Partida Rol por web

Las palabras que su hermana le dedicó, sirvieron de consuelo para el soldado, quien aún consideraba que tenía la culpa de no haber estado allí con ellas, cuando más le necesitaban. Sin embargo, pudo sentirse un poco mejor con tales palabras, si bien no ayudó a eliminar por completo la culpa, no cuando sabía que Karen le diría lo que fuera para no herirle más de lo que ya lo estaba tras haber encontrado el cadáver de su madre. Por esa razón, decidió que no diría nada más respecto a lo culpable que se sentía, optando mejor por dedicarle el cariño que debía de dedicarle al ser su hermano. Su misión, a partir de ese momento, sería protegerla, sin importar lo que tuviera que hacer para lograrlo. La única que importaba era su querida hermanita, nada más. - No eres débil, K. Sólo no podías hacer nada. El hecho de que estés aquí, demuestra que no eres débil. - Le aseguró en un tono gentil, no deseando que su hermana se atormentara por algo en lo que no podría haber hecho nada para evitar lo que había sucedido. Era demasiado joven, y había sido normal que tuviera miedo en esa situación tan desesperante, que incluso había hecho que los más adultos reaccionaran de manera caótica, aferrándose a su vida como les fue posible, por más que fuera algo ciertamente inevitable para la mayoría. - Es normal tener miedo. Todos le tenemos miedo a algo, y aún más a las bombas que cayeron. Tranquila, ahora estamos juntos. No estás sola. - Afirmó con confianza, sabiendo muy bien que no dudaría en dar lo mejor de sí mismo para poder asegurarse de que su hermana sobreviviera.

Tan sólo debía de encontrar a un doctor que pudiera ayudarla, si realmente necesitaba ayuda. Por lo que era una necesidad que no se quedaran allí por mucho tiempo. Debían de abandonar el hotel, y comenzar su búsqueda en otro sitio, si bien sería una buena idea obtener un vehículo, así como, tal vez, algunas otras provisiones que pudieran necesitar en el camino. No obstante, al ver que su hermana le ofrecía una tabla de chocolate que tenía guardada, el soldado sonrió agradecido, si bien no tardó mucho en negar con la cabeza. - No, cométela tú. Necesitas algo de dulzura más que yo. Soy grande y duro para éstas cosas, K, tú eres la que necesita algo que te haga feliz en estos momentos. - Se expresó con cierta calidez en su voz, demostrando lo mucho que le importaba su hermana, y como pretendía mimarla a partir de ese momento, luego de lo que había visto, luego de encontrar el cuerpo de su madre y saber que Karen era lo único que le quedaba de su familia. Se aseguraría de que no le faltara nada, eso era algo que se había jurado a sí mismo. Por otro lado, pudo notar cómo su hermana observaba sus brazos, sabiendo muy bien lo que ésta pensaba. Era obvio que estaba preocupada por el hecho de que se contagiara de algo que ella pudiera tener, si bien al soldado poco le importaba algo así, no cuando su hermana lo era todo para él en ese mundo. Los hermanos debían de estar juntos. Tan sólo aceptó el alcohol, simplemente porque no deseaba desperdiciar el gesto de preocupación de su hermana, si bien no tardó mucho en mirarla a los ojos, de una manera que demostraba su seriedad en ese instante.

