Partida Rol por web

Tan pronto la mujer finaliza el vaticinio, oscuros nubarrones cubren la luna y anulan la poca luz que queda. Una brisa ajena invade el aire y con rapidez asciende en fuerza e intensidad. El viento ahora agita los árboles, y en la negrura sentís el tacto frío de una gota de agua. En cuestión de segundos la tranquilidad aparente ha dado paso a una lluvia que amenaza convertirse en tormenta en cualquier momento: la propia atmósfera provoca una sensación violenta, ansiosa, extraña.

- No vamos a poder quedarnos mucho más a la intemperie, recoged y movámonos - el elfo vuelve a colocar sus cosas a la espalda.

Waldo escupió ruidosamente al suelo, ese cambio de tiempo no es nada bueno.

- Mala pinta tiene esto, no me gusta como pinta la noche, vamos, algún agujero habrá para meterse.

Había podido comer y descansar un poco, incluso pudo aprovechar unos breves momento repasando y releyendo su libro de magia. Por si se le ocurría que hacer con esa piedra, hasta que una tormenta les alcanzó en todo lo alto amenazando con mojar su queridas páginas.

Su cuerpo iba recuperando las energías por lo que cuando sugirieron partir no le puso ninguna objeción, debían buscar refugio y, con un poco suerte buscar cómo entrar en esa guarida. Tenía pinta de que la entrada principal ya había sido muy usada por lo que una entrada alternativa podría ser una buena idea. 

- Vamos, yo ya estoy lista. Busquemos donde escondernos de esta tormenta tan horrorosa. - se puso en pie lista para rodear esa montaña con forma de calavera en medio de la nada. 

Cita:

Mientras rumio la profecía que me intriga mucho mis compañeros descartan entrar por la entrada principal porque con arma o sin ella nadie se ha interesado por saber mas del plan... debí haber hecho caso a Nörsil con el pico y la pala... Con algo de fuerzas mas me levanto observando la roca como investigando. ¿Buscamos refugio o entrada en la cueva?, no tengo claras las intenciones del grupo, si son no mojarse o matar al ogro lo antes posible.

- Lo que encontremos antes, vamos - emprendo la marcha achinando los ojos, mis compañeros quizá no lo tengan tan fácil en la oscuridad creciente - probemos primero en los alrededores, no creo que salga nadie por esta salida en medio de la lluvia.

Se que puede sonar loco y nos vamos a mojar, pero podemos entrar por la entrada principal... con el terreno mochado, atando cuerdas a un anclaje donde atar la cuerda a la roca y la fuerza de todo podemos abrir una apertura justa u suficiente para colarnos por la entrada principal, cavando lo suficiente sobre los lados de la roca sobre el suelo mojado la resistencia será menor...

La oscuridad es casi absoluta, tanto que da a pensar que podría haber algo más en el aire frío y hostil que impregna y ennegrece el Cerro de Altocráneo. Los aventureros tienen serias dificultades para ver, a excepción de Nörsil, que gracias a su infravisión ya sabe que no hay refugio posible en los alrededores. La tormenta se recrudece. Waldo y Sheldor prosiguen la búsqueda por su cuenta, con la mejor de las intenciones. El elfo intenta hacerse oír, pero separados como están, es en vano. 

La más osada en su búsqueda es Cataria, que insiste confiando encontrar otra entrada. Es de esta suerte que la maga recorre el terreno circundante hasta llegar a la cima del enorme cráneo y, hallándose justo sobre las cuencas de los ojos, se ve empujada por una ráfaga de frío helado y cortante. A punto de perder su celoso libro mágico, se aferra a él con ambas manos, pero esto le hace perder el equilibrio. Cae derecha sobre la oquedad y, por estar a punto de verse precipitada a su interior, descubre que ésta puede ser un acceso al interior de la cueva: un túnel claustrofóbico, muy estrecho y muy complicado, pero posible. Luchando por no escurrirse, patinando sobre la piedra mojada, Cataria recupera el equilibrio y decide no tentar más su buena suerte. 

Por su parte, Akka pone en marcha su creativo plan. Al hallarse frente a la roca, puede apreciar que no es tan pesada ni grande como aparentaba desde la distancia. La fuerza de muchos brazos unidos podría tener una oportunidad, aupada por la tierra húmeda, en vencer el bloqueo. El ladrón comienza a cavar laboriosamente bajo la lluvia, tratando de hacer el mayor espacio posible antes de atar su cuerda y esperar la ayuda de sus compañeros.

Parece que la cueva tiene más sorpresas de las esperadas, pero meterse ahí puede no ser seguro.

