Partida Rol por web

Las Cavernas del Destino

Durante la Noche...Junto al Fuego

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30/10/2013, 13:10
Naúl Belarson

 Los lobos. Había tenido algún percance con ellos, no era bueno aventurarse solo para ir a cazar presas demasiado lejos, pues una manada de esos podían dar cuenta fácilmente de cazadores solitarios. Y tras abatir a una presa, el cargar con esa solo sirve para reclamar más su atención.

 Era bueno para el pueblo. Y eso le mantendría ocupado.

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30/10/2013, 19:49
Daana Issdöttir

Inclinó la cabeza respetuosamente y dejó el cuerno en el soporte de peltre. Se incorporó dejando que la capa de marta cayera a su alrededor arrugándose con un murmullo casi audible por el crepitar de las llamas, el único sonido que se oía dentro del salón.
Pasó una pierna por encima del banco apoyando una mano en el hombro de uno de los hirdman cercanos y así salió del encajonamiento al que había estado sometida.
Una vez en pie, echó los hombros hacia atrás y, acudiendo a una llamada que no había tenido lugar, el cuervo que hasta el momento había picoteado lo que la völva le lanzaba entre las vigas de madera del techo descendió con un revoloteo sordo apoyándose en su hombro, clavando las negras garras en la ropa de la mujer.

Daana paseó en silencio por la sala, caminando alrededor del fuego mientras la mano diestra tomó una pequeña bolsa que no era más que la piel del vientre de una vaca tras ser secada y en su interior tintinearon los huesos.
Alguien, una muchacha de cabello cobrizo y rostro salpicado por las pecas se acercó a la mujer con un cuenco entre las manos, mirando hacia el suelo y alzando el cuenco sobre su cabeza al hacer una pequeña reverencia. Tomó el cuenco de barro cocido que le ofrecía y  se acercó a la lumbre, orando en voz alta convocando a las nornas, rogándole a Odín que le otorgara la sabiduría para interpretar  su voluntad.

De su propio zurrón sacó un cuchillo de aspecto romo que, sin embargo, abrió la pálida piel de la mano, floreciendo en ella la esencia de la propia vida. La sangre goteó sobre el cuenco y la mujer apretó la mandíbula para ahogar el dolor lacerante de la mano, cerrada en un puño.
Con la mano sana tiró del cordón que cerraba la bolsita y vertió sobre la mano herida los huesos en los que estaban grabados los símbolos rúnicos.
Juntó las manos ahuecándolas y las alzó sobre su cabeza mientras seguía llamando a las nornas.
Después soltó los huesos teñidos de rojoparduzco sobre el cuenco, donde se embadurnaron con la sangre que había caído en su interior y haciendo pases con las manos sobre los huesos para repetir de nuevo los movimientos con nuevas palabras rituales.
Así hizo durante tres veces antes de inclinarse sobre los huesos, guardando el más absoluto de los silencios.
Las nornas habían hablado*.

Notas de juego

*a espera de las palabras del padre de todos

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03/11/2013, 11:42
Jormün Isdaler

El hirdman se puso totalmente rígido y apretó el arma con fuerza dejando que sus nudillos perdiesen el color de la carne.

Observó a todos los presentes con el semblante serio para que callasen y prestasen atención a su jarl, frunció el ceño a aquellos que tardaban más en callar y advertir que el jarl tenía algo que decirles.

Cuando Audun habló pensó en los lobos, esas fieras criaturas que siempre intentaban arrebatar a los hombres su caza y su sustento y cuando podían algún niño, pero sólo atacaban en grandes grupos, eran unas criaturas cobardes, muchas de ellas guiadas por Loki o por si hijo Fenris.

Si aquellas alimañas estaban mermando la capacidad de avituallarse para el invierno debían de ser eliminadas o espantadas a zonas más precarias para que los cazadores del clan pudieran abastecer las despensas, aunque siempre quedaba el pescado.

Una vez la Volva empezó su ritual, Jormün miró atentamente las puertas y las ventanas por si invocacba alguna extraña criatura, no era buena la magia...

