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Las Cronicas de Giovanni: La Última Cena

Escena I: En Compañía de Extraños

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22/10/2019, 18:40
† Daphné Sabineau †

El carruaje se detuvo y Daphné también bajó bajó para estirar las piernas. Pensó en un primer momento pasear junto a las hermanas, pero Bruce, en su intento de espiarlas, la disuadió. Decidió entonces caminar entre la verde y tierna hierba, que peinaba con las yemas de sus dedos a medida que avanzaba. Cuando llegó frente a los imponentes árboles, se detuvo. Los miraba atenta, como si fueran éstos los guardianes de otro mundo que se alzaba más allá. Cerró los ojos, escuchando los sonidos de la naturaleza. Si se concentraba, pensó, podría viajar a su tierra natal y por un momento así fue. El sol, acariciando su rostro y hombros, la reconfortaba, y ese calor, junto a los sonidos y la percepción del dulce aroma de las flores, hacían perfectamente creíble que aquella podía ser una jornada en Sérézin, tejiendo coronas de rosas junto al río, con su mejor amiga y hermanos, y a lo lejos, Elouan regresando con su perro, al que su hermano pequeño no tardaría en ir a buscar.

Aquel ensueño duró apenas unos segundos, pero le parecieron largos minutos. Caminaba lentamente, con los ojos cerrados y una apacible sonrisa dibujada en el rostro. Se hubiese tumbado en la hierba de no ser por el delicado y carísimo vestido que llevaba y que brillaba sobremanera bajo el sol. Jamás, en toda su vida, había visto prenda más exquisita. Ni siquiera el traje de su boda, y no digamos ya su eterno vestido de los domingos para asistir a misa. Suspiró y paseó alegremente todavía un rato más, olvidándose por el momento de dónde estaba ni de qué destino la aguardaba.

Regresó luego junto al carruaje, donde permanecían algunos viajeros. El trayecto era mucho más amable ahora, acompañada por caras que no le eran desconocidas. Parecía que la luz del día, así como el hecho de ir acompañada, le infundían buen ánimo.

-¿Está usted preocupado por el padre Clemente? -se acercó a Ioan-, seguro que el posadero y su familia le cuidarán bien -intentó animarle. A la pregunta sobre la opinión de lord Giovanni prefirió no responder, pues ya bastante incómodo le resultó el día anterior. En cambio, sí podía decirle el único motivo que ella creía por el cual había recibido la invitación-. Mi familia... yo... elaboramos cerveza. La mejor de toda Francia -sonrió convencida-. Creo que podrían estar interesados en ello -respondió.

También allí estaba el músico que tan ducho era en su arte. No se atrevía mucho a acercarse, pues parecía tan culto que temía un posible desplante por su parte, aunque el caballero no había hecho ademán alguno de tal cosa para con nadie. La timidez la contenía, pero, infundida por la confianza que aquel entorno le confería, terminó por preguntarle algo que rondaba por su cabeza.

-Quisiera deciros que sois un músico excelente -dijo a Olivier con la esperanza que tomase sus palabras a bien y con el buen propósito que eran dadas-. Tengo curiosidad por saber si componéis canciones y si alguna de ellas transcurre en estas tierras -preguntó inocente, con una suave sonrisa. Tal vez quisiera deleitarles con una de sus obras durante este grato descanso, pero la joven no llegó a hacer esta petición.

Había observado que los dos soldados, o guerreros, todavía no sabía bien a qué se dedicaban, tenían un semblante serio. No parecían cómodos con sus ropajes y tampoco habían recibido bien la noticia del robo, cosa que Daphné comprendía perfectamente. Ambos eran amables con ella y no quería que se sintieran mal, así que trató de tranquilizarles en la medida de lo posible.

-Señores, lamento mucho lo sucedido -les miró consciente de lo que las armas significaban para ellos-, pero creo sinceramente que sus cosas les serán devueltas. De no ser así, yo les ayudaré a encontrarlas -sonrió en lo que podía traducirse en un acto de camaradería.

Miró entonces a Boromir, quien parecía ser la persona que más controlaba la situación. Había algo más a lo que la cervecera daba vueltas. Se dirigió a él con cierta prudencia. -¿Vos... sabéis dónde están los dos jóvenes de ayer? -se refería al médico y la joven que viajaba con él. Estaba un poco preocupada y no sabía bien qué pensar.

