Partida Rol por web

No sabrías decir si tus lágrimas caían a mayor velocidad que tus pasos avanzaban en el terreno. Esos apenas 20 metros que te separaban de aquellas personas se hicieron eternos. Pero para cuando llegaste allí, la imagen que viste era reconfortante y dolorosa a la vez. No eran tus padres. Era una pareja de mediana edad, sus rostros denotaban cierto horror, sus ojos, abiertos e inexpresivos, dilucidaban que habían muerto sufriendo. Lo que podías ver de su piel estaba quemado, ulcerado, con pus y ampollas.

La persona que allí se hallaba tendida no dio señales de vida. Te acercaste lentamente, examinando los alrededores y agudizando la vista. Nadie. Era seguro acercarse. Aunque quizás deberías haber continuado tu camino. Rodeaste el cuerpo de aquel anciano para ver su rostro. No tenía ojos, la piel de su rostro se encontraba quemada, ulcerada y purulenta. Desprendía olor a muerte. No podías hacer nada por aquel pobre anciano. Fuere lo que fuese aquello que le había producido eso, poco habría podido hacer para impedirlo. En sus manos no porta nada más que un bastón. Te horrorizas sólo de pensar el sufrimiento por el que ha tenido que pasar ese hombre, quien a juzgar por lo que queda de su rostro, superaría los 80 años.

Tras ver que el sujeto no parecía dar señales de vida, no había tardado mucho en acercarse al cuerpo, con la intención de ver lo que le había sucedido. Sin embargo, al rodearle y ver el rostro del pobre anciano, no pudo evitar mostrar una expresión de disgusto, notando el horrible destino del hombre. - Pobre bastardo... - Murmuró con cierta pena por el anciano, teniendo en cuenta que no había sido su culpa no poder encontrar un sitio donde refugiarse de las bombas. Al menos, eso era lo que imaginaba que podría haber causado su muerte, si bien estaba claro que no había muerto tranquilo, ni sin dolor. Lo que sea que le había matado, le había hecho sufrir como un desgraciado. Aquel pensamiento, no hizo más que preocupar al soldado, al pensar en su familia. ¿Les habría sucedido lo mismo? Lo que menos deseaba... era ver a su hermanita de esa manera, con la piel de su rostro quemada, y lo mismo podía decir de su madre. Semejante visión... no era algo que deseara observar, no cuando las quería demasiado a ambas. Habían sido siempre su mayor tesoro, y la idea de encontrarlas en ese estado, sería demasiado para él. - Tengo que encontrarlas. - Murmuró nuevamente, en el momento en el que se apartaba del anciano, con la intención de buscar a su familia. Ya había perdido demasiado tiempo. Tenía que saber que estaban bien o, de lo contrario, estaba seguro que algo cambiaría en él, algo que ni siquiera el ejército había logrado imponer en su totalidad. La muerte de su familia, sería el empujón que necesitaría, y, por esa misma razón, necesitaba asegurarse de que, tanto su hermana como su madre, habían sobrevivido. No podría perdonarse el hecho de no haber estado allí para protegerlas de las bombas. Sin dudarlo, comenzó a moverse con mayor rapidez hacia el hotel, esperando encontrarlas.

Me impacta tanto la escena que durante un buen rato no reacciono. Estoy paralizado, en mitad de aquel lugar ahora más hostil todavía, y mucho menos hermoso. Nunca he visto un cadáver, y menos así. Tengo mucho miedo, y me pego contra una pared, me acurruco y lloro. Siento mucha impotencia. No sé qué hacer. No sé qué ha pasado.

Cojo la radio e intento hablar con Darren. Nada.

Al rato me levanto, miro de nuevo los cadáveres y sin tocarlos vuelvo sobre mis pasos. -No son mis padres. No son mis padres. No son mis padres...- me repito reiteradamente para tranquilizarme. Estoy de nuevo ante la puerta de la casa de mis padres. Tomo el pomo, lo giro y la puerta se abre. -¿Así de fácil? ¿No tiene seguridad?- me desconcierta. Entro.

Dejando atrás a aquel pobre anciano, continúas andando por la playa, con suma cautela. El paisaje se te antoja verdaderamente extraño, después del estruendo que escuchaste hace 37 días, esperabas, como mínimo, que todo estuviese arrasado y devastado, pero, lejos de la realidad, lo "único" aparentemente destruído y alejado de la vida, había sido la humanidad. Llegas hasta la entrada del hotel, hasta el momento no has tratado de entrar en ninguna de las casas que allí se cimentan, quizás por temor por encontrar más cadáveres, quizás por respeto.

