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Las Cronicas de Giovanni: La Última Cena

Escena I: En Compañía de Extraños

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28/03/2019, 21:00
Segismundo

Miró al monje de solsayo, antes de responderte entre susurros. - Quien reparte, o repartía la palabra del Señor en estas tierras. Ahora es un espectro de quien fue en antaño... Creo que su exceso de Fe y celo le llevaron a la locura, haciéndole beber en exceso. Es cierto que el señor Giovanni es un poco... extraño, pero jamás me atrevería a decir y afirmar las palabras que ese pobre loco repite sin cesar. - Te dijo con una sonrisa y rostro amable.

- Siempre que quiere, que necesita nuevos empleados, que celebra fiestas... Es inmensamente rico y extravagante. Mi posada se mantiene viva gracias a él, incluso el pueblo entero que crece bajo las faldas de su castillo. No seré yo quien tire piedras sobre su tejado, damisela. - Te respondió con un tono amable, sin borrar la sonrisa de su rostro, para luego continuar con sus labores. - Discúlpeme unos instantes, debo atender otras cosas. - Te indicó antes de salir de la barra. Por supuesto, podrás seguir hablando con él a su regreso, el cual no debería tardar demasiado.

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28/03/2019, 21:53
[Abandono] Griselda Ardelean

Aún sentía ganas de vomitar cuando asomaba en mi mente la terrible escena presenciada durante el viaje en carruaje, con lo que me esforzaba casi de manera continua en pensar en cosas más alegres, como lo mucho que podría mejorar nuestra vida tras acudir a aquella misteriosa reunión.

Al llegar a nuestro destino y bajar del carruaje, me sentí inquieta al encontrarnos de nuevo con aquellos guardias. Me dejé guiar por Arpád al interior, quien en voz baja parecía tratar de calmar mi ánimo, lo cual agradecí en silencio haciendo uso de una comedida sonrisa y un leve asentimiento de cabeza.

Dentro, en seguida noté cómo la calidez del lugar se abría paso desterrando el frío del exterior que en poco tiempo ya se había intentado abrir paso hasta mis huesos. Nada más entrar, un hombre que trabajaba para Giovanni, tal y como indicaba aquella “G” en sus ropajes, nos pidió la invitación y leyó nuestros nombres en voz alta; lo cual hizo que girara mi rostro de un lado a otro de inmediato.

Observando brevemente a las personas allí congregadas, me disponía a seguir las indicaciones de Arpád sobre dónde sentarnos cuando el empleado de nuestro anfitirión comenzó a pronunciarse en voz alta, aclarando qué era lo que nos aguardaba.

Mi rostro se llenó de ilusión, pues todo parecían buenas nuevas, aunque lo que más me emocionaba era la idea de contar con “ropajes para la ocasión”, pues supuse que se trataría de ropa elegante; o al menos mucha mejor que la que siempre portaba.

Sólo espero que no lleve una de estas “G”...

Arpád me susurró con picardía sobre qué quería tomar, pues en vista de lo que nos habían comunicado no íbamos a tener que pagar nada, pudiendo tomar lo que quisiéramos.

Nos sentamos y medité durante unos segundos sobre aquella pregunta, abriendo ya mi boca para pronunciarme cuando alguien en la sala quiso compartir algo con todos. Se trataba de un monje que nos advertía sobre nuestro anfitrión, refiriéndose a él nada más y nada menos como el Diablo. Aquellas declaraciones borraron todo atisbo de alegría de mi rostro, a pesar de que el posadero había tratado en seguida de hacerle callar y restar importancia a aquellas palabras. No fue hasta que escuché a Arpád explicarme lo sucedido que comencé a calmarme. Él era muy listo, era muy probable que se tratara de lo que decía.

- A-a-algo c-caliente. - comencé a responder cuando se reiteró sobre lo que quería tomar. - Y-y q-q-queso. Buen queso. - sonreí.

Pero nuevamente aquel monje alzó la voz, haciendo que me encogiera en mi asiento brevemente ante su insistencia, resultando cada vez más contundente en sus palabras.

-D-dic-ce que l-lo c-conoce b-b-bien. - dije preguntándome si sería conveniente hablar con aquel monje.

