Partida Rol por web

Las Guerras de la Luz y la Oscuridad

[PRÓLOGO] Lucha contra la Propia Naturaleza

Cargando editor
22/01/2021, 16:45
Narrador

Como cada dekhana recorrías el camino desde tu hogar, en el bosque de Cormanthor, hasta Ciudad de Valle de la Rastra para cuidar de los caballos de los Establos Goldenleaf1. Caminabas por la Vereda de la Rastra, el sendero que recorría el viejo cauce del río que se secó hace siglos, hundiéndose bajo tierra por alguna excavación minera en la Infraoscuridad. Jalonaban el paisaje, aquí y allá, resabios del antiguo río en forma de estanques y pequeños arroyos que los lugareños habían desviado para alimentar zanjas de drenaje y pequeños estanques y embalses privados. De tanto en cuanto, los lados de la Vereda se unían por pequeños puentes que salvaban corrientes de agua inexistentes.

Cuando llegaste a Roble Muerto (un pueblo en la encrucijada tan pequeño que no aparecía en la mayoría de los mapas) escuchaste a unos viajeros hablar de que les habían atacado unas bestias ferales en su trayecto desde Velarburgo. Intrigada por el origen de los ataques y la naturaleza de aquellas bestias salvajes, decidiste desviarte al norte. Hacía meses que no parabas a visitar a tu amigo Icarus en el templo de Khauntea, de todas formas. Echabas de menos escuchar sus historias mientras supervisabais la labor de los acólitos jóvenes, y charlar con la Madre Segadora con una humeante y aromática taza de té.

El camino a Velarburgo te ofreció agradables vistas de campos cultivados y pequeños grupos de granjas. La familiar silueta del pueblo apareció en un brillante atardecer sin nubes. Una pareja de guerreros a caballo montaban guardia a las afueras del pueblo, en el camino. Iban ataviados con gambesones y capuchas de malla, e iban armados con espadas y arcos. Al verte llegar intercambiaron miradas y arrearon sus monturas para salirte al encuentro.

 

1: antiguos Establos Frondáurea. Esta vez he decidido dejar todos los nombres originales en inglés y no traducir ninguno.

Cargando editor
22/01/2021, 16:45
Jinete Gris

¡Alto, desconocida! —dijo uno de los Jinetes Grises1 en voz autoritaria y señaló a Áscalon con el dedo—. ¿Estáis segura de que podéis controlar a esta bestia?

Los caballos caracolearon inquietos antes la presencia del lobo. El otro guerrero, más veterano y relajado, te observó con indiferencia mientras chupaba una ramita de paloduz.

Por supuesto que lo tiene controlado. ¿No ves que tiene toda la pinta de ser una de esos druidas del Círculo de los Cedros2? —dijo, y a continuación te saludó alzando la barbilla—. ¡Buenos días! Ya era hora de que vinierais, maldición. Aquí todo el mundo se está poniendo muy nervioso con vuestra ausencia en el festival.

El primer tipo no parecía muy convencido, y lanzó un bufido mientras te miraba de arriba a abajo.

Por lo que sabemos, el Círculo de los Cedros podría ser el responsable de los ataques. Dime, druida, ¿cuáles son vuestros asuntos en Velarburgo?

 

1: los Jinetes Grises son un grupo de exploradores montados contratados por los Siete Burgueses de Ciudad de Valle de la Rastra. Deberías estar acostumbrada a verlos patrullar por la campiña para mantener los caminos seguros.

2: El Círculo de los Cedros es el nombre que le he dado al círculo druídico del Bosque de Velar.

Cargando editor
23/01/2021, 14:06
Galatea

Galatea disfrutaba de aquellos paseos pese a que no tuvieran lugar en el interior del bosque, los campos y los estanques de los valles también tenían su encanto. Aunque siempre la fastidiaba un poco ver cómo había quedado el antiguo río. Por supuesto, nada bueno salía nunca de la Infraoscuridad. Salvo quizá los drows que se hacían Eilistreitas... aunque desgraciadamente, de esos había uno  por cada mil de Loth.