Te encuentras ante la puerta del hotel:

Al entrar, te encuentras ante una casa completamente vacía, apenas hay un sofá y una mesa con un par de sillas, además de un frigorífico. Es evidente que tus padres utilizaban esa casa de paso. A medida que te adentras por las habitaciones de la casa, crees que poco vas a encontrar de tus padres allí dentro, ni una sola nota, apenas había muebles más que lo necesario para no comer ni dormir en el suelo. Pero hay una habitación que te llama especialmente la atención, por su puesta, parece estar blindada y fuera, a su derecha, tiene un cuadro de números para introducir una combinación. Te acercas a ella y la examinas.

Sin embargo, cuando te acercas, algo o alguien golpea la puerta desde dentro.

- ¿¿¿Hola??? ¿Hay alguien ahí? Por favor.. ¿¿¿HOLA??..

Es la voz de tu padre.

Tenía que admitirlo... cuando había pensando en la idea de salir del antiguo búnker, se había esperado muchas cosas. Entre ellas, había imaginado que moriría apenas abandonara su refugio, producto de la posible radiación de las bombas que habían caído. Sin embargo, no había muerto, si no que continuaba con vida, en pie, sin problemas de respiración, ni la piel que le ardiera antes de caérsele a pedazos. Por otro lado, había esperado un mayor grado de destrucción en el ambiente, algo que demostrara que realmente el sitio había sido bombardeado, si bien, lo único que había encontrado que evidenciara algo así... había sido el cadáver de aquel anciano pero que no parecía demostrar los efectos de la radiación, o no al menos como él se los hubiera imaginado en base a lo que había leído en algunos libros de historia. Lo más probable era... que las bombas que habían caído no eran de tipo nuclear, si otra clase, tal vez una nueva tecnología que evitaba la destrucción de las construcciones. Por otro lado, a pesar de haberse encontrado con varias casas en el camino, como era de esperar, no había intentado ingresar a ninguna de ellas, principalmente por la posibilidad de que pudiera ser acusado de cometer un crimen en el futuro, ya que no estaba seguro de que las bombas hubieran acabado con la sociedad como la conocía, a pesar de haber asesinado a un buen número de personas. Darren no pensaba arriesgarse a hacer algo, cuando de momento no tenía ninguna necesidad para realizar semejante acto de violación de la propiedad.

Por otro lado, había otra razón por la cual no había ingresado a las varias casas ajenas con las cuales se había encontrado en el camino. Nada le decía que no pudiera haber sobrevivientes que no dudarían en dispararle si invadía su propiedad, un problema que ciertamente prefería evitar, en lo posible. Además, también debía de reconocer que estaba más preocupado por la seguridad de su familia, más que en el hecho de saquear casas, cuando de momento tenía provisiones de sobra para sobrevivir, probablemente, por unos días. Luego, una vez encontrara a su familia, podría pensar con mayor claridad lo que haría, si invadía la propiedad de alguien para recolectar más provisiones, o si continuaba con su camino, evitando molestar a otros que pudieran haber sobrevivido. De cualquier modo, tras haber llegado al hotel, descubrió que, nuevamente, no parecía haber nadie en el exterior, ni tampoco podía escuchar ruido alguno que demostrara cierta señal de vida, de actividad humana. Como era de esperar, tampoco había encontrado un vehículo que poder utilizar, lo que significaba que la mayoría había optado por marcharse, siendo posible que su familia habría decidido hacer lo mismo ante el peligro de las bombas. Sin pensarlo por mucho tiempo, no dudó en caminar hacia la entrada, con la intención de dirigirse hacia la habitación donde se suponía que había estado residiendo su hermana y su madre. - Por favor... que estén aquí. - Rogó para sí mismo, en el momento en el que ingresaba en el hotel, esperando encontrar a sus seres queridos. Aún así, no dudó en mantener su arma preparada en todo momento, ante la posibilidad de encontrarse en una situación de peligro. La presencia de soldados enemigos no podía ser descartada.