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22/10/2019, 23:40
† Olivier St-Arnaud †

Aunque esperaba con impaciencia el momento de partir hacia la mansión de nuestro anfitrión, confieso que la perspectiva de pasar horas en el interior de un carromato con individuos tan intimidantes como Boromir, Guillaume o Salomao me provocaba palpitaciones. Aunque quizá no se deban solo al miedo.

Descubrir que alguien les ha quitado sus armas durante la noche no sé si me causa intranquilidad o alivio pero, en cualquier caso, prefiero no pronunciarme al respecto por temor a atraer sobre mí su razonable enojo. Yo no he echado en falta ninguna de mis pertenencias, pero lo cierto es que suelo ser un tanto despreocupado con ella y posiblemente tarde varios días en darme cuenta de cualquier sustracción que haya podido sufrir.

La parada de Roderigo a medio camino es para mí muy bienvenida y aprovecho la ocasión para ir a aliviar mi vejiga detrás de un árbol cercano. Cuando regreso de atender mis necesidades más perentorias, descubro a la encantadora Daphné sumida en una alegre ensoñación a juzgar por su sonrisa. Todavía no he tenido ocasión de conversar con ella y, aunque me resulta una joven muy dulce, no deseo importunarla.

Regreso al carromato junto a Claudia y le dedico una sonrisa alegre antes de comenzar a tocar una animada melodía con el flautín. Ella se ríe y aplaude pero no todos parecen compartir su entusiasmo y, algo cohibido, decido reservar mi música para la velada de esta noche.

Daphné, que ha debido oírme tocar, se acerca para dedicarme unas reconfortantes palabras y yo no puedo menos que sonrojarme por ellas.

—Sois muy amable conmigo, mademoiselle —respondo con genuino deleite y una pizca de falsa modestia—. No sé si excelente, pero lo que sí soy es polifacético. Compongo, interpreto, fabrico y restauro instrumentos... Y por encima de todas las cosas, disfruto de la vida y de la generosidad de aquellos que aprecian mi música. Creo que no me he presentado aún, maese Olivier St-Arnaud, para serviros.

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23/10/2019, 17:49
Guillaume Valjean

La cantidad de vino que había bebido antes de su partida no habían conseguido apagar las llamas de su rabia y su tristeza así que aguantar los beatíficos sermones del eclesiástico habían sido todo un reto. Aquel hombre parecía animado por una fuerza sobrenatural y no paraba de hablar de cualquier cosa relativa a su Dios, como si todos lo tuvieran que compartir o querer. Cerró los ojos y se fingió dormido, era la única manera de evitar levantarse y estrangularle. Las conversaciones se fueron sucediendo hasta que aquel hombre les dijo que su cuchillo arrojadizo había desaparecido.

Guillaume abrió los ojos y volvió su atención en Salomao haciendo una pregunta muda que tocó sus ojos pero no sus labios. Al confirmarle que su pequeña dama había desaparecido tuvo el impulso de meterse la mano dentro de la camisola y sacar un trozo de ropa de mala calidad de ella que envolvía un objeto. Lo abrió dudando que pudiera encontrar algo y al deshacer todo el paño encontró lo que se temía, nada. La respuesta era obvia y salió de sus labios antes de poder refrenarse, mostrando que más allá de los músculos había inteligencia detrás de aquella ruda fachada

"No lo sabían, nos registraron. La sombra que visitó nuestra habitación nos registró para evitar que lleváramos armas. Yo conseguí algo que pudiera servir de arma y tampoco está. No sabían que llevábamos, nos registraron...... "

Por qué nos ha quitado las armas alguien que tiene tantos guardias? Solo hay dos explicaciones, miedo o peligro.... En cuanto recupere el martillo de mi padre marcharé hacia el este. Dejaré de hacer de guardia y volveré a ser mercenario, más peligroso pero mejor pagado.... dinero para vengarme, dinero.....