Áscalon trotaba alegremente por los alrededores, trazando círculos en torno a ella con la plumosa cola en alto y adelantándose a veces un poco en el camino mientras olfateaba como si fuera un explorador, sólo para volver después junto a Galatea con la lengua colgando de lado, corriendo incluso a veces, como si viniera a decirle "¿No es genial? ¡No hay nada malo unos metros más adelante!".

No obstante, en cuanto las figuras montadas aparecieron, volvió junto a la druida para continuar caminando pegado a ella. Era una costumbre que había adquirido desde hace mucho para no asustar a desconocidos sin querer.

O al menos a los no-hostiles.

Galatea se limitó a cruzarse de brazos y a observar ociosamente el diálogo entre los dos jinetes cuando éstos le dieron el alto, aunque su ceño se frunció un poco cuando su lobo la miró aplanando las orejas y emitiendo un gañido. ¡Aquel humano le había llamado "bestia"!

Buenos días—saludó al jinete de la ramita, justo antes de mirar al otro para añadir:—. A los dos.

Controlar, decía. Que palabra más humana. La gente "civilizada" y su tendencia a querer hacerlo todo por la tremenda. Áscalon tenía mejores modales que muchos seres de dos patas que había conocido.

Sí, soy druida, aunque no del Círculo de los Cedros. Vengo de Cormanthor—respondió—. Estoy aquí para hacerle una visita a la Madre Segadora y a unos amigos en el templo. Les he echado a los clérigos una mano con las semillas cientos de veces.

Acarició distraídamente la cabeza de Áscalon mientras se pellizcaba la barbilla pensando en lo que acababa de oír. ¿El Círculo de os Cedros no había acudido al festival de primavera? Eso ya de por sí le parecía raro, pero unido a esos rumores que había oído en el cruce y que ahora habían repetido aquellos hombres, empezaba a no gustarle.

Oh—parpadeó entonces con aire inocente ante el comentario desconfiado del jinete menos veterano—. Bueno, vosotros lleváis una espada y no por ello vais por ahí matando a todo el mundo, ¿no?

Juicios rápidos e imaginación desbocada. Otra tendencia.

—¿Qué son esos ataques que habéis mencionado?—preguntó—. Quizá pueda ayudar.

Si salían a la palestra las malas miradas hacia el Círculo de los Cedros probablemente tuvieran que ver con animales o algo que parecía provenir del bosque.

Sí, Áscalon ha emitido exactamente lo que se escucha en los primeros 3 segundos de esto. 

Cargando editor
23/01/2021, 16:50
Jinete Gris

El guerrero joven torció el gesto.

No son las espadas lo que están matando a los viajeros, sino lobos como el vuestro —señaló.

Disculpad la suspicacia de mi joven compañero —dijo el Jinete veterano, metiéndose el dedo en la capucha de malla para rascarse la cabeza—. Mi nombre es Adreth y él es Baeren. ¿Podemos conocer el vuestro, mi señora?

El guarda mordisqueó ociosamente la ramita de paloduz mientras contestabas.

—Los amigos de la Maestra Segadora son bienvenidos, y vuestra ayuda como especialista en estas lides aún más bienvenida, Galatea. Como ha dicho Baeren, ha habido ataques de lobos procedentes del bosque de Velar por toda la zona, pero sobre todo en torno a Velarburgo. Nadie sabe nada del Círculo de los Cedros desde hace semanas, y la gente le está echando la culpa a los druidas —dijo, y se encogió de hombros. Adreth parecía no compartir la opinión de la gente, pero darle cierto mérito a la sospecha—. Hacemos todo lo que está en nuestra mano, pero no podemos proteger a todo el mundo.

—Los lobos normales merodean las granjas aisladas en invierno, buscando cobrarse una pieza de ganado amparados en la oscuridad, pero se los espanta fácilmente con antorchas y espadas. Estos atacan a la gente, a plena luz del día, como si hubieran sido entrenados para ellos —dijo el guardia joven enfáticamente, explicando el por qué de la sospecha de los druidas—. Los testigos dicen que atacan con una ferocidad inusitada, y que no retroceden ni siquiera cuando se les hiere.

