Partida Rol por web

-Aunque mi trabajo ya ha terminado, os acompañaré un poco mas hacia el sur. Una vez termine el desierto regresaré a Vador.
Os despedís del viejo ermitaño y seguís a vuesro guia a través del desierto, esta vez hacia el sureste. Cuandoe stá anocheciendo os dirigís hacia una zona rocosa.
-Ya queda poco para salir del desierto. Tras esas rocas ya se puede ver la tierra del sur.
Pero de pronto descubrís que no estáis solos. Seis figuras armadas y montadas en camellos aparecen de pronto desde las rocas y os rodean. les reconocéis de inmediato.

-Vaya vaya, a quiénes tenemos aquí... Nuestro viejo amigo Nadec y su grupo de héroes... Sabía que dariais con el laúd correcto y por ello decidimos esperaros aquí. Bien hecho amigo Ulan.
Bahar saca una bolsa bien cargada de monedas y se la arroja al que hasta ahora era vuestro guia, quien la agarra al vuelo y se aleja de vosotros.
-Ahora dadnos el laúd, o no saldréis con vida de este desierto.
Los seis jinetes desenfundan sus armas.

-¡Las ratas del desierto!
Yo también me preparo para el combate, con mi hacha, aunque sé que estamos en inferioridad, pero si es necesario defenderé a mis compañeros con mi vida.
Espero que mis compañeros que siempre han sabido salir de otros problemas similares con su labia.
-Me vendrá bien un poco de ejercicio y aplastar cabezas.

La peor de las situaciones posibles, y hemos sido tan idiotas de caer en una trampa de libro. Seguro que son mejores peleando que nosotros y estando en mitad de la nada y rodeados, la huida no es una opción.

- ¡Espalda contra espalda! ¡No os separéis! -grito mientras preparo mis cuchillos y busco con la mirada el laúd ¿Podríamos intentar negociar?

- Lo siento chicos, pero en nuestro contrato no figura morir por nuestro patrón... Pero Bahar, ¿que nos asegura que si consigues el Laúd vamos a seguir vivos?. Quizás el Laúd que hemos conseguido nosotros no es el correcto, o tan siquiera era un laúd aquello que debíamos coger... Mientras hablo destapo el ordre para beber un poco y oteo alrededor buscando formaciones rocosas cercanas.

-¡No me toméis por estúpido! -Grita Bahar mientras desmonta de su camello seguido por sus hombres. -Nadec entiende de instrumentos, especialmente laudes y yo estoy seguro de no poseer el adecuado, asi que la sprobabilidades son muy altas. Ahora... dadnos el laud o nos veremos obligados a quitaroslo.

Sin abrir la boca desmonto también del camello y preparo mis dagas mientras estudio a nuestros rivales.

Esperando el momento de actuar, dejo de observar alrededor en el momento en que los guerreros bajan del camello. - ¡Ahora! - Del odre sale, a presión, un rayo de agua que, instantes antes de introducirse por la boca y la nariz de Bahar, toma la forma de una mujer desnuda de apenas dos palmos de longitud. - Amigos salvajes, se os plantea una duda. - Aunque sonrío, mi rostro sigue tenso - ¿Que os diría vuestro patrón, si pudiera hablar? Contáis con menos de un minuto para decidir, si sois demasiado lentos, vuestro patrón morirá, y ya os aviso, mi muerte no acabará con su sufrimiento. - Aunque no estoy muy seguro de esto último pongo mi mejor cara de seguridad, mientras con la mano que no sostiene el bastón acerco a mis compañeros a mi - Dejadnos los camellos, nos iremos con ellos, y corred en dirección contraria tanto como podáis. En el momento que crea oportuno os doy mi palabra que lo dejaré en paz.

La repentina aparición del elemental de agua hace que las tornas se giren de pronto. Ulan-A-Medor el guia traidor se aleja de la escena maldiciendo en su lengua nativa, mientras que los hombres de Bahar se detienen de golpe al ver a su líder tratando de respirar desesperadamente.
En vano trata de deshacerse de la pequeña ondina que lo asfixia y hace un gesto a sus hombres para que se alejen, orden que acatan sin rechistar.

Abro los ojos y contengo un juramento ¿qué mierdas acaba de pasar? ¡El puñetero mercader es mago!

- Qué calladito te lo tenías -acierto a decir, trabándome la lengua sólo un par de veces- Creo que ahora deberías soltarlo un poco, al menos como muestra de buena voluntad...

Sonrío y miro de reojo a Vin – El único secreto que mis labios no saben guardar es la pasión que te profeso, quizás algún día podamos conocernos mejor – le guiño un ojo – Pero por ahora… ¡Montad! Coged todos los camellos ¡Nos largamos! – No se si Bahar me va a respetar por perdonarle la vida o voy a pasar a ser el centro de toda su ira, pero deberé estar más atento a mi espalda a partir de ahora…- Tus deseos son ordenes para mí, en cuanto empezemos la marcha lo liberaré.

Una vez estemos todos montados le pediré a la ondina que vuelva y nos alejaremos los más rápido posible.

Los hombres de Bahar se alejan una distancia prudencial y éste, aunque parece resisteir estoicamente el ataque de la ondina, empieza a dar muestras de asfixia, con lo que también retrocede un poco.

Pongo los ojos en blanco y lanzo un sonoro suspiro. Mago o no, está claro que no deja de ser un petulante... ¡HOMBRE!

Sin perder de vista a los secuaces de Bahar, espanto sus monturas como puedo para retrasar la previsible persecución y corro a subirme a mi camello.

Los hombres de Bahar se alejan, al igual que éste y sus monturas huyen espantadas por Vindala. Nadec, vuestro partón, parece repentinamente entusisamado al ver el giro d elos acontecimientos y aprovecha para darse un momento de pérdida d ecompostura y les hace un calvo desde su montura.
Después seguís vuestro camino dejando atrás las formaciones rocosas y os dirigís hacia un horizonte que se presenta como menos árido, no por ello excento de peligros.

FIN DE CAPÏTULO