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28/03/2019, 22:29
Guillaume Valjean

Guillaume miró al hermano Clemente con una frialdad casi palpable mientras sus mandíbulas se tensaban y su cuerpo se ponía en una tensión evidente. En cuanto acabó de hablar escupió en el suelo sin decir nada más, sin dejar claro si escupía sobre el nuevo patrón Giovanni o sobre las bondades del señor Jesucristo.

Lo dejó de mirar y clavó sus miradas en las llamas, una representación de su infierno particular. Él sabía mejor que nadie que los demonios adoptan distintas formas y tamaños y visten con distintos ropajes. Sus demonios tenían túnica de sacerdote y violaban y mataban a inocentes, y en su caso, los perseguían para silenciarlos. Demonios, que sabría aquel maldito fraile borracho de demonios, que podría saber, los suyos hablaban en latín y rezaban de espalda a los feligreses, los suyos quemaban a mujeres por no acostarse con ellos al grito de bruja o infiel, los suyos predicaban pobreza mientras nadaban la abundancia. Esos eran los demonios que el temía, los que le despertaban en la hora más tardía de la madrugada, y si aquel Giovanni no era amigo de la iglesia se convertiría en el mejor patrón posible aunque no aprobará la brutalidad de sus hombres, al menos no en hombres sin sotana.

Captó el leve movimiento de ceja del guerrero que tenía al lado y lo miró de reojo. Había visto tipos como aquel en sus viajes a amberes, sevillanos interesados en el negocio del acero para las innumerables guerras de los españoles, por lo que alguna palabra había aprendido en español y algo tenía que hacer un hombre antes de comer, sobre todo cuando está rodeado de extraños y es posible que se necesite a alguien para que te cubra la espalda. Mirando al fuego simplemente le dijo

"Español?... Soy Guillaume el bretón"

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29/03/2019, 09:29
[Abandono] Arpád Budai

El monje joven se reunió con el viejo que despotricaba acerca de nuestro anfitrión, que continuó con su perorata hasta que el propio posadero tuvo que ponerle freno. Lo cierto es que me negaba a prestar atención a sus palabras, pues ya conocía aquel tipo de situaciones. Era de lo poco que había logrado entender de mis maestros otomanos cuando se ponían filosóficos, ese raro concepto de la verdad. Estaba la versión de una parte, la versión de la otra, y muy por encima de la suma de ambas estaba la verdad. Pero la filosofía nunca me había interesado, pues yo sólo quería aprender medicina, y ya había conocido a muchos que relataban su versión sin que ésta tuviera la más mínima relación con la verdad salvo en sus mentes. Por eso, cuando Griselda mencionó que el anciano parecía conocer al señor Giovanni, negué con la cabeza, sonriendo.

Conoce su experiencia con él, sesgada por sus propios asuntos. -Repliqué- No me interesan los problemas que ese hombre haya tenido con el señor Giovanni. Dudo que vayan a ser los míos. -Quizás era en exceso duro con el campesinado, en la recaudación de impuestos, o con la Iglesia. Aquellos parajes estaban llenos de lo que los cristianos llamaban "herejes", algunos de los cuales eran nobles que rendían fe a la antigua religión. ¿Quién sabía de dónde vendría aquella animadversión? ¿Y a quién le importaba? Si algo había aprendido, era a no meterme en asuntos ajenos- Entonces... ¿Queso y... sopa o estofado? -Pregunté finalmente, guiñando un ojo a mi compañera.

Me puse en pie, dispuesto a acudir a la barra para hacer un pedido al posadero, cuando me fijé en aquel hombre que estaba sentado en un costado de la estancia, en soledad pero observando todo cuanto pasaba, como un ave de presa sobre su rama aguardando al paso de una alimaña. Reconocía la mirada de un hombre así, acostumbrado al dominio sobre los demás. En un primer instante, se me ocurrió la posibilidad de que fuera un hombre de Giovanni, presente para asegurar la seguridad o alguna tarea similar. Sin embargo, al contrario que la absoluta totalidad de los hombres del señor, no había ninguna "G" grabada en sus ropajes. Me detuve en el centro de la estancia, dudando acerca de qué hacer, y finalmente me decidí a acercarme a él, adoptando la humilde postura que se esperaba de alguien de procedencia humilde, del pueblo llano, frente a un superior.

