Bienvenidos al Imperio Esmeralda

El Imperio eterno, fundado por los mismísimos kamis, en cuyo seno millones de almas se despiertan cada día en búsqueda de su propio destino.
Rokugan, que ha soportado el embate del tiempo y los siglos, faro de esperanza frente a la sombra, ejemplo de civilización frente a la barbarie.
Un mundo donde el honor, el deber y la tradición son más que simples palabras, rigiendo la rueda kármica que dicta las vidas de sus habitantes.
Un lugar en donde la magia y los espíritus son algo muy real, y donde la línea que separa realidad y superstición es fina y borrosa.
Una sociedad repleta de normas rígidas y asfixiantes, pero también de contradicciones y pasiones desenfrenadas.
¿Qué seréis en este mundo? ¿Qué os deparará el destino? ¿Qué historia trazarán vuestros pinceles en este lienzo oriental?
Incluso la brisa más tenue puede acabar desembocando en un huracán.
Historia de Rokugan

Hace milenios, la diosa Amaterasu (el Sol) y el dios Onnotangu (la Luna) engendraron diez hijos celestiales, los Kami. Corrompido por la Nada y temeroso de que sus hijos le reemplazaran, Onnotangu decidió devorar a sus propios vástagos, pero Hantei, el más joven de ellos, logró escapar a su ira y, ya como adulto, se enfrentó a su padre y liberó a sus hermanos. Durante la batalla, los Kami cayeron de los cielos y descendieron a la tierra, en donde encontraron a los humanos, nacidos de las lágrimas de Amateratsu y la sangre de Onnotangu.
Fueron ellos quien fundaron el Imperio Esmeralda, siendo Hantei elegido como el mejor de todos para ostentar el puesto de Emperador. Los otros Kami fundaron los siete Grandes Clanes, trasmitiendo sus enseñanzas a los mortales que estaban dispuestos a escucharlas. Y, así, guiado por su sabiduría divina, el Imperio prosperó.
Sin embargo, uno de los diez Kami no había caído en el Ningen-do, sino en el Jigoku, el reino del mal. Fu Leng, el hermano díscolo, ahora corrompido y lleno de resentimiento hacia los otros Kamis, se presentó en la capital del Imperio, Otosan Uchi, y retó a su hermano por el trono. Así empezó la eterna lucha contra la Sombra, mientras un ejército surgido de las profundidades del Pozo Supurante, el corazón de las Tierras Sombrías, se disponía a arrasar lo que los Kami habían tardado décadas en construir.
La primera victoria en esta aciaga guerra se dio cuando, en lo que más tarde se conocería como el Día del Trueno, el sabio Shinsei, un monje iluminado cuyas enseñanzas definirían Rokugan en los siglos venideros, guió a siete campeones hacia el corazón de las Tierras Sombrías. Allí, los Siete Truenos se enfrentaron a Fu Leng, consiguiendo sellarle mediante doce pergaminos oscuros. Ese día, Rokugan pudo respirar tranquilo, pensando que la amenaza contra el Imperio había acabado.
Pero la guerra contra la Sombra nunca termina, y las Tierras Sombrías volverían a sembrar el Imperio de pesadillas en los siglos venideros. El Pozo Supurante, allí donde Fu Leng traspasó el Ningen-Do hacia el Jigoku, era ahora un portal eterno hacia el reino del mal, una herida en la tierra que nunca podría sanarse, y que corrompía todo a su alrederor. Muchas guerras se libraron contra los ejércitos del Jigoku... Y muchas vidas se perdieron.
Pero los vástagos del Jigoku no son la única amenaza contra Rokugan. Los gaijin, extranjeros bárbaros de costumbres extrañas, desarrollan sus propias naciones más allá de sus fronteras. La Oscuridad Mentirosa siembra el caos y la desconfianza, asimilando todo a su paso en una guerra secreta. Otras razas, como las Naga o los Nezumi, oscilan entre la posición de aliados de conveniencia y enemigos encarnizados.
Sin embargo, la mayor amenaza del Imperio es, y siempre ha sido, el Imperio en sí mismo. La ambición de los Clanes, la frágil balanza que los une, las contradicciones que surgen de su filosofía. Los dirigentes corruptos o débiles, el Kolat, la arrogancia de aquellos que creen poder desafiar el Orden Celestial. La lucha por el alma del Imperio nunca termina, y es tan encarnizada e insidiosa como aquella que se libra contra sus enemigos externos.
La estructura social

Rokugan es una sociedad estrictamente jerárquica y rígida, donde cada persona tiene un lugar fijo determinado por nacimiento. Esta estructura se conoce como el Orden Celestial, y desafiarlo es invitar al desastre y el infortunio.
El Orden Celestial delimita cuatro castas:
- Los Samurái, aquellos que luchan.
- Los Sacerdotes, aquellos que rezan.
- Los Bonge, aquellos que trabajan.
- Los Hinin, las no personas.
Sin embargo, incluso entre estas castas existen claras diferencias sociales. Empecemos por los samurái:
El Emperador se encuentra en la cúspide de esta estructura, y es el soberano absoluto de Rokugan, bendecido por los cielos.
Los Kuge se encuentran justo por debajo del Emperador, y representa la más alta élite de la clase samurái. Su miembro más poderoso es, sin lugar a dudas:
- El Shogun, que comanda los ejércitos del Imperio. Aunque técnicamente sirve al Emperador y está por debajo de él, hay quien afirma que en la práctica tiene más poder real que este. El equilibrio entre ambos suele ser delicado. Es el primero entre los Kuge.
Justo por debajo del Shogun se sitúan, en un escalafón similar:
- Las familias Imperiales.
- El Campeón Esmeralda, que se encarga de imponer la ley del Emperador a lo largo y ancho de Rokugan por medio de sus legiones de Magistrados Esmeralda.
- El Campeón de Jade, que equivale al Campeón Esmeralda en todos los asuntos sobrenaturales que conciernen al Imperio. Los inquisidores son a él como los Magistrados Esmeralda son al Campeón Esmeralda.
- La Voz del Emperador, que se encarga de buscar la paz y actuar como balance entre los clanes.
- El Canciller Imperial, punto de acceso al Emperador y gestor en la práctica de la Corte Imperial.
- Los Campeones de cada uno de los Grandes Clanes de Rokugan (sus líderes de facto).
Aunque también pertenecen a la clase Kuge, los siguientes miembros tienen un estatus inferior al de los anteriores:
- Los daimyo de las grandes familias que componen los Grandes Clanes.
- Los daimyo de los Clanes Menores, que aunque sobre el papel gozan de un estatus similar al de los Campeones de los Grandes Clanes, en la práctica disponen de una influencia y poder muchísimo más limitados.
- En lo más bajo de los Kuge se encuentra la familia directa de los daimyo, aunque en el caso de los hijos solo el primogénito goza de este honor.
Sin embargo, la casta samurái está compuesta, en su mayor parte, por la clase de los Buke. Sus integrantes con más poder se dividen en:
- Burócratas de toda clase.
- Oficiales militares.
- Gobernadores provinciales y daimyos de familias vasallas.
- Hatamoto (consejeros de los daimyo).
- Gobernadores de ciudades.
- Magistrados Esmeralda e Inquisidores.
- Magistrados de Clan.
Por debajo de estos individuos, pero también parte de la misma clase, están la mayoría de los integrantes de la casta samurái, que se dividen en:
- Los hijos menores y familiares indirectos de las grandes familias, que deben probar su valía por sí mismos.
- Los samuráis que han obtenido el honor de portar el nombre de alguna de las grandes familias.
- Los ji-samuráis (medio samuráis), aquellos que todavía no han recibido el permiso de portar el nombre de la familia a la que sirven (y que componen la mayoría de la casta samurái).
- Los ronin, que merecen una consideración especial al no servir a ningún señor, aunque técnicamente son considerados ji-samurái.
- Los ashigaru, que aunque no pertenecen a la casta samurái sino a la casta de los Bonge, sí que son considerados parte de la clase Buke al ser capaces de combatir.
Sin embargo, sería un error detenernos aquí, pues únicamente uno de cada quince habitantes de Rokugan pertenece a la casta samurái. La siguiente casta, los Bonge, son habitualmente conocidos como heimin (medio-personas) y está jerarquizada de la siguiente manera:
- Los campesinos, la base del Imperio, crea con su trabajo el alimento que sustenta a todos sus habitantes. Es, sin lugar a dudas, el grupo social que engloba el mayor número de personas, en comparación a los otros.
- Los artesanos, que no crean alimento ni trabajan la tierra, están considerados por debajo de los campesinos, si bien son evaluados por encima de los comerciantes ya que al menos, en su caso, su trabajo transforma los frutos de la tierra en algo más útil.
- Los comerciantes ocupan el lugar más bajo de la casta Bonge, pues no producen nada con su trabajo, simplemente se encargan de "intercambiar bienes".
Por último, es importante hablar de otro gran grupo, el de los Hinin, que está compuesto por aquellos que siguen estando incluidos en el Orden Celestial y son considerados humanos por el Tao del Shinsei, pero que en la práctica son tratados como sub-humanos y no reciben protección de la ley Imperial. A este grupo pertencen:
- Actores y artistas callejeros de toda índole
- Geishas (que, aunque forman parte de este grupo, en la práctica suelen gozar del beneplácito de algún samurái, lo que les otorga más prestigio y protección)
- Cazadores y peleteros
- Criminales y bandidos
Por debajo incluso de estos, como una sub-división dentro de los propios hinin, están los eta ("intocables"), que incluyen a todos los hinin que se encargan de hacer trabajos considerados indignos y sucios por la cultura rokuganí. Entre este grupo se incluyen, por ejemplo, los enterradores y torturadores.
Aunque públicamente no existen, debido a un decreto imperial que condenó sus prácticas con la ejecución inmediata, se rumorea que aún hoy en día existe un último grupo social en esta casta: los ninjas. Ni que decir tiene que todo samurái que sea acusado de tratar con alguno de estos individuos deberá demostrar su inocencia o sufrir el mayor de los castigos.
Cultura

La casta samurái se identifica con el Bushido (el camino del guerrero), una serie de creencias y preceptos que definen cada aspecto de su vida. Codificado originalmente en el famoso tratado "Liderazgo" del kami Akodo, puede dividirse en siete virtudes o mandatos. Definir estos mandatos con exactitud es, sin duda, una tarea titánica, sino imposible, que ha ocupado inumerables tratados y debates a lo largo de los siglos. Esto no es así por casualidad, pues un verdadero samurái no necesita describir el bushido con palabras para poder entenderlo. Las citas originales de Akodo, sin embargo, pueden ayudar a entender la idea general de estos preceptos, pero son solo una primera baldosa en el largo camino que cada samurái debe recorrer a lo largo de su vida.