El bretón bajó del carro a estirar las piernas y librarse de la monserga religiosa del sacerdote. Tal vez en el carro pudiera encontrar algo que le sirviera de arma improvisada. Al cerrar la puerta y con voz ronca en la que se denotaba cierta ironía dijo

"La mejor cerveza de Francia? , eso debe ser digno de probarse.... "

 

Notas de juego

Siento el retraso :(

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23/10/2019, 23:52
Boromir

Las voces tardaron en alzarse en aquel claro, pero cuando lo hicieron fueron con ganas. La animada melodía del flautín rompía por completo el canto de las aves que nos rodeaban, pero era de agradecer también algo de música que animase un poco aquel parón. Boromir observaba como como Roderigo se ocupaba de los caballos cuando escuchó la pregunta del clérigo.

- No sabría decir. - Se encogió de hombros. - Pero entiendo sus reticencias a que portemos armas. Somos invitados a su cena, a su casa. Cuando yo tenía la mía no me gustaba que mis invitados viniesen armados. Me generaban desconfianza. Bien es cierto que eran persuadidos de dejarlas en la entrada de la casa... más yo era informado de quienes habían quebrado aquel pequeño... acto de confianza mutua y es cierto que los tratos o las negociaciones se veían influidas por ello. - Respondió sobre Giovanni. - Y si tiene tantos enemigos como parece... cualquiera podría ser un asesino disfrazado...

Boromir cogió una manzana y la dió un bocado al tiempo que Bruce regresaba de entre los arbustos con mala cara. Se sentó junto al diplomático y bufó entre dientes: - "Desde luego que las mujeres no cagan flores" - Boromir le miró y rió, dándole una palmada en la espalda.

Luego se giró ante la pregunta de la joven cervecera. - No. No se nada de ellos. Supongo que decidirían huir por la noche, mientras los demás dormíamos. - En ese momento guardó silencio y miró al bretón. - ¿Y si fueron ellos quienes nos robaron? No parecían tener armas... y si querían huir... les harían falta...

En ese momento Roderigo os avisó de que pronto partiríais, casi al tiempo, ambas hermanas regresaban con los demás al claro y tomaban asiento cerca de los demás.

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25/10/2019, 14:17
Guillaume Valjean

Guillaume dio un rápido repaso al carro en busca de algo que pudiera servirle de arma improvisada pero parecía que el carro había sido tan bien repasado como sus ropajes. Allí no había nada que usar aunque eso no tenía que ser un problema, no era el primer hombre al que le rompía el cuello con sus manos, aunque ninguno se parecía a los guardias de Giovanni. Una sonrisa lobuna apareció en sus labios mientras iba hacia un grupo de árboles a hacer sus necesidades fisiológicas.

Tal vez los guardias sean unos hideputas demasiado duros.....pero ese mayordomo....  ese maldito mayordomo. Le romperé el cuello si le ha pasado algo al martillo, se lo daré de comer a las alimañas del bosque y patearé su cráneo hasta Costantinopla. Sí, lo que le hicieron sus hombres a aquellos pobres  diablos será demasiado gentil.... demasiado gentil....

Con esos pensamientos en mente evacuó el exceso de líquidos y se limpió las manos con el tronco del árbol mientras volvía hacia el carro viendo como las conversaciones se iban desarrollando. Aquel hombre, Boromir, parecía demasiado inclinado a poner excusas y defender las intenciones de su nuevo señor, eso solo podía decir dos cosas, o era demasiado servil o era uno de sus hombres. Guillaume se encogió de hombros y con tono despreocupado le dijo

"Sí, seguro que aquellos dos eran ladrones y se han llevado las armas.... debéis tener razón"

Miró de reojo a  Salomao y una pequeña sonrisa cínica curvo sus labios.

Claro, me registraron la ropa y me robaron un viejo clavo oxidado. Lo necesitaban.... quien sois vos Boromir?, quien os paga para apaciguar nuestras sospechas?

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26/10/2019, 20:11
† Olivier St-Arnaud †

La pasada noche había tanta gente en la posada y hay tanta hoy aquí en el carruaje que me resulta complicado distinguir a ciencia cierta quiénes son los ausentes. Tampoco puede decirse que prestase mucha atención a ninguno a parte del ausente Paul, tan presente en mis pensamientos.