Buenas noches, mi señor. Espero no molestar, y si es así dígamelo y me marcharé tras pedir humildes disculpas... -Le dije, inclinando mi cabeza- ¿Me... entiende? ¿Hablamos el mismo idioma? -Quise asegurarme, antes de proseguir, esperando una confirmación por su parte- Mi nombre es Arpád Budai, cirujano-barbero para servirle. -Me presenté poniendo una mano sobre mi pecho- Me preguntaba si usted sabría algo de la naturaleza de la invitación que, al parecer, todos hemos recibido del señor Giovanni. Lo cierto es que sus hombres no nos han contado gran cosa, ni sabemos apenas nada de ese buen señor.

Notas de juego

El caballero al que me dirijo es Boromir, por si no queda claro.

Si resulta que no sabe mi idioma, obviamente, todo lo posterior a la pregunta no llega a pasar.

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31/03/2019, 17:20
† Olivier St-Arnaud †

Me siento a la mesa del hospitalario soldado, componiendo la mejor de mis sonrisas y tendiéndole la mano.

—Olivier St-Arnaud, compositor, lutier, violinista, organista... tal vez hayáis oído hablar de mí —me presento, no del todo seguro de que mi fama me preceda en estas latitudes—. Es un honor para mí conocer a un héroe de guerra como vos, bravo Paul. Lamento que vuestra herida os apartara de la gloria del campo de batalla pero sin duda podéis enorgulleceros de haber combatido contra los infieles y haber sobrevivido a semejante hazaña. A mí, en cambio, mi débil y enfermiza constitución me ha tenido siempre apartado de los admirables esfuerzos de la vida castrense.

»Oh, aquí viene la cena. ¿Me haríais el honor de compartirla conmigo? —le ofrezco a mi compañero de mesa, antes de dirigirme al muchacho que acaba de servirnos— Tráenos una hogaza de pan y otra bebida para mi amigo Paul, la cristiandad no puede permitirse mantener desatendidos a sus campeones.

»Perdonadme, ¿de qué hablábamos? Ah, sí, de lord Giovanni... Estoy convencido de que un hombre tan juicioso como él no desaprovechará la ocasión de contratar a un veterano tan distinguido como vos. Decidme, Paul, ¿sabéis por qué necesita tantos defensores? ¿Acaso están sus tierras siendo atacadas por los turcos? Ciertamente sé muy poco de este lugar pero lord Giovanni se ha tomado tantas molestias para invitarme a amenizar su velada y la de sus distinguidos invitados que no me pareció elegante desairarle con mi negativa.

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31/03/2019, 21:14
† Daphné Sabineau †

El monje del hábito salpicado de vómito hizo lo que Daphné no se atrevió: hablar con el hermano Clemente. La joven le miró con asombro, tratando de no perder detalle de la conversación, pues quería saber si había un motivo de peso para lanzar tales juicios o si el hombre tan solo esgrimiría incongruencias. En cualquier caso estaba dispuesto a hablar, pero no mientras su jarra estuviese vacía.

Por otra parte se había celebrado un brindis que cogió desprevenida a Daphné. Estas cosas no le gustaban porque hacían que la gente tuviese que posicionarse y mostrar cuáles eran sus pensamientos o sus intenciones. Ella no levantó la jarra, sencillamente dejó pasar aquel acto como si tan siquiera se hubiese enterado de ello, aunque miró de soslayo al hombre de cabello rubio* para ver qué hacía.

Del joven de la mesa cercana supo que se llamaba Paul y que había escuchado rumores. Parecía que el señor Giovanni buscaba trabajadores y soldados. Se quedó extrañada y preocupada. Ella tan sólo había sido invitada a asistir a un evento y luego pensaba regresar a su pueblo, con su familia. Ahora, sin embargo, no podía dejar de contemplar aquella opción que le había anudado el estómago. No se quedaría en estas tierras, volvería con los suyos, pero ya podía ir pensando en cómo denegar esa propuesta, si es que llegaba a producirse, para que el señor Giovanni lo tomase del mejor modo posible.

La otra cuestión tampoco era muy alentadora. “Busca a un gran número de soldados”. La piel se le erizaba sólo de pensar en ello. Ya había visto el actuar de esos guardias y era previsible que de haber enfrentamientos la crueldad alcanzaría unas dimensiones terribles.