- Gi (Honestidad): "Sé sumamente honesto en tus tratos con todas las personas. Cree en la justicia, no de los demás, sino de ti mismo. Para un verdadero samurái, no hay matices en la honestidad y la justicia. Solo existe el bien y el mal."
- Yu (Coraje): "Elévate por encima de las masas que temen actuar. Un samurái debe tener un coraje heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida plena, plena y maravillosamente. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo con respeto y cautela."
- Jin (Compasión): "Mediante un entrenamiento intenso, el samurái se vuelve ágil y fuerte. No es como los demás hombres. Desarrolla un poder que debe usar para el bien común. Tiene compasión. Ayuda a sus semejantes en cada oportunidad. Si no se presenta una oportunidad, se esfuerza por encontrarla."
- Rei (Respeto): "Los samuráis no tienen por qué ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurái es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra de respeto, no somos más que animales. Un samurái no solo es respetado por su fuerza en la batalla, sino también por su trato con los demás. La verdadera fuerza interior de un samurái se hace evidente en los momentos difíciles."
- Makoto (Sinceridad): "Cuando un samurái ha prometido que realizará una acción, es como si la hubiera hecho. Nada le impedirá cumplir lo que ha prometido. No tiene que dar su palabra. No tiene que prometer. El simple hecho de hablar pone en marcha el acto de actuar. Hablar y hacer son la misma acción."
- Meyo (Honor): "Un verdadero samurái solo tiene un juez de su honor: él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quién eres realmente. No puedes esconderte de ti mismo."
- Chugo (Lealtad): "Para el samurái, tras haber hecho o dicho algo, sabe que le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias. Un samurái es intensamente leal a quienes están a su cargo. Con aquellos de quienes es responsable, permanece fiel a sus principios."
En la práctica, sin embargo, el Bushido no es lo único que rige la vida del samurái. Otras reglas y creencias, a veces explícitas y otras veces no escritas, forjan el estilo de vida que todo miembro de esta casta debe seguir, desde su nacimiento hasta su muerte. Algunas de ellas son:
- El On (Prestigio). La reputación o "respetabilidad" es la base de la idea rokuganes de cortesía. Casi todos los rokuganeses se preocuan más por la apariencia que por la verdad, y muchas veces el respeto mutuo surge más del tempor a causar una "escena" (lo cuál significaría una pérdida de On para ambas partes) que de la buena voluntad. La disciplina es fundamental, y los arrebatos emocionales suelen causar reproche y murmullos.
- Rokugan es un sistema estrictamente feudal, en el que los señores provinciales tienen completo poder sobre su territorio. Aunque la Ley Imperial aplica a todos los habitantes de Rokugan, esta es lo suficientemente flexible como para otorgar a los daimyo y gobernadores de las provincias y ciudades un poder de decisión casi total sobre las vidas que yacen en él. Sin embargo, la cosa se complica cuando se habla de samuráis o heinin vasallos de otros señores, razón por la cuál la presencia de estos en tierras extranjeras suele ser vista con recelo, si no cuentan con los papeles que acrediten su permiso a encontrarse allí. Habitualmente, un samurái que sea descubierto en territorio ajeno al de su señor sin disponer de un salvoconducto adecuado será escoltado de manera cortés mediante el camino más corto al destino al que dicho samurái sostenga que se dirigía. Ni que decir tiene que este tipo de situaciones puede complicarse rápidamente, e incluso llegar a causar conflictos políticos si existen sospechas de que las intenciones del intruso son cuestionables.
- La Ley Imperial (Ritsuryō) se guía por dos principios. El primero, Meyo, coincide con el mismo precepto del Bushido, e implica que el testimonio siempre tiene precedencia incluso ante las pruebas o evidencias físicas. El segundo principio es el del Jihaku, el principio de la confesión, que hace a cualquier rokuganí que confiese un crimen (incluso aunque sea bajo tortura) susceptible de ser condenado y castigado acordemente, incluso aunque no existan más pruebas o evidencias que confirmen su testimonio.
- Un samurái que ha sufrido una ofensa grave puede retar a otro a un duelo para restaurar su honor. Estos duelos formales se suelen realizar, si es posible, con toda solemnidad, contando con testigos y vestimenta adecuada, y son o bien a primera sangre o bien a muerte. Aunque son menos frecuentes también existen los duelos entre shugenjas o cortesanos, que evidentemente siguen unas reglas muy distintas. Sin embargo, se sobreentiende que todo samurái que porte una katana es perfectamente capaz de aceptar un duelo, y no podrá rechazarlo sin deshonor. Si un shugenja o cortesano es retado a un duelo por un bushi, los primeros pueden elegir un campeón que luche por ellos, pero deberán sufrir las consecuencias en caso de que dicho campeón sea derrotado.
- El arte no es un simple pasatiempo, sino una obligación social. Un samurái debe valorar la belleza, y cultivar su espíritu con actividades como la caligrafía, la poesía o el teatro. Cabe destacar que este arte elevado poco o nada tiene que ver con aquel que producen los artistas callejeros, cuyo objetivo es únicamente entretener, y que resulta indigno en muchos contextos para un verdadero samurái. La actuación de unos titiriteros en la plaza del pueblo sería considerada una distracción para el pueblo, mientras que una obra de Kabuki sería considerada verdadero arte, y contaría con gran cantidad de fórmulas y rituales que tanto los representantes como los espectadores deberían contemplar. Igualmente, un heimin que se dedicara a forjar cucharas sería considerado un artesano, pero un samurái que forjase armas sería considerado un verdadero artista.
Creencias

Para entender las creencias de los rokuganeses, primero se debe entender el papel de lo sobrenatural en su sociedad. Los kami no son (solo) entes mitológicos, sino personajes históricos registrados en sus textos. Las Tierras Sombrías son una amenaza real, que se cobra cientos y cientos de víctimas cada año. La humanidad convive con otras razas, a veces incluso cooperando con ellas. En cada bosque, en cada riachuelo, en cada páramo asolado puede esconderse algún espíritu o ser monstruoso dispuesto a asaltar al descuidado viajero. Los shugenja pueden manifestar el poder de los kami, y los monjes son capaces de usar su chi para realizar proezas inimaginables.
La misma palabra "sobrenatural" es ciertamente extraña en Rokugan, ya que todos estos elementos forman parte del orden "natural" de las cosas. Es posible (y habitual) que un heimin no haya tenido nunca un encuentro con un gaki o un kappa, pero no por ello pondría en duda su existencia. En el caso de la casta samurái, que suele tratar habitualmente con Shugenjas y tener el privilegio de contemplar verdaderos prodigios, la relación con este mundo espiritual oscila entre la reverencia y el pragmatismo.
Aunque hablar de religión estructurada en Rokugan es imposible, las creencias de sus habitantes suelen mezclar elementos de lo que podría categorizarse en los siguientes grupos:
- La adoración de los kamis (refiriéndose a los ocho kamis que cayeron del Tengoku tras la batalla contra el Señor Luna) y el seguimiento de sus enseñanzas. Esto es especialmente relevante entre las familias de los Clanes, que suelen estudiar las enseñanzas de sus kamis fundadores. Como los kami son figuras históricas, su veneración se encuentra a medio camino entre la devoción religiosa y el simple estudio de la historia de Rokugan.
- Las enseñanzas de Shinsei, el Pequeño Maestro, un mortal que inculcó a Hantei y a los primeros habitantes del Imperio la filosofía espiritual del Tao de Shinsei, basada en el equilibrio, la compasión, el desapego y la iluminación. Fue él quien lideró a los Siete Truenos en la misión que consiguió sellar a Fu Leng con los doce pergaminos negros, y aunque nunca fue un dios, se le venera como al sabio más importante de la historia. Una considerable parte de las órdenes monásticas de Rokugan siguen estas enseñanzas, buscando como uno de sus objetivos principales el que sus seguidores alcancen la iluminación.
- El respeto a los kamis elementales, que pueblan el mundo y representan cada río o lago, cada árbol o bosque, cada piedra o montaña. Estos kamis suelen pertenecer a cada uno de los cinco elementos: Agua, Fuego, Aire, Tierra y Vacío. Esta especie de animismo es especialmente respetado por los Shugenja, que se comunican con estos kami y les suplican su ayuda para realizar prodigios con los que un mortal no podría sino soñar. Ni que decir tiene que el resto de los habitantes de Rokugan también respeta a estos espíritus, incluso a veces en mayor medida que a otras creencias: no son infrecuentes las historias de algún insensato que ha ofendido al kami de un lugar concreto con una actitud descortés y ha recibido algún tipo de castigo como consecuencia.
- El culto a las Fortunas, espíritus otrora mortales, ahora elevados al estatus de semidioses tras haber llevado una vida ejemplar. Se les reza por motivos concretos y diversos, como para pedir salud, mejorar las cosechas, obtener la victoria u conseguir el conocimiento. Algunos ejemplos de Fortunas son Benten (amor romántico), Hotei (alegría), Daikoku (riqueza) o Fukurokujin (sabiduría). La orden monástica de las Fortunas se encarga de estudiar y preservar el culto a estas figuras, si bien es habitual que cada monasterio se dedique a una o dos Fortunas en particular. Igualmente, el culto local suele favorecer a una o dos Fortunas, más populares en la región, frente a las demás.
- La veneración a los ancestros y figuras heroicas, que aunque es especialmente popular en el Clan León, se extiende en la práctica por todo Rokugan. Y es que los ancestros honorables residen en el Yomi, y es por tanto sabiduría popular el hecho de que escuchan y observan a sus descendientes, pudiendo intervenir a su favor o renunciar a ellos según sus actos. Una vida ejemplar que honre a los ancestros es sin duda la manera más idónea de poder residir con ellos en la siguiente vida.
- Aunque son menos extendidas, algunos Clanes y grupos sociales tienen creencias aceptadas por la Ley Imperial, como el culto a los Señores de la Muerte del Clan Unicornio. Aunque estas creencias pueden levantar cejas debido a su exotismo, si han sido aceptadas por el Emperador entonces deben de ser respetadas y asimiladas como otras parte del complejo y variado mundo espiritual de Rokugan. Otro asunto muy distinto son las creencias de los gaijin (extranjeros), que raramente serán interpretadas como algo mejor que una interpretación errónea y perversa del Orden Celestial (cuando no una afrenta directa contra este).
