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Las Cronicas de Giovanni: La Última Cena

Escena I: En Compañía de Extraños

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10/09/2019, 20:36
Roderigo

Entones el joven que estaba al final de la barra se levantó, tras cenar lo que el posadero le puso y caminó hacia vosotros. -Perdonenme en que me meta en la conversación con respecto al señor Giovanni. - Su mano acarició la cruz de madera que colgaba sobre su cuello. - Sin duda el ha visto... o más bien Sir Lothar ha visto algo especial en cada una de vuestras mercedes y estoy seguro de que les será revelado en el momento oportuno.

» Les aconsejo que se marchen a descansar. Se acerca una tormenta y pronto estará sobre la posada. La lluvia y los truenos nos estropearán el descanso y deben estar cansados de dormir en esos carruajes. No hace falta que madruguen mañana. No nos iremos hasta el mediodía para llegar al oscurecer al castillo de Giovanni. - Luego os hizo una cortés reverencia. - Si me disculpan, yo si me retiraré a descansar.

Tras estas palabras que dejaron al menos al diplomático y al ladrozuelo pensativos, ambas hermanas secundaron la idea del hombre de Giovanni, el único que parecía normal de entre todos. Tras unas breves palabras, el tabernero las llevó a sus habitaciones. Ionela os acompañó a las vuestras cuando así lo solicitásteis, quedando el salón en silencio con tan solo aquella extraña mujer en el rincón más oscuro de la taberna, sin moverse ni pronunciar palabra alguna.

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10/09/2019, 20:54
Lord Boromir

Al cerrar la puerta tras de ti, solo escuchaste el silencio reinante en el lugar y el crepitar de las llamas de la chimenea, la cual se mantenía con un cálido fuego bajo.

La ventana daba al extenso y oscuro bosque y pronto viste un relámpago asomar. Aquel fogonazo de luz se anticipó a un lejano pero audible trueno, que anunciaba la llegada de una tormenta a aquel lugar. Pero parecía que nada más te sorprendería esa noche, después de conocer al extraño mayordomo de Giovanni y a aquel monje loco que se atrevía a desafiarle.

Pero ahora estabas solo tú y el cansancio acumulado del viaje.

Tal y como había aunciado el cochero, la tormenta no tardó en posarse sobre la posada de El Cordero Rojo y el agua golpeó con fuerza el techo de la misma. Por fortuna, no parecía que hubiesen goteras en aquella habitación y los truenos aún sonaban lejanos, algo que sin duda el sueño y el cansancio del viaje agradecieron, puesto que enseguida tu cuerpo reclamó la cama que parecía verdaderamente cómoda y se alzaba ante tí.

Tras prepararte para aquel sueño reparador, después de tanto tiempo metido en un carruaje, aquella cama te pareció la más cómoda y confortable de todo el mundo. Era como si la hubiesen hecho exclusivamente para tu cuerpo y tu comodidad, adaptandose aquel cálido colchón de lana, a cada curva de tu cuerpo, mientras que las mantas cumplian con su función por la parte superior.

El sueño se apoderó de ti de manera inmininente y descansaste plácidamente durante largo tiempo...

Hasta que un trueno sonó tan cerca tuyo que te despertó de un sobresalto. Las llamas de la chimenea no eran más que pequeñas brasas y el cuarto permanecía a oscuras. Un nuevo relámpago iluminó el lugar durante un segundo o dos y te dió tiempo a ver a una figura, alta, de pie a lado de tu cama, cubierta con una capa. Una figura que se esfumó tal y como había aparecido a tu lado.

El corazón te palpitó con fuerza y solo pudiste escuchar el estruendo de un nuevo trueno en las cercanías. Estábais en el centro de la tormenta y ahora, si que empezabas a sentir como el agua goteaba por algunas partes de la habitación. Alguna de esas gotas, cayó en las bolsitas que había distribuidas por el dormitorio con plantas aromáticas secas y enseguida comenzantes a notar el olor del tomillo o lavanda, que se avivaba con cada gota de agua que lo humedecía.

Con ese olor y quizás el miedo a esa extraña aparición, lograste dormir de nuevo. Tus sueños fueron desde entonces, un contínuo recuerdo del viaje que habías vivido, de aquellos guardias que te escoltaron y del extraño mayordomo de Giovanni.

Y la luz expulsó a la oscuridad con el nuevo amancer. Fuera estaba todo empapado y no se oía ruido alguno más allá de tu puerta. La tormenta se había esfumado junto con la noche y aún quedaba medio día por delante antes de partir hacia el Castillo de Giovanni guiados por su cochero.

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10/09/2019, 21:25
Lord Boromir

Al cerrar la puerta tras de ti, solo escuchaste el silencio reinante en el lugar y el crepitar de las llamas de la chimenea, la cual se mantenía con un cálido fuego bajo.