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04/11/2013, 10:38
Ingvarr Einerson

Ingvarr ahogó una risa ebria al ver el ritual de las tabas. Dioses, pensó. Existen, sí, pero no se comunican con los mortales, excepto para herirnos, para reclamar nuestras almas y para hacernos falsas promesas. El invierno es la única realidad...y los lobos. Se guardó sus pensamientos en un lugar muy oculto de su interior, no porque creyera que la Völva podría meterse en su cabeza, sino porque sabía que los dioses sí podrían, y muchos de ellos soportarían mal saber descubiertos sus manejos e inquinas por un simple mortal borracho.

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04/11/2013, 12:39
Narrador

"Puedes ver una mujer, alta, bella. No parece terrenal. Una montaña nevada y cuatro individuos ascendiendo siguiendo a la mujer. Ahora puedes ver sus rostros, los ves en la sala comunal. ¡No puedes creerlo! Rú estás también, eres una de los cuatro".
"Ves a continuación tres hombres que persiguen a un cuarto. La mujer grita. Todo se vuelve difuso. Aparece una cámara oscura y una gran roca vacía".

Notas de juego

Eso es todo lo que ves. Sientes un dolor atroz en el vientre. Sientes angustia, mucho sufrimiento y pierdes durante unos minutos la consciencia.

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04/11/2013, 12:52
Narrador

Los presentes pueden ver como la völva grita, se lleva las manos a la cara y se tapa los ojos. Vuelve a gritar y cae al suelo inconsciente.

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04/11/2013, 21:06
Daana Issdöttir

Ladeó la cabea mientras veía los designios de los dioses en los huesos. El cuervo sobre su hombro graznó ronco y alzo el vuelo aleteando, revolviendo el cabello que enmarcaba el rostro tatuado de la völva. Como si la voz del cuervo hubiera sido un detonante la mujer perdió de vista la sala.

Los retazos que le llegaban eran confusos y, cuando la voz de la hermosa mujer se hizo estridente lejos de sentir el dolor en los oídos lo notó atravesándola de parte a parte por el estómago.
No había manera de mitigar ese dolor y mientras los gritos resonaban en su mente intentó cubrirse los ojos como si con ello pudiera evitar el mensaje que le mandaban los dioses, evitar la persecución, el dolor, la angustia... y sin previo aviso todo se volvió oscuro y el cuerpo de Daana se derrumbó en el suelo, tendida de costado con el rostro aún más pálido que de costumbre y perlado en sudor. 
El dolor había desaparecido con su consciencia y parecía dormitar tendida de costado, con una mano apoyada en el suelo cerca del rostro, cubierto por la melena desordenada.

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04/11/2013, 21:49
Audun Knudson

- Ayúdenla, levantadla- ordena a dos de sus hirdman - tumbadla en el banco - señaló la zona del banco más cercana a él.
La voz de Audun no denotaba preocupación, estaba acostumbrado a esos desvanecimientos durante una visión. Esperaba ansiosamente que volviera en sí. Los hirdman la levantaron como si fuese paja y colocaron tumbada sobre el banco, en a esquina izquierda más cercana al trono del jarl. La esposa de Audun colocó un paño de cuero que adornaba su vestido y lo enrolló a modo de almohada para colocarla bajo la cabeza de la mujer inconsciente.

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04/11/2013, 22:09
Jormün Isdaler

En cuanto el jarl dio la orden avancé hasta la völva y la levanté con la ayuda de otro de mis compañeros hirdman, la mujer estaba rígida y con una temperatura anormal para aquellas latitudes en aquella época, pero sus labios permanecían morados y la espuma le salía por ellos, así que se la limpié con la manga de mis ropajes. Estaba sudada casi hasta el punto de haber mojado su pelo como si se hubiera echado un cubo de agua por encima, pero su tez era de frío absoluto, y sus ojos en blanco hacían que no pudieras mirarla directamente, pues parecía que te devolvía tus pensamientos de todo aquello de lo que no te sentías orgulloso en tu vida.

La dejamos allí donde indicó el jarl, y avanzó la señora para ponerle un paño a modo de almohada. Poco a poco el color volvía a sus labios y sus mejillas y la temperatura de su cuerpo se regularizaba. Me retiré de nuevo a mi puesto buscando aquel ser que tenía por compañero la mujer, aquel cuervo que siempre estaba atento a los movimientos de los que pasaban cerca de ella. Una vez en mi puesto volví a observar a los presentes y sobre todo las entradas por si algo nos amenazaba, pues todos los presentes estaban atentos a la völva y su desmayo, así que había que vigilar.