Cargando editor
23/01/2021, 18:18
Galatea

A Galatea le gustaba cada vez menos aquello. Velar era un bosque de por sí peligroso, pero no hasta el  punto de que los propios druidas de su Círculo tuvieran problemas para transitar por él en condiciones normales. Porque si no habían aparecido cuando estaba sucediendo aquello, era que tenían problemas.

No pudo evitar preocuparse un poco por Aleera... la guardabosques era bien capaz de cuidarse solita pero no dejaba de ser su hermana.

Puede que las cosas no sean lo que  parecen... en más de un sentido—dijo finalmente bajando la mano con la que se había pellizcado la barbilla—. Los lobos no actúan así, y los druidas de los Cedros no tienen ningún motivo para atacar Velarburgo. El cometido de cualquiera de los nuestros es mantener el equilibrio, no romperlo.

Aquello no eran lobos normales. Estaba segura. "Ferocidad inusitada" había dicho... ¿Los licántropos de Malar habían llegado incluso allí y estaban haciendo de las suyas? En cualquier caso, no quería asustar a aquellos hombres demasiado con aquella posibilidad. Esas sospechas mejor contárselas a Yvonna.

«Malditos seáis como estéis repartiendo mordiscos... »

Gracias, iré a hablar con la Madre Segadora por si se necesita mi ayuda en alguna parte. Más tarde si hace falta iré yo misma a ver qué demonios está ocurriendo dentro del bosque.

En verdad pensaba cazar a Rya, a Savinian y a Berenice para lo último, pero cada cosa a su tiempo.

Cargando editor
24/01/2021, 00:01
Jinete Gris

El guarda veterano se llevó dos dedos a la sien, en un saludo marcial.

Le agradezco su iniciativa, Galatea, pero me quedaría más tranquilo si no fuerais sola al bosque de Velar. A ninguna tierra le sobra la gente bienintencionada, y menos aún a la nuestra. Que tenga un buen día y disfrute de su estancia en Velarburgo.

Cargando editor
24/01/2021, 00:02
Narrador

Velarburgo era la Ciudad de las Enseñas, o eso decían los poetas. El viajero caminaba por entre los árboles y las piedras, pero el ojo no se detenía en una cosa, cuando se daba cuenta de que era el signo de otra. Una huella en la tierra indicaba el paso del lobo, un estanque anunciaba el antiguo cauce del río desaparecido, la flor que veía al margen del camino presagiaba el fin del invierno. El Sendero de la Hachuela era el signo de un señor soberbio que taló el bosque del Cormanthor para enriquecerse con el comercio.

Y finalmente, llegaba a Velarburgo. Lo habías visto aparecer en la lejanía, con la enorme luna de cobre del Templo de Khauntea. Te adentraste en sus calles llenas de otras señales que sobresalían de las paredes. Viste figuras de cosas que significaban otras cosas: el martillo indicaba la casa del herrero, la jarra la taberna, las alabardas el cuerpo de guardia, la balanza el herborista. Te fijaste en que otras señales advertían sobre aquello que estaba prohibido: aparcar las carretillas en el callejón, orinar detrás de los puestos del mercado, o lo que es lícito como aquel letrero sobre abrevar los caballos.

Tu mirada recorría las calles como páginas escritas: Velarburgo decía todo lo que debías pensar, te hacía repetir su discurso, y mientras creías que la visitabas, no hacías sino registrar los nombres con los cuales se definía a sí misma y a todas sus partes. Cómo era verdaderamente la ciudad bajo aquella apretada envoltura de signos, qué contenía o escondía, uno salía de Velarburgo sin haberlo sabido.