Es también importante señalar los diferentes planos que existen en el Orden Celestial. Las puertas entre estos planos son misteriosas y escasas, y no siempre siguen las leyes de la lógica:
- Ningen-do (el reino de los mortales): allí donde la humanidad extiende su glorioso Imperio.
- Chikushudo (el reino de los animales): allí donde los espíritus animales existen en una extraña dualidad con su misma presencia física en el Ningen-do.
- Gaki-do (reino de los espíritus hambrientos): allí donde las almas que vivieron atrapadas en la codicia y la ambición van a parar.
- Jigoku (reino del mal): allí donde las almas sin redención posible van a parar, el origen de todo mal, dominio del Noveno Kami, Fu Leng.
- Maigo no Musha (reino de los héroes perdidos): allí donde las almas que no pudieron alcanzar su destino van a parar.
- Meido (reino de los muertos): allí donde las almas esperan a ser juzgadas antes de reencarnarse o proceder a otros planos, un mundo vacío y yermo.
- Sakkaku (reino de la malicia): allí donde criaturas traviesas y engañosas traman sus jugarretas con las que atrapar a los incautos.
- Tengoku (reino de los cielos celestiales): allí donde residen el Sol, la Luna, los kami, los dragones elementales, las Mil Fortunas y otras entidades divinas.
- Toshigoku (reino de las matanzas): allí donde van a parar las almas de guerreros vengativos, despiadados o que mueren en batallas sin sentido, un lugar de constante guerra y destrucción.
- Yomi (reino de los ancestros): allí donde van las almas puras y honorables, aquellos que han cumplido su destino.
- Yume-do (reino de los sueños): allí donde los mortales van cuando duermen, un mundo impredecible y caótico.
Las principales órdenes y figuras religiosas de Rokugan son:
Las órdenes monásticas
Compuestas por hombres y mujeres procedentes de todas las castas (ya que una vez se inician en estas Órdenes dejan atrás su pasado) se dedican a estudiar el Tao del Shinsei, y es por eso que son habitualmente conocidos como la Hermandad de Shinsei. Cada uno de los templos que componen la hermandad sigue una filosofía distinta, pero todos ellos concurren en su búsqueda por alcanzar la iluminación y comprender las enseñanzas del Pequeño Maestro. Sin embargo, en muchos casos ahí es donde las similitudes terminan: algunos templos, como el de las Mil Fortunas, se centran más en el culto a estas entidades divinas, dejando el estudio del Tao del Shinsei como algo secundario; otros, como el de Osano-wo, ponen especial énfasis en el entrenamiento marcial.
En cualquier caso, la figura del monje es ciertamente controvertida en Rokugan, ya que técnicamente deben obedecer a los samurái, pero al mismo tipo merecen un profundo respeto dada su condición de hombres sabios, lo que hace que muchos miembros de esta casta no tengan del todo claro cómo tratarles. No en vano, no son pocos los monjes que originalmente fueron ellos mismos samuráis de alto rango en el pasado, abandonando su posición en pos de una vida más humilde al llegar a la vejez. Como un monje no tiene permitido revelar sus orígenes excepto en contadas excepciones, un samurái que desprecie a uno de ellos podría en realidad estar insultando a una persona que, años atrás, gozó de un estatus mucho mayor al suyo, y que probablemente todavía tenga amigos entre las altas esferas de Rokugan. Es por tanto entendible que muchos samurái se preocupen de no abusar su teórica autoridad sobre estos individuos.
Además, aunque cada Clan suele tener una distinta disposición ante los monjes según sus tradiciones y filosofía (desde la reverencia y respeto que les profesan los Dragones hasta la indiferencia o distancia de los Leones o Escorpiones), ningún samurái pondría en duda su sabiduría, y no es raro que muchos tomen a estos individuos como consejeros espirituales para aliviar el peso que una vida dedicada a la guerra aflige en alma. Incluso el samurái más cínico sabría apreciar, al menos, la gran labor que hacen los monjes para divulgar entre las clases bajas la importancia del Orden Celestial y su lugar en el mundo. La relación de los monjes con los Bonge, sin embargo, es mucho más clara y positiva, ya que habitualmente su actitud altruista y desinteresada para con los menos afortunados, así como su guía en los momentos más duros (que suelen ser la mayoría en la brutal vida de sumisión que suelen llevar los campesinos) hace que sean amados y respetados por todos ellos.
Debido a sus prácticas de meditación y a su vida ascética, los monjes suelen estar en contacto con el mundo espiritual, y su ayuda es por tanto muy valorada cuando los rokuganeses deben hacer frente a algún problema de naturaleza espiritual. No es raro que los heimin supliquen a los monjes mendicantes, que vagan de pueblo en pueblo, para que les ayuden a apaciguar los kamis inquietos que han causado extraños sucesos en el lugar, o a exorcizar a algún espíritu atormentado que lleva acechándoles desde hace unos meses. Para muchos monjes, esta conexión con el mundo espiritual va más allá de los rituales o el conocimiento del Tao, llegando a manifestar distintos poderes claramente sobrehumanos al poder sintonizar su chi interno y entrar en contacto con la naturaleza que les rodea. Estos hombres y mujeres son reverenciados allí donde van como almas puras, a medio camino de la iluminación.
Los shugenjas
Aquellos que muestran una verdadera aptitud para comulgar con los kami suelen acabar convirtiéndose en shugenjas. Aunque habitualmente estos individuos proceden de la casta samurái, cuando un heimin muestra una verdadera afinidad por los kami se le suele otorgar el rango de samurái y entrenarle como shugenja, ya que esta capacidad se entiende como parte del mandato celestial, y es parte del argumentario que da a los samurái autoridad para situarse por encima de los miembros de las otras castas.
Aunque muchos consideran a los shugenja sacerdotes y autoridades religiosas (y, en parte, tienen razón), en la realidad estos individuos siguen siendo samuráis, y siguen debiendo lealtad a su Clan. Sin embargo, a diferencia de los bushi y los cortesanos, los shugenjas son considerados hombres y mujeres santos, y por tanto son tratados con una deferencia mayor a la de sus pares. Su capacidad de obrar milagros mediante su intercesión ante los kami les convierte, aśimismo, en piezas extremadamente valiosas para los daimyo a los que sirven. Sin embargo, ¡ay del insensato que se atreva a afirmar que un shugenja no es más que un mago al servicio de su señor!
Aunque cada Clan tiene sus propias tradiciones mágicas, todos los shugenjas coinciden en algunos principios. Para empezar, todos ellos han considerado, al menos de manera superficial, las enseñanzas del Tao del Shinsei, y aunque no las siguen con la misma rigurosidad que la Hermandad del Shinsei, sí que respetan su sabiduría. Al haberse volcado al mundo de los kamis elementales, todos ellos valoran la vida y suelen tener una actitud más pacifista que sus contrapartes bushi, e incluso los shugenjas de Clanes tan bélicos como el León o el Unicornio suelen valorar distintas opciones antes de optar por la violencia.
Un último apunte: ya que la magia de los shugenja y los rituales sagrados que la desencadenan están intrínsecamente ligados, un daimyo no podría prohibir el uso de dichos conjuros en su territorio. Sin embargo, sí podría limitar dicho uso a los shugenjas que están bajo su mando, y si un shugenja extranjero decidiera ignorar esta norma estaría incurriendo en una descortesía muy grave, motivo incluso de castigo o expulsión. Un daimyo inteligente que observe a un shugenja en el que no confía realizando un ritual podría, por ejemplo, pedir que este se detuviera temporalmente para que sus propios shugenja pudieran participar en dicho ritual, sin incurrir por ello en ningún tipo de ofensa. Ni que decir tiene que usar conjuros en privado en la Corte, con una intención de espiar o influir en otras personas, está terminante prohibido... Lo que no implica que no sea una práctica muy extendida, ya que muchos shugenjas argumentarías que el riesgo de incurrir en el deshonor es más que aceptable si con ello pueden servir a su Clan y, en última instancia, a Rokugan (algo que muchos consideran lo mismo).
Las Tierras Sombrías
Más allá de la muralla Kaiu, también conocida como la muralla del Carpintero, una imponente estructura custodiada por el Clan del Cangrejo, se extienden las Tierras Sombrías. El enemigo eterno de Rokugan, una tierra baldía repleta de criaturas abominables surgidas del Pozo Supurante, un portal al mismísimo Jigoku que Fu Leng dejó en el Ningen-do cuando se precipitó desde los cielos. El ejército de las sombras ruge, embatiendo con oleadas de pesadilla contra los valientes defensores Cangrejo, en una batalla que nunca termina. Pero más allá de las amenazas físicas, de los trasgos, los ogros y las otras muchas horrendas criaturas que les acompañan, existen otras muchas amenazas procedentes de este lugar que toman una forma más insidiosa y, en ocasiones, peligrosa.
Los kansen, kamis corrompidos, susuran en los oídos de los hombres santos de Rokugan, con promesas vacuas que suelen rebajar el coste real de pactar con ellos. Les llevan por la senda del Maho, la magia de sangre, un conocimiento prohibido y monstruoso que ofrece un poder inimaginable, pero siempre exige un pago a cambio. Aquellos que caen bajo su embrujo acaban convirtiéndose en los temidos Portavoces de la Sangre, que buscan con cada uno de sus movimientos extender la influencia del Jigoku dentro del propio Imperio, extendiendo la corrupción como un cáncer que se reproduce sin control. Los oni, demonios surgidos directamente del Jigoku, son atados al Ningen-do por invocadores locos o ignorantes, que les dan nombre y forma física con la que sembrar el terror y la destrucción en el mundo de los hombres.
Pero entre todas esas amenazas, hay una mucho más peligrosa, pues no se limita a destruir la forma física de sus víctimas, sino a corromper sus almas. La Mancha de las Tierras Sombrías anida en todo aquel que decide abrirse a los poderes oscuros, pero también en aquellos que entran en contacto con dichas fuerzas y no son tan fuertes de voluntad como para resistir su terrible influencia. Una vez una persona es afligida por la Mancha, esta solo crece y crece, volviendo a su portador cada vez más inhumano y depravado, hasta o bien acabar con él o bien conseguir rendirle ante el poder de las Tierras Sombrías y convertirle en un siervo del Jigoku. Aunque existen métodos para contener la Mancha, no hay manera alguna de eliminarla por completo: una vez manchado, un samurái debe elegir entre ocultar la Mancha a sus pares (algo que se castiga con la pena de muerte) o confesar su desgracia y vivir por el resto de sus vidas como un paria, siendo vigilado de manera permanente por los Cazadores de Brujas.