Te encuentras ante el hotel Blanca Brisa, lugar en el que se hallaba hospedada tu familia poco antes de la catástrofe. Tus deseos por verles allí son inmensos mas la lógica te dice que, si es verdad que están allí todavía, puede que no fuese en las mejores condiciones dado el aspecto del anciano que te encontraste previamente. Agarrando tu arma, como si una prolongación de tu brazo se tratara, avanzaste hacia la puerta del hotel.

A medida que te acercabas a la puerta de entrada, veías con mayor claridad a través de la cristalera del restaurante, la cual se encontraba justo a la izquierda de la entrada. Lo que parecía ser una joven pareja de hombres reposaba sobre el suelo abrazada, a su lado, una mesa con comida a medio terminar y dos copas de vino rojizo. Quizás aceptaron la noticia como algo que tenía que ocurrir y lo único que hicieron fue despedirse, con una cena. ¿Qué habrías hecho tú de no haber tenido la suerte de tener acceso a un búnker?

Aquella escena remueve algo dentro de ti, por lo que continúas tu camino hacia la habitación 15. Como era de esperar, al adentrarte en el hotel todo se encuentra vacío, si bien es cierto que algo desordenado, encuentras algunos enseres y maletas esparcidos por el suelo. Hace tan solo 37 días pensabas dirigirte a aquella habitación con ánimos de darte una ducha y pasar el rato con tu familia, quien te había sorprendido haciéndote una visita sorpresa. Tu condición militar te hace difícil conciliar tu vida laboral con la personal. Subes la escalera con premura y cautela, seguía sin haber nadie. Habitación 13..avanzas un poco más, 14.. tu corazón se acelera, 15.

La visión de aquella joven pareja, había provocado un cambio de expresión en Darren, principalmente porque parecía anunciar algo que él no estaba dispuesto a aceptar. No quería reconocer la posibilidad de que su hermana y su madre estuvieran muertas, que hubieran fallecido como el resto de esas personas, en una muerte de pura agonía producto de lo que sea que habían hecho las bombas al caer. Se negaba por completo a semejante idea. No quería perderse en la oscuridad de sí mismo, no quería dejar aquel lado que sólo su familia había mantenido en pie, a pesar de su entrenamiento militar, de las cosas que había visto con el tiempo. Su familia era lo único que permitía que él continuara siendo lo que era, y realmente no deseaba cambiar al ver una escena que podría afectarle en demasía. Cada cuerpo que observaba en su camino a la verdad, le torturaba en su mente, gritándole que se diera la vuelta, que regresara por donde había venido, con tal de no presenciar una horrible visión frente a él. La voz que sonaba en su cabeza, era sin duda su razón, si bien él siempre había sido lo suficientemente necio como para no escuchar esa voz. Después de todo, se había unido al ejército, lo cual decía mucho de su estupidez, por más que aquella hubiera sido la única forma de poder obtener la beca que deseaba, incluso si no había tenido mucho tiempo para hacer uso de la misma. Aún así, en ese momento, lo único que importaba era su familia. Tenía que saber lo que había sucedido con ellas, por más que no pudiera gustarle el final de dicha búsqueda. ¿Cómo podría perdonarse semejante ignorancia? Tenía que saberlo, sin lugar a dudas.

El ver aquella pareja, a medida que ingresaba al hotel, hizo que se preguntara si su familia había optado por hacer lo mismo... simplemente aceptar su muerte, esperando el momento mientras permanecían juntas. En su caso, si Darren no hubiera estado en el búnker en ese instante, no habría hecho lo mismo que la pareja en cuestión. Jamás se habría dado por vencido, no cuando vivir era tan importante para él, no cuando tenía a su familia a la cual cuidar tras la muerte de su padre. No. él no habría aceptado la muerte, y habría preferido abandonar aquel hotel, como muchos otros hubieran hecho, buscando una manera de refugiar a su familia de todo peligro, de las bombas o lo que sea que había causado la muerte de esas personas. Era un soldado, y los soldados luchaban para proteger el país para aquellos a quienes querían, o al menos eso se suponía que era el motivo, incluso si había todo un razonamiento político y económico de por medio. En definitiva, no habría esperado el momento en paz con su hermana y su madre, sentado como un idiota, sabiendo que iba a morir. Él siempre había creído en la acción, en tomar las riendas de su propia vida, desde el momento en el que se había unido a aquella pandilla de joven, o cuando había decidido unirse al ejército para alcanzar lo que deseaba. Era verdad que, al final, con los años, su objetivo había cambiado, cada vez centrándose más en la vida militar, más que en su sueño de ser un historiador. Tal vez, se había dado cuenta de que era mejor en el ejército, que aquello era para lo que había nacido, quién sabe. - No pienso rendirme... y ellas tampoco. Sé que no se rendirían, no sin que yo lo haga primero. - Se dijo a sí mismo, tras entrar al establecimiento con su arma firme en sus manos. Se negaba a aceptar esa posibilidad.