Respiró despacio tratando de tranquilizarse. Ahora no podía hacer nada. No había modo de volver a Sérézin aunque quisiera hacerlo. Debía aguardar junto a los demás, aunque llegado a este punto tenía la sensación que era parte de un rebaño conducido a un destino incierto sin ningún tipo de explicación.

Al otro lado de la posada, el chico de cabello rizado se acercó al hombre de cabello rubio, que seguía sentado en el mismo lugar.

Notas de juego

*Boromir

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31/03/2019, 21:42
† Daphné Sabineau †
Sólo para el director

-Por supuesto -respondió al posadero cuando hizo una pausa para atender a los clientes. Sus palabras reforzaban lo que Paul había dicho: el señor Giovanni buscaba trabajadores. Ahora Daphné ya no se sentía como una pobre oveja que iba donde le decían, sentía que posiblemente iba al matadero. Y esto era por el proceder que había visto en los guardias con la “G” bordada. Sus miradas, sus faltas de respeto, su inmensa crueldad. Estaba realmente asustada aunque intentaba disimularlo lo mejor posible.

Esperó a que el posadero regresara a la barra y aguardó a que llegase un momento en el que tuviese poco trabajo, seguramente después de que todas las mesas tuviesen ya su plato de estofado. Luego retomaría la conversación:

-¿Extraño en qué sentido? -ladeó la cabeza pensativa. Miraba a Segismundo con naturalidad, como quien mantiene una charla amena. No esperaba que el posadero hablase mal del señor Giovanni, pero le ayudaría saber más acerca de él.

-Tal vez necesite más empleados -dejó caer-. ¿Alguna vez alguien ha declinado una oferta así? -lo planteó como si sintiese la curiosidad, pero en realidad estaba preocupada. Seguro que el posadero sabía cuán sensato o imprudente era denegar tal ofrecimiento.

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01/04/2019, 19:17
† Ioan †

Seguro que tal cosa no será necesaria hijo mío- le dije al posadero cuando habló de echar del lugar al hermano Clemente, observando de paso la reacción de todos los que estaban allí a las palabras del monje, especialmente a los dos hombres junto a la chimenea*, quienes parecían prestar atención a sus palabras, a pesar de que la mirada y expresión de uno de ellos no parecía precisamente amable, así como también a la joven que se había sentado cerca de nosotros en la barra**, quien nos observaba con evidente curiosidad… y no poco nerviosismo, a juzgar por cómo se comportaba, aunque si era por lo que había oído, por el viaje o por algo más, lo desconocía. O tal vez, simplemente era el hecho de estar sola en un lugar nuevo lo que la hacía ponerse nerviosa, y seguramente nuestra presencia como hombres de fe la ayudase a tranquilizarse.

¿Estáis bien, hija mía?- le pregunté con una sonrisa amable y preocupada al mismo tiempo -Podéis uniros a nosotros, si queréis- le ofrecí, haciéndome ligeramente a un lado para que pudiese acercarse -Hermano, ¿acaso no podéis hablarme de la maldad que como decís anida en el señor de estas tierras sin la ayuda del vino? Desde luego, no lo necesitais para infundiros valor, pues a buen seguro un hermano como vos no temerá dicha maldad- le dije al hermano Clemente cuando mencionó que su jarra estaba vacía, pues era algo que me recordaba demasiado al comportamiento de un borracho de taberna… algo impropio para quien había ofrecido su vida al servicio del Señor -Recordad hermano que la mesura es una virtud necesaria en el Camino de Dios Nuestro Señor, pues nos sin ella somos presas de vicios y pasiones que nos apartan del Camino- le dije con cierta severidad.

Notas de juego

* Salomao y Guillaume (este ultimo el de la mirada poco amable)

** Daphné

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02/04/2019, 11:28
† Salomao Ali-Caro †

Mientras todos los parroquianos comenzaban a relacionarse entre sí, Salomao sólo tenía ojos para el fraile y su respuesta, así como para el joven párroco que se había acercado a hablar con él, sentía curiosidad por saber que era lo que se decía de Giovanni y cual sería la respuesta que le diera a Ioan.

Entonces una voz profunda a su lado lo sacó de su ensimismamiento obligándolo a descentrar su atención y mirar directamente a quien le había llamado, se trataba del fortachón que parecía tener animadversión a todo lo religioso, a tenor por el escorbuto que había lanzado al suelo... en una... no... dos ocasiones, cuando uno de los religiosos había hablado.