La ventana daba al extenso y oscuro bosque y pronto viste un relámpago asomar. Aquel fogonazo de luz se anticipó a un lejano pero audible trueno, que anunciaba la llegada de una tormenta a aquel lugar. Pero parecía que nada más te sorprendería esa noche, después de conocer al extraño mayordomo de Giovanni y a aquel monje loco que se atrevía a desafiarle.

Pero ahora estabas solo tú y el cansancio acumulado del viaje.

Tal y como había aunciado el cochero, la tormenta no tardó en posarse sobre la posada de El Cordero Rojo y el agua golpeó con fuerza el techo de la misma. Por fortuna, no parecía que hubiesen goteras en aquella habitación y los truenos aún sonaban lejanos, algo que sin duda el sueño y el cansancio del viaje agradecieron, puesto que enseguida tu cuerpo reclamó la cama que parecía verdaderamente cómoda y se alzaba ante tí.

Tras prepararte para aquel sueño reparador, después de tanto tiempo metido en un carruaje, aquella cama te pareció la más cómoda y confortable de todo el mundo. Era como si la hubiesen hecho exclusivamente para tu cuerpo y tu comodidad, adaptandose aquel cálido colchón de lana, a cada curva de tu cuerpo, mientras que las mantas cumplian con su función por la parte superior.

El sueño se apoderó de ti de manera inmininente y descansaste plácidamente durante largo tiempo...

Hasta que un trueno sonó tan cerca tuyo que te despertó de un sobresalto. Las llamas de la chimenea no eran más que pequeñas brasas y el cuarto permanecía a oscuras. Un nuevo relámpago iluminó el lugar durante un segundo o dos y te dió tiempo a ver a una figura, alta, de pie a lado de tu cama, cubierta con una capa. Una figura que se esfumó tal y como había aparecido a tu lado.

El corazón te palpitó con fuerza y solo pudiste escuchar el estruendo de un nuevo trueno en las cercanías. Estábais en el centro de la tormenta y ahora, si que empezabas a sentir como el agua goteaba por algunas partes de la habitación. Alguna de esas gotas, cayó en las bolsitas que había distribuidas por el dormitorio con plantas aromáticas secas y enseguida comenzantes a notar el olor del tomillo o lavanda, que se avivaba con cada gota de agua que lo humedecía.

Con ese olor y quizás el miedo a esa extraña aparición, lograste dormir de nuevo. Tus sueños fueron desde entonces, un contínuo recuerdo del viaje que habías vivido, de aquellos guardias que te escoltaron y del extraño mayordomo de Giovanni.

Y la luz expulsó a la oscuridad con el nuevo amancer. Fuera estaba todo empapado y no se oía ruido alguno más allá de tu puerta. La tormenta se había esfumado junto con la noche y aún quedaba medio día por delante antes de partir hacia el Castillo de Giovanni guiados por su cochero.

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10/09/2019, 21:26
Lord Boromir

La tormenta no tardó en posarse sobre la posada de El Cordero Rojo y el agua golpeó con fuerza el techo de la misma. Por fortuna, no parecía que hubiesen goteras en aquella habitación y los truenos aún sonaban lejanos, algo que sin duda el sueño y el cansancio del viaje agradecieron, puesto que enseguida tu cuerpo reclamó la cama que parecía verdaderamente cómoda y se alzaba ante tí.

Tras prepararte para aquel sueño reparador, después de tanto tiempo metido en un carruaje, aquella cama te pareció la más cómoda y confortable de todo el mundo. Era como si la hubiesen hecho exclusivamente para tu cuerpo y tu comodidad, adaptandose aquel cálido colchón de lana, a cada curva de tu cuerpo, mientras que las mantas cumplian con su función por la parte superior.

El sueño se apoderó de ti de manera inmininente y descansaste plácidamente durante largo tiempo...

Hasta que un trueno sonó tan cerca tuyo que te despertó de un sobresalto. Las llamas de la chimenea no eran más que pequeñas brasas y el cuarto permanecía a oscuras. Un nuevo relámpago iluminó el lugar durante un segundo o dos y te dió tiempo a ver a una figura, alta, de pie a lado de tu cama, cubierta con una capa. Una figura que se esfumó tal y como había aparecido a tu lado.

El corazón te palpitó con fuerza y solo pudiste escuchar el estruendo de un nuevo trueno en las cercanías. Estábais en el centro de la tormenta y ahora, si que empezabas a sentir como el agua goteaba por algunas partes de la habitación. Alguna de esas gotas, cayó en las bolsitas que había distribuidas por el dormitorio con plantas aromáticas secas y enseguida comenzantes a notar el olor del tomillo o lavanda, que se avivaba con cada gota de agua que lo humedecía.

Con ese olor y quizás el miedo a esa extraña aparición, lograste dormir de nuevo. Tus sueños fueron desde entonces, un contínuo recuerdo del viaje que habías vivido, de aquellos guardias que te escoltaron y del extraño mayordomo de Giovanni.

Y la luz expulsó a la oscuridad con el nuevo amancer. Fuera estaba todo empapado y no se oía ruido alguno más allá de tu puerta. La tormenta se había esfumado junto con la noche y aún quedaba medio día por delante antes de partir hacia el Castillo de Giovanni guiados por su cochero.