Durante un breve instante, se dedicó a analizar el interior del hotel, notando el desorden del mismo, posiblemente por el caos que la situación de las bombas habría causado en las personas que se encontraban dentro. No quería imaginar el terror que la noticia podría haber despertado en todos, algunos simplemente derrumbándose ante el miedo, otros haciendo lo que él habría hecho también, optando por buscar sus coches para abandonar aquel sitio y buscar un refugio. Si tan sólo él habría estado allí para ayudar a su familia... No, no tenía sentido pensar en ello. La vida militar había resultado ser una carga bastante pesada para él, al tener que viajar de una base a otra, sin poder pasar el tiempo que hubiera deseado con su hermana o su madre. Por eso mismo, realmente le había sorprendido que le visitaran, e incluso había pensado en aparecer ese día en el hotel, relajarse un poco de la dura vida militar, para poder pasar el tiempo con su familia. Sin embargo, las bombas le había cogido por sorpresa, y ahora todo parecía haber cambiado de manera estrepitosa. La voz en él continuaba insistiendo que diera la vuelta, que se marchara, que no encontraría nada allí que pudiera gustarle, si bien él no pensaba escuchar dicha voz, no cuando no era un cobarde, no cuando debía de saberlo, sin importar lo que sucediera al final. - K... Mamá... - Murmuró mientras continuaba su camino, manteniendo atento a cualquier imprevisto, con una expresión seria en su rostro que parecía que nunca le abandonaría. Tenía que saberlo. Con cada paso que realizaba, la determinación parecía volver más fuerte, incluso si también lo hacía el miedo, el terror de encontrar a su familia de la misma forma que había encontrado al anciano o a la pareja. ¿Qué haría si estaban muertas? ¿Qué sentido habría? No, él no era alguien que se diera por vencido, si bien tampoco sería lo mismo si se encontraba con esa cruda realidad. Poco a poco, fue acercándose a la habitación, tan sólo esperando no encontrar nada, antes que tener que ver los cadáveres de aquellas mujeres que lo eran todo para él.

Tenía tantas ganas de ver la casa de mis padres... y ahora esto. -¿De verdad?- me cuesta entenderlo. No parece una casa normal, hay incluso menos cosas que en el refugio. Al poco ya estoy seguro de que esta no es su casa. -No pueden vivir aquí. No pueden vivir así.- parecía más bien un piso franco, como en las películas de espías.

Curioseo un poco aquí y allá, buscando fotos, objetos que me recuerden a ellos...* y llego frente a una extraña puerta. Me recuerda a la del refugio. Tiene también un teclado numérico... -¿una caja fuerte?-.

Me sobresalto al oír a mi padre: - ¡Papá! ¡PAPÁ! ¡Papá, ¿eres tú?!... ¡¿Estás bien?! ¿Y mamá?-acierto a decir.

Abres la puerta. Tu corazón va más rápido de lo que jamás ha ido nunca. Entras y lo primero que ves es el salón, lo examinas rápidamente en busca de tu familia pero allí no hay nadie.. te adentras un poco más desplazándote hacia el baño. Nadie. Eres incapaz de retener los detalles que hay en aquella habitación de hotel, o mejor dicho, en aquella mini vivienda. Todavía te queda la puerta del dormitorio.

Te aproximas hacia el dormitorio, la puerta está cerrada por lo que levantas tu mano y la colocas sobre el pomo de la misma, antes de abrirla suspiras.

A medida que ves lo que hay en esa habitación todo el peso del mundo cae sobre tus hombros. Es tu madre, tumbada sobre la cama, sus ojos están cerrados, su tez, quemada y con flictenas, definitivamente su torso y su gesto indican que está muerta. No hay dolor en su rostro, podrías incluso confundir su muerte con que está sumida en un profundo sueño.