Hay muchos samuráis que han dedicado su cuerpo y alma a combatir a las Tierras Sombrías. Entre ellos, existen aquellos shugenja que se centran en la batalla invisible, aquella que se libra por las almas de los rokuganeses. Son, entre otros, los Kuni del Clan Cangrejo, los Inquisidores Asako del Clan Fénix, los Yogo del Clan Escorpión... Los Inquisidores al servicio del Campeón de Jade, los Cazadores de Brujas que vagan por el Imperio en busca de la corrupción y la influencia de la sombra. Constantemente expuestos a la influencia insidiosa del Jigoku, estos hombres y mujeres ponen en riesgo sus propias almas para proteger a las de sus congéneres.
Clan del León

Fundado por el Kami Akodo, el Clan del León es habitualmente conocido como la Mano Derecha del Emperador. Nunca ha habido duda alguna de que son el poder militar predominante de Rokugán a lo largo de toda su historia, contribuyendo con más tropas a la defensa del Imperio que la suma de otros dos Clanes cualesquiera. Los Leones son guerreros consumados. Cada decisión importante en sus vidas la toman con el Bushido como intrumento de medida del resultado. Son, según ellos mismos se ven, el referente de todo lo que un samurái debe representar y a todo lo que debe aspirar.
La mayoría de los samuráis del León son incapaces de engañar, y tienden a ser francos con los demás, llegando a rozar en ocasiones la mala educación. A pesar de todo, no son los belicistas jactanciosos que retratan los otros Clanes. Incluso su enemistad jurada con Clanes como el Escorpión o la Grulla no procede de una sed de sangre mal enfocada, sino de su desagrado por el engaño y el lenguaje florido que tan habitualmente enmascara las verdaderas intenciones. El León prefiere un modo de vida honesto y dedicado, que no deje lugar a tales cosas.
Los miembros del León son grandes guerreros, y así se muestran a los demás. Cada punto de su apariencia emana disciplina y control. Tienden a ser de complexión más fornida que los samuráis de otros Clanes, debido a sus años de riguroso entrenamiento marcial. De media suelen ser más belicosos y agresivos que los samuráis de otros Clanes, debido principalmente a su adherencia estricta y rígida a la tradición y el Bushido, lo que ha hecho las relaciones diplomáticas con otros Clanes ciertamente complicadas a lo largo de los siglos de historia del Imperio.
Existe cierta contradicción en la manera que tienen los Leones de ver la guerra. Por un lado, esta se entiende como la expresión última del Bushido, en la que un samurái realmente puede mostrar su coraje y defender su honor con nobleza. Por otro lado, la guerra produce muerte y dolor, y destruye los valiosos recursos del Imperio. Es por eso que el León desprecia los conflictos sin sentido... Si bien esta categoría se reduce considerablemente cuando cualquier insulto grave y falta de honor puede ser considerada una razón esencial para iniciar este tipo de disputas.
En lo personal, los samurái León pueden parecer inflexibles y extremadamente serios, juzgando a todo aquel que no cumple con sus expectativas de lo que debería ser un samurái. Sin embargo, los Leones no son ajenos al cariño, el amor o la amistad, y se enfrentan habitualmente a los mismos dilemas que estas emociones causan en los demás samurái. En muchas ocasiones, estos dilemas son incluso más crudos para un León que para miembros de otros Clanes, y los sacrificios por el Bushido son vistos entre sus miembros como una de las mayores expresiones de lo que significa ser un samurái.
Virtud más valorada por los miembros del Clan: Honor
Tradiciones más reseñables del Clan:
- Es habitual que algunos de sus miembros tiñan su cabello de color carmesí, o manifiesten dicho color de manera natural debido a su fuerte conexión con el ancestro Kitsu.
- La veneración del Clan del León a sus ancestros es algo que muchas veces toma prioridad incluso frente a otros tipos extendidos de culto, como el de las Fortunas o el Tao del Shinsei. Para un León, sus ancestros son más que un espíritu del pasado, sino que guíaan a las nuevas generaciones de Leones en su vida diaria y ayudan a forjar sus destinos. Son, por lo tanto, algo más que el Pasado del Clan: son su Presente y su Futuro.
- Los Leones valoran la camaradería y el trabajo en equipo mucho más que los otros Clanes. En medio de la batalla, un bushi debe confiar en aquellos que luchan a su lado, y esta percepción tradicionalmente militar ha permeado a otros aspectos de la vida de los Leones. En el Clan, todos tienen algo que contribuir, independientemente de su papel.
- El primer Emperador, el Kami Hantei, designó al Clan como los guardianes de la historia de Rokugán, especialmente de aquella que concierne a las grandes batallas y gestas militares. El Clan se toma su labor muy en serio, y las bibliotecas Ikoma son famosas en todo el Imperio por sus innumerables tomos, que son estudiados frecuentemente por los estrategas Akodo (una de las razones por las que son tradicionalmente considerados los mejores generales de Rokugán).
- El Clan no tiene en gran estima el Shinseismo. Aunque sus samuráis respetan a los monjes y no osarían insultarles directamente, sus enseñanzas de desapego a lo material y búsqueda de la iluminación chocan directamente con los conceptos más troncales de la filosofía del Clan. Los samuráis Leones suelen mostrarse indiferentes al Tao del Shinsei, y no suelen poner mucho afán por mantener los monasterios dedicados a esta religión en sus tierras (aunque nunca osarían actuar activamente para favorecer su desaparición).
Tierras del León
Capital: Kyuden Ikoma
Población: 5,280,000 (approx)
Ejército: 292,000 samurai
Familias y Escuelas
Familia Akodo
Fundada por el propio Kami que originó el Clan del León, esta familia está compuesta por los que habitualmente son considerados entre los más valerosos y habilidosos guerreros del Imperio. Los Akodo se consideran parte de un todo más grande que ellos, y cada uno conoce su lugar: ahí radica su fuerza. Históricamente la familia lideró el Clan del León, con contadas excepciones.
Lema: "Deber, Honor, Liderazgo"
Mon: Un León reservado
Escuelas más importantes:
- Bushi: combaten con la fiereza del León, pero templan sus almas con la paciencia que inculcan las enseñanzas del Kami Akodo.
Familia Kitsu
Descendientes de los últimos Kitsu, una raza de leónidos humanoides asociada al elemento de Vacío que pobló las tierras de Rokugan antes del propio Imperio, sirven al Clan como guardianes de la historia espiritual del Clan. Muchos de sus miembros son capaces de comunicarse fácilmente con los ancestros, si son entrenados adecuadamente.
Lema: (no tienen)
Mon: Un león con una melena ardiente (hace referencia a la extinta raza de los Kitsu)
Escuela más importante:
- Shugenja: entrenados para comunicarse con los otros reinos del Más Allá (especialmente con el Yomi) por medio de la concentración
Familia Matsu
Esta orgullosa familia se organiza en una estructura matriarcal en honor a su fundadora, la Señora Matsu, una de las más fieles seguidoras de Akodo. Temperamentales y arrogantes, desatan su furia sobre los enemigos del Clan.
Lema: (no tienen)
Mon: Una garra de León alzando una katana a los cielos en actitud desafiante.
Escuela más importante:
- Berserker: Poseídos por una pasión que arde en su interior, estos temidos guerreros se lanzan al combate sin rastro de miedo en sus corazones.
Familia Ikoma
Fundada por el primer y más cercano seguidor de Akodo, el sabio Ikoma, esta familia ha actuado como los historiadores, guardianes de la ley y corazón del Clan del León.
Lema: (no tienen)
Mon: Un arco torii
Escuela:
- Omoidasu: Bardos guerreros, guardianes de la ley, consejeros y los únicos Leones capaces de expresar en público las emociones que sus hermanos tienen veladas.
Elegir el Clan del León puede ser una buena idea si quieres que tu personaje...
- sea el epítome de lo que un samurái debe representar según la cultura general
- tenga un código de honor rígido y viva según lo que se espera de un samurái
- sea alguien valiente y decidido a probarse a sí mismo
- sea un guerrero poderoso y habilidoso capaz de enfrentarse a cualquier amenaza
- sea honesto y directo, pero al mismo tiempo cortés
- use su determinación y su honor para vencer a sus rivales en enfrentamientos justos
- tenga una percepción táctica de su entorno y sea un experto en batallas
- respete profundamente a sus ancestros y viva siguiendo su ejemplo
- desprecie las mentiras y los trucos sucios
- pertenezca a uno de los Clanes más poderosos del Imperio
- deba caminar en una fina línea entre lo que dicta el Bushido y sus deseos personales
- aprecie y estudie la historia de Rokugán con dedicación
- sea un ejemplo para los demás
- explore el conflicto entre lo que debe hacer y lo que le dicta su honor personal
- muestre un carisma natural y altas dotes de liderazgo
- tenga una naturaleza guerrera
- sea un poco partecráneos
Clan del Escorpión

Fundado por el Kami Bayushi, el Clan del Escorpión es habitualmente conocido como la Mano Oculta del Emperador. Aunque otros clanes les ven como un grupo de villanos y manipuladores, pocos clanes entienden la importancia del Deber y la Lealtad al Imperio como un Escorpión. Los miembros de este Clan están dispuestos a mancharse las manos para que otros no tengan que hacerlo, poniendo incluso su honor en juego si con eso consiguen salvar al Imperio de la catástrofe. Los Escorpiones mienten, espían, chantajean o matan en las sombras para mantener el orden. Son temidos, odiados... Y necesarios.
Aunque el Clan se financia de numerosas maneras, su principal fuente de poder son los secretos y la información. Son verdaderos maestros de la política, con ojos y oídos en todas las cortes. Aunque tienen ciertamente una reputación de chantajistas, raramente recurren a métodos tan burdos, y en su lugar prefieren conocer profundamente a sus enemigos (y amigos), lo que hace que puedan manipularles de forma sutil, en muchas ocasiones sin que estos lo perciban.