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10/09/2019, 21:27
Lord Boromir

La tormenta no tardó en posarse sobre la posada de El Cordero Rojo y el agua golpeó con fuerza el techo de la misma. Por fortuna, no parecía que hubiesen goteras en aquella habitación y los truenos aún sonaban lejanos, algo que sin duda el sueño y el cansancio del viaje agradecieron, puesto que enseguida tu cuerpo reclamó la cama que parecía verdaderamente cómoda y se alzaba ante tí.

Tras prepararte para aquel sueño reparador, después de tanto tiempo metido en un carruaje, aquella cama te pareció la más cómoda y confortable de todo el mundo. Era como si la hubiesen hecho exclusivamente para tu cuerpo y tu comodidad, adaptandose aquel cálido colchón de lana, a cada curva de tu cuerpo, mientras que las mantas cumplian con su función por la parte superior.

El sueño se apoderó de ti de manera inmininente y descansaste plácidamente durante largo tiempo...

Hasta que un trueno sonó tan cerca tuyo que te despertó de un sobresalto. Las llamas de la chimenea no eran más que pequeñas brasas y el cuarto permanecía a oscuras. Un nuevo relámpago iluminó el lugar durante un segundo o dos y te dió tiempo a ver a una figura, alta, de pie a lado de tu cama, cubierta con una capa. Una figura que se esfumó tal y como había aparecido a tu lado.

El corazón te palpitó con fuerza y solo pudiste escuchar el estruendo de un nuevo trueno en las cercanías. Estábais en el centro de la tormenta y ahora, si que empezabas a sentir como el agua goteaba por algunas partes de la habitación. Alguna de esas gotas, cayó en las bolsitas que había distribuidas por el dormitorio con plantas aromáticas secas y enseguida comenzantes a notar el olor del tomillo o lavanda, que se avivaba con cada gota de agua que lo humedecía.

Con ese olor y quizás el miedo a esa extraña aparición, lograste dormir de nuevo. Tus sueños fueron desde entonces, un contínuo recuerdo del viaje que habías vivido, de aquellos guardias que te escoltaron y del extraño mayordomo de Giovanni.

Y la luz expulsó a la oscuridad con el nuevo amancer. Fuera estaba todo empapado y no se oía ruido alguno más allá de tu puerta. La tormenta se había esfumado junto con la noche y aún quedaba medio día por delante antes de partir hacia el Castillo de Giovanni guiados por su cochero.

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10/09/2019, 21:33
Segismundo

 

Tu buena fortuna quiso que lograses hacerte con aquella cuerda y aquel clavo, los cuales te servirían como armas en casa de necesitarlos. Pero en ningún momento te paraste a pensar si serías capaz de llegar al mayordomo de Giovanni sin que esos veloces y feroces guardias se interpusieran en tu camino. Te cegaba tanto la idea de que tu martillo familiar fuese mancillado y destrozado por Sir Lothar, que lo demás parecías no verlo.

Con aquellos pensamientos y olvidándote por completo del monje, regresaste al interior de la posada. Allí solo estaba ya el tabernero, quien era ayudado por su hija a recoger y limpiar las mesas donde hacía poco habíais estado cenando todos. - Se marcharon todos a descansar hace rato. Se avecina una fuerte tormenta y quizás los truenos nos incomoden esta noche a algunos. - Te indicó el hombre al verte entrar. - Si me acompaña, le guiaré a su aposento. - Tras decir esto, hizo un gesto a su hija para que no dijese nada y se marchase a otro lado. Estaba claro que no quería dejarla a solas con un hombre como tú. - Si necesitáis un baño, tendrá que ser mañana. Los fuegos han sido apagados ya y nosotros vamos a descansar también. - Te indicó con amibilidad, llevándote a tu dormitorio.

Al cerrar la puerta tras de ti, solo escuchaste el silencio reinante en el lugar y el crepitar de las llamas de la chimenea, la cual se mantenía con un cálido fuego bajo.

La ventana daba al extenso y oscuro bosque y pronto viste un relámpago asomar. Aquel fogonazo de luz se anticipó a un lejano pero audible trueno, que anunciaba la llegada de una tormenta a aquel lugar. Pero parecía que nada más te sorprendería esa noche, después de conocer al extraño mayordomo de Giovanni y a aquel monje loco que se atrevía a desafiarle.

Pero ahora estabas solo tú y el cansancio acumulado del viaje.

Tal y como había aunciado el posadero, la tormenta no tardó en posarse sobre la El Cordero Rojo y el agua golpeó con fuerza el techo de la misma. Por fortuna, no parecía que hubiesen goteras en aquella habitación y los truenos aún sonaban lejanos, algo que sin duda el sueño y el cansancio del viaje agradecieron, puesto que enseguida tu cuerpo reclamó la cama que parecía verdaderamente cómoda y se alzaba ante tí.