- K, eres mi hermana. No voy a tratarte como si fueras una leprosa. ¿Está bien? Puedo entender que te preocupes pero... eres mi hermana. Para mí, puedes estar enferma, o lo que sea, y no me importará en lo más mínimo. - Afirmó, determinado a dedicarle su cariño a ella si ésta así lo necesitaba, sin importarle si podía o no contagiarse de ella, si bien era extraño que la enfermedad no hubiera progresado en ella de la misma forma que en su madre. ¿Tal vez se debía a que era más joven, y por lo tanto más fuerte que su madre? No estaba seguro, si bien aquello era algo normal, teniendo en cuenta que no sabía mucho de medicina. No obstante, no tardó mucho en considerar una respuesta apropiada a la pregunta que la había hecho. La idea de buscar una base militar cercana, no era mala, si bien tendría que ser una en la cual él supiera que había presencia militar de su país, teniendo en cuenta que, con la caída de las bombas, era probable que no le dieran una buena bienvenida a un soldado de otra nación, no cuando no tenía idea de quién había lanzado dichas bombas. Por esa razón, sería mejor ir con cuidado con esa idea, y pensar en otros sitios donde pudiera haber una cierta acumulación de personas, en el que poder buscar un médico que pudiera ayudar a su hermana. - Lo de las bases militares no es una mala idea pero... no sé si sería recibido con una sonrisa. - Le explicó, preocupado, mientras consideraba otras posibles opciones. Era una prioridad obtener algunas armas, principalmente porque no sabía si el caos habría causado que algunos sobrevivientes reaccionaran de una manera que no era la apropiada, o sí habría soldados enemigos en el camino. Después de todo, desconocía si las bombas habían sido el inicio de una invasión militar o algo parecido. El poder defenderse era una prioridad, y no bastaría con sólo su arma reglamentaria. - ¿Sucedió algo más mientras no estaba? ¿Sabes algo que debería saber? - Le preguntó a su querida hermanita, en el instante en el que consideraba hacia dónde irían, a partir de ese momento. - ¿Tienes hambre? Podemos comer algo si quieres. Luego será mejor dejar el hotel. Tenemos que encontrar un doctor que pueda ayudarte. - Explicó lo que harían, si bien aún no tenía un destino específico en mente, en principio, sería mejor encontrar un vehículo que pudieran usar.

Sin dudarlo introduzco el código. 6-4-3.- ¡Papá! El refugio entró en un protocolo extraño y semanas después ya indicó que el exterior era habitable. Tenía miedo, estaba solo; y no creí racional esperar allí hasta quedarme sin comida. Tuve que salir... -me entristezco un poco- hay dos cadáveres afuera. El afuera es vastísimo, me siento muy pequeño, hace frío -empiezo a sollozar- quiero volver. -y rompo a llorar.

Karen sonreía ante tus palabras y tus miradas de cariño. Ahora que estabas con ella se le veía mucho más relajada, ahora su hermano podía cuidar de ella. En el fondo, no estaba preparada para depender de si misma. Tu llegada había sido casi una salvación y alivio.

- No se hermanito.. sinceramente tengo miedo de pensar en que no haya nada que puedas hacer por mi.. he visto a toda esa gente que moría a causa de la luz que impactó ese día... no se cómo aún estoy viva.. no quiero dejarte solo.. pero.. si termina pasándome algo a mí... prométeme que lucharás por sobrevivir Darren..- su mirada, triste y seria se posaba sobre la tuya.

Cuando la puerta se abre ves a tu padre, en perfectas condiciones, sin ningún traje parecido al tuyo. Detrás de él ves un refugio enorme, aislado del exterior, todas las paredes son de cristal traslúcido y puedes ver perfectamente, de izquierda a derecha; una habitación con dos camas, una cocina, un salón, una habitación con cristal opaco que supones que se trata del baño, y, a la derecha algo que te sorprende. Se trata de un laboratorio por lo que atisbas a ver.

- Tranquilo hijo.. ahora estoy contigo - te dice mientras te abraza, tratando de reconfortarte - estoy muy orgulloso de ti hijo, de no ser por ti yo habría muerto aquí dentro..

Se separó de ti unos instantes para dirigirse hacia el teclado en el que introdujiste la combinación, pulsó varios botones y el dispositivo habló - Bloqueo de seguridad, desactivado .

- Ya no nos vamos a quedar encerrados de nuevo.. ven, pasa por favor.. tenemos mucho de que hablar hijo, ¿quieres un batido, un zumo, agua? 

Para Darren, era bueno ver que su hermana parecía un poco más relajada, luego de haber pasado un poco de tiempo con ella, dedicándole el cariño que necesitaba, y así asegurarle que todo estaría bien, que no debía de preocuparse mientras él estuviera a su lado para cuidarla de todo mal. Ahora que había perdido a su madre, Karen era lo único de su familia que le quedaba, y no dudaría en protegerla, sin importar lo que tuviera que hacer para lograrlo. Le daba igual la posible enfermedad que ésta pudiera tener... encontraría un doctor y aseguraría de que mejorara, de que se recuperara con el tiempo. Algo le decía que... si no hubiera visitado el hotel, si no hubiera salido en busca de ambas, su querida hermanita no habría podido sobrevivir por mucho tiempo. Era demasiado frágil para esa realidad, si bien él se aseguraría de prepararla para todo lo que pudieran encontrar en el futuro. Mientras estuvieran juntos, nada debería de importarle. Eran familia, y la familia siempre permanecía unida en las malas y en las buenas, o al menos así era el pensamiento del soldado, el cual siempre había querido a su hermana y a su madre. Si Karen no estaba preparada para esa realidad, él le enseñaría todo lo que tuviera que aprender para mantenerse con vida, incluso a usar un arma de fuego, si era necesario. No permitiría que su hermana fuera un objetivo fácil al cual herir de alguna manera. Tenía que prepararla, ya que no deseaba perderla, no cuando aquello podría cambiarle en demasía. Por otro lado, no podía permitir que lo que sea que había matado a su madre... le hiciera lo mismo a su hermanita.