Antes de que puedas aproximarte a ella un grito emerge detrás de ti, rápidamente te echas hacia atrás y preparas tu arma en un acto reflejo.

- DEJA EN PAZ A MI MADRE.. Ve..vete de aquí - su voz es dolorosamente familiar, tus pies son incapaces de moverse. Cuando la voz femenina se aproxima, te das cuenta de que se trata de tu hermana, ésta te mira con sorpresa.
- ¿Da..Darren?..- las lágrimas le afloran de los ojos como una lluvia silenciosa. Su tez está ligeramente rojiza, no tiene ampollas pero observas que ha perdido gran cantidad de pelo. No sabes si está contagiada, pero es tu hermana. Solo tú sabes si te acercarías a ella sin importar contagiarte, o , si de lo contrario prefieres mantener la distancia. Ella permanece inmóvil ante ti, parece examinarte de arriba a abajo y atisbas expresión de alivio en su rostro.
- No..no te acerques a mí por favor - Llora desconsoladamente y retrocede un par de pasos.

- Hijo.. ¿eres tú?.. ¿cómo has llegado hasta aquí?.. Verás.. estoy atrapado aquí, no puedo salir.. me han encerrado desde fuera..pero.. pero.. ¿cómo has salido?.. - suspira un segundo para retomar el habla. - 643, esa es la combinación.

A medida que revisaba cada parte de aquel sitio, el soldado no podía evitar sentir la tensión en él, producto del hecho de que, tanto en el salón, como en el baño, no hubiera nadie. Había tenido lo peor por su familia, aunque, al menos sería mejor no encontrarlas antes que encontrarlas como había encontrado al resto de los cadáveres. Así habría considerado la posibilidad de que se hubieran refugiado. Lo último que le quedaba, era el dormitorio, por lo que, antes de entrar, al notar que la puerta estaba cerrada, rogó a la vida misma que no le permitiera ver a su familia muerta, que se hubieran refugiado en algún sitio y logrado sobrevivir sin su ayuda. Aquello sería lo mejor. Sin embargo, a pesar de lo que deseara, aquel deseo no se cumplió, no cuando abrió la puerta y sus ojos se posaron sobre el cuerpo inmóvil de su madre, forzándole a permanecer durante un instante con la boca abierta, dominado por la sorpresa y el horror de ver a su querida progenitora en ese estado. ¿Qué había hecho para merecer eso? Muchas cosas, tal vez, si bien, eso no quería decir que realmente deseara que le castigaran de esa manera. Había perdido a su padre, hacía unos años atrás, y ahora lo mismo había sucedido con su madre, si bien, si lo que había visto de aquel anciano era evidencia suficiente... su madre no habría de haber pasado un buen momento antes de su muerte, y tal idea no haría más que atormentarle en el futuro, el sólo imaginar lo que habría sufrido, sin él a su lado.

- No... mamá... - Murmuró con cierto dolor en su voz, sintiendo cómo algo se quebraba en él, una parte de sí mismo que había mantenido quien era. ¿Cómo podría soportar semejante visión frente a él? Su piel estaba quemada, de la misma manera en la cual había encontrado al anciano, aunque, a pesar de lo horrible de su estado, no parecía haber expresión de dolor alguno en su rostro, como si no hubiera sufrido, incluso si tenía semejante quemadura en su piel. En verdad deseaba pensar que no había sufrido, que había muerto en paz. Aquello, al menos, serviría para garantizar cierta tranquilidad en su consciencia, incluso si no había estado allí para ella, para protegerla de todo mal, para evitar que aquello sucediera. Por un instante, sintió la necesidad de derrumbarse frente a ella, de rodillas, tan sólo para llorar su pérdida, si bien, algo le decía que su madre no habría deseado que llorara de esa manera, no con lo mucho que siempre le había amado, a él y a su hermana. Tal situación... era algo difícil de aceptar para él, sin duda, en especial cuando había pretendido encontrar a su familia en buen estado. Vivas. ¿Qué se suponía que harías sin ellas? ¿Se convertiría en un ser vacío, con el tiempo, ante la falta de sus seres queridos? No era algo que alguna vez hubiera considerado. Tan sólo había deseado regresar a ese hotel y reunirse con aquellas a quienes amaba con todo su ser, deseando poder protegerlas de todo mal. En cambio, se había encontrado con el cadáver de su madre y, su hermana... ¿Dónde estaba? Tal vez en algún otro rincón de la habitación, o bien podría haber muerto fuera del hotel. Aquel pensamiento no hizo más que atormentarle.