Tras prepararte para aquel sueño reparador, después de tanto tiempo metido en un carruaje, aquella cama te pareció la más cómoda y confortable de todo el mundo. Era como si la hubiesen hecho exclusivamente para tu cuerpo y tu comodidad, adaptandose aquel cálido colchón de lana, a cada curva de tu cuerpo, mientras que las mantas cumplian con su función por la parte superior.

El sueño se apoderó de ti de manera inmininente y descansaste plácidamente durante largo tiempo...

Hasta que un trueno sonó tan cerca tuyo que te despertó de un sobresalto. Las llamas de la chimenea no eran más que pequeñas brasas y el cuarto permanecía a oscuras. Un nuevo relámpago iluminó el lugar durante un segundo o dos y te dió tiempo a ver a una figura, alta, de pie a lado de tu cama, cubierta con una capa. Una figura que se esfumó tal y como había aparecido a tu lado.

El corazón te palpitó con fuerza y solo pudiste escuchar el estruendo de un nuevo trueno en las cercanías. Estábais en el centro de la tormenta y ahora, si que empezabas a sentir como el agua goteaba por algunas partes de la habitación. Alguna de esas gotas, cayó en las bolsitas que había distribuidas por el dormitorio con plantas aromáticas secas y enseguida comenzantes a notar el olor del tomillo o lavanda, que se avivaba con cada gota de agua que lo humedecía.

Con ese olor y quizás el miedo a esa extraña aparición, lograste dormir de nuevo. Tus sueños fueron desde entonces, un contínuo recuerdo del viaje que habías vivido, de aquellos guardias que te escoltaron y del extraño mayordomo de Giovanni.

Y la luz expulsó a la oscuridad con el nuevo amancer. Fuera estaba todo empapado y no se oía ruido alguno más allá de tu puerta. La tormenta se había esfumado junto con la noche y aún quedaba medio día por delante antes de partir hacia el Castillo de Giovanni guiados por su cochero.

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10/09/2019, 21:40
Lord Boromir

La noche y la tormenta, os afectó a todos de una manera u otra. Algunos mejor, otros peor, todos lográsteis descansar algo. Boromir por ejemplo, salió temprano a dar una vuelta por las cercanías, mientras que Bruce difrutó de un sueño más largo. Las hermanas pidieron el baño que no pudieron darse aquella noche en su llegada y ambas compartieron bañera al igual que dormitorio.

La mujer de aspecto árabe, ocupó el lugar que la anciana gitana tenía para sí aquella noche previa, misteriosa mujer que no estaba allí cuando despertaisteis. El cochero permanecía descansando en sus aposentos, al igual que la norteña.

Mientras, Segismundo y su familia, volvían a despertar aquel lugar, encendiendo fuegos y calentando el salon, al tiempo que atendían a todos aquellos que solicitaban su presencia.

Notas de juego

Posada el Cordero Rojo.

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10/09/2019, 22:03
† Olivier St-Arnaud †
Sólo para el director

«¡Qué noche! —pienso cuando los primeros rayos de sol se cuelan a través de las ventanas de mi dormitorio para apuñalarme en los ojos— ¡Qué sueños!»

A diferencia de muchos de mis coetáneos, que creían ver en la tormenta la furia de Dios, yo siempre he hallado en ella una energía vibrante y tranquilizadora; como la confirmación de que todo está bien y que los pecados de los hombres son purificados por la lluvia y arrastrados por el viento, en tanto que las conciencias son acalladas por el sordo rugido del trueno.

La tormenta es para mí la ópera que toca Dios con los instrumentos que únicamente Él puede tocar con semejante maestría.

Y esta noche, como me ocurre en cada noche de tormenta, la ópera celestial se alió con mi agotamiento físico y mental para traerme la paz. Una paz interrumpida en esta ocasión por sueños intranquilos y visiones oníricas tan reales que juraría haberlas visto en estado de vigilia. Todavía me estremezco al recordar al individuo de la capa ahí de pie, junto a la ventana, observándome en silencio. Y aun ahora, como en el sueño, me cubro con la manta hasta las orejas como un niño pequeño, como si no viendo la realidad pudiera conjurarla lejos de mi mente y de mis aposentos.

«¡Qué deliciosa ingenuidad! —reflexiono con una sonrisa avergonzada— ¡Qué delirio tan maravillosamente pueril! Ahora es de día al fin y los temores de las sombras se han volatilizado con la llegada del amanecer.»

Me obligo a levantarme de mi lecho. Un lecho vacío que gustoso hubiera compartido esta noche con el bravo Paul, quien sin duda hubiera alejado mis pesadillas con su mera presencia.

Miccionar en el orinal situado bajo mi cama me resulta prácticamente imposible con el recuerdo de Paul todavía fresco en mi memoria, pero me las ingenio para atender esta necesidad primitiva antes de asearme y vestirme para salir al exterior. En el salón de la posada, sin duda, mis fans estarán esperándome con ansiedad.