Sin embargo, las siguientes palabras de su hermana, hicieron que el soldado negara con su cabeza con cierta rapidez, dejando en claro que no estaba dispuesto a aceptar la idea de que no pudiera hacer nada por ella. - No, estoy seguro que puedo hacer algo por ti. Sólo necesitamos un doctor, nada más. No te preocupes, K. - Intentó reconfortarla, ofrecerle algo de consuelo para que no mostrara aquella tristeza que era tan dolorosa para él. No quería aceptar que existía la posibilidad de que la perdería. Ella era muy joven para morir de esa manera, en especial cuando no había tenido la oportunidad de vivir una vida satisfactoria. Apenas tenía dieciocho años... no sería más que una injusticia, una que Darren no permitiría que ocurriera. - No digas eso. No te pasará nada. No vas a dejarme. ¿Está bien? Si yo lucho, tú también luchas, K. - Se expresó en un tono serio, dejando en claro que no deseaba hablar sobre aquella posibilidad tan cruel para él y su hermana. - Ven, será mejor que busquemos algo más de provisiones para el viaje. Intentemos con el restaurante del hotel. ¿Tienes una mochila en buen estado o una maleta? Usaremos eso para cargar todo lo que sea posible cargar. - Le explicó con cierta determinación en su voz, a medida que caminaba hacia la salida, antes de detenerse y dedicarle una mirada triste a su madre, la cual se encontraba debajo de la sábana. - Adios, mamá. No te preocupes, Ahora yo cuidaré a Karen. - Prometió, sintiendo aquel dolor en su pecho, antes de esperar a su hermana en la puerta de la salida, para que ésta se preparara. - Luego iremos a un farmacia que no está muy lejos de aquí. Tal vez encontremos algo que pueda ayudarte un poco. - Se explicó gentil, mirando a su hermana como si fuera lo más importante en el mundo, esperando que la farmacia tuviera ciertamente algo que pudiera ayudarla. En el camino, podrían ver si encontraban un vehículo que pudieran usar.

Karen te esperó pacientemente en la puerta. Supones que ha tenido bastante tiempo para despedirse de ella, demasiado tiempo quizás. El tiempo que ha pasado aislada en el hotel junto al cadáver de tu madre se te antoja devastador, cuando observas la gran cantidad de pelo que se le ha caído no puedes evitar pensar si realmente lo ha provocado la enfermedad o el estrés por el que ha pasado. Pero ahora estás allí, junto a ella, dispuesto a dar tu vida si es necesario. En primer lugar os abastecéis de lo que encuentras en el restaurante del hotel, metiéndolo todo en un bolso de viaje que te ha dejado tu hermana. Más tarde, os desplazáis andando hacia la farmacia, durante el camino Karen requiere tu atención en diversas ocasiones, se encuentra nerviosa y estresada, y, a pesar de que has evitado por todos los medios que vea algún cadáver de algún pobre desdichado, no pudiste evitar que, en la siguiente calle, os encontráseis a una mujer en el suelo en alto estado de descomposición. El sol había hecho estragos en su cuerpo más rápido de lo que lo había hecho en tu madre, por motivos evidentes.

La reacción de Karen fue de sorpresa, gritó al ver el cadáver en el suelo, tras el susto, avanzásteis una calle más y llegásteis a la farmacia. Al entrar todo te suena a chino, pero atisbas a ver algo que solías usar para las infecciones; amoxicilina. Además, debido a las quemaduras que presenta tu hermana, crees conveniente coger una crema para tratarlas así como protección solar. Aún así, prefieres pecar de precavido y coges un poco de todo; ibuprofeno, paracetamol, dexketoprofeno, morfina.