Irónicamente, el Clan del Escorpión suele ser el primero en cultivar su infamia. El miedo y la intimidación son muchas veces más efectivos para evitar un conflicto que una verdadera demostración de fuerza, y mientras todos piensen que son los maestros de la intriga que los rumores insinúan, se lo pensarán dos veces antes de enfrentarse a ellos, tanto en la corte como en el campo de batalla. Esta reputación lo es todo para el Clan, y se basa en una cuidadosa mezcla de amenazas, ilusiones y verdadero poder que confunde a sus enemigos.
El último propósito de esta manipulación es, en realidad, la lealtad al Emperador. Los Escorpiones trabajarán incansablemente para encontrar las amenazas al Imperio y para mantener el sutil equilibrio entre todos los Clanes. Todos sus pecados serán perdonados, si bien a veces solo de puertas para dentro, cuando han sido cometidos para cumplir con tu deber para con tu familia, con el Clan y con el Imperio. Un verdadero Escorpión no disfrutará de estos actos deshonrosos, pero entenderá su necesidad para que Rokugan prospere.
Ganarse la confianza de un Escorpión es una tarea ciertamente difícil, pero una vez se consigue este se convierte en uno de tus aliados más leales. Un samurái honorable que tenga como amigo un Escorpión verá como sus problemas desaparecen misteriosamente: sus enemigos tienen accidentes sospechosos, o reconsideran sus posiciones de la noche a la mañana. Por supuesto, el Escorpión mantendrá siempre su mano oculta, para que este honorable amigo no tenga que preocuparse por los detalles de lo que ha hecho.
Virtud más valorada por los miembros del clan: Lealtad
Tradiciones más reseñables del Clan:
- Todos sus miembros portan máscaras (que pueden variar desde aquellas que cubren el rostro completo hasta simples antifaces o velos puramente decorativos), en honor a su Kami fundador, que fue quien inició esta curiosa tradición según la leyenda. Aunque los Escorpiones justifican esta costumbre de diversas maneras, la más habitual es señalar que todas las personas portan una máscara, de una manera u otra. Ellos simplemente explicitan lo que el resto se niega a reconocer.
- Casi todos los Escorpiones han oído hablar alguna vez de la interpretación del cuento de la Rana y el Escorpión que hizo Shinsei para el Kami Bayushi. La parábola transcurre de manera similar a la original, pero Shinsei cambió la última respuesta del Escorpión por "pero ranita, yo sé nadar". El Clan usa esta parábola como una enseñanza: nada es lo que parece.
- El Clan suele organizar grandes eventos por sus nacimientos (que suelen incluir celebraciones de múltples días), ceremonias de Gempukku (transición a la adultez), matrimonios (que siempre suelen tener una motivación política en el caso de los samuráis) e incluso funerales. Para el Clan, muchos de estos eventos son habitualmente utilizados para avanzar sus objetivos, ya que ofrecen una gran oportunidad de participar en los juegos de Corte en los que el Clan suele prosperar. Sin embargo, contrario a lo que otros podrían pensar, muchos Escorpiones suelen disfrutar con alegría sincera de estos eventos, ya que en muchas ocasiones suponen la celebración de su Familia o el propio Clan, al que son completamente leales. El hecho de que no desaprovechen las oportunidades que se les presentan para obtener ventajas en el juego de la política es, simplemente, un reflejo de su naturaleza oportunista.
- Seguir el camino del Escorpión implica una vida ardua y peligrosa, por lo que todos los samuráis suficientemente astutos para llegar a edad avanzada, tras servir al Clan con dedicación, y poder retirarse de sus obligaciones en paz, suelen ser vistos como verdaderos héroes, con silenciosa admiración y respeto por sus congéneres más jóvenes. Morir por el Imperio es un acto noble y bueno, pero vivir por el Imperio es, sin duda, algo preferible.
- Los Escorpiones merecen su fama de ser implacables en la batalla. No en vano, al creer que todo derramamiento de sangre innecesario debilita al Imperio, la manera más honorable de acabar con las batallas según su perspectiva es una que lo haga de manera rápida o efectiva. Si esto implica envenenar los suministros del enemigo, enviar a un ninja a que asesine a su general o pagar a sus mercenarios ronin para que cambien de bando en mitad de la batalla, que así sea. No en vano, fue el propio Kami Akodo, tan reverenciado por los Leones, el que dijo que "en el campo de batalla, todos los actos son honorables". Este tipo de determinación hace que el ClanEsta filosofía implica que un Escorpión no puede tolerar el fracaso, ya que eso significaría que todas sus argucias fueron para nada, lo cuál sí que supone una verdadera deshonra. El qué consitutye dicho fracaso, por otro lado, es algo relativo. Una derrota en el campo de batalla no siempre supone uno, si esta sirve para avanzar los objetivos del Clan...
- Para un Clan que se enorgullece tanto de su razonamiento y lógica, es ciertamente curioso el hecho de que la mayoría de los Escorpiones sean extremadamente supersticiosos. Esto no implica que dichas supersticiones les consuman: un Escorpión pronunciará las oraciones y portará los amuletos de protección adecuados y seguirá con su día sin volver a pensar en ello. Algunas de estas creencias, como el no cruzar un umbral de espaldas, su profundo respeto por las ratas (que según la creencia sirven a la Fortuna Daikoku, que es muy popular en el Clan) o su aversión al número tres puede parecer extraños para los otros Clanes.
Tierras del Escopión
Capital: Kyuden Bayushi
Población: 1,810,000 (approx)
Ejército: 102,000 samurái
Familias y Escuelas
Familia Bayushi
Fundada por el propio Kami que originó el Clan del Escorpión, esta familia suele actuar como la cara pública de este. Sus miembros suelen ocupar los puestos de liderazgo, y equilibran su dominio de la corte con el de las habilidades bugei. Todos los Campeones del Clan han pertenecido siempre a esta familia.
Lema: "Yo sé nadar" (hace referencia a la parábola de la Rana y el Escorpión)
Mon: Un Escorpión sobre un campo de agua (de nuevo, haciendo referencia a la misma parábola)
Escuelas más importantes:
- Bushi: se caracterizan por su estilo poco ortodoxo basado en fintas y técnicas para desconcertar al enemigo, atacando rápido y sin dar opción a respuesta.
- Cortesano: especializados en en convencer a otros de que cooperar será más sencillo que oponerse a ellos, tienen reputación de ser extremadamente pragmáticos.
Familia Soshuro
Fundada por la primera seguidora de Bayushi, Soshuro, uno de los Siete Truenos originales, esta familia es sin duda una de las más secretistas de todo el Escorpión, siendo una de las pocas cosas por las que se les conoce su talento y dedicación por el mundo del teatro y las artes escénicas.
Lema: (no tienen)
Mon: Una telaraña, simbolizando un eterno laberinto
Escuela más importante:
- Shinobi: la escuela más secreta del Clan más reservado de Rokugan, ningún Escorpión reconocerá nunca su existencia (y no muchos la conocen). Espías, saboteadores y asesinos, dispuestos a hacer lo necesario cuando la diplomacia o la fuerza fallan
Familia Soshi
La tercera familia más grande del Escorpión, tradicionalmente guiados por Shugenja (aunque muchos de sus miembros se dediquen a otras profesiones).
Lema: (no tienen)
Mon: Un escorpión tejiendo una telaraña
Escuela más importante:
- Shugenja: Expertos en el Tejina, también conocida como la Magia de las Sombras, un tipo de hechicería basado en las ilusiones
Familia Yogo
Originalmente procedente de la familia Asako del Clan del Fénix, su fundador (el shugenja Yogo) fue maldito durante la primera guerra contra la Sombra a traicionar a todos aquellos que amaba. Algunos de sus descendientes comparten dicha maldición, razón por la cual no se les permite casarse dentro del Clan Escorpión. Son los guardianes de los Pergaminos Negros que sellaron a Fu Leng tras el Primer Día del Trueno.
Lema: (no tienen)
Mon: Una máscara hecha de plumas ardientes (representando su perdida herencia Fénix)
Escuela:
- Shugenja: Expertos en el Kuwasu, o la magia de los sellos, desarrollada con el objetivo de erigir barreras sobrenaturales.
Elegir el Clan del Escorpión puede ser una buena idea si quieres que tu personaje...
- valore su deber y la lealtad a su familia y Clan por encima de todo
- tenga cierta flexibilidad en su cógido de honor
- sea alguien pragmático y dispuesto a todo por lograr su objetivo
- camine en la frontera de lo que significa ser un samurái según la percepción popular
- tenga motivaciones ocultas y participe en el "juego de máscaras"
- use su astucia para superar a sus rivales de maneras imaginativas
- desafíe la percepción clásica de lo que diferencia a un héroe de un villano
- persiga motivos nobles aun a costa de métodos cuestionables
- sea cuidadoso con sus secretos y valore la información como la mayor riqueza
- sea el mal necesario que ayuda al grupo a salir de los problemas
- luche contra el rígido sistema de honor que ata a otros samuráis
- se enfrente a los prejuicios de otros samuráis, sacrificando su reputación por el bien común
- participe en juegos de intriga y manipulación
- tenga una perspectiva diferente y única sobre el Bushido, pero lo respete a su manera
- deba afrontar decisiones morales complejas
- tenga una naturaleza social
- sea un poco ninja (aunque él nunca toleraría un insulto así)
La cortesía en Rokugán

La comunicación entre los habitantes de Rokugán a veces puede resultar extraña, incluso alienígena, para nosotros. Es una manera enrevesada de decir las cosas, hablando normalmente con rodeos y diciendo más con lo que se calla que con las palabras pronunciadas. Este celo con el protocolo y la etiqueta puede resultar algo extraño e incluso ridículo para mucha gente, así que la idea de este post es justificar por qué la cultura rokuganesa (que, recordemos, está basada en lo que unos occidentales interpretaron de las películas de Kurosawa y un batiburrullo de cultura coreana, japonesa, china y mongola) es como es, y por qué se da tanta importancia a la etiqueta en este rol.
El asunto de las armas
Imaginad por un momento que vivís en Rokugán. En este lugar, portar armas está prohibido excepto para unos pocos privilegiados, aproximadamente un 5% de la población. Es decir que por cada persona que porta un arma hay otras 19 que no solo no tienen acceso a ellas, sino que tienen literalmente prohibido llevar una. Evidentemente hay herramientas que pueden usarse como armas (véase armas de campesino) pero su calidad y efectividad en combate deja mucho que desear. Es de esperar que ninguna de esas 19 personas haya recibido ningún entrenamiento en combate, ya que no se espera que combatan. Si es necesario reclutarles como milicia para alguna guerra, se les dará instrucción rápida. Quizás algunos de ellos acaben por convertirse en ashigaru, que sí que tienen cierto derecho a portar según qué armas.