"Español?... Soy Guillaume el bretón"

- Casi...- respondió con un ligero acento portugués y deje español- soy mitad portugués, mitad español... pero me he criado en tierras de Castilla y he luchado por sus reyes, español o portugués está bien. Mi nombre es Salomao- iba a haber añadido su apellido pero lo dejó estar, cuando lo pronunciaba denotaba su origen mudejar y no siempre era bien recibido.

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02/04/2019, 22:16
Guillaume Valjean

Guillaume miró al fuego y asintió mientras se frotaba las manos ausente por un segundo mientras intentaba repasar las palabras que conocía en español, no era demasiado, sus clientes solían hablar alemán o francés pero algún contacto había tenido con españoles vendiendo acero y con eso tendría que bastar.

Girando el cuello para mirarle a los ojos le dijo "De camino guardias, como se dice, mutaron? metaron?...matar, guardias matar bandidos. Peligrosos, mucho, peligrosos. Eres grande guerrero, yo también. Podría cuidar tu espalda si tu cuidas mía?. Entiendes, Salomao?"

Hacía años que no hablaba español, en otra vida cuando tenía una familia que estaba a punto de crecer, donde era un comerciante de acero y no conocía el hambre ni las privaciones. Parecía que habían pasado cientos de años pero no habían sido tantos, continuaba sintiendo el vigor de la juventud corriendo por sus venas junto a la sed de venganza. Ahora era un superviviente, y aunque el tal Giovanni parecía ser un enemigo de la iglesia siempre era importante tener alguien que cuidara de su espalda.

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03/04/2019, 11:50
† Salomao Ali-Caro †

Salomao miró a Guillaume a los ojos, la mirada del portugués era dura y oscura, la de un hombre que ha visto muchas veces a la muerte de cara y cuyo oscuro manto acompaña, como si las vidas que había sesgado sobrevolaran a su alrededor advirtiendo sobre la determinación que guiaba su espada cuando la desenfundaba.

"De camino guardias, como se dice, mutaron? metaron?...matar, guardias matar bandidos. Peligrosos, mucho, peligrosos. Eres grande guerrero, yo también. Podría cuidar tu espalda si tu cuidas mía?. Entiendes, Salomao?"

- Sí- dijo escueto al principio- los guardias de Giovanni mataron a esos pobres diablos- tras unos segundos en que continuó estudiando al bretón respondió con lentitud para que lo entendiera bien- De acuerdo. Cuidaré de tu espalda a cambio de que cuides de la mía- para a continuación tenderle la mano para sellar el pacto, tener un aliado en aquellas tierras, aunque acabaran de conocerse era algo realmente bueno, iba a añadir lo Juro por Dios... pero probablemente Guillaume terminaría por escupirle a la cara y no habiendo necesidad... era mejor jurar por otras cosas igual de válidas- lo juro por mi honor- aquello debía ser suficiente, el honor de Salomao no debía tomarse nunca a la ligera... había matado por agrabios menores sobre su persona...

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05/04/2019, 18:22
† Daphné Sabineau †

El monje del hábito oscuro se dirigió a ella y Daphné pareció sorprendida. Estaba tranquila pensando en que nadie reparaba en su presencia, cómoda en esa resguardada posición, pero el monje era atento y observador y se había percatado de su interés en la conversación que mantenía con el anciano bebido.

Se removió un poco en la silla y le miró con agradecimiento por el ofrecimiento, pero declinó la invitación negando suavemente con la cabeza y esbozando una leve sonrisa. No quería que la relacionasen en habladurías acerca del señor Giovanni, y tampoco se habría podido acercar mucho más al monje, al menos hasta que no tuviese la deferencia de ir a asearse. 

Daphné miró al posadero de nuevo, distrayéndose un momento mientras le miraba trabajar.

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05/04/2019, 19:05
Guillaume Valjean

La mano encallecida y áspera de Guillame estrechó con fuerza la de Salomao mientras le miraba a los ojos. Los ojos de Guillaume eran oscuros e insondables pero tenían un poso de un dolor profundo, antiguo, ocurrido en una vida que hacía tiempo que había dejado la suya. Con su voz profunda le dijo "Guillaume el bretón cuidará de tu espalda, aunque hace mucho tiempo que dejé de tener honor.".   No hacía falta mucho más, aquel portugués parecía ser un guerrero y todo guerrero sabía que un guerrero solo es una presa fácil. No se fiaría de él, ni tampoco Guillaume se fiaría en demasía, pero de momento era la única decisión sabia para salvar su pellejo. Llevaba varios años en los que se había consagrado en sobrevivir para vivir un día más para poder vengarse, y algo en aquella taberna le ponía los pelos de punta.