Karen se rió ante tal despliegue de medicamentos - No sabía que tu profesión frustrada era la de farmacéutico hermanito - e inspeccionó la crema que habías elegido para las quemaduras: Silvederma, se rió un rato y no entendías por qué - si me pongo esto y me da el sol me quemaré aún más la cara - no podía parar de reír, pero no era tu culpa no saber que esa crema era fotosensible. Mientras se reía de tí te quitó la gorra y se la colocó ella - así no me dará el sol en la cara y podré usar tu receta doctor Darren.

Por fortuna, habían tenido a su disposición un buen bolso de viaje que utilizar para cargar una buena cantidad de provisiones para su viaje, teniendo en cuenta que aún no tenían una idea concreta de hacia dónde viajarían, o dónde podrían encontrar algún refugio, o algo, donde pudieran hacer uso de la ayuda de un doctor. El hecho de que su hermana careciera de ampollas en la piel, dejaba en claro que había cierta diferencia respecto al caso de su madre, teniendo en cuenta que la enfermedad debería haber progresado de la misma manera. Sin embargo, eso no quería decir que estuviera fuera de peligro, por lo que no debían de perder demasiado tiempo, y enfocar su búsqueda en hallar a alguien versado en la salud de las personas. No sería fácil, lo sabía más que bien, no cuando él había tenido suerte de sobrevivir en aquel búnker, al igual que su hermana había tenido suerte de mantener con vida hasta ese momento. Aún así, no podía darse por vencido, y al menos, ahora, tenían una buena dotación de alimento con el que poder sobrevivir un poco más en los siguientes días que les esperaban. Lamentablemente, en el camino, descubrió que su hermana parecía tener cierto problema, debido al nerviosismo que ésta demostraba, y lo estresada que se encontraba. Sin embargo, no podía culparla por ello, no cuando debía de aceptar la realidad de la muerte, el hecho de presenciar varios cadáveres en el camino, en particular el de aquella mujer que se encontraba en un avanzado proceso de descomposición. ¿Cómo podía mantenerse calmada ante algo así? No era un soldado como él. Era tan sólo una pobre chica que había sido forzada a esa desgracia de realidad.

Debido a esto, perdieron más tiempo del que Darren hubiera deseado, si bien eso no le importó demasiado, no cuando su prioridad era que su hermana estuviera bien. Si debían detenerse, si tenía que tranquilizarla y decirle que todo estaría bien, no dudaría en hacerlo. Él estaba allí para ser un pilar de apoyo tanto físico como emocional. Por eso mismo, cuando su hermana gritó de aquella manera, ante el horror de semejante visión, el soldado no dudó en abrazarla con todo su cariño, para luego asegurarle que no tenía que preocuparse, que él estaba allí para ella. Era obvio que, tarde o temprano, debería de enseñarle algunas cosas, en especial sobre cómo utilizar un arma de fuego. No sabía si alguna vez podría llegar a necesitar ese conocimiento, por lo que aquello era una necesidad bastante importante. De cualquier modo, no tardaron mucho en llegar a la farmacia, tras caminar lo suficiente, si bien, el soldado no necesitó de mucho tiempo para comprender que aquello sería más difícil de lo que habría imaginado. Después de todo, apenas tenía idea de algunos medicamentos básicos, que solían usarse de manera cotidiana. No obstante, cuando se trataba de algo más complejo para su hermana... estaba claro que su conocimiento no sería suficiente. - Muy gracioso, K... - Le dijo a la chica, intentando no mostrarse bastante frustrado con el hecho de no saber mucho sobre medicina. Quería ayudarla pero... era casi un completo ignorante cuando se trataba de esas cosas. - Al menos tenemos algo de amoxicilina. Tal vez sirva para combatir un poco lo que tienes... o si nos lastimamos. Se supone que combate bacterias, ¿no? - Preguntó mientras guardaba el resto de las cosas, notando que su hermana parecía saber algo más que él en esas cosas. - Sí, usa mi gorra. Será lo mejor. No quiero que te lastimes más la piel. Es un milagro que no tengas las ampollas que tienen los otros. - Aseguró con cierto alivio.