Cargando editor
24/01/2021, 00:02
Yvonna Oakenstave

Al templo de Khauntea se entraba por la Torre de la Luna, un ruinoso dedo de piedra cuyo piso superior había sido arrancado por un furioso dragón de antaño, si uno hacía caso de las supersticiones de los lugareños. Entre la arcada de piedra y las destrozadas almenas se erguía la imponente luna de cobre que relucía con los encantamientos de los Hermanos Pastorales.

Al otro lado del arco de piedra se accedía a las galerías que miraban al gran claustro rectangular. El patio estaba dedicado al cultivo de las frutas y verduras que comían la casi veintena de sacerdotes y guardas del templo, pero también había plantas medicinales y hierbas aromáticas. Las malas lenguas de Velarburgo decían con sarcasmo que allí se almacenaban también todas las monedas que entraban por su puerta. Pero, aunque no podía negarse que era un templo grande e importante, no era menos cierto que los lugareños entregaban sus donativos de todo corazón. Los Hermanos Pastorales reparaban las cercas de las granjas, y regaban, sembraban y limpiaban de malas hierbas los campos de los granjeros y las gentes necesitadas de todo el Valle. Y, al menos hasta ahora, la Gran Madre había utilizado el dinero para reconstruir caminos y puentes, mejorar los sistemas de regadío y colaborar con los leñadores, granjeros y elfos del bosque con el fin de que todos siguieran viviendo en armonía y la tierra continuase regenerándose.

Habían dispuesto camillas y parihuelas por todo el claustro. Allí había bastante gente herida, y los Hermanos Pastorales se afanaban en cuidar de todo el mundo. Entre ellos había una anciana que reconociste de inmediato: era Yvonna Oakenstave, la Gran Madre Segadora de Khauntea en Velarburgo. La mujer llevaba una sencilla túnica larga del color de las bellotas maduras, con el cabello blanco recogido sobre la espalda en una sola trenza resplandeciente. La tela de la túnica caía en pliegues desde sus hombros hasta el dobladillo, ocultando hasta la última línea de su cuerpo enjuto. Llevaba las manos enguantadas, para ocultar las cicatrices y las callosidades propias de los dedos de una granjera bajo la fachada de las manos de una dama. En medio de la tensión del templo lleno de heridos, ella estaba inmóvil y en paz.

La anciana se apañó para sentir tu presencia, de algún modo. En cuanto pusiste un pie en la estancia giró el rostro, se giró para mirarte directamente a los ojos. Te sonrió con afecto y caminó parsimoniosamente a tu encuentro.

Galatea de los Lobos —dijo en un tono jocoso que iluminó sus ojos glaucos. La anciana te tomó de las manos y te echó un buen vistazo—. Te veo bien, estás muy guapa. Gracias por venir.

Yvonna te recolocó el tocado de plumas y te guiñó un ojo. Hablar con Yvonna era una experiencia extraña, era como charlar con alguien que ya había oído la conversación antes, pero aun así mostraba la suficiente educación como para no mostrar impaciencia alguna.

Sospecho que tendrás preguntas.

Cargando editor
24/01/2021, 14:28
Galatea

Galatea palmeó el cuello de Áscalon, el cual pegó la cabezota peluda a su pierna y miró arriba jadeando alegremente.

Nunca estoy sola—había respondido guiñando un ojo.

Entró en Velarburgo como tantas otras veces. Por norma general, los asentamientos humanos la "asfixiaban". Demasiada piedra, demasiadas casas demasiado juntas... y demasiado poco verde. Se sentía encajonada entre muros fríos y sin vida. No obstante, Velarburgo era algo más agradable; había espacio entre sus casas, se encontraba rodeado de granjas y no todo era piedra. Allí sentía que podía respirar.

Entraron al templo y lo primero que hizo Áscalon al ver a Yvonne fue acercarse a ella trotando. Una vez la alcanzó, se sentó meneando la cola en el suelo, mirándola con la esperanza de recibir alguna caricia. Los animales tenían esa capacidad innata, ese instinto para "sentir el aura de la gente" y al lobo siempre le había gustado la Madre Segadora.