Yo poco sé de enemigos ni asesinos y lo poco que conozco preferiría ignorarlo, así que no entro en la conversación de Boromir aunque encuentro razonables sus argumentos. A mí tampoco me gustaría que nadie viniese armado a mi casa, suponiendo que tuviera una, claro está.

Personalmente siempre he considerado que es mejor vivir en casa ajena. Menos gastos y preocupaciones.

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27/10/2019, 10:59
† Daphné Sabineau †

-Un placer -sonrió a Olivier a la par que hacía una leve reverencia-. Yo soy Daphné Sabineau. 

Estaba asombrada. Aquel hombre no sólo tocaba con gran maestría, sino que además fabricaba y restauraba instrumentos, y más difícil todavía, componía canciones. Tal vez con el tiempo crease una que narrase este extraño viaje, pues bien creía que tan perplejos como ella estaban los demás. ¿Aparecería sir Lothar con sus inquietantes costumbres? Tal vez su personaje tuviese otro nombre para que quien escuchase tales manías no pudiera reconocerlo, a no ser que las hubiese vivido en sus propias carnes.

El señor Valjean logró hacerla sonrojar cuando preguntó acerca de la cerveza. Desde luego ella había probado unas cuantas, pero no todas. Su opinión acerca de su propia artesanía era por el tiempo, estudio, cariño y dedicación con la que elaboraba su familia el dorado néctar por tantos años tradición en su casa, así como la convicción de numerosos viajeros y gentes de Lyon, algunos de los cuales, comerciantes y señores de alta cuna, habían propuesto un suculento trato a su padre, que en su tozudez, se había negado a vender íntegra su cerveza a sus gaznates, pues no iba a privar a su querido pueblo del mejor trago que podían probar.

-He traído un poco para el señor Giovanni -reconoció-, pero tal vez pueda darle a probar un pequeño sorbo -se encogió de hombros mirando a Guillaume. No había previsto que se reuniría con tantos viajeros, por lo que no podía invitar a todos. Si lo hacía, no quedaría cantidad suficiente para ofrecer al anfitrión, por eso, a modo de excepción, ofreció probar un poco al señor Valjean y a los otros caballeros allí presentes, Olivier, Ioan, Salomao y Boromir. Luego guardó el pequeño recipiente dentro de su bolsa.

Entonces Bruce llegó haciendo una comparativa de lo más desagradable. A ojos de Daphné era un pésimo don Juan. Porque parecía ser que eso creía él que era, todo un seductor. Sin embargo, con tan viles comentarios acerca de las mujeres, perdía cualquier interés que en otras damas hubiese podido generar.

Boromir respondió a su pregunta sobre el médico y la chica que viajaba con él. Escuchó con atención sus conjeturas. Parecía lo más probable que hubiesen huido por la noche, pero ¿serían ellos los ladrones? Tanto él como Valjean así lo creían y Daphné no preguntó más. Solo esperaba que pudiesen llegar a buen puerto atravesando esos bosques de escalofríos repletos de asaltantes, soldados y aunque no las hubiese visto, bestias salvajes.

El viaje continuaría en breve, así que se giró para observar de nuevo el verdor del paisaje y respirar una bocanada de aire fresco. Subió de nuevo al carruaje, lista para continuar el viaje a tan misterioso destino.

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27/10/2019, 19:55
† Ioan †

Lo estoy, hija mía, lo estoy… pero no porque piense que el posadero y su familia lo dejarán desatendido, no, lo que me preocupa es su atormentada mente y su alma- le respondí a Daphne, apesadumbrado por la situación del hermano Clemente -Ya anoche era evidente que no estaba bien… y me temo que haber pasado la noche como lo hizo no haga sino empeorar su estado…- añadí con un suspiro -Sin embargo, poco más puedo hacer que rezar a Dios Nuestro Señor por su bienestar- le dije mientras elevaba y una silenciosa plegaria al cielo.

¿Elaboráis cerveza? Esa es una respetable profesión, sin duda… y también dura- le dije, cambiando el tono a pasar a temas más alegres -Y si vuestra cerveza es tan buena como decís, cosa que no dudo, a buen seguro Lord Giovanni estará dispuesto a ofreceros trabajo- le aseguré mientras miraba a los que se habían quedado junto al carruaje. Salomao y Guillaume estaban sumidos en un silencio ciertamente sombrío, sin duda ocasionado por la “perdida” de sus armas, aunque la música de maese Olivier compensaba en parte dicho silencio.