El bretón volvió a perder la mirada entre las llamas durante más tiempo apropiado antes de volver a mirar al portugués con una sonrisa apreciativa "Buen acero, buena espada. Tiene nombre?" Su padre antes que él había sido herrero y en su tierra era la costumbre, cada arma tenía un nombre, casi todos de mujer. Hacía tanto tiempo que  no templaba acero que no sabía si alguna vez tendría dinero para volverlo a hacer, demasiado tiempo, y era lo único que le ligaba a lo que era antes, el martillo de herrero de su padre era lo único que le quedaba de aquella vida, eso y la sed de venganza.

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05/04/2019, 22:51
Boromir

El hombre, que había permanecido en silencio todo aquel tiempo y espectante de lo que iba ocurriendo en la posada, observando a las dos mujeres, rubia una y morena la otra, hablar entre susurros entre ambas y al hombre que se sentaba cerca de ellas, tratar de atraer la atención de las dos. Aquel que observó en silencio como Guillaume alzaba su vaso y brindaba por su señor Giovanni, imitando el gesto con su propia jarra de cerveza, pero sin sonreir un ápice. Quien se iba conviertiendo en el centro de atención de algunos, por estar allí sentado, casi presidiendo el comedor de la posada... se vio de pronto abordado por el joven médico que tenía aspecto de pasar bastante hambre.

El hombre, miró con gesto serio al joven, manteniéndose en silencio. Le escrutó de arriba a abajo, para volver a subir su vista nuevamente a los ojos del joven, para luego ponerse en pie ante él. Su metro ochenta y seis de altura y la rectitud y anchura de sus hombros y espaldas, dejaron a Arpád como si fuese un simple niño alto a su lado.

- Os entiendo perfectamente, a vos y a cualquiera en este lugar. - Dijo al joven con cierta soberbia en su voz y en tono alto, para que todos le escuchasen. - Mi nombre es Boromir, de... bueno... ya no importa el lugar. - Añadió a su presentación, desinfándose un poco aquel afán de ser el centro de atención de todo y de todos que parecía tener. - No se mucho más que vos, me temo. - Respondió con sinceridad al cirujano, cuando este le preguntó por Giovanni. - A pesar de conocer y hablar varios idiomas, no logré comunicarme con ellos con ninguna de las lenguas que domino. - Se lamentó por ello, preguntándose en ese momento en que idioma hablarían para no entenderles nada en absoluto.

- Más parece que tenemos a alguien dispuesto a hablar a cambio de un poco más de vino. - Indicó a Arpád, señalando con la cabeza al viejo monje, quien estaba recibiendo una charla por parte de Ioan sobre las doctrinas de El Señor. En ese momento, sonrió al joven médico levemente. - ¡Posadero! ¡Llene la jarra de vino del hermano para que siga contándonos la historia de Giovanni! - Exclamó bien alto, girándose el viejo monje hacia él y escupiendo en el suelo nuevamente, al escuchar aquel apellido. - ¡Que su oro pague las palabras del buen monje! - Añadió alzando su jarra y riendo a continuación, dejando claro que de alguna manera, se estaba mofando de aquel anciano.

Notas de juego

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05/04/2019, 23:12
Paul

- Lo lamento, mi señor. - Respondió Paul a la presentación de Olivier. - Me temo que nunca he sido seguidor de la buena música que vos parecéis componer y creedme si os digo que el verdadero placer de conoceros es mío. Jamás he mantenido una conversación con alguien tan instruido como vos en cuanto a la música se refiere y siempre he querido agradecer al menos a uno de esos hombres, por los cantares creados a raiz de nuestras batallas y guerras. Dándonos fuerzas en sus canciones para continuar cuando las fuerzas flaquean. - Dijo el joven con humildad a Olivier, quedándose mudo cuando este le solicitó compartir la cena y pidió pan y cerveza para él.