Pero, en general, podemos asumir que, si caes en ese grupo de 19 personas (que es lo más probable por estadística), cada vez que un samurái llegue a tu pueblo sea el equivalente a que, a día de hoy, alguien entrara en tu barrio con una pistola a la vista. Quizás en su funda, pero una pistola al fin y al cabo. Alguien que, por ley, tiene derecho a dispararte con esa misma pistola si ese día se ha levantado con el pie izquierdo y tú le has mirado raro al cruzarte con él. ¿Es extraño entonces pensar que los heimin sean extremadamente cuidadosos y zalameros con los samurái? Al fin y al cabo, su vida depende de ellos.
No siempre es tan extremo, claro. Quizás el que te mata reciba alguna reprimenda por parte del daimyo al que servías, quizás incluso se meta en un problema serio por "dañar su propiedad" sin motivo. Con algo de suerte, esto actuará como disuasión y evitará que te dispare. A menos que le des un buen motivo, claro. ¿Y qué es un buen motivo? Pues, tristemente (para ti), un abanico bastante amplio, porque...
El honor lo es todo para los samurái
Piensa que esa gente que lleva pistolas tiene que justificar su derecho a portarlas. Sí, está el Orden Celestial, los dictados de los kami y yadda-yadda-yadda, todo muy bonito, pero la religión no puede hacerlo todo. Si no has comido más que migajas durante una semana, ayer murió tu hijo de inanición, llevas toda tu vida trabajando como un animal y encima llega el recaudador de turno a pedirte que le entregues más de lo que tienes, pues por mucho Orden Celestial que te hayan inculcado desde pequeño, hay un punto en el que lo que más importa es tu estómago vacío. Y un heimin cabreado es una simple molestia, pero cien heimins cabreados es un verdadero problema.
Sin embargo, los samurái no son solo hombres con derecho a gobernar sobre las castas inferiores: son casi otra especie diferente. Su entrenamiento no es el mismo, sus habilidades y capacidades no son los mismos. Un heimin no podría nunca hacer lo que hace un samurái, por mucho que lo intentara. Nosotros podemos, desde nuestra óptica contemporánea, asociar esto a la educación que reciben desde pequeños y a una cultura que refuerza estas ideas, pero para los habitantes de Rokugán este es un hecho tan evidente como que el sol saldrá por el horizonte. Por eso los matrimonios entre castas están prohibidos.
Todo esto se hace evidente cuando uno empieza a analizar el bushido. Este marco de creencias y valores define a la casta samurái. Esto no implica que todos lo sigan a rajatabla; de hecho, lo contrario suele ser la norma. Pero, de cara al público, todos proyectan la apariencia de seguir sus principios. Esto no es incidental: el bushido es lo que separa a los samurái de los heimin. Es una mentalidad que refuerza su derecho a gobernar sobre las otras castas, y que les hace merecedores de los lujos que luego pueden disfrutar.
El bushido es, de alguna manera, lo que hace que los samurái sean samurái. Un heimin podría coger una katana y usarla para combatir, sí, no hay ninguna ley "física" que le impida hacerlo en Rokugán. Pero esto sería una transgresión del Orden Celestial que debería ser respondida con una ejecución sumaria, en el mejor de los casos. La katana no está hecha para ser portadas por las manos indignas de alguien que no entiende el verdadero bushido. La labor de la casta bonge es la de trabajar, no la de luchar. No han nacido para ello, y eso es algo que sabe cualquier niño que haya sido educado en el Imperio.
Perder el honor es perder los privilegios
¿Es extraño entonces que los samurái sean tan "especialitos" con el tema del honor? Al fin y al cabo, es lo que les da derecho a ser quiénes son, lo que les define como individuos. Un samurái que reniega del bushido públicamente, que trabaja como un heimin o que rompe las reglas que le impone la sociedad está traicionando a su casta, y cuestionando el Orden Celestial. Esto sitúa a los ronin, que deben ganarse la vida como pueden al no tener señor que les mantenga, en una situación bastante complicada, al no poder rebajarse a ciertas labores. Pero es una cadena que ata a todos los samuráis de Rokugán de un modo u otro.
Además, la sociedad rokuganesa está obsesionada con la muerte. Esta es, muchas veces, preferible a la deshonra, y hay inumerables obras de arte que glorifican el seppuku (suicidio ritual) o la muerte en batalla como algo deseable y admirable. No es raro que un samurái no sueñe con vivir una vida larga y hedonista, sino con honrar a sus ancestros y morir cumpliendo su deber y siendo un ejemplo para sus pares. Si es lo suficientemente virtuoso, podrá cumplir su destino y acumular suficiente karma como para ser juzgado favorablemente en el ciclo cósmico y acceder al Yomi, el Reino de los Ancestros Bendecidos, lo más cercano al paraíso (salvando las distancias) que existe en la ambientación. Si queréis saber hasta qué punto este culto a la muerte está arraigado en Rokugán, pensad que casi todos los samurái consideran el seppuku un destino muy preferible al rechazo de su Clan, la vergüenza o el peor castigo de todos, el exilio, incluso teniendo en cuenta que esto último les permitiría preservar su vida.
Si juntas estos dos factores, la conclusión es que casi todos los samurái, incluso aquellos que no son especialmente honorables y solo lo aparentan de puertas para fuera, son muy dados a "sobrereaccionar" cuando su honor se pone en duda. Ser insultado no solo implica una pérdida de on (prestigio) sino también la acusación implícita de que uno no es digno de ser samurái. Esto implica, por necesidad, que está atentando contra lo que se espera de él según el dichoso Orden Celestial. ¿Se entiende ahora por qué Rokugán está tan lleno de gente dispuesta a desenvainar un arma a la mínima provocación?
¿Pero aquí estamos todos locos o qué?
A ver, todo lo que he dicho antes son ideales y percepciones extremas para haceros entender la filosofía de los rokuganeses. Pero, dicho esto, no hay que olvidar una cosa: por muy fantástico que sea este reino, y por muy inspirado en una cultura tan diferente que esté, sus habitantes siguen siendo humanos. Y la gente es gente, da igual dónde estés. Tienen deseos, miedos, preocupaciones. Cometen errores y actúan de manera mezquina, pero también son capaces de amar y de perdonar. Los rokuganeses no son robots, y el 99% de los samurái no son los parangones de la virtud que intentan simular que son. El bushido es un ideal inalcanzable por definición, e incluso los personajes con Honor 5 son capaces de errar. De hecho, es un sistema de creencias que muchas veces se contradice a sí mismo, o pone a sus seguidores en dilemas imposibles. La inmensa mayoría de samurái rondarán el Honor 2.5, quizás 3 y pico para las familias más obsesionadas con el bushido. Esto implica que entienden que el bushido es un ideal inalcanzable, y que no niegan sus propias debilidades. Algunos de ellos incluso se permiten (¡gasp!) disfrutar de los placeres de la vida o no negar sus propios sentimientos humanos.
Luego está el pragmatismo. Por muy "trigger-happy" que sean algunos samuráis, los niños salen caros, y más en un lugar donde la mortalidad infantil es mucho más frecuente que la media en el siglo XXI. Tener un hijo samurái implica dedicar ingentes cantidades de recursos en educarle desde bien pequeño, mandarle a un dojo, proveerle de toda clase de lujos y signos de su casta noble, así como de un equipo adecuado a su futuro papel en el Imperio... Que dicho samurái muera a los dos años de empezar a servir a su daimyo (y, por tanto, a "devolver" de alguna manera todo lo que se ha "invertido" en él) por un duelo absurdo es, sin lugar a dudas, una tragedia. Y no me refiero a nivel personal (que también, imagino que a su familia y amigos gracia no le hará) sino a nivel económico.
Un daimyo es responsable de mantener a los samurái que están bajo su mando (recordad, son nobles, no pueden ir a trabajar al campo para costearse su manutención). Lo del Orden Celestial está muy bien, pero las bocas que alimentar cuestan kokus. Y Rokugán no será tampoco un parangón de libre comercio, pero toda sociedad, incluidas las feudales, tiene que tener una buena base para mantenerse. Que tus samuráis mueran cada dos por tres por disputas fortuitas que se resuelven con violencia es, simplemente, un mal negocio.
Y no es que la violencia sea extraña. Como ya se puede intuir por lo dicho antes, Rokugán se regodea en la violencia. Vive de ella. Las escaramuzas entre Clanes son habituales. Los samurái se pasan su vida entrenando para la guerra (de hecho, su propia casta, los Buke, es justamente lo que predica, "aquellos que luchan"). Los duelos son la manera adecuada de resolver disputas, y no lo digo yo, lo dicen los kami fundadores y la ley Imperial. Además hay una buena lista de enemigos gaijin (extranjeros) y un rico y variado manual de monstruos (con mención especial a las Tierras Sombrías, pero tampoco es que la cosa se acabe ahí) de los que proteger al Imperio.
En un lugar con tanta mortalidad, ¿no es razonable que los daimyo se cuiden de evitar muertes innecesarias? Muchos prohíben los duelos frívolos (un duelo que no ha sido sancionado por una autoridad jerárquica no tiene validez y se considera ilegal) y evitan los conflictos bélicos de los que no pueden obtener un beneficio claro. Y no solo ellos: aunque no lo parezca, muchos samurái de bajo estatus prefieren seguir vivos. No es que no estén dispuestos a morir por una buena causa, pero si pueden guardar apariencias (o, en el caso de los más íntegros, seguir siendo honorables) sin necesidad de ponerse en riesgo innecesariamente, mejor. De hecho, malgastar la vida de uno en una disputa inútil te impide servir a tu daimyo de forma efectiva en el futuro, lo que es un motivo de deshonra y va contra el bushido.
En resumen, la sociedad de Rokugán es mucho más pragmática de lo que podría parecer en un primer momento. Básicamente, porque si no el Imperio se caería por su propio peso.
Dónde entra la cortesía en todo este asunto
Vale, vamos a recapitular. Estamos en una sociedad extremadamente violenta, en la que el honor es una piedra angular y cualquier insulto puede desembocar en un desenlace mortal. En esta sociedad, todo aquel que es alguien porta el equivalente a un arma de fuego y puede causarte un problema si considera que le has ofendido. Este tipo de desenlaces no son lo más deseables para nadie, ya que suelen conllevar considerables pérdidas a nivel económico, material y social.