- Empujar la roca es cansarse y lo mismo el ogro no espera al otro lado, Akka tu eres ágil, si te metes por ese agujero puedes echar un vistazo dentro y decirnos que hay.

Niego frustrado y molesto dejando de hacer lo que estaba haciendo, recuperando mis cosas y guardándolas corro en dirección donde la bruja se coló.

Como sigamos así vamos a morir por idiotas... cambiamos u os dejo morir por imbéciles... reprocho al grupo realmente enfadado mientras corro a buscar a la bruja preocupado.

Me quedo mirando a Waldo con la mirada como preguntando: a este que le ha pasado?

Vamos a tener que subir al ojo, espero que seas ágil cual gacela por que lo que es yo estoy un poco oxidado...

gruñendo me encaramo a los ojos.

- A veces es necesario ver para creer. ¡Subamos al ojo pues! - Nörsil trata de animar el movimiento de todos aunque está un poco decepcionado por no encontrar él la entrada alternativa.

Soltó un bufido cuando vio que su queridísimo libro podía desaparecer entre esas piedras.

Al menos había encontrado una posible entrada pero el cansancio del camino, el agua de la lluvia que ya se iba notando y su agilidad sólo comparable con la del viejo achacoso que siempre está sentado frente a la taberna hizo ver que la cosa no iba a acabar bien para ella. 

Waldo preparo una cuerda, estaba claro que el grupo no se le estaba dando bien entrar por la apertura. Busco una piedra o tronco donde afianzar la cuerda.

- Que cojones pasa con esta cosa que no se agarra.

Que estrés de mas grande, el grupo este no tiene futuro como no nos organicemos. Si la bruja cae a mucha altura o en una trampa el daño puede ser terrible para ella, si no trabajamos en equipo no vamos a poder avanzar y para colmo quieren a una vidente que nosa ayude mientras ignoran sus palabras y yo les hablo para que hagan lo mismo. Si no les interesa que no hagan caso pero que no nos ignoren a los que tenemos que hablar.

Esperar en las rocas pero no entréis, rescato a la bruja y organizamos un plan para no poner las cosas mas fáciles al ogro...

La tormenta se enfurece. La comunicación es imposible; el temor a lo desconocido gobierna las voluntades. Sheldor y Waldo atan sus cuerdas a un saliente próximo, pero solo la del clérigo encuentra soporte estable. Ante lo que parece el único refugio a su alcance, los aventureros no dudan en abalanzarse sobre las cuencas huecas de la gigantesca calavera que da nombre al Cerro de Altocráneo, esperando encontrar en ellas un cobijo más que una entrada a la cueva.

Deslizándose por ellas, el grupo no tarda en descubrir que las oquedades conforman angostos túneles de un único sentido descendiente: los pasajes sumidos en la más total oscuridad se reducen en tamaño: primero obligándoles a agacharse y luego, prácticamente, a arrastrarse como gusanos. Avanzando metro tras metro, tentando a ciegas, comienzan a creer que esto ha sido la peor idea posible... Justo en el instante que las manos pierden todo contacto. Los dedos se agitan con desesperación, buscando algo a lo que aferrarse: no hay nada.

Volver atrás es imposible pues el túnel se ha convertido en una pendiente imposible de deshacer: solo queda lanzarse a un abismo negro e incierto. Akka, Sheldor y Yilda han logrado mantener la calma y coordinar sus músculos prodigiosamente; el ladrón, el clérigo y la adivina se dejan caer con seguridad y elegancia, recuperando el centro de orientación y equilibrando el peso del cuerpo. Tras varios metros de lo que podría ser una peligrosa caída, logran amortiguar el golpe rodando por el suelo y recuperando el balance sin más rasguño que una nube de polvo en los ojos.

No puede decirse lo mismo de sus amigos: Nörsil, como elfo, detesta los subterráneos y especialmente en estas condiciones miserables. Cataria ha entrenado con exigencia su mente y su poder psíquico, pero su condición física no responde bien a esta clase de retos. Waldo confiaba en poder apoyarse en la cuerda que había atado, pero a medio trayecto ésta vuelve a sus frustradas manos.

La ruta de los tres compañeros se vuelve un penoso paso de golpes e histeria. Dudosos e inseguros, la torpeza les castiga en el momento más desafortunado: cuando deben abandonarse confiados a la caída libre, arañan el aire buscando un apoyo que no existe... Dándose cuenta de que van a desplomarse precipitados desde una altura desconocida, dan lo mejor de sí para ablandar un golpe seguro e inminente...

Waldo se resbala pero medio consige frenarse, sólo un pequeño rasguño, que el hombretón consigue recibir bien callado.

- onaiviL omoc al asirb - musito al verme privado del equilibrio. Pero la magia no está tampoco hoy conmigo.