No protestó en el momento en el que su hermana le quitó la gorra, principalmente porque sabía que ella la necesitaría más que él, además de que Darren estaba acostumbrado a estar bajo el sol durante mucho tiempo, por lo que la gorra no sería un problema. Lo bueno yacía en el hecho de que habían obtenido una buena cantidad de medicina, por lo que podrían evitarse muchos problemas en el caso de que sucediera un imprevisto que pudiera afectar la salud de uno de los dos, o al menos eso esperaba. Una gripe podría hacer estragos en ambos, ahora que la sociedad se había caído a pedazos como un espejo roto. No obstante, ahora que habían obtenido la medicina que podrían necesitar, y que incluso podría servir para combatir lo que sea que tenía su hermana, quedaba la pregunta de hacia dónde irían a continuación. Por su parte, Darren conocía la existencia de una base no muy lejos de allí... bueno, no muy lejos si iban en coche. Por desgracia, carecían de un vehículo que usar, por lo que tendrían que ir a pie, al menos hasta que encontraran un medio de transporte en el camino. - K... Creo que será mejor que busquemos alguna comunidad o algo que siga en pie. Además... necesito armas. - Afirmó con seriedad, mientras consideraba lo que le diría en detalle. - No sé si esto fue hecho por otra nación o terroristas pero... si se trata de una invasión... no quiero arriesgarme. - Se explicó con cierto pesar en su voz, esperando que su hermana no entrara demasiado en pánico ante lo que había dicho. - Sólo tenemos que asegurarnos de que sea seguro. Aunque... si es demasiado tarde, tendremos que comenzar la caminata mañana. - Dijo de manera tranquila, sabiendo que sería un viaje ciertamente largo, uno que su hermana no debería de estar muy acostumbrada, teniendo en cuenta la cantidad de horas que estarían caminando. Además, era obvio que tendrían que detenerse en ciertos momentos para que pudiera descansar. No quería agotarla, y aquello afectara su salud. - No te preocupes, voy a conseguirte un doctor. - Y sería mejor que éste la tratara o, de lo contrario, no dudaría en usar la fuerza.

Abrazo a mi padre fuertemente, y me tranquilizo un poco. Confío ciegamente en mi padre, y no hago ninguna pregunta sobre su modo de vida.

- ¿Este es vuestro refugio? Parece mucho más grande y nuevo que el nuestr... que el mío. -empiezo a entender que ellos han vivido aquí, mientras yo vivía allí*. No entiendo muy bien por qué ellos viven también en un refugio.- ¿Y mamá? ¿Dónde está?

- Bueno, este es uno de los lugares que utilizábamos para vivir, y para estar cerca de ti, tenemos otra casa un poco más lejos de aquí - tu padre parecía afable, sin embargo, cuando le preguntaste por tu madre, éste volvió a abrazarte fuertemente, por cómo temblaban sus hombros podías adivinar que estaba tratando de reprimir el llanto, fuera lo que fuese se trataba de algo muy doloroso para él. Suspiró.

- Todo fue tan inesperado.. tu madre estaba asistiendo a un congreso a unas horas en coche de aquí, cuando se enteró, trató de llegar hasta aquí lo antes que pudo pero el fenómeno le cogió de lleno.. cuando llegó, quise abrir la puerta para ayudarle porque.. - se detuvo unos instantes hasta poder hablar de nuevo - tenía ampollas y quemaduras en la cara.. pero ella.. activó el protocolo de cierre por lo que no pude salir, me dijo el número de la combinación y me dijo que me reuniese contigo en cuanto pudiera... oh dios.. ella sabía que de haber podido abrir la puerta lo hubiese hecho.. por eso me encerró aquí, me salvó.. - sus facciones estaban desencajadas, parecía estar reviviendo de nuevo todo aquello. Pero luego fijó su mirada en ti, y suspiró. Sonrió y volvió a abrazarte.

- Gracias a dios que estás bien, te voy a cuidar, no vas a estar solo nunca más, te lo prometo..

Aún no alcanzaba el mediodía, decidísteis hacer una parada en un bar cercano para comer algo ya que, de no encontrar un medio de transporte, os esperaban 6 horas de camino hasta el próximo destino: la Comandancia Naval de Almería. Tu hermana y tú comísteis tranquilamente un par de sándwiches que os preparásteis con la comida que había en el bar, pan de molde, embutidos. Además cogísteis un par de refrescos. Era placentero el hecho de estar juntos después de tanto tiempo en reclusión. Ansiabas poder estar con ella durante más de lo que quizás tú subconsciente te decía que sería.