Sin embargo, antes de que pudiera acercarse al cuerpo de su querida madre, un grito le cogió por sorpresa, haciendo que se girara con rapidez con su arma firme entre sus manos, dispuesto a disparar si se trataba de un atacante. Si bien, al ver de quién se trataba, no pudo evitar abrir los ojos ante la sorpresa, si bien su expresión no tardó en cambiar a una de alegría, al descubrir que se trataba de su hermanita. Parecía que algo le había sucedido. Su cabello... faltaba algo del mismo, y su piel mantenía una tonalidad rojiza, aunque carente de ampollas como el resto de los pobres desgraciados que había encontrado anteriormente, o como era el caso de su madre. Además, estaba viva, a pesar de los días que habían transcurrido. Lo que sea que había matado al resto, estaba claro que no había tenido el mismo éxito con ella. - K... Perdón... No sabía... - Alcanzó a murmurar, mientras enfundaba su arma, considerando la posibilidad de abrazarla con todo su ser. Sin embargo, las palabras de su hermana hicieron que se detuviera por un instante. Parecía que no deseaba que se acercara a ella. ¿Acaso era contagiosa? Incluso si era así... a él no le importaría demasiado, no cuando se trataba de su querida hermanita. ¿Cómo podía distanciarse de ella sólo por algo así? ¿Qué clase de hermano mayor sería si hiciera eso? - Me importa una mierda, K. - Dijo con total sinceridad, en el instante en el que se acercaba a ella con rapidez con la intención de abrazarla con todo el cariño que podía ofrecerle. Si se contagiaba con algo, al menos estaría con ella. Era lo único que importaba en ese momento. - Qué... ¿Qué sucedió? Sólo sé que cayeron esas bombas cuando estaba en ese viejo búnker y... - Se cayó por un instante, considerando lo que diría respecto a su madre. - Mamá... dime que no sufrió. Por favor. - Le pidió, en una especie de ruego, mientras agradecía la posibilidad de al menos haber podido encontrar con vida a su hermana, incluso si no sabía si ésta podría morir en cualquier momento por lo que sea que le había ocurrido. - ¿Te duele algo? ¿Estás bien? - Le preguntó, ciertamente preocupado por su salud, no deseando perder a la única que quedaba de su familia.

La mirada de Karen recorría tu cuerpo de arriba a abajo. Cuando te acercaste, no pudo evitar dejarse abrazar por ti mientras lloraba. Apenas era una cría de 18 años que había perdido a su madre, a vuestra madre.

- No sé si soy contagiosa Darren.. - te dijo mientras se secaba las lágrimas, su apariencia era frágil, no sabías cómo de avanzada estaba la enfermedad en ella ni si podrías ayudarle a combatirla. - Mamá.. no.. no sufrió, le administré un calmante para que no sufriese.. ella.. ahora estará bien.. ¿verdad? - dijo mirándote aún con los ojos llorosos - Nosotras.. estábamos en la playa cuando todo ocurrió, estábamos esperando a que aparecieras caminando a lo lejos por la orilla.. ¿recuerdas las fotos que nos mandaste de la playa?.. sabía que aparecerías por allí.. pero.. oímos gritos y veíamos a la gente correr y montarse en coches - tragó saliva intentando evitar llorar - no sabíamos qué estaba pasando y me acerqué para ver qué ocurría.. - sollozó un par de veces y continuó - no sabíamos que hacer Darren.. había gente que hablaba de bombas.. quisimos llamarte pero no contestabas, creíamos.. creía que habías muerto.. - te abrazó con fuerza mientras lloraba, era evidente que estaba muy afectada aún por lo que había pasado y que le costaba contarte toda la historia.

Simplemente estuvísteis abrazados mientras Karen lloraba. No sabes si transcurrieron horas o minutos pero necesitabas fervientemente desahogarte junto a la única persona que querías que te quedaba. Karen se separó de ti suavemente, mirándote a los ojos, llorando de felicidad esta vez. Te apretó la mano y se dirigió a la cómoda, de donde sacó una sábana. Con sumo cuidado la colocó sobre el cuerpo sin vida de vuestra madre, a la vez que colocó sobre ésta una foto vuestra, de los tres juntos.