Galatea por su parte emitió un sonido a medio camino entre a risa sin ganas y el suspiro con el pequeño chiste sobre su mote. La verdad es que no se le escapaba lo irónico que resultaba todo.

Y tú tan insumergible como siempre—respondió al cumplido con media sonrisa. Aunque enseguida se le diluyó—. Sospechas bien... me he topado con un par de jinetes grises a la entrada y no me gusta lo que me han contado. Creo que lo que os ataca no son lobos normales, sino algo mucho más peligroso. ¿Esto empezó sin más? ¿Puedo ayudaros con algo?

Cargando editor
24/01/2021, 17:29
Yvonna Oakenstave

Yvonna acarició al lobo con gesto ausente, meditando sobre lo que acababas de decir.

¿Algo más peligroso? ¿Te refieres a licántropos? —preguntó Yvonna—. Cuando un cambiaformas muere, regresa a su forma natural. Los Jinetes Grises han abatido a alguno de esos lobos, pero no han reportado que ninguno se haya transformado de vuelta. Lo único que han observado (aparte de su inusual comportamiento agresivo) es que las tonalidades del pelaje era mucho más oscuras y apagadas, que estaban famélicos, y que sus dientes estaban manchados de negro. No sé si eso te dirá algo, a mí no.

»Todo el mundo culpa a los druidas del Círculo de los Cedros. Llevamos sin saber de ellos... unas seis semanas, aproximadamente. Su ausencia ha coincidido con el inicio de los ataques, y con las desapariciones de gente. Los Siete Burgueses han enviado una docena de Jinetes Grises, y yo he puesto a los guardias de mi templo a disposición de la ciudad, pero... no damos abasto.

La anciana suspiró.

La gente está asustada, y se ha dado cuenta de que no podemos protegerlos con el festival de la primavera a la vuelta de la esquina.

Cargando editor
24/01/2021, 19:44
Galatea

Galatea se sintió aliviada y preocupada a la vez, si es que tal cosa era posible.

Si no eran licántropos aquello eliminaba el peligro exponencial que suponían las mordeduras, pero seguían sin comportarse como lobos normales.

Si son lobos, alguien debe haberles hecho algo—contestó—. Ese comportamiento no es normal. Y lo que sea que les mancha los dientes podría ser una pista, solo no tengo muy claro cómo... aún. Y menos sin verlo.

Los lobos solían tener presas suficientes en Velar como para atacar tan ferozmente a los humanos a plena luz del día. No podía deberse sólo a que "tenían hambre". Existían formas de enfurecer mágicamente a los animales, pero aquello era directamente cruel. Y de todos  modos, prefería no teorizar mucho por el momento, había demasiadas cosas raras en aquel enigma.

Algunos humanos parece que lleven lo de la prisa hasta a la hora de sacar conclusiones—suspiró cuando volvió a oír lo de las acusaciones— . Y supongo que el miedo no ayuda.

¡Seis semanas sin saber del Círculo! Si hubiera sucedido algo grave Aleera la habría avisado, de modo que quería pensar que si no lo había hecho era porque simplemente no había podido. ¿Qué demonios estaba ocurriendo?

Mi hermana se encuentra en el Círculo de los Cedros, quizá  ha pasado algo y ellos también tengan problemas... —dijo torciendo ligeramente el gesto—. Necesito saber qué está sucediendo dentro de Velar para poder parar esto. Quiero ir al Círculo. Pero me gustaría llevar a los Escudos conmigo; nunca se debe tomar a la Naturaleza a la ligera, y menos aún cuando se enfurece.

Cargando editor
24/01/2021, 22:06
Yvonna Oakenstave

Yvonna sonrió de medio lado.

¿Has oído la expresión "errores élficos"? —te preguntó—. No, ¿verdad? Siempre son "errores humanos". Tenlo en cuenta cuando juzgues las decisiones precipitadas de nuestra especie.

Yvonna pasó el brazo por tu hombro en un gesto afectuoso.

