Partida Rol por web

El cazador peletero avanza ante las miradas expectantes de sus compañeros aventureros. Poco a poco va alejándose de sus compañeros y gira por un recodo del túnel que lo oculta de las atentas miradas de los demás. Tras girar el recodo puedes ver una luz más adelante. Los sonidos de las voces han cesado. Puedes sentir el corazón latiendo pesadamente. Más allá, a unos doce metros se abre una caverna iluminada.

Alejándose de ellos la presencia de Ingvarr, Daana no se sintió más tranquila. ¿Y si el hombre de los delirios nocturnos necesitaba ayuda? Se removió en el sitio, incapaz de contener su propia curiosidad y, con una mano pegada a la pared para mantenerla como guía, siguió los pasos del pelirrojo.

En su hombro, el cuervo se encogió como si se encontrara en un nido, acogiéndose junto al cabello oscuro de la völva.

Jormün al ver que Daana se avanzaba junto a Ingvarr frunció el ceño en señal de rechazo a la ación que esta estaba emprendiendo, si los descubrían podía ser su muerte. La mujer lo iba a precipitar todo o quizá debería dejar que lso matasen por incautos e ineptos. Movió una mano para que Daana se detuviese, intentando salvar aquella situación mientras le hacía señales de que se tranqulizara y señalando su enorme hacha.

LA inquieta völva no es capaz de esperar. Mientras el cazador avanza y se pierde tras un recodo, la mujer rompe su parálisis y avanza con cautela. No obstante el enorme hirdman trata de disuadirla para que espere. Daana mira perpleja al guerrero y se detiene un momento.

 Naúl se sorprendió ante la figura que quería rebasarlo siguiendo los pasos de Ingvarr, el hombre también hizo el gesto de Jormün de detener su avance, el batidor solo se había adelantado para dar un vistazo y regresar. Un hombre acostumbrado a ello, pero la oráculo... ella no tenía esas destrezas y pondría en peligro al grupo si se aventuraba a seguir al batidor.

Inspiró hondo y apretó los dientes. Ella no llevaba encima tantos cacharros ruidosos como ellos, eso contaría para su avance sigiloso. Quizá no sería una cazadora ni estaría acostumbrada al acecho, pero hasta el momento había viajado sola y seguía viva (sin contar con aquél percance que había bloqueado sus recuerdos) y algo debía valerles. Retrocedió un paso y alzó las manos con actitud conciliadora aunque de ninguna de las maneras iba a quedar ahí el asunto.

¿No quieren que haga nada?

No lo haré.

No sabía en qué mundo se habían criado esos dos pero si esperaban que desde ahí los mensajes de los dioses llegaran a avisar a Ingvarr estaban muy equivocados... y fuera lo que fuera lo que les había llevado hasta allí el orgullo de la mujer era mayor que su sentido del deber. Tendrían que arreglárselas solos a partir de ese momento.

El cuervo chasqueó el pico y alzó el vuelo alejándose de regreso al mundo exterior como si el favor de aquellos por los que veían a través de los ojos del animal hubiera sido retirado.

Jormün puede leer los sentimiento sde Daana en su rostro, parece que no se ha tomado bien lo que le ha insinuado, pero cree que se ha confundido. No le estaba pidiendo que no hiciese nada, si no que esperase a que Ingvarr fuese a investigar esas voces y cuando escuchasen algo irían en su ayuda o esperarían al retorno de éste para que les contase que había visto.

Nada más lejos de prohibirle a una mujer como Daana que hicera lo que quisiera.

Así que le hace gestos de tranquilidad y le señala el camino que ha tomado Ingvarr y luego se pone un dedo en los labios y luego se señala la oreja y luego hace la señal de que se calme y espere.

Antes de salir del campo de visión de sus compañeros, Ingvarr hizo una señal a Naúl para que éste se acercase. Luego, Ingvarr dejó la antorcha recostada en el suelo. Por señales, el explorador contaba a Naúl lo que había visto. Solo cuando se acercó se atrevió a hablarle en voz baja.

-No debiéramos traer las luces más allá de aquí, para que no nos vea llegar quien sea, pero sí dejarlas en este recodo, a resguardo, pues si tenemos que huir, sabremos por donde hacerlo, y podremos movernos rápido con la luz.

Naúl asintió a Igvarr, y dejando la antorcha al lugar indicado, en un recoveco ente unas rocas, apoyada de forma que la llama apunte hacia arriba, el viudo norteño se predispone para seguir a Ingvarr.

Definitivamente el cazador gira el recodo y dispone a perderse de la vista de sus compañeros. Naul lo sigue dejando al hirdman y la völva detrás.

El entendimiento de los dos cazadores dio paso a un plan sencillo. Avanzando con sigilo, cuidándose de que las calzas no molestaran ni provocaran un traspié en la penumbra, Ingvarr se encomendó a la sagrada frase que estaba tatuada en su rostro. Avanzó con ojos muy abiertos, como de loco, para rescatar cuanta luz pudiera y les llevara, a Naúl y a él, con seguridad hacia la claridad desconocida.

El cazador peletero avanza ante las miradas expectantes de sus compañeros aventureros. Poco a poco va alejándose de sus compañeros y gira por un recodo del túnel que lo oculta de las atentas miradas de los demás. Tras girar el recodo puedes ver una luz más adelante. Los sonidos de las voces han cesado. Puedes sentir el corazón latiendo pesadamente. Más allá, a unos doce metros se abre una caverna iluminada.

Temiendo que hayan sido detectados, pero sin por ello detenerse, el viudo se calza el escudo para seguir avanzando pegado al muro que queda a su derecha, pegado a él, aprovechando las sombras que puede ocasionar su desigual superficie para avanzar camuflado entre las sombras...

Avanzando sigilosamente, los expertos exploradores se atreven a avanzar más para ver una cámara de grandes proporciones, no son capaces de ver las paredes y el techo. Hay varios pilares de piedra natural y a unos veinte metros se puede ver una hoguera y algunos bultos y pertenencias. Parece un campamento, pero no puede verse hombre alguno.

La völva y el hirdman permanecen atentos. Tras el recodo nada puede percibirse, aunque puede verse un pálido resplandor, producido por una fuente de luz. Todo es silencio. Esperan ansiosos con la respiración casi contenida, pues no se atreven a respirar por miedo a delatar sus presencias.

Desde su posición apenas hay ángulo para ver nada, muchas sombras informes, las llamas de la gran hoguera proyecta sombras danzantes que dan un aspecto lúgubre y siniestro a lo que se puede ver de la enorme caverna. El humo de las llamas se extiende hasta el oscuro techo que se encuentra en algún punto ahí arriba. Todo es oscuridad y hasta lo que alcanza a verse no hay nada perceptible.

Sin tener información realmente útil de la que informar, Naúl se adentre un poco más, avanzando pegado al miro irregular y sumido entre las sombras para dar un vistazo desde más cerca.