Busqué una bebida que pudiera reconfortarme, cogí un cuerno y bebí hasta apurarlo del todo y volví a llenarlo vaciándolo otra vez. Luego me mantuve en mi puesto.

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05/11/2013, 09:23
Ingvarr Einerson

Ingvarr hundió la cara en la copa para no estallar en una inapropiada carcajada. No podía evitarlo. Estaba seguro de que, allá en los atrios del Valhalla, en las alturas de Asgard, los dioses se estarían riendo a pierna suelta. Se esforzó por reaccionar como lo hicieran aquellos que tenía alrededor, consciente de que lo que sí importaba era su implicación en la batida. Él haría su destino. A los dioses no les interesaba pelear por uno u otro humano, ocupado como estaban en pelear, beber y follar. Abrirse camino era cosa de cada uno.

Se alegró de que recogieran a la vülva y esperó que se recuperase pronto lo suficiente como para que diera comienzo la verdadera selección.

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06/11/2013, 12:47
Naúl Belarson

 Naúl, con la mente medio embotada por el alcohol, asistía ausente la escena.

 Vio a la mujer, que tras una orden empezó a lanzar los huesos. Luego las convulsiones. Y finalmente la pérdida de consciencia.

 En otro tiempo y en otro estado se hubiera acercado a ella para ayudarla. Pero no era el caso. Así que permaneció sentado en el banco, apoyado en la mesa y el cuerno en la mano, viendo el devenir de la escena. Viendo como los guerreros la ponían sin esfuerzo en el banco, y la mujer de Audun la atendió.

 Permaneció en silencio, a ver que tenía que decir la volva.

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06/11/2013, 13:08
Narrador

La mujer comenzó a mover la cabeza a musitar incoherencias. Parecía que volvía en sí. La sala expectantes tenían sus ojos ebrios puestos en la mujer. El noble Audun se incorporó incapaz de permanecer en pie embargado por la curiosidad y la incertidumbre. La mujer del jarl ofreció una copa a la völva y le ayudó a incorporarse. 

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06/11/2013, 13:10
Audun Knudson

- Habla mujer - gritó el jefe empujando a uno de los jarl para acercarse a la völva - ¿Qué has visto, qué te han dicho los dioses?

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06/11/2013, 17:19
Daana Issdöttir

Fueron manos suaves y pequeñas, manos de mujer, las que ayudaron a Daana cuando su mente aún baiaba entre ambos mundos. Las llamas se desdibujaban pues las pupilas aún no habían conseguido enfocar los elementos físicos que había a su alrededor. El dolor sufrido en su visión aún tenía sus gestos con un temblor apenas perceptible y el agobiante sonido de su pulso palpitando en los oídos.

El jarl rompió el silencio con abrupta impaciencia y el cuerpo de la esbelta völva se enderezó en un recordatorio a ella, al jarl ya los hombres que había presentes que ella hablaba con la voz de los dioses... y nadie exigía a los dioses pues éstos bien podrían poner al susodicho a cuatro patas atravesarle de parte a parte como si de un cerdo sobre el fuego se tratara.

-Calma tu desasosiego-su voz, rota por los gritos, era poco más que un susurro ronco que no se asemejaba en nada al timbre de la mujer-los dioses...-inspiró hondo intentando ahogar el dolor residual, el cuervo apareció de nuevo de entre su cobijo en las vigas del techo, planeando sobre las cabezas de los presentes y acudió a su lado, observando a los presentes torciendo grotescamente el cuello de forma que se erizaban algunas plumas- los dioses han nombrado a cuatro mortales que han de partir hacia las montañas, adentrarse en las entrañas de la tierra y acabar con el mal que azuza a las bestias que hostigan vuestras tierras-alzó una mano acallando las voces graves de los murmullos masculinos que barajaban su proposición para presentarse voluntarios- no podrá ir cualquiera, los dioses saben que el jarl Knudson se rodea de hombres tan fuertes de voluntad y tan valientes como él mismo y por eso no tolerarán las disputas por marchar a la caza.-dijo calmando las posibles ofensas al saber que no se admitiría a aquellos que libremente se ofrecieran para desempeñar la labor.