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12/09/2019, 16:20
† Ioan †

Una vez en mi habitación, sin apenas prestar atención a su aspecto o al extenso bosque que se podía ver a través de la ventana y sobre el cual parecía estar forjándose una tormenta, empecé a recitar mis oraciones vespertinas, pero no de manera mecánica, sino, al igual que cada noche, reflejando en ellas lo que había vivido durante el día, y teniendo en mente a aquellos con los que había tratado, orando por ellos de la misma manera que lo hacía por mí.

Amén- murmuré al terminar, sintiéndome, al igual que siempre cuando terminaba de rezar, más relajado, seguro y en calma… como sintiendo Su benévola mirada sobre mí, disipando dudas y temores. Fue con esta sensación de paz en mi mente con la que me abandoné a un sueño que no tardó en llegar, incluso a pesar que la comodidad de la cama de aquella habitación era tan grande que, acostumbrado a lechos mucho más humildes, llegaba a antojarse extraña. Sin embargo, el día había sido duro, mi cuerpo reclamaba un merecido descanso…

A excepción de la nimia luz que emitían los rescoldos que aún quedaban en la chimenea, la habitación se encontraba completamente a oscuras cuando un potente trueno me despertó a mitad de la noche. No sabía cuánto tiempo había pasado, ni, al menos los primeros segundos, donde me encontraba, puesto que el brusco despertar hizo que estuviese algo confuso mientras mi mente terminaba de despertarse. Fue en ese estado en el que uno aun no es capaz de distinguir el sueño de la vigilia cuando un nuevo relámpago iluminó la estancia, mostrando la presencia de una oscura figura junto a mi cama.

¿Quién va?- pregunté, sobresaltado y buscando a mi alrededor aquella figura que parecía haberse desvanecido en las sombras, pero lo único que obtuve por respuesta es el repiqueteo de la lluvia contra la ventana y el sonido del agua colándose por unas pocas goteras, algunas de las cuales caían sobre las bolsitas de plantas secas que había por la habitación, llenándola con un suave a aroma. Fue con ese aroma y el recuerdo de la figura con lo que me volví a sumir en mis sueños… los cuales en esta ocasión resultaron una extraña e inquietante mezcla de recuerdos del viaje y expectativas de lo que quedaba.

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12/09/2019, 16:45
† Ioan †

Apenas asomaban las primeras luces del alba por la ventana de la habitación cuando me desperté, completamente descansado… al menos físicamente, puesto que los últimos sueños de la noche, si bien no me habían impedido descansar, habían resultado demasiado extraños como para poder hacerlo completamente. A pesar de ello, estaba en unas condiciones considerablemente mejores que cuando había llegado a la posada, y tras realizar mis oraciones matutinas y calmar con ellas mi mente, me vestí y salí al salón en busca del posadero, de su hija o de alguno de los que regentaban el lugar.

En primer lugar para preguntarles si habían podido lavar la túnica sucia que había dejado en la habitación donde me aseé al llegar, y por otra, para ver si era posible que pudiese bañarme en algún lugar, puesto que, al fin y al cabo, a pesar de haberme limpiado el vómito como buenamente pude la noche anterior, hoy debíamos partir al castillo de Giovanni para conocerle, así que lo mejor sería asearme adecuadamente primero.

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12/09/2019, 19:53
† Salomao Ali-Caro †

Salomao salió de su habitación con la cara de vinagre que lo caracterizaba, que hubiera pasado una buena noche o no... sólo podía saberlo él, el caso es que se acercó al posadero para pedirle el desayuno, como buen soldado siempre que tenía oportunidad de comer o descansar lo hacía, puesto que nunca se sabía cuando iba a volver a hacerlo, si bien era cierto que aquel mismo día partirían hacia el castillo de Giovani y que se suponía debía ir bien vestido y habían sido invitados a cenar, él simplemente se olfateó los alerones sobaqueros tras el comentario del padre Ioan, olían... pero eran soportables, si el tal Giovanni quería soldados que olieran a flores silvestres desde luego él no cumplía esos requisitos, pero seguramente querría a un buen guerrero y eso si que lo era, de manera que se encogió de hombros y fue a lo suyo, que en aquel caso era llenar la barriga.

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13/09/2019, 23:14
† Daphné Sabineau †
Sólo para el director

No hubiese podido imaginar cuán acogedora sería la habitación hasta que entró. Era preciosa, como sacada de un cuento. Sonrió al ver la cama con dosel y el suelo de madera que invitaba a descalzarse para caminar por él. Cerró la puerta y suspiró. Estaba realmente cansada del largo viaje y por fin tendría un merecido descanso en un lugar cómodo y sin tensiones.

El sonido de los truenos que se escuchaban en el exterior anunciando la llegada de la tormenta, prometían una noche cálida y agradable, a resguardo del viento y del frío. Se calentó las manos junto al fuego bajo y no tardó apenas en acostarse. El mullido y suave colchón le daba mil vueltas al de su casa, la recogía en un abrazo del que seguramente tardaría en despertar. Afortunadamente partirían a mediodía, pensó.