Con todo esto en mente, ¿cómo podemos circumnavegar este mar embravecido sin volvernos locos?
Pues con la etiqueta y el protocolo. Si los samurái son tan exquisitos con el trato, es porque esto ha hecho que el Imperio sobreviva durante tantos siglos. Lo que originalmente probablemente fue una cuestión de necesidad, con el tiempo se convirtió en rutina, luego en tradición... Y así hasta la actualidad, en donde dicha etiqueta es considerada la columna vertebral de las cortes rokuganesas. No es porque los cortesanos hayan decidido arbitrariamente esas reglas, es porque esas reglas permiten que la coexistencia sea posible, sin que el Imperio se desintegre entre un millar de conflictos bélicos y luchas intestinas. Incluso el Clan del Cangrejo, que habitualmente sigue una filosofía mucho más pragmática que los otros Clanes, o el del Unicornio, con todas sus costumbres gaijin importadas de sus siglos de exilio, reconocen la necesidad de seguir unas mínimas normas de protocolo.
Dicho esto, es cierto que las diferencias entre Clanes a veces son muy grandes, y parte de la gracia de la corte está en saber navegar por ese laberinto de reglas y costumbres nativas. Pero existe una base común que todos comparten, una mínima semblanza de cortesía que incluso el bushi Hida o Moto más rudo será capaz de mantener. Puede que estos samurái, situados en el extremo del espectro, lleguen a ser brutalmente directos y a romper todas las normas de protocolo, pero incluso ellos tendrán las mínimas nociones básicas de protocolo para ser conscientes de las posibles consecuencias de sus palabras. Simplemente, es posible que acepten dichas consecuencias, o incluso que estén buscando una respuesta así por parte de sus objetivos. O que les dé igual todo.
Para la otra gran mayoría de samuráis que están situados dentro del espectro, la cortesía es parte del día a día. No con los heimin o eta (no es raro que los samurái sean especialmente severos, rudos o incluso agresivos con las castas inferiores), pero sí con otros samuráis, y desde luego sí con aquellos que tienen más estatus. Por mucho que el samurái que tengan delante sea un ji-samurái, miembro de una familia vasalla menor y con apenas estatus, normalmente evitarán insultarle gratuitamente si no es necesario. Incluso los ronin serán tratados con un mínimo de deferencia. No en vano, portan una katana.
Las normas de cortesía
Desgraciadamente, el laberinto de la corte y el protocolo en Rokugán es demasiado complejo para resumirlo en este post. Para eso está la habilidad de Etiqueta, que permite a los samurái relacionarse entre sí sin acabar matándose en el proceso. En general, como director os iré avisando de cuándo ciertas actitudes o palabras van a causar ciertos impactos en los PNJs, así que podéis ir tranquilos. Haré esto sobre todo cuando sean cosas de "sentido común" para el 99% de los rokuganeses, ciertas normas básicas de protocolo que todo samurái conoce y que normalmente no requerirían tirada (o tendrían un NO de 5). Para reglas o normas no tan evidentes, realizaré tiradas secretas de Consciencia+Etiqueta (Cortesía) para representar la dificultad que incluso los propios samurái educados en Rokugán tienen para moverse por este lodazal. Si fallas la tirada, simplemente no serás consciente de las consecuencias de tus palabras, y cometerás el error no por desconocer, como jugador, la ambientación del rol, sino por el hecho de que tu PJ desconoce dichas normas y es creíble que pueda cometer esos fallos de protocolo. Si lo superas, te avisaré de lo que puede pasar.
En cualquiera de estos casos, el libre albedrío del PJ prima sobre todo lo demás. Una cosa es que yo te cuente que pronunciar ciertas palabras puede desembocar en un conflicto violento o en una respuesta airada por parte de tu inerlocutor, y otra muy distinta que tu PJ no sea libre de pronunciarlas. Interpretar a un PJ rudo y brusco es la prerrogativa de los jugadores, personajes así existen en Rokugán (y son más frecuentes de lo que uno podría pensar). Incluso PJs educados y corteses pueden decidir lanzar dicha cortesía por la ventana en ciertas situaciones, buscando una reacción en otras personas o simplemente porque sobrepasan ciertas líneas y sus poderosos sentimientos toman el control frente al raciocinio (ya sea porque el jugador lo decida así al interpretar al personaje o porque hayan fallado algún tipo de tirada de autocontrol).
Lo básico
Aunque, como he dicho antes, listar todas las normas de comportamiento en este post haría que este se volviera extremadamente largo (y ya es largo de por sí), sí que puedo mencionar algunos puntos generales sobre el protocolo para daros una ligera idea de lo que este suele involucrar:
- El objetivo de la etiqueta suele ser casi siempre el minimizar la disrupción (por todo lo que he dicho antes de la violencia). Si alguien comete un fallo de etiqueta, a menos que este sea realmente flagrante, lo más habitual es que la reacción sean algunos cuchicheos o una excusa elaborada (que, por supuesto, nadie creerá pero todos harán como que creen) por parte del anfitrión o algún cortesano habilidoso para dar una salida válida al metepatas de turno. Esto no implica que la metedura de pata no implique una pérdida de Honor y prestigio, pero todo en el protocolo está pensado para que se corra un tupido velo alrededor de la situación y evitar que esta escale en ningún sentido. Al fin y al cabo, no todo el mundo en la corte es un cortesano de oficio, y no es raro que los samurái cometan todo tipo de brechas en el protocolo constantemente, ya que llevar la cuenta de todas estas minucias es extenuante incluso para los cortesanos más experimentados. Si vuestro personaje está intentando ser cortés, pensad: ¿es lo que dice lo suficientemente descafeinado como para que la situación no siga escalando y se reduzca la tensión social? Por supuesto, no siempre interesa ser cortés, pero incluso los insultos o provocaciones suelen ser velados de tal manera que no puedan ser interpretados como tales sin una pérdida de prestigio asociada al que se ofende. Los fallos en la etiqueta no suelen implicar un duelo automático, ni mucho menos, aunque habitualmente sí tendrán algún perjuicio para el personaje.
- El Estatus importa mucho. Esto no implica que cortesanos de bajo estatus no puedan cuchichear sobre un daimyo, o que un hotei raso no vaya a recibir un mínimo de educación al ser recibido por dicho daimyo, pero el grado de cortesía que puede esperarse al relacionarse con personas de diferente estatus es bastante diferente. Por supuesto, la etiqueta importa a todos los niveles, pero un samurái de alto Estatus que comete ciertas brechas de protocolo y se comporta de manera indigna frente a sus inferiores habitualmente podrá esperar que estos ignoren educadamente su comportamiento. Lo contrario es raramente cierto. Tampoco se puede exigir retribución contra cualquier persona. Si un miembro de la casta Kuge insulta a un simple hotei de manera deliberada, este no puede retarle a un duelo. Bueno, por poder puede, pero será ridiculizado por siquiera proponer la idea. Habitualmente, a lo máximo que puede aspirar es a pedir permiso para cometer seppuku como manera de censura al no poder soportar la vergüenza de servir a alguien así. Evidentemente, hay cien mil tonos de gris en este tipo de interacciones, y situaciones en las que llevar la contraria o incluso humillar a alguien de mayor estatus sería algo aceptable o incluso razonable. El estatus no es lo único que importa. Pero importa.
- Por supuesto, la diferencia de Estatus entre los samurái y los heimin sí que es inviolable. No se tira etiqueta con los heimin. Un samurái puede ser amable o compasivo con ellos, pero no es algo que se espere, necesariamente. Tampoco se espera que los heimin conozcan el protocolo para funcionar en la corte, al fin y al cabo no son nobles (aunque sí se espera algunos criados que sirven en dichos entornos cortesanos sepan una serie de normas básicas). Pero sí se espera que sean serviles en todo momento, y traten a los samurái con todo el respeto que tratarían a alguien que puede decidir matarles en cualquier momento. No hay ni que decir que la inmensa mayoría de los plebeyos están acostumbrados a aceptar toda clase de insultos y groserías por parte de los samurái con la cabeza gacha y pidiendo disculpas en todo momento, incluso aunque no hayan hecho nada malo.
- Ser directo no es una virtud. Aunque algunos samurái Matsu, Hida o Moto podrían estar en desacuerdo con esta afirmación, la gran mayoría de los samurái en Rokugán prefiere siempre explicarse o dirigirse a otros de manera elaborada, insinuando más que directamente describiendo. No es raro que alguien muestre sus preferencias, deseos o incomodidad haciendo una observación indirecta que incluso a veces no parece directamente relacionada. "Ciertamente la brisa del Invierno baja pronto de las montañas este año" podría ser interpretado (y habitualmente lo será) como una orden para los criados, instándoles a que enciendan unos braseros para calentar a los presentes, a pesar de que es muy probable que el samurái en cuestión ni siquiera se estuviera dirigiendo a ellos inicialmente. Y así con todo. Evidentemente, el sentido común prima en muchas situaciones. "Perdonad mi insolencia al interrumpir su augusta conversación, mis señores, pero en este momento el descontrolado baile de los kami de las llamas amenaza con destruir este castillo sin par, así como sus preciadas vidas, si no actuamos con prisa en este mismo isntante" es algo que ningún rokuganés, ni siquiera un heimin refiriéndose a los miembros de la Familia Imperial, diría cuando un simple "¡Fuego!" serviría.
- Los regalos son muy importantes. Los samurái desprecian, en teoría (la práctica es otra historia), el comercio, ya que el intercambio de bienes es algo asociado a los heimin (de hecho, a aquellos que tienen el menor estatus entre ellos, porque no crean nada). Esto implica que un samurái raramente compra lo que necesita y en su lugar recibe dichas necesidades de su daimyo. Todo lo demás son regalos. Es habitual que un samurái que es invitado al castillo de otro lleve un regalo para su anfitrión, pero también que dicho anfitrión le regale algo a este si quiere agasajarle. Es habitual que los miembros de Clanes distintos intercambien regalos para obtener favores mutuos, y que alguien que hace algo por otra persona reciba un regalo como compensación. Hay otra miríada de situaciones en las que un regalo es procedente. Pero ojo, no vale cualquier regalo. Los regalos no suelen ser cosas que el otro necesite, ya que se estaría insinuando que su señor no puede proveerle de dichas necesidades. Regalar kokus es un insulto muy grande. Es importante que un regalo sea adecuado para el receptor, teniendo en cuenta su personalidad y preferencias. Los regalos hechos a mano y las obras de arte son especialmente valoradas. Un regalo que ponga en evidencia las carencias del destinatario puede ser considerado una ofensa. En resumen, el arte de los regalos es complejo y muy importante en Rokugán, y una elección concreta de regalo (o el simple hecho de regalar, o la ausencia de un regalo) puede suponer un gran tanto político o una grave ofensa en según qué contextos.