Una vez hubísteis terminado de comer, proseguísteis el camino. Cargabas con una amplia maleta cargada de provisiones pero aguantabas el tipo, parecía que portabas una pluma, mas era comprensible dado tu estado físico. Avanzábais por la calle, tu paso se adecuaba al de tu frágil hermana, hasta que llegásteis a la carretera, en teoría sólo os quedaban ni más ni menos que 5 horas de trayecto. No sabías si alegrarte o lamentarte de lo aislado que se encontraba aquel pueblo, por un lado, el caos seguramente haya sido mayor en las grandes ciudades, por lo que en parte agradecías el destino que te había tocado.

Tu hermana caminaba junto a ti, sonreía a pesar de todo, de vez en cuando te hacía bromas para sacarte una sonrisa. El dolor que había en tu corazón por todo lo que había pasado desaparecía al observar su sonrisa y su despreocupación. Sin embargo, lo que a continuación aconteció te puso en inmediata alerta. Un grito desgarrador surgió desde la lejanía, lo que parecía una persona se acercaba a pasos exacerbados hacia vosotros, su mirada, inyectada en sangre y su semblante frío y amenazador te heló la sangre. Venía directo hacia vosotros y, por lo que tus años de experiencia al servicio militar te decía, no venía con buenas intenciones.

Viendo que sería un largo de viaje, si es que no encontraban un medio de transporte en el camino, el soldado no dudó en detenerse a comer, disfrutando de un buen momento con su hermana, algo que los dos necesitaban, teniendo en cuenta la situación en la que se encontraban. No sabía si su hermana estaría siempre con él, o si la enfermedad, con el tiempo, la reclamaría, si bien aquello no era algo en lo que deseara pensar demasiado. Su intención era salvarla. Aún así, aquel pensamiento no paraba de presentarse en su mente, empeorando el sabor de la comida que disfrutaba en ese momento. Si llegaba el tiempo en el que tuviera que separarse de su querida hermanita... ¿podría aceptarlo? ¿Podría vivir con semejante pérdida? Lo más probable era que sí, ya que siempre había sido un sujeto duro, que absorbía el dolor para continuar, si bien... eso no quería decir que algo en él no podría morir. Ahora que su madre había muerto, Darren no dudaría ni por un segundo en hacer lo que tuviera que hacer para ayudar a su hermana, o alejarla de todo peligro. Por eso estaba determinado a encontrar armas para poder protegerla de cualquier mal. En otro momento, era posible que hubiera actuado de una manera más considerada hacia otras personas, si bien, ahora que Karen era lo único que le quedaba de su familia... no pensaba correr riesgo alguno. No dudaría en actuar para asegurar su vida, sin importar sus acciones. La familia debía de permanecer unida, en las buenas y en las malas. Eso era lo que se había jurado, y eso era lo que haría. Aquel pensamiento permaneció en su mente mientras comían, sonriendo de vez en cuando para que su hermana estuviera tranquila.

Cuando por fin iniciaron nuevamente el camino hacia la Comandancia Naval, se aseguraron de mantener un buen ritmo, aunque sin que su hermana se agotara demasiado. Lo que menos deseaba, era que la enfermedad pudiera progresar ante el agotamiento de Karen, por lo que lo mejor era marchar a una velocidad apropiada, con la cual no se cansara mucho. De todas formas, tenían bastante tiempo antes de que la noche se hiciera presente, por lo que no tardarían mucho en llegar a su destino, incluso si se detenían un momento a descansar. Por fortuna, lo que cargaba con él no era tan pesado para su cuerpo, debido al duro entrenamiento que había tenido que soportar en el ejército, lo que sería de mucha utilidad para poder cargar un buen número de provisiones, sin tener que preocuparse por el sustento. De momento, no había sido muy difícil obtener una buena cantidad de suministros, si bien eso podría cambiar en el futuro, si es que descubrían que había otros que hubieran sobrevivido la catástrofe. Aquello, era algo que ciertamente le preocupaba, en especial cuando desconocía cómo era la situación en las grandes ciudades. El caos era seguro que hubiera sido mayor, y no estaba seguro de que fuera una buena idea visitarlas, si es que había sobrevivientes. Después de todo, nada le aseguraba que no hubiera cierta falta de... ley en las mismas, ahora que no había duda de que un buen número de personas habían muerto. La situación no debía de ser la misma que antes de que cayeran las bombas. A lo largo de la historia, el ser humano había demostrado ser bastante complicado cuando se trataba de cambios abruptos o momentos de caos, por lo que era obvio que no debía de confiarse demasiado, no cuando su prioridad era su hermana.