Dormía plácidamente cuando el intenso estruendo de un trueno la sobresaltó. Abrió los ojos de inmediato, tardando unos segundos en darse cuenta de dónde estaba. Se incorporó un poco, apoyando los codos sobre el colchón y entonces, un relámpago iluminó la habitación y le vio. ¡Había alguien allí, junto a su cama! Exhaló un grito ahogado. Estaba aterrada. Quiso huir pero fue incapaz, estaba paralizada, con los ojos clavados en esa presencia, que incomprensiblemente, con el siguiente trueno, desapareció. ¿Quién era? ¿Cómo había entrado? ¿Cuánto tiempo llevaba allí? 

Permaneció al acecho con los sentidos puestos en cualquier variación y cuando reunió el valor, se levantó y comprobó que la puerta y ventana siguiesen bien cerradas. Con bastante intranquilidad, miró debajo de la cama. Luego se sentó, abrazándose las piernas, pensando en lo que había pasado y después se estiró, tapándose con la manta hasta el cuello. El aroma a lavanda y tomillo consiguieron darle la suficiente paz para volver a conciliar el sueño, aunque no sería para nada, reparador.

Amaneció y Daphné agradeció que la luz bañase toda la estancia. Se levantó para mirar por la ventana, pero pronto volvió a acostarse para descansar más. Después se daría un baño, procurando relajarse y poner en orden las ideas. Miraría en el armario, pues si no recordaba mal, allí les habían dejado ropa para llevar a la recepción del señor Giovanni y cuando estuviese lista, saldría para reunirse con los demás y desayunar en el comedor.

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13/09/2019, 23:19
† Daphné Sabineau †

Cuando Daphné entró en el comedor la luz del día era más amarilla que azul. Por la hora en que salió de la habitación bien podría pensarse que había tenido un descanso largo y agradable, sin embargo, su semblante era pálido y caminaba abrazada, como si estuviese destemplada.

Saludó tímidamente deseando los buenos días en general y buscó entre los presentes a las dos hermanas con las que había compartido cena la noche anterior, pero antes de acercarse a ellas, se dirigió a la barra para hablar con el posadero.

-Buenos días -observaba al hombre-, quería pedir el desayuno... y... preguntarle algo -añadió en un tono más bajo. No quería llamar la atención de nadie así que la siguiente pregunta la formuló en un susurro, tras comprobar que nadie más estaba lo suficientemente cerca como para escucharlo- ¿cuántas llaves hay de mi habitación? 

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14/09/2019, 10:37
Guillaume Valjean

Los pesados pasos de Valjean anunciaron su llegada al comedor segundos de que esta se produjera. Había sido una noche larga y no parecía que el gigante hubiera dormido apaciblemente a pesar de lo mullido y acogedor de la cama de la alcoba. La lentitud en sus pasos, casi calculados, las bolsas de unos ojos que parecían escudriñar la posada en busca de algo que solo sabía él y lo rasposo de su voz de aquella mañana eran los indicadores de que algo había pasado, algo de lo que no estaba seguro, algo que no debía haber pasado, algo que su mente racional le decía que era imposible pero que su instinto le chillaba machacón de que lo imposible había pasado.

Se dirigió hacia donde estaba el fraile y sin demasiados aspavientos le dijo

"Si os preocupa la salud de vuestro hermano lo encontré anoche en la posada amordazado y atado por los guardias del señor Giovanni. Estaba vivo anoche, tan vivo como borracho....lo dejé allí para que su borrachera no provocara su muerte.... ni los hábitos salvan la vida de quien se mete con la nobleza...."

Lo había querido matar pero había resistido sus impulsos. Lo que estaba haciendo era lo mejor, no podía llamar la atención, no habiendo perros de la iglesia tan cerca, así que si había muerto no habría sido por él, si había muerto en la noche la culpa sería de los soldados, no de él, así que, le dejaba la decisión de que hacer con el borracho a su hermano, de todos modos, aquello era un asunto "de la familia" y no suyo.

Arrastrando los pies se dirigió a la mesa donde estaba sentado el español, se dejó caer haciendo crujir la silla y saludó con algo parecido a un gruñido. Sin mirarle dijo lo que tenía que decir porque tal vez a él le había pasado lo mismo.

"Español, anoche alguien entró en mi habitación...con la puerta cerrada. Entró y desapareció..... y no había bebido tanto como para ello.... " Alzó la mirada para cruzarla con la suya "recuerdas esa sensación de estar frente a la muerte en el campo de batalla? La sentí....la sentí...."

Aquello era una locura pero había atado su destino, al menos a corto plazo, con aquel.....hispano. Así que si se había vuelto loco debía saberlo.

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14/09/2019, 22:07
Segismundo

El comedor comenzó a estar concurrido poco a poco, según salíais todos de las habitaciones y entrábais en el que empezaba a ser un cálido comedor. Segismundo os iba saludando uno a uno con un gesto o una sonrisa, mientras que en la cocina se oía algo de ruído.