- El testimonio es lo más importante. Esto no es solo relevante para los juicios, sino también para las situaciones sociales. Si Pepito dice X, y tiene suficiente Estatus, entonces X es cierto. Si luego Fulanito dice Y, y tiene un Estatus similar, ahí es donde puede haber juego. Pero, de primeras la evidencia toma un segundo lugar casi siempre. Incluso aunque se haya encontrado en el lugar del crimen el arma de Fulanito, y el kimono de este se encuentre cubierto de sangre, si Menganito dice que Fulanito estaba con él a la hora del crimen, entonces estaba con él. Los cortesanos y magistrados hábiles sabrán conseguir testimonios alternativos que apoyen sus evidencias, pero Rokugán es una tierra de Honor, y el de aquellos que pronuncian un testimonio es raramente puesto en duda. Evidentemente, el Estatus importa y el sentido común puede jugar un papel en ciertas situaciones.
- Si sientes algo... Cántalo. La expresión de emociones no es algo muy bien visto en Rokugán. Esto no implica que los samurái sean robots, pero sí que suelen ser extremadamente sutiles a la hora de mostrar lo que sienten... Si es que lo muestran. La excepción a esto es el arte, que se entiende como una vía noble y aceptada para dejar salir esas emociones. Un samurái que muestra su amor en un poema, o su dolor en una pieza musical, no solo no será repudiado por la corte por una posible brecha social; es posible que obtenga Gloria y sea admirado por su sinceridad. Este tipo de despliegue contenido, en según qué contextos, es un tema recurrente muy popular en la historia de Rokugán. Quizás por el hecho de vivir tan encorsetados, los samurái aprecian esta vía de escape, y por eso el arte es tan popular entre ellos. Eso sí, se espera que, al terminar tu obra, tus emociones vuelvan a encerrarse dentro de ti.
Un ejemplo práctico
Akodo Hiito está se cruza con Hida Motano en los pasillos de la corte. El Cangrejo ha fracasado en su reciente expedición, y la noche anterior causó severos destrozos en el local de sake que frecuenta Hiito. El León no estaba presente cuando ocurrió, pero ha oído que Motano se puso violento con sus acompañantes y golpeó de manera brutal a uno de sus amigos, Po, un sirviente heimin que trabaja allí. Es comprensible pues que Hiito esté ciertamente molesto, cuando no airado, y decida confrontar a Motano. Puede hacerlo de varias maneras:
- El mayor insulto: "¡Cangrejo! ¿Es que acaso los demás deben pagar por tu inutilidad? Tu comportamiento anoche fue inaceptable. Si vas a comportarte como un animal, debes partir al bosque y vivir como uno, y así librarnos de tu presencia". Este acercamiento es tan brutalmente directo que habitualmente solo aceptará dos posibles desenlaces: o Motano reacciona de manera igualmente confrontativa, probablemente retando a Hiito a un duelo o poniéndose violento en ese mismo lugar y momento; o acepta el insulto con la cabeza gacha, como un perro apaleado, perdiendo una gran cantidad de prestigio (y probablemente Honor) por tolerar que se dirijan a él de esa manera.
- Un insulto grave, pero aceptable: "¡Hida! Lo ocurrido anoche es intolerable. Vuestro fracaso en la expedición no excusa un comportamiento así". Una reprimenda de esta naturaleza es una confrontación directa que hará que muchos se tapen la boca con la mano, pero nótese que, en esta ocasión, no se está llamando al Hida inútil o animal, simplemente reprochándole lo evidente. Nadie niega que Motano fracasó en la expedición, ni tampoco que su comportamiento del día anterior fue ciertamente irregular (aunque la calificación de "intolerable" por parte de Hiito es ciertamente subjetiva). El Cangrejo todavía podría reaccionar de manera violenta o airada ante una confrontación así, y ciertamente muchos samurái preferirán evitar un conflicto de esta naturaleza. Pero ahora tiene un abanico mucho más amplio de opciones que en el caso anterior. No es deshonroso aceptar una crítica cierta e intentar reparar el daño, incluso para los siempre-perfectos samurái. O, al menos, no es tan deshonroso como en el caso anterior. Al bajar un poco el tono, Hiito está dando más oportunidades a Motano de de-escalar la situación si no desea enfrentarse al Akodo, o de salvar las apariencias si él mismo está avergonzado de su comportamiento. Aun así, este tipo de comentarios siguen siendo insultantes: el Akodo es, teóricamente, un igual (y encima de otro Clan) por lo que no tiene ningún motivo para ponerse a dar lecciones al Hida como si este fuera un aprendiz en el dojo.
- Confrontación directa: "Hida-san. He escuchado sobre lo ocurrido anoche en la casa de sake. He de admitir que la situación me desagrada enormemente, ya que considero a Po un amigo cercano". Aunque Hiito está siendo directo con Motano (algo poco frecuente en la sociedad rokuganesa), no está insultándole directamente. Sí que está dejando claro que no está contento con la situación, pero está dando oportunidad al Hida de excusarse o disculparse por lo ocurrido sin necesidad de evidenciar su comportamiento más de lo necesario. Además, Hiito está justificando por qué la situación le parece intolerable (Po es su amigo), por lo que la acusación implícita no está carente de fondo. Motano todavía podría reaccionar de manera despectiva o irrespetuosa (quizás con el clásico "¡bah, es solo un heimin!"), pero en ningún caso esta situación desembocaría en violencia... Por ahora, claro. Las cosas siempre pueden escalar, y empezar una conversación de manera tan directa es una buena receta para que esto ocurra. Pero el Cangrejo tiene muchas más opciones de respuesta que no implican esta escalada, y algunas de ellas no implican siquiera admitir su culpabilidad.
- Acusación velada: "Ah, Hida-san. Veo que os habéis levantado pronto hoy. Algo ciertamente llamativo, teniendo en cuenta lo que se rumorea sobre la noche pasada". Aunque esto ciertamente podría ser una chanza entre amigos, fácilmente podría entenderse como una acusación si el tono de Hiito es serio y teniendo en cuenta la relación entre los dos samurái. Sin embargo, el Akodo no está confrontando directamente al Hida, al menos no de manera explícita. Incluso un samurái Cangrejo como Motano, que habitualmente no son los más refinados o conscientes en lo respectivo al protocolo, sería capaz de deducir lo que piensa el León con esta frase. Quizás no sabe que el heimin es amigo de Hiito, pero la frase de este debería hacer evidente, incluso para un rudo guerrero como él, que el León no está contento con lo ocurrido, y busca una explicación, una disculpa o bien simplemente poner en evidencia a Motano. Por supuesto, siempre puede responder de manera brusca o violenta, pero hacerlo implicaría una pérdida de prestigio por su parte, ya que las palabras que ha pronunciado Hiito no son, técnicamente, una acusación directa (aunque lo de "que se rumorea sobre la noche pasada" tampoco es que sea muy cortés, vaya).
- La danza de las palabras: "Hida-san. ¿Bonita mañana, no creéis? El inicio del viaje de la Dama Sol en el cielo nos invita a iniciar un nuevo día reflexionando sobre los anteriores, y como podemos usarlos como una lección para actuar con un propósito más puro y una mente más clara". Tremenda ensalada de palabras, casi un proverbio shintoísta, que nadie se atrevería a contradecir directamente. Sin embargo, para todo aquel que conozca el contexto y tenga alto de idea sobre cómo funciona la corte, será evidente lo que quiere decir Hiito. Motano siempre puede reaccionar de manera brusca, claro, cuestionando las razones de su interlocutor para saludarle de una manera tan específica, pero algo así normalmente supondrá un mayor coste social para el Cangrejo que para el León. El Akodo no le ha acusado de nada, realmente, al menos no de manera explícita, y no se ha mencionado lo ocurrido la noche anterior. La frase podría interpretarse, técnicamente, de maneras muy distintas. Quizás Motano puede salvar algo de reputación iniciando algún tipo de debate filosófico con el Akodo o contra-argumentando el proverbio, pero sus manos están mucho más atadas en este caso que en los anteriores (aunque el impacto de la acusación también es menor, claro). Incluso aunque se sienta insultado y arda de rabia, solo un verdadero bruto escalaría la situación con violencia en este contexto, lo cuál supondría una pérdida de on (prestigio) muy severa. En caso de que Motano se enfurezca por las palabras de Hiito, lo más probable es que tenga que tragarse esas emociones y quedarse allí pasmado, viendo como el León se aleja con la cara roja. Evidentemente, los cortesanos hábiles serán capaces de darle la vuelta a una situación así con una facilidad asombrosa, respondiendo a su vez con otra nueva ensalada de palabras. Y así es como empieza el baile de la corte...
Como podéis ver, hay muchas maneras de enfrentar una misma situación, y el uso del protocolo (o la ausencia de él) puede dar lugar a consecuencias muy distintas...
Evidentemente, todos los casos anteriores pueden variar dependiendo del contexto. No es lo mismo que Hiito y Motano se encuentren estando solos, a que haya otras personas presentes que puedan ver lo que ocurre (y, por tanto, relatarlo más tarde). Los samurái suelen ser más tolerantes a los insultos y laxos con el protocolo cuando no hay nadie más mirando (aunque esto no implica que todo valga, siguen teniendo que defender su honor frente a su interlocutor y, más importante, frente a sí mismos).
También dependen de la personalidad de los samurái en cuestión. Quizás Hida Motano es un buen ejemplo de su Familia, que son conocidos por ser especialmente pragmáticos y valorar la fuerza, el coraje y la sinceridad. Esto podría hacer que tolerara, o incluso llegara a valorar con respeto o una buena carcajada, insultos que harían que otros samurái se pusieran lívidos de la rabia. Lo que para un samurái puede implicar una deuda de sangre o un duelo, para otro puede ser un martes por la tarde. El contexto importa.