Te agarró por la camisa y te llevó hacia el salón, para allí contarte el resto de la historia.

Sentándose junto a ti, retomó la historia por donde la dejó - Hubo mucho pánico y gente corriendo, había personas que se quedaron dentro de sus casas, sobretodo gente mayor que no tenía a donde ir, pero las pocas personas que tenían coche apenas se detuvieron a ayudar a nadie.. no sabíamos a donde ir Darren.. no pude hacer nada por mamá.. Decidimos volver al hotel y resguardarnos allí, lo único que vimos fue una luz inmensa que estalló en el cielo, al principio parecía que no pasaba nada, que simplemente era ruido lo que había pasado, pero.. cuando miré por la ventana, las personas que se habían quedado para verlo tenían quemaduras en la cara Darren.. y poco a poco iba a peor, estaban desesperados, no sabían qué era lo que les pasaba.. yo creía que a nosotras no podía pasarnos nada porque estábamos dentro..- te miró fijamente a los ojos, de nuevo vidriosos - a los pocos días a mamá le empezaron a salir quemaduras en la piel.. después ampollas, tenía mucho dolor y .. no sé Darren.. empezaba a comportarse de forma distinta.. gracias a Dios los analgésicos hicieron efecto pero un día cuando me levanté estaba muerta.. no pude hacer nada por ella.. - 

El hecho de que su hermana no se apartara de él, que le correspondiera el abrazo, complació al soldado, el cual realmente necesitaba aquel abrazo con todo su ser, teniendo en cuenta que su querida hermanita era lo único que le quedaba en ese mundo. Incluso si su madre había muerto, no pensaba dejarla sola ni por un segundo más, no luego de lo que habría tenido que pasar ante su ausencia. - No me importa si eres contagiosa, K. Eres mi hermanita. No voy a dejarte sola por algo así. - Le aseguró en un tono gentil, a la vez que apoyaba su mano derecha sobre su cabeza, mientras la otra permanecía contra su espalda, aferrándose a ella como si no deseara que se alejara, como si no quisiera perderla por nada del mundo. No deseaba otra pérdida, no cuando ya había sido suficiente con su madre y su padre. Era suficiente. - Hiciste bien. Ahora está bien. Ésta en un sitio donde no sufrirá, no te preocupes. Hiciste lo que pudiste por ella. - Afirmó, expresando cierto dolor en su voz, algo que era normal, teniendo en cuenta que había descubierto el cadáver de su madre, cuando en realidad pretendía encontrarla con vida, a pesar de lo que su razón le hubiera advertido. Además, no deseaba atormentar a su hermana con algo que no era su culpa, ni mucho menos luego de lo que había debido de sufrir a solas con su madre moribunda. No se merecía esa clase de sufrimiento, y él debería de haber estado allí para intentar ayudarlas, o al menos hacerles compañía cuando más le necesitaban. Aquello era algo que jamás se perdonaría en la vida, no tras ver a su hermana llorar de esa manera que resultaba tan dolorosa para él.

En cuanto su hermana comenzó a explicarle lo que había estado haciendo con su madre, mientras le esperaban a que regresara, el soldado tan sólo permaneció en silencio, escuchando con atención cada palabra que Karen pronunciaba, sintiendo el dolor en ella, imaginando el terror que había sentido en cuanto había escuchado a las personas gritar, correr desesperadas por escapar a aquello que era inevitable. Incluso si no deseaba imaginárselo, no podía evitar pensar en ello, sintiendo cada vez más culpa por no haber estado allí para las dos, en ese momento de caos y desesperación, mientras ellas tan sólo deseaban esperarle en la orilla a que regresara. Tal vez, si hubieran estado en otra parte, habrían tenido más tiempo para refugiarse de las bombas, de evitar que lo que sea que había sucedido afectara a su madre de esa manera. En parte, Darren pensaba que tenía algo de culpa en todo aquello, en que las cosas hubieran terminado de esa manera. Cada momento en el que su hermanita se detenía para sollozar, representaba una afilada puñalada a su pecho, a medida que la culpa le carcomía por dentro. - Yo... Si hubiera estado contigo y mamá... Tal vez nada de esto hubiera sucedido. - Dijo sin mucha confianza en sus palabras, sabiendo muy bien que había sido algo bastante repentino como para que realmente pudiera hacer algo al respecto. - No estoy muerto... estoy bien. Y tú también lo estarás. No pienso dejarte sola, K. No de nuevo. - Prometió en un tono suave, jurando para sí mismo que haría todo lo posible para protegerla, y asegurarse de que aquello que había afectado su cuerpo de esa manera... no continuara haciéndole daño. Tenía que encontrar a un médico. Alguien debería de haber sobrevivido, además de él.