Giró sobre sí misma haciendo un barrido con la mirada por la sala, ojeando los rostros de lo presentes buscando aquellas caras que había visto en su visión, no le fue fácil el no perder el propio equilibrio pues su vista aún no enfocaba del todo, tal había sido el grado de intensidad de la visión. Para hacerlo más fácil, caminó despacio, con actitud solemne ante ellos, recorriendo el límite que los cuerpos de los presentes habían dibujado al arremolinarse. Pasó por delante de Naúl y se detuvo, los ojos grises de Daana se agrandaron al reconocerle y, sobre su hombro, el cuervo extendió las alas, alborotándole la leonina melena oscura y abrió el pico dirigiéndolo hacia el techo en un graznido mudo. Daana extendió una mano y la pasó desde la frente del hombre hasta su pecho a escasos centímetros, sin llegar a rozar siquiera un cabello de la dorada barba, marcándole como elegido. Después continuó su marcha, leyendo el temor supersticioso a los dioses en algunos hombres, en otros la necesidad de hacer ver su valía, en otros la sombra de la muerte revelaba el anhelo de caer en combate en una muerte digna y después estaba Ingvarr, recordaba haberle escuchado contar historias socarronas sobre él apareándose con merminnes, pestañeó y el cuervo se inclinó hacia el hombre chasqueando su pico mientras ahuecaba las alas para parecer más grande. Daana dio un paso hacia delante para acercarse a él y repetir el gesto que había hecho con Naúl.  Después siguió su camino, pero el rostro que buscaba no estaba tan próximo a ella como había supuesto sino que se mantenía en la posición que le correspondía como hirdman. Se abrió paso hasta él, apoyando las manos en los hombros de aquellos que se interponían entre ambos con la mirada fija en el hombre que había de ser el tercero del grupo. De los elegidos era él quien más familiar le resultaba pero no por ello se sentía más cómoda, consciente de la letalidad de los músculos que cubrían los brazos de Jormün. A un paso de él Daana se detuvo y alzó la barbilla para poder encararle.

--dijo con sencillez antes de bajar la mirada y darle la espalda, el cuervo en su hombro tardó en girarse, retorciendo el cuello de ave con la mirada obsidiana clavada en el hirdman. Daana regresó al centro del improvisado corro y recogió los huesos del suelo tirados en el suelo. Podía percibir la violenta impaciencia del jarl pero había de recogerlo ella misma. Cuando lo hubo recogido todo se incorporó tirando del cordón que cerraba el saquito donde guardaba los huesos y se enfrentó al jarl- el cuarto hombre no será un hombre sino una mujer-apretó levemente la mandíbula como si esperara ser desafiada en algún momento, dispuesta a romperle la nariz a cualquiera que intentara contradecirla- seré yo, pues lo hombres necesitarán de la guía de los dioses y una boca que articule su palabra.

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06/11/2013, 18:37
Naúl Belarson

 Cuando la mujer recuperó el habla, reveló el mensaje que los dioses le habían dado.

 Cuatro serían los elegidos para adentrarse en los bosques. Permaneció quieto, apoyado en la mesa para mantener el equilibrio. La sorpresa fue mayúscula para Naúl cuando la mujer le anunció que era uno de los elegidos.

 ¿Los dioses me han elegido? ¡¿Por qué?! ¿Acaso ahí encontraré la venganza que tanto ansío?

 Tan ebrio estaba que ni su reacción fue lenta y torpe cuando se levantó, teniendo en todo momento la mesa como punto de apoyo para no desplomarse o blancearse. Simplemente asintió ante la volva primero y hacia el Jarl después.

 - Gushtosho igré.- Dijo con la lengua pastosa y torpe.

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06/11/2013, 21:44
Jormün Isdaler

Vi como la völva se dirigía a mi y decía que yo era uno de los elegidos, ¡Maldita sea la hora en la que acudí en su ayuda, ahora seguro que iba a morir!, esperaba que se pronunciase el jarl, y hacía el miré, y sonreí cuando ella dijo que ella también vendría, lástima que so animaran dos otres mujeres más por que yacer con una völva era algo que me daba bastante respeto.