- Leche caliente, miel, pan y queso tenemos para desayunar. - Os anunciaba según íbais llegando y os invitaba a tomar asiento. - Enseguida seréis servidos. - Añadía a continuación, para luego gritar hacia la cocina lo que cada uno pedía. - Espero que las habitaciones estuviesen decentes y tuviesen un agradable descanso.

» En cuanto a las goteras, lo lamento de veras. Arreglamos unas y salen otras... - Se fue disculpando ante un problema que conocía desde hacía años, todo sin perder aquella agradable sonrisa.

Nuevamente el cochero ocupó un lugar en la barra y esperó a ser atendido, mientras que la mujer nórdica se sentaba junto al fuego. Las dos hermanas no tardaron en asomar, sentándose en una amplia mesa, mientras que Gabrielle, buscaba con la mirada a Dapnhé y la hacía señas para que sentase con ellas, no sin dar los buenos días a todos los presentes antes.

El padre Ioan salió de su dormitorio, dispuesto a preguntar por su ropa, encontándose de frente con Ionela, la hija del posadero, quien llevaba la túnica doblada en sus manos. Su rostro se ruborizó un poco y con una tenue sonrisa, le hizo entrega al cura de su vestimenta, antes de girarse y marchar a la cocina, en busca de las primeras comandas.

Por su parte, Bruce fue el de los últimos en unirse a vosotros. Se le notaba el sueño en el rostro y el cansancio en el cuerpo. No había pasado una gran noche... o quizás sí pues su sonrisa de bribón seguía activa en su rostro. Boromir seguía de paseo... aunque eso no lo sabíais, al igual que notásteis la falta en el salón del joven médico y su ayudante. Finalmente, fue Olivier el siguiente en terminar de acceder al salón, mientras que las mesas comenzaban a ser ocupadas y las conversaciones iniciadas.

- ¿Llaves de las habitaciones? - Preguntó el posadero a Daphné con sorpresa. - La suya... y una llave maestra... puede que incluso aún exista una copia por si se pierde la llave original... pero eso no lo tienen todas las habitaciones ya.  - Respondió a la joven con calma. Cuando el hombre vio que la mayoría aún vestía la misma ropa que la noche anterior, no tardó en hablarles nuevamente. - El señor Giovanni dispuso de ropa limpia para la siguiente etapa del viaje, sus mercedes la tienen en los armarios de sus habitaciones. Pueden coger y disponer de ellos cuando deseen.

Notas de juego

Posada el Cordero Rojo.

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16/09/2019, 20:21
† Olivier St-Arnaud †

Engalanado, aseado y sonriente, entro en el concurrido comedor con el presentimiento de que éste será un gran día. ¡Un día maravilloso, incluso, una vez que haya desayunado en condiciones!

Frente a mí, la intimidante pareja de guerreros conversa en tono sombrío y temo importunarles o que me contagien su pobre estado de ánimo. A su derecha, las dos mujeres de aspecto arisco me dan más miedo aún que sus contrapartidas varoniles y decido no molestarlas a ellas tampoco por temor a convertirme en su desayuno.

Sin dejar de sonreír, descarto las mesas vacías por considerarlas una descortesía por mi parte y vuelvo mi atención al otro lado de la sala. Paso junto al posadero y le pido miel y cerveza; limón también si puede conseguirme uno o dos de ellos, eso me hará bien a la garganta. Un par de huevos crudos sería ideal, pero me conformaré si no puede proporcionármelos.

Finalmente me acerco a la salvaje belleza sentada en frente al fuego.

—Buenos días, mademoiselle, ¿está libre? —pregunto con candidez, señalando el sillón negro— ¿Os importa si me siento? Siempre he apreciado la danza incontrolable de las llamas. ¡Pero qué modales los míos! Disculpadme, no me he presentado todavía. A veces olvido que no se me conoce en todas partes. Me llamo Olivier, aunque vos podéis llamarme como gustéis.

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17/09/2019, 23:50
† Salomao Ali-Caro †

Salomao ya se encontraba sentado en una mesa y había empezado a comer lo que le pusieron por delante, él no era ni mucho menos remilgado, solía engullir siempre que tenía ocasión y en aquel momento se sorprendió del hambre que gastaba como si no hubiera comido en siglos o fuese su último desayuno... curioso pensamiento, además de irracional, pero como el hispano era de pensamiento sencillo... dejó de darle vueltas y siguió comiendo dejando fluir la leche por la comisura de sus labios... no iban a pagarle por sus buenos modales... esperaba.

"Español, anoche alguien entró en mi habitación...con la puerta cerrada. Entró y desapareció..... y no había bebido tanto como para ello.... " Alzó la mirada para cruzarla con la suya "recuerdas esa sensación de estar frente a la muerte en el campo de batalla? La sentí....la sentí...."

El español levantó la cabeza del cuenco cuando su amigo le habló y se puso más serio.

