Partida Rol por web

Durante la lucha con el guerrero, Ungrim había perdido nocion del tiempo, concentrado solo en el combate. Sin embargo, la mención de los posibles tesoros volvió al enano a la realidad.

- Tienes razon, veamos que escondia este mal nacido

cuando comienzan a llover golpes sobre mí comienzo a tejer una red de acero para a repelerlos, mis dos armas desvian y paran golpes con una elegancia digna del rey Fenix, cuando su ataque finaliza comienza el mio con una estocada al goblin con la espada corta y otra al fimir que se encuentra delante de mí.

 Ambos oponentes caen son sendos palmos de acero enterrados en su pecho.

Tanto Arramus como Ungrim se ponen a investigar la habitación prestándole mucha atención a la armería, así que yo hago lo mismo, no quiero quedarme atrás.

Al intentar cruzar la puerta una enorme masa cortó el avance del enano. Sin dudarlo un momento atacó al terrible fímir para inentar acceder a la habitación.

Aprovechando la habilidad que aprendí en los últimos adiestramientos, me cuelo sin ser visto por el fimir que bloquea el paso tras Durgin. Después, me escondo tras la mesa y, desde allí, lanzo una terrible bola de fuego al fimir que está peleando con el enano. El monstruo queda completamente carbonizado y, quizás, las orejas puntiagudas del elfo, algo chamuscadas.

Arramus, 20
Agamenon, 3
Ungrim, 13

Los tres heroes, revisaron con cuidado toda la armeria. Entre viejos trastos y armar orcas, lograron encontrar un equipo valioso que habian robado los pielesverdes, seguramente en algun saqueo o asalto.

Mientras en la otra sala, los tres valientes, los tres cazadores, terminaban con la vida de los huespedes de aquella sala.

Una vez mas, estaban solos, y una vez mas, el suelo temblo, dandoles el aviso de que algo no marchaba bien.

Entre todas las armas de la armería encontré una cota de malla bastante interesante, parecía de buena calidad y estaba en buen estado, no lo dude un segundo y me la puse, todo lo que pudiera ayudarme me vendría bien.

Con mi nueva cota de malla equipada me sentía con más confianza, así que cruzo a la siguiente sala en busca de enemigos con los que probarla.

Durgin entró en la habitación pasando por encima de la gruesa panza del fímir. Oteó en silencio alrededor en busca de puertas secretas.

Rebuscando entre las armas, un par de pequeñas hachas llamaron la atención de Ungrim. Eran demasiado pequeñas para bladirlas con comodidad, pero parecían lo bastante equilibradas como para lanzarlas.

Con un gruñido de satisfaccion, se colgó las nuevas armas del cinturón y se dispuso a seguir a Agamenón a la siguiente sala. Por el camino, se dedicó a investigar la pared del fondo en busca de puertas secretas.

Arramus espero unos segundos mientras se deleitaba con el arma que habia encontrado. Espero por si el enano encontraba algo y, si no era asi, cruzaria la habitacion

¿Que te parece, Ungrim? Con esto si que los voy a dejar planchaditos

Amigos mios rebuscad entre los despojos, y o mientras examinare la habitación en busca de algún pasadizo.

Con los enemigos ya caídos, llega la hora del saqueo. El elfo se pone a buscar alguna salida y nos ofrece el botín.

- Gracias Aenur, pero creo que habrá para todos, -sonrío ante la perspectiva, aunque algo mosqueado por el retumbar del suelo.

De todas formas, vale más tomar precauciones y, antes de nada, me aseguro de que no haya ninguna trampa en la habitación.

Ungrim echó un un vistazo al martillo con ojo experto cuando Arramus se lo enseñó. La verdad es que parecía un buen arma, equilibrada y a la vez lo suficientemente pesada para causar grandes daños.

- Si, parece un arma magnifica, aunque yo personalemente sigo prefiriendo un buen hacha. No hay nada como la sensación de cortar a un enemigo en dos

En el viejo comedor, donde los Fimir habian caido, todos emprendieron una busqueda para poder avanzar de manera segura. Jandrus, se aseguro que no hubieran trampa alguna. Aenur, encontro una puerta secreta y los penetrantes ojos de los enanos, en asuntos de piedra, les ayudo para lograr ver una tercera puerta secreta al fondo de la sala.
No sabian cuantos, pero antes incluso de cruzar aquella puerta, advirtieron el peligro. Nuevos enemigos, preparando una nueva emboscada.
Al otro lado, los aventureros, aun calibrando sus nuevas armas, se encontraron con un puesto de guardia. Un nuevo momento, para praticar con sus nuevas pertenencias.