Esperaba que el jarl Audun no tomara en serio las palabras de la mujer e ignorase sus profecías, pero seguro que no iba a pasar, hacía días que estaba muy enjuto y creía más en el poder de la magia que en los hechos y los brazos, así que seguro que me iba a tocar ir, con todos aquellos extraños, y el borracho y cuentista de Ingvarr Einerson...y Naúl Belarson, bueno un extraño pero reputado cazador, igual tendríamos alguna oportunidad con él.

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07/11/2013, 08:40
Ingvarr Einerson

A pesar de saber la verdad, Ingvarr tuvo que reconocer la valía de la mujer como comediante. Tragó saliva con dificultad cuando fue señalado, y mantener los ojos fijos en ella supuso un verdadero esfuerzo de voluntad, tan valioso como el de enfrentarse con un cuchillo romo a un oso enfurecido. Pero sin duda, el mayor de todos los esfuerzos, que relegaba a los demás al mero pestañeo, fue reprimir su alegría al ser seleccionado, una alegría que ansiaba cantar a todos y cada unos de los que ya eran testigos del hecho.

Levantó la copa y gritó contento. Apuró el escaso contenido y se agitó para dejar salir la euforia. Miró a uno y a otro lado, buscando la complicidad de alguna mujer sin marido (no quería tener que batallar su camino al tálamo. Pronto tendría batalla de sobra con la que ganarse un lugar en los salones celestiales).

Se fijó finalmente en los otros elegidos, y aprobó el buen tino de la mujer a la hora de escoger hombres audaces y bien preparados. Algo en los ojos del primero de ellos le recordó a un hombre más muerto que vivo, pero sus manos eran fuertes y su nervio era vivo.

Cuando la völva se eligió a ella misma, esto sí que le sorprendió, su sonrisa desapareció de repente. Las mujeres tocadas por los dioses nunca se proponían ellas mismas para una misión, por eso llegaban fácilmente a ancianas, y nadie se lo reprochaba. Él tampoco lo hubiera hecho. No entendía semejante jugada. Quizá la mujer se había excedido en el preparado de aquello que fuera que bebiera o fumara antes de sus ritos. Una mezcla desconocida de respeto e inquietud ascendió por su garganta. Definitivamente, esta noche necesitaba desfogarse entre los muslos de una mujer.

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07/11/2013, 13:02
Audun Knudson

- ¿Qué más han dicho los dioses mujer? - el jarl Audun parecía impaciente -  ¿Han dicho algo más que debamos saber?

Ante el silencio de la mujer, se dejó caer en su trono. Su mujer se acercó para ofrecerle un cuerno lleno de brebaje de los dioses pero lo rechazó con un gesto de su mano. Parecía decepcionado, parecía esperar más de la visión de la völva.

- Id todos a dormir, espera un día duro - grita el jarl despachando a los comensales - Los elegidos que se acerquen, el resto que vacíe la sala.

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07/11/2013, 13:08
Narrador

Poco a poco la sala comunal comenzó a vaciarse y Knurr se encargó que el desalojo fuera ordenado. Pronto sólo quedaban el propio jarl, su mujer, Knurr y los cuatros elegidos. Con un gesto ordena la mujer que los dejara sólo. Su mirada era extraña, sus ojos estaban apagados y la preocupación deformaba su bella facción. Era un hombre fuerte, altivo y mantenía un porte que daba fe a su posición. Su barba bien peinada estaba exenta de restos de comida y bebida y sus trenzas parecían brillar con la parpadeante luz emitida por la hoguera que calentaba la sala.  Sus ojos azules se paseaban de uno a otro. Cierto halo de misterio flotaba y su silencio lo acrecentaba aun más. Los elegidos esperaban pacientemente con la mirada baja. Después de unos inquietantes y incómodos minutos el jefe audun habló con un tono melancólico.

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07/11/2013, 13:10
Audun Knudson

- Mañana partiréis temprano y Knurr se encargará que dispongáis de lo necesario para entonces - dice con voz roca casi taciturna - Pero antes háblanos de tu visión, Daana.