No se puede negar que lo que dice maese Boromir tiene sentido…- dije, asintiendo a sus palabras mientras esperaba que están calmasen a los dos guerreros -Es cierto que no son precisamente las formas adecuadas para asegurarse de ello… pero no se le puede reprochar el que no quiera arriesgarse con quienes aún no conoce- les dije -Las formas si, sin duda, pero no los motivos- añadí, girándome hacia Daphne cuando esta sacó algo de cerveza que había traído consigo e ignorando el comentario que hizo Bruce al volver.

Tal vez así aprenda a no seguir a las damas que claramente no quieren que las sigan- me dije.

Sois muy amable, gracias, pero no es necesario…- le dije a Daphne, rechazando amablemente su ofrecimiento -A buen seguro os será más beneficioso guardar todo lo posible para nuestro anfitrión… especialmente cuando algo de agua es suficiente para mí- añadí con una sonrisa.

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27/10/2019, 22:21
Roderigo

- Lo siento. Se nos acabó el descanso. - Anunció Roderigo a los presentes tras comprobar que el carruaje estaba listo para partir y los caballos se encontraban en condiciones de continuar. - Debemos salir ya, sino queremos que la noche nos cubra con su oscuridad. - Al decir eso, agarró su cruficijo con fuerza y luego se encaminó a las puertas del carruaje, las cuales abrió para que subiéseis a él.

La mujer de rasgos exóticos y ropa casi transparente no lo dudó ni un instante, al igual que Claudia. Detrás subió Bruce y luego las hermanas, seguidos por todos los demás. El cochero cerró las puertas. - No se preocupen. El viaje será tranquilo. - Os dijo con una tenue sonrisa y fue a ocupar su puesto. El carruaje enseguida se puso en marcha y dejásteis atrás aquel tranquilo claro.

Horas más tarde, cuando el sol ya se había ocultado y la luna había madrugado, Rodetigo abrió la trampilla que le separaba de vosotros. - Ya estamos llegando. - Os indicó. - Solo hay que subir un poco la montaña, pero podrán verlo enseguida por el lado derecho del carruaje.

Y así fue como, al mirar por el lado indicado, comenzásteis a ver el castillo de Giovanni en el horizonte.

No habían luces encendidas en su interior, tan solo su torreón más alto tenía una llama encendida y parecía que en el exterior había fuego. - Parece que están con la quema de cuerpos... les suguiero que se cubran el rostro cuando estemos llegando. - Os indicó Roderigo. - No es agradable verlo ni olerlo, pero el señor Giovanni considera más limpio y sano quemar los cuerpos antes que enterrarlos. - Os dijo el hombre antes de cerrar de nuevo aquella trampilla de madera.

Tal y como dijo, fuera estaban algunos hombres y mujeres, con algunos niños, llorando por alguien que ardía sobre una pila de madera. Roderigo no se detuvo allí entró por el enorme portón al interior de los muros del castillo, mientras que dos guardias con las armaduras tan negras como la noche, custodiaban la entrada princial como si de dos estatuas se tratasen.

Roderigo detuvo el carruaje cerca de la entrada del castillo y descendió de su asiento para abriros las puertas. - Hemos llegado.

- Bienvenidos al castillo de Giovanni.- Os dijo cuando estuvísteis todos pisando la tierra firme. En ese instante la enorme puerta del castillo crugió mientras se abría y una figura asomó por ella. Se os acercó unos pasos y os sonrió. Se trataba de Sir Lothar, que os miraba complacido.

 

Fin del capítulo.

 

Notas de juego

Seguimos AQUI

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29/10/2019, 14:26
Guillaume Valjean

Guillaume miró el brebaje con una mezcla de indiferencia e incredulidad mientras le daba un trago largo. Arrugó la nariz y frunció las cejas mientras miraba a la cervecera. Durante unos segundos se quedó en silencio con su mirada adusta y severa traspasándola hasta que una sonrisa se empezó a despertar en sus labios, una sonrisa lánguida y casi perezosa que acompañó con una mirada tierna antes de decirle

"La mejor cerveza del mundo, no hay duda"

No lo era. Las cervezas holandesas eran mejores, las checas, ni siquiera era la mejor de entre las francesas pero sabía a tierra, sabía a hogar, sabía a otra vida. Con el regusto de esa cerveza le resultó mucho más fácil aguantar las quejas veladas del fraile sobre su hermano de fé. No lo había pretendido pero probablemente le había salvado la vida, aunque eso aquel fraile piadoso jamás lo admitiría.