A medida que caminaban, cada broma de su hermana resultaba ser de mucha utilidad para sacarle de sus pensamientos, dibujando una sonrisa en su rostro, agradecido ante el hecho de que su hermanita se esforzara de esa manera para alegrarle y distraerle. Que ella estuviera con él en ese momento... era ciertamente una bendición para el soldado, en especial cuando no sabía lo que habría hecho si no tenía a su hermana a su lado, ahora que había perdido a su madre. - Si estás cansada, dímelo, ¿está bien? - Le dijo a la chica en un tono gentil, dejando en claro que no se molestaría por el hecho de tener que interrumpir la marcha, no cuando ella era más importante para él que las armas que debería de obtener. - No quiero que te canses. Tenemos todo el tiempo del mundo para llegar. - Aseguró con tranquilidad, sabiendo que aún quedaba bastante tiempo antes de que anocheciera. Sin embargo, tras pronunciar aquellas palabras para asegurarse de que su hermana estuviera bien, un grito desgarrador hizo que el soldado desenfundara su arma con rapidez, alerta a lo que sea que había ocurrido. - Quédate detrás de mí, K. - Le indicó a su hermanita, asegurándose de que estuviera fuera de peligro mientras él observaba a su alrededor, atento. En la distancia, pudo notar la presencia de una persona, la cual se acercaba con cierta rapidez hacia ellos, si bien sus intenciones no parecían ser buenas. Los ojos inyectados en sangre, junto con la expresión amenazadora que aquella persona mantenía en ese momento, despertó cada una de las alarmas de peligro en la mente del soldado, en cuando no dudó en apuntar con su arma a la persona en cuestión, a medida que se acercaba. No sabía muy bien lo que estaba sucediendo, ni siquiera por qué pretendía atacarles, si bien no había duda de que la persona había perdido la capacidad de pensar, o simplemente no le importaba. Era obvio que deseaba hacerles daño, incluso, tal vez, matarles, por lo que Darren apuntó con la intención de volarle la tapa de los sesos antes de presionar el gatillo de su pistola. El motivo era simple... no iba a permitir ninguna amenaza contra su hermana, por lo que no tendría piedad contra nadie.

Cuando mi padre me da la noticia de que mi madre ha muerto todo lo demás desaparece a mi alrededor. Ya nada tiene importancia. Me siento en el suelo y me pongo a llorar desconsolado. No puedo hacer otra cosa que llorar.

El disparo en la cabeza fue certero y letal, la persona que hasta hace unos segundos se dirigía hacia vosotros iracundo y rabioso falleció en el acto, cayendo al suelo bruscamente. Su cara ahora no era distinguible entre la sangre y sesos que había esparcidos por el suelo. Te aseguraste, protegiendo a tu hermana, de que aquel tipo no se volvería a levantar del suelo. Fuera lo que fuese aquello que le había motivado a seguiros, preferías no descubrirlo.

Karen no pudo evitar proferir un grito angustioso ante lo que acababa de ver.

- ¿Pero por qué le has disparado hermanito?.. ¿era peligroso?.. parecía que quería hacernos daño.. - acto seguido comenzó a llorar desconsoladamente.

Lo que acababa de pasar le había sacado de sus casillas, en su cabeza no cabía la guerra ni las muertes. No conocía tu vida militar ni sabía lo que eras capaz de hacer con tal de salvarle, pero ahora sí lo pudo comprobar. Se quitó rápidamente las lágrimas que recorrían su rostro y se recompuso. Te abrazó fuertemente.

- Gracias.. gracias por cuidarme, perdóname por preguntarte por qué le has disparado.. quería hacernos daño- dijo a tu oído

Tu padre te abrazó durante unos minutos para luego besar tu cabeza, sabía que te había expuesto a un mundo aislado en el que ellos lo eran todo para tí. Ahora tu madre no estaba y él era lo único que te quedaba. Debía ser fuerte por ti y por él.

- Ahora yo voy a cuidarte.. voy a cuidarte hijo, no tienes nada que temer, desahógate.. llora.. estaré contigo el tiempo que lo necesites, te abrazaré el tiempo que haga falta, te consolaré siempre y te cuidaré siempre.. - aquellas palabras salían de lo más profundo de su corazón, cada palabra fue pronunciada con extremo cariño y cuidado. 