Tras separarse, Darren sonrió con cierta calidez en su sonrisa, al notar cómo su hermana ésta vez lloraba de felicidad por poder estar con él. No le importaba si era contagiosa, estaría con ella, sin importar las consecuencias. Eran hermanos, y debían de cuidarse en los peores momentos. La mirada del soldado no tardó en desviarse al cadáver de su madre, el cual Karen cubrió con una sábana, algo que Darren supo apreciar antes de dejarse guiar por su hermana hasta el salón, donde se sentaron juntos, tan sólo para escuchar el resto de la historia, de lo que había ocurrido. Cómo las bombas habían caído, pareciendo que no harían nada luego de aquella explosión en el cielo acompañada de una inmensa luz. Tenía que tratarse de una nueva tecnología en armamento biológico, teniendo en cuenta lo que había causado en las personas. Sin embargo, cuando él había abandonado el búnker, no le había sucedido nada. ¿Era algo de carácter temporal que sólo sucedía en el momento en el que las bombas estallaban? Lo más probable. La pregunta más importante era si se trataba de algo contagioso, si entrabas en contacto con uno de los afectados, como era el caso de su hermana. - Tranquila, todo está bien ahora, K. Estás conmigo, es lo único que importa. - Le susurró con todo su cariño, en el instante en el que volvía a tomarla entre sus brazos para tranquilizarla. - No había nada que pudieras hacer, no te tortures. Fue mi culpa por no estar con las dos. - Aseguró con pesar, sabiendo muy bien que, tal vez, podría haber hecho algo por ellas. No obstante, había algo que ciertamente le tenía confundido. - Has dicho que a mamá le comenzaron a salir esas ampollas en unos días... Tú no tienes ninguna, K, y deberías haber muerto al mismo tiempo que ella, tal vez apenas unos días después, por ser más joven que ella. - Le explicó, en el momento en el que se separaba para mirarla fijamente. ¿Había posibilidad de salvación para su hermana? - Tenemos que encontrar a alguien que sepa de esto. No voy a dejar que te suceda nada malo. Tengo algunas provisiones, y puedo buscar más si es necesario. Hay varias casas en la zona. Voy a cuidarte, K, sólo tenemos que buscar a alguien que pueda tratarte. - Afirmó con confianza en sus palabras, no deseando pensar en algo diferente, en la posibilidad de que su hermana pudiera sufrir el mismo destino que su madre.

Karen no puede evitar contener las lágrimas ante tus muestras de cariño. Se siente reticente a que le toques pues no desea que enfermes como ella, sin embargo, la tristeza que siente le impide ser objetiva.

- No digas eso Darren.. no es tu culpa, nadie sabía lo que iba a pasar.. sino no estaríamos así, ¿no crees?, ahora estamos juntos, le prometí a mamá que te encontraría.. pero fui débil y tenía miedo de salir Darren..perdóname, confiaba en que vendrías y tenía razón hermanito.. - su sonrisa por un momento te calma el dolor que sientes. Se levanta del sofá para rebuscar en un cajón. Sacó una tableta de chocolate con leche sin abrir y te la ofreció sonriendo - Venga hermanito, no te lo pienses tanto, un día es un día.

Se sentó de nuevo junto a ti manteniendo cierta distancia, examinó tus brazos y sintió cierto alivio al ver que estabas cubierto por una manga larga. Pensó durante un segundo y corrió al baño haciendote un gesto para que esperases, y trajo alcohol, el cual roció por tus manos para que te desinfectases.

- ¿A donde podemos ir?.. La gente hablaba de bases militares, supongo que confiaban en poder resguardarse en algún lugar preparado para algo así.. aunque mucha gente no se lo esperaba.. hasta había gente que no escuchó la noticia.. - suspiró levemente y paró de hablar, pensando que quizás te estaba sometiendo a demasiada información de golpe.