros habían elegido bien el arma adecuada para combatir el mal, y concretamente a los muertos vivientes.

Genial, un horno encantado.

Espeté ante la animación de la criatura. Me pregunté si pertenecería al género de golems o de posesiones, o quizá algún otro tipo de cosa peor aún. Pero más importante, me giré hacia el escupido, que parecía bastante entero.

No te ha hecho daño ¿Verdad?

Quise asegurarme. Retrocedí un paso y tuve la brillante idea de lanzar una daga contra un horno, porque todos saben que eso es eficaz ¿cierto?

- ¡Cuidado!, gritó a Evoris cuando la lengua de fuego casi le envuelve al salir del horno. ASumió su forma animal y avanzó para colocarse junto a su compañero.

Tanto Camazotz como Evoris y Qorchi reconocen el "horno animado" como otra aparición, aunque esta es un poco distinto  puesto que no se trata de un objeto facil de destruir así que tendreis que emplear otra manera  para acabar con ella y eso os queda claro cuando Evori descarga su arma contra la superficie del horno y Camazotz lanza su daga.

Los resultados son iguales aunque de manera distintas, la espada de Evoris impacta de pleno en el horno  haciendo saltar las chispas de este pero sin ocasionar daño alguno mientras que la daga de Camazotz revota sobre la superficie, Evoris espera una represalia por aprte de la aparición pero esta no llega, el horno simplemente "sonrie" ampliando su orificio revelando que en el interior ya no hay fuego aunque parece emanar una luz rojiza.

Quizás si le echamos agua, y apagamos el fuego, logramos destruirlo digo sin demasiada convicción, pero buscando entre mis cosas algún pellejo de agua. Si alguno pudiera crear agua, eso sí que sería bueno, pero dudaba de que alguno pudiera hacerlo, la verdad.

Aquello, no por lógico, era menos inoportuno. Lo que no, eso si, sorprendente. Estaba claro que atacar con un arma cualquiera a un horno no iba a tener demasiado efecto, por mucho que lo poseyera un espíritu. La pregunta era, por supuesto, como acabar con el fantasma si no podían limitarse a destruirlo. Diadam pareció tener una idea, pero no le convenció.

—Ya no hay fuego, mira, se ha apagado. Pero tal vez el agua tenga sentido, podemos echarle de aquí mismo. Si no, dentro había un cadáver, a lo mejor murió quemado, si lo tiramos al lago, puede que se calme. —Eso si, a ver quien era el que arriesgaba a entrar ahí de nuevo.

Por el momento, se acercó con pasos lentos, sin parar de mirar el fogón, hacia el lugar dónde la charca había comido terreno al edificio, con la intención de coger agua entre sus manos y probar a echarla a ver si hacía algo. Si no, bueno, si nadie más ágil se ofrecía, metería de nuevo la cabeza a ver si podía sacar los restos.

Evoris salió dispara hacia atrás y eso hizo que corriera hasta él, para ver si se había hecho daño. Afortunadamente se recuperó tan pronto que apenas pude preguntar nada.

Lo malo de todo, un horno viviente. Nunca volveré a pensar igual al robar el pan recién hecho a las brujas...Y aunque amenazante, lo más peligroso era el pensar si nos podía tirar fuego como ciertos dragones. Alguno pensó en eso y sugirió lo del agua.

No es mala idea. Hasta que sugerí yo la mía.

-Em... - carraspee pensando en el agua, y si no fuera por mi pelaje podrían reconocer que hasta me sonrojaba.- Ustedes son caballeros... Ya saben... Pueden... agua... ejem... ya saben...Piss- Tosí nerviosa.- Yo me daré la vuelta si es que se sienten avergonzados.- Realmente, con mis dagas poco podría hacer viendo como habían rebotado las de resto.

Luego desvíe mi mirada al Mamut y abrí los ojos bastante.

- Tú puedes hacer eso con ... ¿eso?- Señalé su trompa.

¡No podemos mear lo suficiente!

Exclamé, exasperado ante la idea de mi compañera. Y es que a veces tenía ideas locas y lo peor era que muchas veces funcionaba, pero otras tantas sencillamente perdía la cabeza.

La idea de malgastar el pellejo no resultaba mala, pero tampoco recoger agua para tirarla dentro. Aunque en realidad seguía temiendo una buena bola de fuego. Finalmente me decidí a abrir el pellejo y arrojar el agua dentro, como habían hecho otros, pero desde luego no me iba a meter a sacar cadáveres de sitios en llamas.

Evoris se disponia a echar agua cuando ve que Diadam se dedica ha hacer lo que tenia pensado él con el lago, así que con las instrucciones oportunas ordena que rocie el interior del horno, este riega el suelo y las paredes sin producir nada pero cuando toca los restos puede apreciar como un siseo y como desprende humo, asaltado por una subita idea, Evoris mete el cuerpo en el horno de nuevo, dentro hace un calor sofocante pero logra agarrar los restos del cuerpo, enseguida nota que estos estan inusualmetne calientes.

Pero el horno parecia que no lo hacia gracia que le tocasen sus "cosas" y rugiendo trato de golpear a Evoris, pero este fue más habil y logro zafarse con los restos  que aumentan considerablemente su calor teneindo que ahcer "malabarismos" para no quemarse las manos y los tira al agua.

Esta emite un siseo y al instante el horno se queda quieto e inanimado,como sí nunca hubiera tenido vida propia, al instante  en la sala resuena un suspiro de alivio y una palabra resuena antes de quedarse todo en absoluto silencio 

..................gracias................

Gracias a dios, no tuvimos que sacarnos la chorra para mear, como había sugerido Chikira, la cuál estaba demostrando tener ideas bastante peregrinas.

Con los ojos como platos, miro a cada uno de los que estamos ahi ¿habéis oído? digo señalando al horno resulta que estaba cabreado porque tenía eso en la boca, normal, si yo tuviera un trozo de carne en la boca estaría molesto ¿no? 

Enarcó una ceja mirando a Diadam con la pregunta en la punta de la lengua. ¿En serio? Evoris no era el mas listo, nunca lo había sido, pero era consciente de su entorno, captaba las sutilezas de las personas, de la vida. El paladín... Bueno, empezaba a pensar que, sobre todo, era una cara bonita con buena puntería.

—No ha sido el horno —explicó—. Estaba poseído por un espíritu, seguramente del pobre desdichado que murió ahí dentro, calcinado. ¿Se metió huyendo del incendio y aún así le alcanzó? ¿Tropezó y cayó en la chimenea, con el fuego encendido? ¿Le tiraron? No lo sé, pero a juzgar por lo caliente que estaban sus huesos, al tirarlo al agua debió desaparecer el dolor. Trascendió. —Suspiró—. Da igual, aquí no hay más que ver, sigamos.

Con esas, se acercó a la puerta que había junto al hogar y la inspeccionó, el mismo procedimiento de siempre: detectar magia, detectar a los muertos y, por último, una plegaria a Pharasma pidiendo su protección, antes de revisar a fondo que ni hubiera trampas ni sorpresas desagradables, antes de abrir.