- Yo... no se como agradecéroslo mi señor. - Esbozó una sonrisa en sus labios. Por aquel gesto, Olivier se dio cuenta del hambre que estaba pasando el joven. El camarero asintió con la cabeza ante la petición del francés y se marchó en busca de lo solicitado. Tan solo la voz del hombre que hasta hacía poco había permanecido sentado y pendiente de todos, irrumpió vuestra conversación, la cual fue retomada por Olivier enseguida.

- He oído que el señor Giovanni está contratando a muchos hombres, más desconozco el motivo; si no me acepta, no sé qué puedo hacer... - Se lamentó de pronto. -No tengo educación, ni conocimientos de agricultura, ni un oficio. No conozco más vida que la del soldado, y no puedo hacer largas marchas... Mañana al amanecer partiré hacia el castillo del señor Giovanni. - Bajó un poco la voz al pronunciar su apellido, para que el monje no volviese a escupir. Le daba asco oirle hacerlo. - ... con suerte llegaré a las puertas del mismo antes de caer la noche... Pero no solo contrata soldados, se dice que está ampliando el servicio tras la finalización de las obras en su castillo. Más no sabría deciros más, puesto que solo me centré en lo que podía hacer. - Añadió con pesar en su voz, lamentando no ser de más ayuda.

En aquel momento llegó el camarero con la holgaza de pan y la jarra de cerveza para Paul. - Gracias. - Susurró sobrecogido, pensando quizás en su futuro en el castillo.

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05/04/2019, 23:36
Hermano Clemente

El monje continuó moviendo la jarra de vino, ante la atónita mirada de Ioan, quien se percató además de los gestos de quienes estaban junto a la chimenea y de la joven que compartía barra con ambos hermanos de Fe. Pero fue el viejo monje quien miró a Ioan con verdadero espanto al escuchar sus palabras, entendiendo que el vino se había acabado para él y girándose a continuación de manera brusca y violenta, hacia el hombre que ahora estaba en pie y que había mencionado aquel apellido maldito, haciendo que el hombre escupiese nuevamente al suelo. Algo que sin duda parecía divertir al supuesto noble que os acompañaba e indicando al posadero que rellenase la jarra de vino del viejo.

Segismundo, estaba reacio a ello, pero enseguida recordó quien pagaba todo aquello, gracias a las palabras de Boromir y tomó la jarra del hermano Clemente, devolviéndosela cargada de vino segundos después. - ¿Valor? ¿Valor? - Replicó el viejo a Ioan. - No me habléis de valor cuando desconocéis por completo el significado de esa palabra, jovencito. Valor es lo que tiene que tener un hombre para ir allí - Señaló hacia algún lugar inconcluso.- Y decirle al mismísimo Diablo que abandone estas tierras... y eso, hermano... solo lo ha hecho un hombre. Descanse en paz, hermano Severino.

» El vino como vos, como todos los presentes, hace algunos inviernos atrás. Escuchó mis palabras y me prometió enfrentarse a él y a sus brujas, a los súcubos que le acompañan y a los seres infernales que le protegen. Y esa misma noche, una como noche como esta misma... el hermano Severino marchó hacia la fortaleza del Diablo para enfrentarse a él con la Fe y la Sagrada Biblia como armas. Más jamás regresó y el Diablo continúa ahora habitando en su castillo... - Narró antes de beber un largo trago de aquel vino que le acababan de servir.

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05/04/2019, 23:51
Segismundo

El posadero negó con la cabeza ante la actitud de Boromir, pero sirvió aquella jarra de vino al hermano Clemente, tras salir de la cocina. Observó como la joven Daphné le observaba, intuyendo que algo más quería saber... entonces el hermano Clemente inició su relato sobre el hermano Severino. - Deben saber todos los presentes, que el hermano Severino, huyó uno noche como esta, tras las palabras del hermano Clemente... nunca nadie confirmó que se personase ante el castillo de Giovanni. - Como era tradición, el viejo monje volvió a escupir en el suelo. - Ni que hubiesen encontrado su cuerpo por las cercanías... En cambio, si se supo de que un monje fue visto correr por el bosque, en dirección contraria al castillo... una noche como esta, huyendo lejos de las historias de diablos y brujas de nuestro buen hermano... - Aclaró con una sonrisa a todos, tratando nuevamente de relajar el ambiente y empezando a mirar mal al hermano Clemente.