Nos vendría bien un poco de ayuda aquí —confesó la Madre Segadora—, pero entre los Jinetes Grises y los guardias de mi templo nos podemos apañar mientras tanto. Sé que no reunís a los Escudos sin una buena razón, y que podría haber otros asuntos que reclamaran vuestra ayuda.

Palmeó tu hombro.

Y no dejes que la ausencia de tu hermana ensombrezca tu corazón. Ella es tan capaz de cuidarse de sí misma como tú.

Cargando editor
24/01/2021, 22:18
Galatea

Peor aún—suspiró Galatea haciendo rotar los ojos en redondo—. He oído la expresión de que los elfos "lo hacemos todo bien". Imagina...

Aquello era tan absurdo como que sólo los humanos se equivocaban. ¡Pero había quien realmente lo creía a pies juntillas!

Palmeó la mano que la Madre Segadora había depositado en su hombro. Entendía lo que el miedo podía hacer en los corazones de las gentes sencillas, pero la entristecía lo frágiles que a veces podían ser las cosas. Bastaba una sola carta mal puesta para que un castillo de naipes se cayera.

Por suerte también había personas como el jinete Adreth o la propia Yvonna. Aquella era la parte que le gustaba de los humanos: la faceta de que, pese a su fugacidad en la vida, algunos fueran capaces de pararse a observarla para ver qué sucedía a su alrededor.

Intentaré volver lo más pronto posible—dijo—. Aguantad un poco más.

El comentario sobre su hermana la hizo sonreír ligeramente aunque no dijo nada; pese a que ella misma se había repetido aquello en su fuero interno una y otra vez, siempre quedaba aquel leve pero molesto resquicio de inquietud que no se lograba sacudir. Aleera no dejaba de ser toda la familia que le quedaba.

Palmeó el lomo de Áscalon para que la siguiese y se dispuso a salir de allí. Una vez fuera del pueblo, se transformó en leopardo y echó a correr con la intención de viajar hasta Ciudad de Valle de la Rastra. Sabía que la forma de águila era mucho más veloz, pero no quería dejar a su lobo atrás.

Cargando editor
25/01/2021, 00:01
Savinian

Sí. Tienes prisa. Tienes cara de tener prisa, pero mira, eres una elfa así que te puedes esperar. Resulta que Rya podría tener problemas. Bueno, hasta el punto de que una montaña de músculos que, además, sabe lanzar conjuros puede tener problemas. Ya me entiendes. ¿Qué? ¡No me mires así! Cuido de mis amigas. Así que espero que no te quedes ahí plantada. ¿Lo pillas? Druida. Plantada. ¡Ja, ja, ja! Soy la monda. Bueno, vayámonos antes de que eches raíces. Al acantilado junto al faro. Hola, Áscalon, cosa guapa. ¿Quién es el lobito bonito? ¿Quién es? ¡Pues tú, claro que sí!

No era la bienvenida más ortodoxa que esperabas, pero uno no podía esperar otra cosa de Savinian. El drow se caló unas gafas de cristal tintado en cuanto salió de la Lluvia de Estrellas. Había elfos oscuros que se acostumbraban a la luz del mundo superior, pero Savinian no era uno de ellos y utilizaba aquellos anteojos siempre que tenía que operar a plena luz del día.

—Llegas a tiempo a tu cita con Sheera Goldenleaf —observó—, y sin embargo mis pajaritos me dicen que no has venido a pie, disfrutando del paisaje como sueles. Has venido corriendo como alma que lleva Asmodeo.

Savinian te escudriñó con esas gafas extrañas suyas.

Te pasa algo —no era una pregunta—. ¿Tiene que ver con los ataques de los drow desde abajo? Si es eso, estoy al día. En la Lluvia de Estrellas no se habla de otra cosa.

Cargando editor
25/01/2021, 00:49
Áscalon

Cuando Savinian se puso a hacerle carantoñas, Ascalon miró hacia arriba con la lengua colgando de lado entre alegres jadeos (porque el drow era más alto, básicamente) De aquella guisa, ladeó la cabeza a un lado y a otro como si tratara de cazar con un lametazo al vuelo alguna de sus manos. Pero simplemente el  elfo era más veloz acariciándolo.