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29/10/2019, 21:38
† Olivier St-Arnaud †

Aunque me considero un auténtico entendido en cerveza tanto por mis orígenes monásticos como por mi vida disipada, rechazo educadamente el deseable trago que Daphné nos ofrece por no ponerla en un compromiso con nuestro anfitrión. Tengo la esperanza de que lord Giovanni nos regalará con buenos caldos y bebidas espirituosas durante la cena; y si no es así, sin duda me sentiré muy decepcionado.

El viaje prosigue sin incidences hasta que Roderigo nos indica que nos aproximamos a nuestro destino. Es entonces cuando, al mirar por la ventana, descubrimos una escena que personalmente me sobrecoge. Ver a los aldeanos paganos quemando los cuerpos de sus difuntos me hace preguntarme qué ocurrirá con éstos el día del juicio cuando los muertos se alcen de sus tumbas. No soy un erudito y prefiero dejar que los doctores de la Santa Madre Iglesia teoricen sobre ello.

Cualquier consideración al respecto se devanece de mi mente tan pronto como nos hallamos ante los impresionantes muros del castillo que es el hogar de Lord Giovanni.

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29/10/2019, 23:11
† Salomao Ali-Caro †

Con cada paso que se daba hacia la fortaleza de Giovanni Salomao sentía el hálito de la oscura dama más cerca, durante el trayecto que los separaba los ojos del soldado de movían de un lado a otro como si temiese toparse con sus alas de frente, pero aquello sólo sucedió cuando Roderigo pronunció la bienvenida al castillo, puesto que fue entonces cuando la vio con toda su majestuosidad, sentada sobre una roca observándolos a todos, odbiando la hoguera donde se estaban calcinando aquellos infelices.

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Por qué sentía aquel miedo... no era la primera vez que veía a la dama, en situaciones muy complejas se había visto implicado el curtido guerrero, pero en ninguna de ellas había sentido aquella tristeza, aquel sentimiento de opresión... ¿Qué perdida estaba lamentando, la vida o el alma... o las dos?

Tan sólo la suave voz de Daphne lo sacó de sí, para aceptar con una suave sonrisa la cerveza que le ofreció la dama, bebiéndola de un trago admitió que estaba muy buena y tras una inspección general con el ceño arrugado siguió a sus compañeros, tras volver a arrugar el ceño al ver a Sir Lothar.

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02/11/2019, 19:33
† Ioan †

Siempre es sensato evitar los caminos durante la oscuridad de la noche más de lo estrictamente necesario- dije, asintiendo con aprobación a las palabras del cochero cuando nos informó de que el tiempo de descanso había terminado, por lo que no tardamos en subir de nuevo al carruaje y ponernos así en marcha. El camino, como había prometido, fue tranquilo y sin incidentes, por lo que aproveché para intentar hablar con quienes más dispuestos parecían a ello, como Boromir, Daphne, Olivier o Claudia*, así como también con la mujer de rasgos exóticos para preguntarle sobre su tierra y sus costumbres.

No puedo decir que, cuando finalmente llegamos al castillo de lord Giovanni, la primera impresión de este fuese buena, pues lo que el cochero nos contó sobre como trataban los cuerpos de sus difuntos hizo que se me ensombreciese el rostro.

Tal vez sea una antigua costumbre, pero aunque lo hagan con buena intención, no es correcto tratar así los cuerpos… deberían ser debidamente enterrados en suelo consagrado- pensé, aunque me abstuve de comentar nada, pues al fin y al cabo, no era un tema sobre el que el buen cochero pudiese hacer algo.

Notas de juego

*De nuevo, solo si quieren... el resto los veo demasiado callados o sumidos en el silencio (al menos en estos momentos) como para que quieran hablaro, pero si alguno quiere hacerlo, yo encantado