Luego se encaminó hacia Daphné, para ver que necesitaba la joven.

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05/04/2019, 23:57
Segismundo

El posadero no tardó en llegar a tu lado, tras tratar de calmar los ánimos de nuevo. Empezaba a parecer que el hermano Clemente era más un loco y un estorbo que otra cosa. - No quiero hablar mal del señor Giovanni, pero desde que ha llegado, una devastadora enfermedad le acompaña. Hay quien dice que es el mal de ojo. Él y todos sus amigos extranjeros. Incluso tiene huéspedes turcos... - Te susurró casi en completa confianza o como si quisiera quitarse la carga de saberlo de encima.

- Acaban de terminar las obras en su castillo y se dice que busca nuevos empleados. Siempre necesita buena mano de obra, pero algunas veces requiere de algo más específico. - Te comentó mientras limpiaba un vaso con un viejo trapo. - ¿Declinarla? - Permaneció pensativo unos instantes. - Creo que el único que la declinó, por decirlo de alguna manera, fue el hermano Severino y huyó por el bosque... aunque seguramente no sobreviviese a esa noche, puesto que los lobos y los bandidos son peligrosos en esta época del año en esos lugares.

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06/04/2019, 10:23
[Abandono] Arpád Budai

Aquel hombre, por fortuna, comprendía perfectamente mis palabras. Lo agradecí sinceramente, pues conocía la dificultad que implicaba una verdadera muralla idiomática por mis viajes. Se presentó con su nombre, pero la fuerza de la costumbre quiso que tratase de añadir algo más, aunque finalmente lo omitió. Parecía obvio que era un hombre de importancia caído en desgracia, algo en lo que no pensaba indagar para no caer en el error de airarle.

Mi nombre es Arpád Budai. -Me presenté, poniendo una mano en mi pecho- Soy cirujano barbero, bueno en mi oficio me permito añadir. Ella es mi ayudante, Griselda. -Expliqué señalando con mi mano la mesa en que nos habíamos aposentado al llegar, donde mi compañera seguía sentada- Si gusta de compañía, quizás quiera unirse a nosotros para cenar. Voy a pedir algo al posadero ahora mismo, así que puede unirse a nosotros en cualquier momento, si le apetece.

La conversación con aquel caballero no parecía que fuera a servir de mucho en aquel instante, pues él mismo había admitido no gozar de información, y había derivado todo a hacer hablar a aquel viejo monje. Me despedí de él con una inclinación y me dirigí a la barra, donde el anciano despotricaba sobre el señor Giovanni y le culpaba de la muerte de otro religioso, algo que el propio posadero se encargó de vilipendiar.

Buenas noches. Quisiera dos raciones de guiso o sopa, lo que tengan; y una de queso. Oh, y agua para dos. -Le indiqué al posadero, acercándome más para hablarme más de cerca- No sabrá usted, por un casual, el motivo por el que tanta y tan diversa gente ha sido invitada por el señor Giovanni, ¿verdad? No será que está contratando servicio, por un casual, ¿no?

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06/04/2019, 21:07
† Olivier St-Arnaud †

No me tengo por un hombre particularmente dado a las distracciones pero, a medida que comienzo a disfrutar de la comida, la bebida y especialmente de la compañía, me doy cuenta de que mi inspiración para componer un requiem por los salteadores de caminos comienza a abandonarme para ser reemplazada por una actitud más alegre y despreocupada.

—Estoy convencido, amigo Paul, de que lord Giovanni podrá tenerse por un hombre dichoso si cuenta con un soldado como vos entre su guardia personal, de modo que desdeñad cualquier temor al respecto. Yo mismo intercederé en vuestro favor si me acompañáis mañana. Así no tendréis que viajar a pie, ni exponeros a los peligros del camino.

Hago la invitación casi sin pensar pero después me reconozco a mí mismo que es buena idea. Con ella no solo consigo la gratitud de mi nuevo amigo, sino también un aguerrido compañero de viaje que me evitará sustos como los que he vivido anteriormente. Puede que incluso logre el reconocimiento de mi anfitrión por conseguirle tan valioso empleado.

Vamos, comed, no seáis tímido —animo a mi compañero, acercándole el plato y guiñándole un ojo—. Necesitaréis recuperar vuestras fuerzas si queréis causar una buena impresión a vuestro nuevo patrón.