- En mis aposentos también... una figura oscura que desapareció tan pronto miré... lo que sea... vino a verme, estoy seguro... la muerte siempre me acompaña- agregó evitando mirar a una esquina de la posada- ¿ropas?- dijo tras escuchar al posadero- ¿primero me privan de mis espadas y ahora esto?- prefirió cambiar de tema... aquello era indignante a ese paso también le diría que se tenía que lavar...

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18/09/2019, 22:24
Guillaume Valjean

Valjean empezó a comer pero se detuvo en cuanto Salomao empezó a hablar. La muerte, la muerte también había ido a visitarle al español. Había visto lo mismo que él y no estaba borracho, un guerrero que se precie no se emborrachaba en una taberna en tiempos de guerra, y un hombre al que le despojan de sus armas no está muy predispuesto a la paz. Salomao había visto lo mismo así que dejó vagar su mirada por la posada. El maestre de cuerda parecía demasiado jovial como para haber tenido una visita, y las mujeres, bueno, las mujeres eran extrañas, asustadizas, solo confiables en tiempos de paz, todas menos...... era doloroso, demasiado doloroso, hasta pensar su nombre le retorcía un helado punzón en el alma por lo que dirigió su atención en la comida.

Era lo mejor que había desayunado en bastante tiempo, mucho más lujoso de cuando era mercader pero había aprendido que el lujo debilitaba y el necesitaba ser fuerte, no acostumbrarse a eso porque pronto estaría muerto de frío guardando un torreón de un noble aburrido, esperando que las ovejas atacaran el castillo en el mejor de los casos o dispersando un atajo de campesinos descontentos con los impuestos. Comió y levantó la mirada mientras le decía

"Anoche salí a visitar a mi amada al establo. Tiene curva pero es ya vieja, sin el filo de la juventud y no sé si podría esconderla. Tal vez te pueda servir..... porque si algo le ha pasado a la cabeza de mi martillo nada podrá detener el reguero de sangre."

Si Salomao le había entendido la noche anterior sabría que se referiría a un arma. La hoz era herrumbrosa, pero mejor eso que nada. Él ya se había surtido, porque fuera como fuera, estaba seguro que el señor Giovanni estaría satisfecho de que se hubiera adaptado y hubiera conseguido colar algún arma a su fiesta. Solo deseó que los nuevos ropajes le permitieran esconder lo que llevaba. Por ello acabó el desayuno y se dirigió a sus aposentos a ver que tipo de ropajes habían dispuesto para él.

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19/09/2019, 10:32
† Salomao Ali-Caro †

"Anoche salí a visitar a mi amada al establo. Tiene curva pero es ya vieja, sin el filo de la juventud y no sé si podría esconderla. Tal vez te pueda servir..... porque si algo le ha pasado a la cabeza de mi martillo nada podrá detener el reguero de sangre."

Salomao dejo de beber el tazón de leche para mirar al bretón, lo había entendido perfectamente y al hacerlo sonrió muy fugazmente para sí.

- El reguero de sangre se convertirá en río si algo le ha pasado a tu martillo o a mis esposas... he sabido consolarme con mi amante, pero es tímida y más pequeña que sus hermanas, la mantengo siempre conmigo porque me es fiel.

Dijo en referencia a la daga que llevaba oculta en su bota, para después concluir de un sorbo la leche limpiarse con la manga la comisura de los labios e imitar a Guillermau yendo él también para ver que ropa debía ponerse.

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20/09/2019, 03:15
† Daphné Sabineau †

El tema de las llaves era un descontrol. Podía ser que quien entró utilizase una copia, pero aunque aquello parecía la solución más plausible, no acababa de convencerla, pues al encerrarse en la habitación, ella había dejado la llave colocada en la puerta.

En ello andaba pensando cuando de repente se giró, sorprendida. Su atención dirigida a los guerreros. Estaba cerca de ellos y escuchó con total asombro, cómo uno relataba al otro que alguien había irrumpido en su cuarto durante la noche. Y por si esto no fuese suficiente, al otro hombre le ocurrió de igual modo. Les miró boquiabierta, asombrada. Había cogido el desayuno y pensaba reunirse con las hermanas, pero primero tenía que parar un momento a hablar con esos hombres.

Sin embargo, al acercarse les escuchó hablar de sus amantes. La del primero, una vieja con curvas. El segundo no se contentaba con una sola mujer. Daphné se ruborizó un poco por el contenido de la conversación y lo inoportuno del momento y siguió caminando como si nunca hubiese planeado hablar con ellos. Ya encontraría otra ocasión para hacerlo, pensó.

Las hermanas estaban en una mesa grande, junto a la pared. -Buenos días -saludó con una bonita sonrisa. Por un momento había olvidado dónde estaba y por qué. Se sentó y disfrutó del desayuno. Luego, su pensamiento regresó a aquella extraña noche y tuvo curiosidad por saber si a ellas también les había ocurrido. -¿Cómo habéis pasado la noche? ¿Pudísteis descansar? -preguntó prudente, deseando que nadie hubiese perturbado su sueño.