Cuando dejó de hacerlo, el lobo estornudó por algún motivo y se lo quedó mirando moviendo la cola. Al menos hasta que se pusieron a caminar para salir de allí.

Cargando editor
25/01/2021, 00:57
Galatea

Galatea por su parte se quedó mirando a Savinian, esperando pacientemente a que terminase con la peculiar verborrea en lugar de comentarla. No era culpa del drow, pero simplemente no estaba del mejor humor para chistes. El viaje sólo le había servido para pensar demasiado.

No tenía claro para qué quería ir al faro, si tenía que ver con lo que fuera que le pasaba a Rya o no. Pero ya solo por ser un sitio menos concurrido que la Lluvia de Estrellas le resultó más que suficiente para que decidiera seguirlo. Ciudad de Valle de la Rastra no era como Velarburgo, allí sí que sentía que se asfixiaba en ocasiones.

No, no tiene que ver con eso... —suspiró—. Algo muy raro está pasando en el bosque de Velar. Velarburgo está sufriendo ataques de lobos que no son normales. Y temo que el Círculo de los Cedros también tenga problemas porque hace seis semanas que no saben nada de ellos.

Acarició distraídamente la cabeza de Áscalon mientras caminaba.

—¿Qué decías de Rya?

Cargando editor
26/01/2021, 09:40
Savinian

Savinian te miró con gesto serio mientras comentabas la razón que te había llevado a viajar con tanta premura, sin parar de apretar el paso en dirección al acantilado desde donde el faro dominaba la Ciudad de Valle de la Rastra.

—¡Por los brazos de marfil de Beshaba! ¿Es que los problemas no pueden aguardar su turno, ponerse en fila ordenadamente, y esperar educadamente a que les llegue su turno de resolverlos de uno en uno? —dijo y agitó un dedo en el aire, como si reprobara el comportamiento de un chiquillo que trataba de colarse en la fila del columpio—. Te lo digo, Galatea, estos problemas de hoy en día no tienen ningún respeto. Hablando de los problemas del Valle, ahora que lo pienso: ¿he perdido la oportunidad de bromear sobre los ataques de los drow desde abajo?

Lanzó un hondo suspiro al aire y negó con la cabeza con aire abatido.

¿Ves? Tengo demasiadas cosas en la cabeza para pensar con claridad. Mira, ya casi hemos llegado.

Remontasteis el último tramo del zigzagueante sendero que discurría a modo de terraplén para acceder a la meseta donde se elevaba La Luz de la Rastra, el faro que ayudaba a los barcos que iban y venían a evitar las peligrosas rocas que había frente a la costa. Allí estaba Rya y su pareja, Morann. Parecían haber estado disfrutando de un almuerzo que te hizo recordar que no habías desayunado todavía. Venteaste el aire y captaste el aroma a salitre, a fruta podrida y a queso de cabra, pero también oliste el miedo y la tensión en el aire, que podía cortarse con un cuchillo.

Parece que llegamos tarde a la fiesta, Rya los ha debido acojonar a todos. Bien está lo que bien acaba, supongo. Ahora te cuento de qué va todo esto, ¿vale? Voy a asegurarme de que están bien.

Cargando editor
27/01/2021, 00:11
Galatea

Galatea lanzó un sonido a medio camino entre el resoplido y la risa sin ganas cuando Savinian despotricó sobre la falta de respeto de los problemas.

—Sí, yo también me lo he preguntado muchas veces.

Savinian era bromista por norma general pero sabía dejar las tonterías a un lado cuando algo era serio y eso era algo que apreciaba mucho. El hecho que dijera aquello justo  después de la cara que había puesto tras oír su explicación, delataba que lo que lo que intentaba era quitar algo de hierro.

Le dio unas palmaditas en la espada cuando añadió lo de la oportunidad perdida.

—Lo superarás...