Al ver cómo su disparo acertaba directamente en la cabeza de su atacante, el soldado suspiró aliviado, sabiendo que aquello debería de ser suficiente para encargarse de la amenaza contra su hermana. Después de todo, no conocía a nadie que pudiera levantarse tras un disparo en la cabeza, menos con la munición .45 de una SIG Sauer, arma reglamentaria del ejército americano. Incluso estaba más que seguro de que la persona no había sobrevivido al disparo, a menos que pudiera sobrevivir con un gran hoyo en la cabeza. Aún así, no dudo en acercarse hasta el cuerpo, con el arma aún empuñada, dispuesto a dispararle si continuaba intentando atacarles, a pesar del daño que había recibido en la cabeza. No obstante, al prestar atención lo suficiente, pudo notar que el extraño atacante no volvería a levantarse del suelo, teniendo en cuenta que sus sesos estaban desperdigados por el pavimento, lo que dejaba en claro que estaba... definitivamente muerto. Eso, lamentablemente, no explicaba el porqué les había deseado atacar, mucho menos de esa forma tan descabellada, a pesar de que el soldado estaba armado y no había dudado en apuntarle. Era como si su pistola no hubiera sido de importancia, como si la ira le hubiera nublado la mente lo suficiente como para suicidarse de esa forma. Desde que había salido del búnker, la situación no había hecho otra cosa más que volver realmente extraña. Primeros la extraña tecnología de las bombas utilizadas contra la población, y luego aquel maniático atacándoles como si fuera una maldita bestia. No había duda de que necesitaba muchas respuestas a las varias preguntas que tenía en su mente en ese momento. Sin embargo, tras enfundar su arma, no tardó en concentrarse en su hermana, la cual parecía haber entrado en pánico, luego de haber presenciado semejante horrible escena.

- Yo... lo siento, K. No tuve otra opción. No parecía que deseara detenerse. - Alcanzó a decir, antes de que su hermana comenzara a llorar, una visión que causó un dolor agudo en el pecho de Darren, el cual no había deseado traumar de esa manera a su hermanita, no cuando ésta era realmente importante para él. Lamentablemente, no había tenido otra opción, no cuando deseaba protegerla, no cuando no habría permitido que ese bastardo le hiciera daño a la única familia que le quedaba en ese mundo. Por fortuna, tras dejar que llorara por un breve momento, ya que imaginaba lo que la joven podía sentir en ese instante, su hermana no tardó mucho en secarse las lágrimas, antes de abrazarlo, tal vez buscando algo de apoyo emocional en él. Al oír aquellas palabras, no pudo evitar sonreír aliviado, agradecido por el hecho de que Karen no le culpara por lo que había hecho. El hecho de que ésta lo comprendiera, era algo que sin duda ayudaba a mejorar el humor del soldado. - Sí... quería hacernos daño, y no iba a dejar que te lastimara, K. No puedo permitirlo. No me importa si tengo que dispararle a cualquiera que pueda ponerte en peligro. - Afirmó de manera seria, dejando en claro lo importante que era la chica para él. Había perdido a su madre, no podía permitir que lo mismo le sucediera a Karen. Tras decir aquello, no dudó en devolverle el abrazo a su hermana, con todo el cariño que podía dedicarle en ese momento. - Debería pedirte perdón. No me gusta que veas éstas cosas pero... tal vez no tengas otra opción. Esto... no es normal. Y no sé si puede haber otros como ésta persona. No voy a correr riesgos contigo, K. Tú me importas más que todo lo demás, ¿entiendes? - Se explicó, lo que demostraba su determinación respecto a proteger a su querida hermana. - ¿Estás mejor? Ven, será mejor continuar. Tenemos que llegar a esa base. Parece que las armas son necesarias. - Afirmó, preocupado, incrementando la intensidad del abrazo, para asegurarse de que estuviera allí con él, antes de soltarla, dispuesto a continuar.

Estuvimos un buen rato así, abrazados y en silencio. Las palabras de mi padre me reconfortaron.

- ¿Qué ha pasado? ¿Se ha acabado el mundo?- pregunté a mi padre, esperando que él tuviese una respuesta. En este otro refugio me sentía de nuevo a salvo, era muy parecido al mío, era cómodo, calentito, y me sentía arropado. La experiencia del mundo exterior ya había terminado por fin. - El exterior es inmenso. He pasado mucho miedo.

Las comunicaciones están reestablecidas.